viernes, 31 de agosto de 2018

EL ESTADO EXCLUYENTE



Estimados amigos:
Se adjunta a la presente un escrito sobre el Estado excluyente. Este documento es parte den el primer capítulo del último libro del suscrito: “El Estado en el Perú debe ser para todos”.
El libro parte haciendo una exposición de lo que significa el Estado excluyente, luego en los otros capítulos, por ejemplo el capítulo 3 “El Estado Promocional” que está dirigido a las reformas imprescindibles, las mismas que se han venido trabajando.  
Esto último muestra la vigencia y de las decisiones que deben asumir no sólo las autoridades de gobierno –los tres poderes-; sino la ciudadanía que tiene el derecho de exigir que en el corto plazo las reformas públicas se desarrollen concordantes con el marco que significa ser una república democrática y el Estado de derecho.
La publicación de esta parte y de los dos tomos del libro en mención, están a disposición de todos los que busquen información sobre el tema, en este caso del Estado excluyente; tema que es un antecedente importante para lo que se viene planteando sobre las reformas públicas, y que serán puestas a consideración de la ciudadanía a efectos de un referéndum.
En esta oportunidad estamos ante el primer parte de las reformas, en camino a terminar con la precariedad/vulnerabilidad, será el mayor logro en la esfera política para crear y establecer la institucionalidad.
Empero, también están a vuestra disposición los otros aspectos que completan el cuadro de los cambios, dado que las reformas político/culturales no son suficientes se hace imprescindible lo que acontece en la esfera económica, tomando en cuenta  que la república solamente está creciendo bajo los programas de las exportaciones que, por cierto dependen del mercado internacional.
Este tipo de crecimiento no puede ser exclusivo, las condiciones del país reclaman  promoción seria dirigida hacia una economía del desarrollo, bajo el soporte de un plan de utilización de la energía –hidrocarburos, gas y electricidad- estos elementos de producción responden al proceso del valor agregado y la industria, ello representa el accionar de los programas  de la diversidad productiva
Los interesados pueden enviar un correo dirigido a fernandoarcemeza@gmail.com, a fin de proporcionarles el libro, el libro tiene un valor de oferta de S/.50 soles; la otra opción podría ser enviarles copia no solo de este primer capítulo, sino también de los otros capítulos del libro, de acuerdo a lo solicitado por los interesados.
Finalmente les hago conocer que el “Estado excluyente” del primer capítulo del libro les haremos llegar en dos partes. Les alcanzamos una primera parte.
Atentamente,
Fernando Arce Meza

El Estado Excluyente

Hasta antes del año 2000

El accionar del Estado está condicionado a su sola función, la subsidiaria. Los gobiernos no han decidido, ni han llegado a asumir las funciones reguladoras y promotoras, en razón a que la Constitución Política de 1993 no les da un reconocimiento explícito, ningún gobierno o partido político se ha atrevido a interpretar en otros artículos constitucionales la de tomar la decisión política sobre las funciones que no sean las subsidiarias.
Existen explicaciones del actuar del Estado excluyente y que muestra su ausencia al no llegar con la oportunidad y la eficiencia requerida, particularmente, a través de los servicios públicos esenciales, pues, en su recorrido histórico prima la dominación de los grupos de poder de siempre que, obviamente no tomaron en cuenta que en ciento cincuenta años a los peruanos, principalmente en las zonas de la sierra, donde el gamonal -dueño de tierras y vidas- tenía presencia en la producción interna. Lo que le daba poder, por ello que colocaban a las autoridades de su entera confianza, cubriendo los cargos públicos de prefectos y gobernadores, jefes de los puestos policiales, profesores, sanitarios, etc.
Este poder y su accionar se ejercerían con la aquiescencia de los mandamases del gobierno capitalino, imponiendo comportamiento de servidumbre, pues como herencia todavía estaban los densos rezagos coloniales, la república no se ha sacudido de ese trasfondo colonial. Lo paradójico es que en general, los peruanos por costumbre y probablemente por problemas psicosociales ante las vicisitudes de la vida, siguen aceptando los engaños electorales de sus gobernantes, las postergaciones, desprecios y discriminaciones tanto personales, como colectivas, son principalmente de orden étnico, las que viene de parte de los grupos criollos/mestizos, basados en que siempre se han considerando dueños del Perú.
Estos comportamientos tuvieron reacciones por el camino de las protestas y de un abierto descontento, a pesar de la reforma agraria y los intentos de las reformas estructurales en otros campos de la vida social y económica; aún perdura el mismo comportamiento en estos doscientos años de país independiente.
Esto explica porque el Estado actúa contra las mayorías y porque hay contestatarios que protestan. Existen otros contestatarios, los máximos dirigentes que no han sido pocos de los grandes partidos, sus allegados al morir los olvidaron y manipularon sus idearios en favor del entreguismo, cambiando el rumbo del partido, se pasaron al bando contrario por un curul en el parlamento o fueron designados ministros, etc.
La expresión más visible de las protestas se encuentra en el uso del presupuesto público, pues, a medida que crecen los presupuestos, generalmente en los proyectos de inversión en obras y de las grandes adquisiciones, en particular de armamento, éstas se convierten en “botín de guerra” que, se reparten entre las empresas ganadoras de los concursos de precios y de las concesiones públicos/privadas, las que de una manera u otra son beneficiadas terceros interesados: los funcionarios públicos al apropiarse de las coi-misiones con fondos estatales, a la vez se suma el hecho que en las comunidades donde se realizan los mencionados programas y proyectos, no llegan a cubrir las necesidades sentidas o no se concluyen con las obras, de modo que lo realizado materialmente, ha sido debidamente invertido, las ciudadanías resultan decepcionadas.
En particular, las localidades que evidencian las formas de vida moderna, como son las ciudades caso de Lima capital y algunas ciudades, en especial de la costa, se producen estas acciones inversoras con presupuestos destinados a financiar los servicios esenciales, pero, aún así con su incompetencia administrativa muestran grandes deficiencias para la mejora y/o ampliación de dichos servicios; lo mismo, ocurre que las autoridades ganadoras de las elecciones consiguen que las acciones al ser ejecutadas, aún las que son de aprobación de la población -desinformada y manipulada-, resultan ser fruto de las decisiones de los caudillos y sus clanes, que como dueños del poder no sólo se benefician a nivel personal, sino también sus amigos financistas de las campañas electorales, los que se convierten en proveedores del Estado tanto de las obras públicas, como de las adquisiciones y contrataciones, cuentan con singulares asesoramiento los estudios de abogados.
Se ha puesto en evidencia las combinaciones cruzadas entre el candidato a la alcaldía de Lima Castañeda Lossio 2015/2018 (hoy alcalde) y la empresa brasilera de obras en que no sólo se evidencia ayudas de probable financiación, sino para cambiar las agendas de los proyectos por ejecutarse y de cómo sus fondos pasan a financiar otro proyecto de la nueva administración municipal.
Estas irregularidades merecen la participación de los entes de control porque tiene hasta tres perjudicados: la racionalidad administrativa que perturba a la municipalidad como institución; no se respeta el plan urbano; y a buen seguro promueve hacer una obra al dejar la otra que, al final se va a requerir más fondos. 
La matriz de gestión excluyente de lo programado es permanente en las entidades públicas. A través de los sucesivos gobiernos, no logra realizar proyectos colaterales e igualmente imprescindibles a los servicios básicos, como son las obras sanitarias y las eléctricas indispensables. Sin embargo, cabe precisar que el Estado peruano tiene ahora gobiernos descentralizados, regionales (más departamentales) y municipales, los que adoptan el mismo comportamiento del gobierno central, siendo así que en las principales ciudades, generalmente las capitales reciben mayores recursos, postergando la ejecución destinada a cubrir las necesidades del resto de los ámbitos regionales y de los ámbitos de los concejos municipales. Sin dejar de mencionar la grave carencia y ausencia de cuadros técnicos de gobierno.
Es obvio que, a pesar de las disposiciones descentralistas no llega a cumplirse que el “Estado es para todos”, esta situación se mantiene por el predominio político/cultural que se viene ejerciendo en los doscientos años de vida republicana, porque el Perú sigue gobernado política y económicamente por los grupos de poder que, desde su cúpula de raíces criollo/mestiza ejerce un comportamiento autoritario y excluyente.
Desde la década del 1950, principalmente, las mujeres y hombres de raíces nativas acentuaron la migración a la costa, que sería a la vez una lucha para que se les reconozca sus derechos de ciudadanía que, incluía lo laboral, de trabajar sin mayor explotación, y de servicios esenciales que no llegaban; este proceso hasta la fecha viene cubriéndose, de menos a más en que, se exige la instalación de los servicios públicos ya mencionados, pero éstos no alcanzan a todos, aun cuando estén gobernados por quienes han sido elegidos libremente.
Sin embargo, en más de las veces, se gobierna mediante los parámetros del Estado excluyente, lo que pone en evidencia la situación de la colonialidad interna, teniendo como sustrato el etnicismo/racismo que hace posible la discriminación, barrera difícil de vencer en dirección al reconocimiento de los derechos humanos y los comportamientos democráticos del inmigrante en Lima.
Pasando a la concepción de la colonialidad a nivel general, ésta ha merecido la explicación en su dimensión sociológica, a través de los estudios que sobre el punto ha realizado el profesor universitario Aníbal Quijano Obregón y de otros cientistas sociales, pasada la primera mitad del siglo XX. La colonialidad ha sido guía de vida para las mujeres y hombres de la sociedad peruana, fuente permanente del sometimiento, que se ha instalado mental y materialmente en la población peruana, teniendo en cuenta no sólo los aspectos político/sociales vinculados estrechamente a la diversidad de grupos culturales, sino también al historial y situación de desarrollo de los territorios regionales y de sus localidades.
El profesor Quijano dice” fue impuesto así un patrón de poder cuyos ejes específicos eran: a) la existencia y la reproducción continuada de esas nuevas identidades históricas; b) la relación jerarquizada y de la desigualdad entre tales identidades ‘europeas’ y ‘no europeas’ y de dominación de aquellas sobre éstas en cada instancia del poder, económica, social, cultural, intersubjectiva, política; c) debido a eso, las instituciones y mecanismos de dominación societal, los subjetivos y los políticos en primer lugar, tenían que ser diseñados y destinados, ante todo, reproducida e impuesta después sobre todo el mundo, en el curso de expansión del eurocéntrico del capitalismo colonial” ([1]).
Esta colonialidad se ha perennizado en los grupos mayoritarios aún con gobiernos elegidos por voto universal, lo que muestra una disminuida ciudadanía en el marco de la precariedad democrática; la paradoja es que siguen existiendo los ciudadanos de segunda clase. Estos últimos no tienen la igualdad de oportunidades tanto en su desarrollo personal y familiar, como en su normal participación en los diversos campos de la vida nacional.
Esto último marca la perversidad del Estado al pertenecer a un país excluyente, dirigida por autoridades y dirigentes “exclusivos” que, a la vez tienen cautiva a la población bajo los rezagos del sometimiento colonial, heredada de los gobiernos de la época virreinal la que coloca en disminuida posición social ante los grupos de poder y de otros segmentos sociales que alcanzan mayores niveles de vida profesional, laboral y de alta especialidad, principalmente, en las ciudades donde existen movimientos económicos y comerciales, incluidas las ciudades que han llegan a estados de modernización y modernidad, como Lima Metropolitana, donde existen adelantos tecnológicos del primer mundo.
La colonialidad se retroalimenta por la desigual económica, esta cruza y se liga a la situación de la mínima posibilidad de la movilidad social y es sellada al establecer las distancias sociales y económicas, propiciando la superioridad de determinado grupo socioeconómico que ejerce su poder sobre las diversidades culturales que sienten la inferioridad personal y colectiva. El intento de acabar con la colonialidad interna no habrá de terminar, porque la vida de los peruanos está disminuida y temerosa al cambio, por más intentos de las tímidas declaratorias, y de luchas sociales a favor de los derechos humanos.
Poco importa que las autoridades y los caudillos políticos, reflexionen sobre esta situación, ha habido intentos, pero sin el énfasis aún en los períodos cortos de gobiernos elegidos que, se sustentan en las democracias precarias. Otro obstáculo, que evidencia dominación, se expresa ante la reducida y mezquina representación congresal, estos son frenos sociales políticos, puestos para minimizar la participación ciudadana, el diálogo social y perspectivas de los cambios.
De 1931 al 2014, en ochenta y tres años, hubo pocos gobiernos democráticos precarios, es decir, alcanzando no más del 31% del total de los indicados años. Los peruanos no han conocido el régimen democrático, simplemente porque no ha existido. Las mayorías nacionales estuvieron subordinadas al grupo político/cultural y socio/económico que ejercían los gobiernos y los grupos de poder económico respectivamente. Estos ponen las reglas de la vida social, económica y política.
Por eso la colonialidad del poder hizo posible las formas imperativas de gobiernos, no sólo bajo las dictaduras militares y civiles, sino que el ejercicio de este comportamiento alejó a los ciudadanos de la vida política; sin embargo, desde 1963 recién hubo gobiernos elegidos sin excepciones de partidos políticos, a los que se les denominó democráticos representativos, tanto del poder ejecutivo a nivel del presidente y los vice presidentes, como a nivel de los miembros del parlamento, y se completó con elecciones universales para alcaldes y concejales.
El actuar autoritario se enfrentó al libre juego elector, a pesar de las aparentes campañas favorables a las elecciones libres. Las contra campañas políticas tuvieron como siempre su sede en determinados periódicos conservadores. El fraude electoral estuvo presente. Su base de sustentación se evidenció en la lucha ideo política y económica por las formas de explotación de la tierra, lo que ocurrió en buena parte de la época republicana. El gamonalismo de los grandes señores de la tierra tuvo características impactantes en contra de los derechos humanos y laborales, y contraria a la libre elección de sus representantes al parlamento.
Si bien los gamonales desparecieron con la reforma agraria, esta reforma revolucionaria no fue completa, olvidó el ordenamiento territorial, ni la producción agrícola incentivando su a productividad para ser competitiva; ello estimuló tanto a más importaciones de los granos agrarios, como el abandono del agro y la ganadería dedicada a la alimentación esencial de los peruanos. El país no tiene auto abastecimiento alimentario, contrariando las condiciones que le correspondería como país soberano y por su carácter geopolítico. La reforma agraria no estuvo inscrita en una política de la productividad en el mediano y largo plazo.
Hubo períodos en las ultimas cinco décadas en que se rompió con la débil continuidad de la democracia, al surgir golpes de Estado de los militares de 1968 a 1980 y civil/militar de 1992 al 2000, siendo este último un gobierno disfrazado de constitucional, cubría actos formales hacia el exterior, tuvo hasta congreso, pero unicameral; no pasó de ser una dictadura igual a tantas que existieron en los siglos XIX y XX, muchos de éstos se derrumbaron en medio de corrupción y represión.
La segunda continuara


([1])  Quijano, Aníbal: “Colonialidad de Poder, Cultura y Conocimiento en América Latina”, pág. 7. En “Perú Contemporáneo,” Revista de Historia y Sociedad, Perú Contemporáneo 2.


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