SANTIAGO (Sputnik) — Tenían todo en contra. Nunca se había conformado una Asamblea Constituyente en Chile, no tenían una pauta para coordinarse ni un sistema para parlamentar, está conformada por gente de sectores ideológicos disímiles y cuando empezaron no tenían ni micrófonos ni Wifi, pues el Gobierno falló en proporcionar algunas herramientas.
Aún así, los 155 miembros de la Convención Constituyente de Chile lograron coordinarse, organizarse en comisiones y establecer las primeras pautas que les permitirán escribir la próxima Constitución del país.
La semana pasada se cumplieron 30 días de que se constituyó la asamblea y a pesar de que muchos temían que la diversidad del grupo iba a producir más frenos que avances, la situación ha sido favorable. De hecho, el ánimo de dejar atrás las disputas quedó plasmado en una actividad espontánea que se produjo el 4 de agosto.
Un grupo de constituyentes salió a los jardines del anterior Congreso Nacional (sede de la Convención), se tomaron de las manos e hicieron una ronda, entonando la icónica canción "El derecho de vivir en paz", de Víctor Jara, cantautor torturado y asesinado durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
A esta danza se unieron derechistas, izquierdistas, indígenas, hombres y mujeres, entregando una postal de unidad que posiblemente nunca se verá en el Congreso Nacional.
Los constituyentes hicieron aquello para celebrar los avances conseguidos materia de orgánica. En solo un mes se pusieron de acuerdo para escoger nueve autoridades, conformar ocho comisiones provisorias, pasaron de un arcaico sistema de votar a mano alzada a sufragar de manera electrónica, ordenaron su presupuesto y hasta se coordinaron para sesionar en salas separadas, respetando los aforos de pandemia.
Esta unidad será un bien preciado que los asambleístas deberán cuidar durante los nueve meses que tienen de plazo para escribir la Constitución, ya que cada norma redactada debe ser aprobada por dos tercios de los convencionales. Es decir, 104 almas de 155 deben ponerse de acuerdo. Se espera que en septiembre la Convención termine de escribir su reglamento interno y pueda comenzar a redactar los artículos de la carta magna.
La estructura y el día a día
Aunque el acuerdo que dio origen a la Convención estableció que el órgano debía estar liderado por un presidente y un vicepresidente, una de las primeras decisiones de los convencionales fue ampliar la mesa directiva. A la ya electa presidenta Elisa Loncón (representante del pueblo mapuche) y vicepresidente Jaime Bassa (militante del bloque de izquierda Frente Amplio) se sumaron siete vicepresidencias.
Rodrigo Rojas, representante de la organización social de izquierda La Lista del Pueblo; Pedro Muñoz, del Partido Socialista (centroizquierda); Lorena Céspedes y Elisa Gustianiovich independientes; Isabel Godoy del pueblo indígena colla; Tiare Aguilera del pueblo rapanui y Rodrigo Álvarez, del partido Unión Demócrata Independiente (derecha).
Para elegir estos nombres la Convención estableció que las vicepresidencias debían tener paridad de género, ser interculturales y representar a distintos sectores de la sociedad, lo que permitió que una persona de derecha llegara al cargo a pesar de que la gran mayoría de los convencionales se identifican con sectores de izquierda.
Asimismo, crearon ocho comisiones temporales que funcionarán mientras se escribe el reglamento: Ética, compuesto por 17 convencionales; Presupuesto y Administración (15); Comunicación (15); Participación Indígena (17); Reglamento (30); Participación Popular (28); Descentralización (15) y la que lleva el nombre más largo: Derechos Humanos, Verdad Histórica y Bases para la Justicia, Reparación y Garantías de No Repetición, integrado por 16 personas.
El frenético día a día se comenzó a transformar en rutina. Durante la mañana se trabaja en las comisiones, unos de manera presencial y otros de forma telemática y sesionan hasta las 13:00. A la hora de almuerzo salen en grupos a los jardines del ExCongreso y almuerzan en las escalinatas, en bancas o directamente en el piso, a falta de un comedor general que no podría adaptarse debido al COVID-19. Acá aprovechan de conversan entre ellos, fumar o conversar con la prensa.
En las tardes trabajan desde sus oficinas, ubicadas en un edificio en frente de la sede oficial en el centro de la capital y generalmente se quedan hasta las 18:00 horas, a menos que esa jornada toque sesión plenaria, donde todos participan en conjunto y se quedan hasta un poco más tarde.
Criticas y gastos asociados
Algunas de las decisiones que ha tomado el órgano en estas primeras semanas de funcionamiento han sido objeto de críticas de los partidos políticos. La centroderecha cuestionó una votación que decidió aumentar el dinero fiscal entregado a cada convencional para que puedan realizar sus funciones (alimentación, transporte, contratar asesores, etc).
Las llamadas "asignaciones" subieron de 1,5 millones de pesos mensuales (1.935 dólares) a 4 millones para cada asambleísta (5.162 dólares).
Por su parte los sectores de izquierda y centroizquierda criticaron a la derecha por haber nominado al convencional Jorge Arancibia en la comisión de Derechos Humanos, quien fue comandante en jefe de la Armada durante la dictadura militar y muy cercano a Pinochet.
"Esperamos la renuncia de Jorge Arancibia a la comisión. Es una provocación que un negacionista declarado y cómplice de genocidio es integre esta instancia", afirmó el Partido Comunista a través de una declaración.
Desde la ultraderecha, sector que durante el plebiscito de 2020 abogó por el Rechazo a una nueva Constitución, se quejan reiteradamente de que la Convención aún no empiece a redactar normas, acusando lentitud. El líder del Partido Republicano, José Antonio Kast, criticó a través de Twitter que los asambleístas estén "haciendo rondas" en vez de sesionar. "Increíble. Luego de 35 días de no hacer nada, se triplican las asignaciones y podrán contratar parientes y amigos. Y todavía no escriben ningún solo artículo. NINGUNO!", despotricó.
Los datos contradicen al sector. Hasta ahora se han realizado 13 sesiones plenarias, 120 votaciones y más de 250 horas de arduo trabajo en comisiones y en Sala.
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