RECONSTRUYENDO LA HISTORIA DESDE LA OTRA ORILLA
Escribe: Braulio Morante
Sábado, 15 de Octubre del 2022
𝘙𝘦𝘤𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘵𝘦𝘴𝘪𝘴 𝘥𝘦 𝘗𝘰𝘴𝘎𝘳𝘢𝘥𝘰 𝘗𝘜𝘊𝘗 𝘥𝘢 𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘧𝘳𝘢𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘳í𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘥𝘶𝘤𝘪𝘥𝘰 𝘢 𝘧𝘪𝘯𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘯𝘰𝘷𝘦𝘯𝘵𝘢 —𝘥𝘪𝘴𝘵𝘪𝘯𝘵𝘰 𝘢𝘭 𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘢𝘳-𝘱𝘳𝘰𝘴𝘦𝘨𝘶𝘪𝘳 𝘭𝘢 𝘨𝘶𝘦𝘳𝘳𝘢—, 𝘤𝘰𝘯 𝘳𝘦𝘭𝘦𝘷𝘢𝘯𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘢𝘤𝘵𝘶𝘢𝘭𝘦𝘴.
Diversas tesis universitarias han abordado el asunto del conflicto armado interno en el Perú desde el ámbito de las ciencias sociales, la educación, la psicología, la literatura, etc., con énfasis en el periodo 80-92 y, en menor medida, en el post conflicto; pero 𝗽𝗼𝗰𝗼𝘀 𝗲𝘀𝘁𝘂𝗱𝗶𝗼𝘀 𝗵𝗮𝗻 𝗶𝗻𝗱𝗮𝗴𝗮𝗱𝗼 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗶𝗼𝗿𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗱𝗲𝗹 𝘀𝘂𝗷𝗲𝘁𝗼 𝘀𝘂𝗯𝘃𝗲𝗿𝘀𝗶𝘃𝗼 para dilucidar posibles motivaciones, deseos, expectativas, desencantos, etc. de quienes tomaron las armas y, luego de purgar prisión y recuperar su libertad, se desenvuelven en la vida social con diversas perspectivas de vida y grados de vinculación con el Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL) o sus organismos afines.
El trabajo de Dynnik Asencios, 𝙇𝘼 𝘾𝙄𝙐𝘿𝘼𝘿 𝘼𝘾𝙊𝙍𝙍𝘼𝙇𝘼𝘿𝘼: 𝙟ó𝙫𝙚𝙣𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙎𝙚𝙣𝙙𝙚𝙧𝙤 𝙇𝙪𝙢𝙞𝙣𝙤𝙨𝙤 𝙚𝙣 𝙇𝙞𝙢𝙖 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 80 𝙮 90, dio un paso en ese sentido. En base a 30 testimonios (16 hombres y 14 mujeres), recogidos principalmente en prisión, encontró ciertas notas características en las motivaciones de los jóvenes que se incorporaron al movimiento subversivo. Aquellos que lo hicieron en la década de los setenta o primeros años del alzamiento tuvieron un mayor roce teórico, dado el bullente debate de entonces entre las diversas organizaciones de la izquierda popular por definir o apoyar un camino de transformación radical del país; en tanto, aquellos militantes que se incorporaron en un tiempo más cercano a la década de los 90, cuando el movimiento había crecido y las ciudades lo percibían retumbar en sus entrañas, lo hicieron con expectativas de orden más emocional y subjetivo.
La tesis de Antonio Zuñiga Romero, 𝙋𝙚𝙧𝙢𝙖𝙣𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖 𝙮 𝙖𝙗𝙖𝙣𝙙𝙤𝙣𝙤 𝙙𝙚𝙡 𝙋𝘾𝙋-𝙎𝙇: 𝙧𝙚𝙞𝙣𝙩𝙚𝙜𝙧𝙖𝙘𝙞ó𝙣 𝙖 𝙡𝙖 𝙨𝙤𝙘𝙞𝙚𝙙𝙖𝙙 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙥𝙧𝙚𝙨𝙤𝙨 𝙥𝙤𝙧 𝙩𝙚𝙧𝙧𝙤𝙧𝙞𝙨𝙢𝙤 𝙙𝙚𝙡 𝙋𝘾𝙋-𝙎𝙇 𝙚𝙣 𝙇𝙞𝙢𝙖, para optar por el grado de Magíster en Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica del Perú (Lima, 2021), ahora disponible en la Internet, continúa tal línea de indagación y además rastrea otra memoria, poco explorada: la de subversivos sobrevivientes.
La investigación, bajo la asesoría del doctor Antonio Zapata, se sustenta en entrevistas a cuatro miembros —tres de ellos actuaron como combatientes y uno, como operador logístico—, que activaron en la subversión en diversos periodos, luego fueron detenidos en distintas circunstancias, purgaron prisión, obtuvieron su libertad y aceptaron participar de modo anónimo en la investigación, lo cual se entiende debido a la ley de apología que todavía sanciona a quienes se atreven a contravenir la narrativa de una condena al terrorismo sin concesiones y muestran cierta simpatía con las actividades insurgentes.
Cada entrevistado señaló lo difícil que es, para todo ex presidiario, obtener un puesto laboral, a lo que se agrega la cuota de venganza contra los ex subversivos, manifestada en una legislación que les impide ejercer su profesión —como el caso de los docentes—, peor lograr algún empleo en el sector estatal, a lo que se agrega un constante seguimiento y hostigamiento de fuerzas policiales y la invariable presión del poder judicial para cobrar compulsivamente una reparación civil a ciudadanos —¿acaso no lo son?— que a duras penas logran ingresos para subsistir. Dos de los entrevistados, vinculados al Movadef, agregan el impedimento de permitirles participar en la actividad política legal del país.
Aunque todavía resulte atrevido desprenderse de las cuestionadas cifras de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) para reiterar la mayor responsabilidad del PCP-SL en el saldo de muertos, o del 𝗯𝗮𝗴𝗮𝗷𝗲 𝗮𝗽𝗿𝗼𝗯𝗮𝗱𝗼 𝗽𝗼𝗿 𝗹𝗮 𝗮𝗰𝗮𝗱𝗲𝗺𝗶𝗮 —𝗯𝗮𝘀𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗿𝗮𝘃𝗲𝗻𝗶𝗱𝗼 𝗲𝗻 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗲, 𝗽𝗼𝗿 𝗲𝗷𝗲𝗺𝗽𝗹𝗼, 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗿𝗲𝗰𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲 Coloquio internacional Violencia de Estado en el Perú—, resulta llamativa la indagación que Antonio Zúñiga realiza en la génesis de cada uno de los participantes: socialización en la infancia y la adolescencia, vinculación y militancia en el PCP-SL, prisión y, finalmente, la reintegración a la sociedad.
Así, podemos asistir al caso de un ex seminarista que hace crisis de sus propias creencias religiosas, de niños provenientes de hogares donde imperan tratos de raigambre feudal, de padres sindicalistas o afectos al régimen de Velasco, de colegios donde ya los alumnos debatían o se interesaban por cuestiones sociales, de barrios donde la acción comunal imprimía un sentido de solidaridad y transformación colectiva, de enfrentamientos tempranos con la policía, de una labor obrera de aprendizaje, etc.
Y luego, los acercamientos a la organización subversiva, en su mayoría ocurridos en ámbitos de la educación (colegio, instituto, universidad) para iniciar actividades sediciosas, en cada ocasión más comprometidas: participar en presentaciones artísticas, desplazarse a barrios, enfrentarse con delincuentes comunes, repartir alimentos entre gente humilde, preparar coches bombas, etc. Los entrevistados que ejecutaron acciones subversivas hasta después de los 90 𝗻𝗼 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗻 𝗱𝗲 𝘀𝗲ñ𝗮𝗹𝗮𝗿 𝗮𝗹 “𝗘𝗾𝘂𝗶𝗹𝗶𝗯𝗿𝗶𝗼 𝗘𝘀𝘁𝗿𝗮𝘁é𝗴𝗶𝗰𝗼” 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝘂𝗻𝗮 𝗰𝗮𝗿𝗮𝗰𝘁𝗲𝗿𝗶𝘇𝗮𝗰𝗶ó𝗻 𝗲𝗿𝗿ó𝗻𝗲𝗮 y un momento en que se priorizaron las acciones militares al punto de convertirse en una especie de competencia por quien colocaba explosivos más letales.
𝗟𝗮 𝘁𝗲𝘀𝗶𝘀 𝘀𝗲 𝗵𝗮𝗰𝗲 𝗺á𝘀 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗲𝘀𝗮𝗻𝘁𝗲 𝗰𝘂𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗿𝗲𝘃𝗲𝗹𝗮 𝗼𝗽𝗶𝗻𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗱𝗼𝘀 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲𝘃𝗶𝘀𝘁𝗮𝗱𝗼𝘀 𝗽𝗿𝗼𝘃𝗲𝗻𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗺𝗶𝗹𝗶𝘁𝗮𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗱𝗲 𝗺𝗲𝗻𝗼𝗿 𝗿𝗮𝗻𝗴𝗼 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗽𝗿𝗶𝘀𝗶ó𝗻 𝗱𝗲 𝗖𝗮𝗻𝘁𝗼 𝗚𝗿𝗮𝗻𝗱𝗲, 𝗾𝘂𝗲 𝗱𝗲𝘀𝗱𝗲 𝗳𝗶𝗻𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗮ñ𝗼𝘀 𝗻𝗼𝘃𝗲𝗻𝘁𝗮 𝗱𝗶𝘀𝗰𝗿𝗲𝗽ó 𝗰𝗼𝗻 𝗹𝗮 𝗱𝗶𝗿𝗲𝗰𝗰𝗶ó𝗻 𝗮𝗳í𝗻 𝗮 𝗔𝗯𝗶𝗺𝗮𝗲𝗹 𝗚𝘂𝘇𝗺á𝗻 𝗥𝗲𝗶𝗻𝗼𝘀𝗼 (𝗔𝗚𝗥) —la “dirección delegada”–, conformada en buena medida por antiguos militantes. Pero no se trataba de un cuestionamiento generacional. Algunos puntos en contienda tenían que ver precisamente con la posibilidad de lograr un Acuerdo de Paz con el gobierno de Fujimori y 𝗹𝗼𝘀 𝗿𝗶𝗲𝘀𝗴𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗰𝗼𝗻𝗻𝗶𝘃𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗱𝗲𝗿𝗶𝘃𝗮𝗱𝗼𝘀, 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲 𝗶𝗿á𝗻 𝗲𝘃𝗶𝗱𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮𝗻𝗱𝗼 𝘆 𝗮𝗴𝗿𝗮𝘃𝗮𝗻𝗱𝗼 𝘆 𝗱𝗲𝘁𝗲𝗿𝗺𝗶𝗻𝗮𝗿á𝗻 𝗾𝘂𝗲 𝗱𝗶𝗰𝗵𝗼𝘀 𝗺𝗶𝗹𝗶𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲𝘀 𝗮𝗰𝘁ú𝗲𝗻 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝘂𝗻𝗮 𝗳𝗿𝗮𝗰𝗰𝗶ó𝗻 𝗲𝗻𝗳𝗿𝗲𝗻𝘁𝗮𝗱𝗮, 𝗰𝗼𝗻 𝗽𝗮𝗯𝗲𝗹𝗹ó𝗻, 𝗲𝘀𝘁𝗿𝘂𝗰𝘁𝘂𝗿𝗮 𝘆 𝗼𝗿𝗴𝗮𝗻𝗶𝘇𝗮𝗰𝗶ó𝗻 𝗱𝗲 𝗳𝗮𝗺𝗶𝗹𝗶𝗮𝗿𝗲𝘀 𝗽𝗿𝗼𝗽𝗶𝗮𝘀.
Se confirman, además, algunos efectos de las tratativas que llevaron, por ejemplo en el año 93, a reuniones de dirigentes y cuadros en la Base Naval del Callao con el propio AGR, o aquel encuentro con Osmán Morote en las postrimerías del gobierno de Fujimori con el objetivo de controlar al contingente que había tomado el penal y destruía los locutorios.
Entonces, al fraccionamiento más conocido hasta hoy —provocado por las cartas de AGR que solicitaban al gobierno de Fujimori conversaciones para un Acuerdo de Paz—, entre los seguidores de AGR que estaban por terminar la guerra y los partidarios de proseguirla, encabezados por el entonces camarada Feliciano, se sumó otro, al interior de los acuerdistas, 𝗰𝘂𝘆𝗮𝘀 𝗰𝗶𝗿𝗰𝘂𝗻𝘀𝘁𝗮𝗻𝗰𝗶𝗮𝘀 𝗲𝗿𝗮𝗻 𝗽𝗼𝗰𝗼 𝗰𝗼𝗻𝗼𝗰𝗶𝗱𝗮𝘀 𝘆 𝘁𝗮𝗹 𝘃𝗲𝘇 𝘀𝗲𝗮𝗻 𝗱𝗲 𝗺𝗮𝘆𝗼𝗿 𝗿𝗲𝗹𝗲𝘃𝗮𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝗱𝗲𝗯𝗮𝘁𝗲 𝗮𝗰𝘁𝘂𝗮𝗹, como la pertinencia de un marxismo creador, tal como lo postulaba José Carlos Mariátegui: un marxismo latinoamericano que parta de la realidad propia y tome muy en cuenta aspectos como la existencia de la comunidad indígena, no considerados en la visión dogmática de AGR.
Una posterior reflexión autocrítica, distante al pedido de perdón o el arrepentimiento, y contraria a la actitud de la dirigencia senderista de eximirse de responsabilidad aduciendo que solo establecían lineamientos y no tenían nada que ver con acciones concretas realizadas por los combatientes, 𝗽𝗲𝗿𝗺𝗶𝘁𝗶ó “𝗿𝗲𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗽𝗿𝗲𝘁𝗮𝗿 𝗲𝘃𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗴𝘂𝗲𝗿𝗿𝗮” 𝗲 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗻𝘁𝗮𝗿 𝗲𝘅𝗽𝗹𝗶𝗰𝗮𝗿𝗹𝗼𝘀, 𝗮 𝗹𝗼𝘀 𝗼𝗷𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗼𝘀 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗶𝗰𝗶𝗽𝗮𝗻𝘁𝗲𝘀 𝗮𝗰𝘁𝗶𝘃𝗼𝘀, 𝘆 𝗹𝗼 𝗵𝗶𝗰𝗶𝗲𝗿𝗼𝗻 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗔𝗚𝗥 𝗲𝗻 𝘃𝗶𝗱𝗮: La tesis estaba culminada en el 2021 y las entrevistas la preceden.
𝗟𝗮𝘀 𝗿𝗮𝘇𝗼𝗻𝗲𝘀, 𝗻𝗼 𝘀𝗼𝗹𝗼 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗱𝗲𝗿𝗿𝗼𝘁𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗴𝘂𝗲𝗿𝗿𝗮 𝘀𝗶𝗻𝗼 𝗱𝗲𝗹 𝗽𝗼𝘀𝘁𝗲𝗿𝗶𝗼𝗿 𝗳𝗿𝗮𝗰𝗮𝘀𝗼 𝗱𝗲𝗹 𝗠𝗼𝘃𝗮𝗱𝗲𝗳 𝗲𝗻 𝘀𝘂 𝗽𝗿𝗲𝘁𝗲𝗻𝘀𝗶ó𝗻 𝗱𝗲 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗶𝗰𝗶𝗽𝗮𝗿 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗶𝗱𝗼 𝗽𝗼𝗹í𝘁𝗶𝗰𝗼 𝗹𝗲𝗴𝗮𝗹, 𝗰𝗼𝗻𝗱𝘂𝗰𝗲𝗻 𝗶𝗻𝗲𝘃𝗶𝘁𝗮𝗯𝗹𝗲𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗮 𝘂𝗻𝗮 𝗹í𝗻𝗲𝗮 𝗲𝗻𝗰𝗮𝗯𝗲𝘇𝗮𝗱𝗮 𝗽𝗼𝗿 𝗲𝗹 𝗽𝗿𝗼𝗽𝗶𝗼 𝗔𝗚𝗥 𝘆 𝘀𝘂 𝗰𝗼𝗻𝘀𝗼𝗿𝘁𝗲 𝗘𝗹𝗲𝗻𝗮 𝗜𝗽𝗮𝗿𝗿𝗮𝗴𝘂𝗶𝗿𝗿𝗲, en un primer momento de tendencia ultra, que ya manifestaba errores de dogmatismo, empirismo, sectarismo en la propia conducción de la guerra, y luego de su detención, va cambiando, progresivamente, a una tendencia derechista de conciliación y preservación personal que termina traicionando los postulados fundamentales por los cuales estos militantes se incorporaron al movimiento que AGR lideraba.
Si bien el autor advierte que se trata de 𝘶𝘯𝘢 𝘪𝘯𝘷𝘦𝘴𝘵𝘪𝘨𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘥𝘦 𝘮𝘦𝘵𝘰𝘥𝘰𝘭𝘰𝘨í𝘢 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘪𝘵𝘢𝘵𝘪𝘷𝘢 𝘺 𝘥𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘱𝘦𝘤𝘵𝘪𝘷𝘢 𝘪𝘯𝘥𝘪𝘷𝘪𝘥𝘶𝘢𝘭 y que 𝘯𝘰 𝘱𝘳𝘦𝘵𝘦𝘯𝘥𝘦 𝘨𝘦𝘯𝘦𝘳𝘢𝘭𝘪𝘻𝘢𝘳, 𝘴𝘪𝘯𝘰 𝘮𝘰𝘴𝘵𝘳𝘢𝘳 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘯𝘢𝘴 𝘳𝘶𝘵𝘢𝘴 𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦𝘴 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘪𝘯𝘶𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘺 𝘢𝘣𝘢𝘯𝘥𝘰𝘯𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘭𝘪𝘵𝘢𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘗𝘊𝘗-𝘚𝘓 𝘦𝘯 𝘓𝘪𝘮𝘢, se trata de 𝘂𝗻 𝘃𝗮𝗹𝗶𝗼𝘀𝗼 𝗺𝗮𝘁𝗲𝗿𝗶𝗮𝗹 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗹𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘀𝘁𝗿𝘂𝗰𝗰𝗶ó𝗻 𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗺𝗲𝗺𝗼𝗿𝗶𝗮 𝘀𝘂𝘀𝘁𝗲𝗻𝘁𝗮𝗱𝗮 𝗲𝗻 𝘃𝗲𝗿𝗱𝗮𝗱𝗲𝘀 𝗵𝗶𝘀𝘁ó𝗿𝗶𝗰𝗮𝘀 que sirve a una mejor convivencia entre peruanos, a partir de la comprensión del proceso insurgente desde las ciencias sociales o de diversa índole, incluso la literatura que persigue construir personajes más sólidos, sugestivos y verosímiles cuando más penetra en la subjetividad de los protagonistas.
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La tesis está disponible en el
siguiente enlace:
https://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/handle/20.500.12404/21966
En base a ella, el autor elaboró un artículo titulado “La memoria de la guerra en tiempos de paz: el PCP-SL en el posconflicto” que conforma el reciente libro digital 𝙈𝙚𝙢𝙤𝙧𝙞𝙖𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙘𝙤𝙣𝙫𝙞𝙫𝙚𝙣 𝙘𝙤𝙣 𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙚𝙨𝙚𝙣𝙩𝙚: 𝙚𝙡𝙖𝙗𝙤𝙧𝙖𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨 𝙮 𝙪𝙨𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙢𝙚𝙢𝙤𝙧𝙞𝙖𝙨 𝙙𝙚𝙡 𝙘𝙤𝙣𝙛𝙡𝙞𝙘𝙩𝙤 𝙖𝙧𝙢𝙖𝙙𝙤 𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧𝙣𝙤 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙋𝙚𝙧ú 𝙘𝙤𝙣𝙩𝙚𝙢𝙥𝙤𝙧á𝙣𝙚𝙤, el cual fue presentado el 4 de octubre reciente y es también factible de descarga:
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