Publicado el 2 de mayo de 2023 / Por Gastón Pardo
United States Southern Command Dominio público
Nacida en diciembre de 1963 y formada para el comando de unidades numerosas del Ejército de Tierra, la teniente general Laura J. Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos, dijo ante el Consejo Atlántico al inicio de 2023 que la participación de las naciones latinoamericanas en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y su aceptación de inversiones chinas para sus proyectos, plantean una amenaza de seguridad nacional de Estados Unidos. Joe Biden ha sido el principal promotor de la carrera de Richardson.
En el periodo de los cuatro primeros meses 2023, las fuerzas armadas de Estados Unidos abrieron un nuevo capítulo en su campaña para reclutar a las naciones de América Latina y el Caribe para la misión imposible de la OTAN Global de aplastar militarmente a Rusia y China. Nadie había hablado del tema en los primeros cuatro meses del año porque la clase política populista que es predominante en los cinco países hegemónicos de América Latina (México, Brasil, Argentina, Colombia y Venezuela) suele cantar victoria antes de que se presenten las coyunturas reales.
El cambio fue señalado por el profesor del Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de EEUU y experto de planta en relaciones sino-latinoamericanas, Robert Evan Ellis, en un explosivo artículo del 13 de enero de 2023, titulado “El papel estratégico de América Latina en un conflicto global por Taiwán”.
Ya era de conocimiento público que la principal preocupación de la política militar estadounidense en esta región es negar a sus vecinos del sur el derecho a desarrollar sus recursos naturales, de infraestructura y científicos como parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China o con la ayuda de Rusia, porque tales recursos serían para uso exclusivo de Estados Unidos en su guerra de dos frentes, contra Rusia y China.
La general Laura J. Richardson, jefa del Comando Sur de EEUU, que es responsable de las operaciones militares estadounidenses en esta región, habló con un entusiasmo escalofriante de esa política de acaparamiento de recursos latinoamericanos en julio pasado, en el Foro del Instituto Aspen.
Lo que es nuevo en el artículo de Ellis es su premisa: que debido a que es probable que Estados Unidos entre en guerra con China a más tardar en 2027, y debido a que esa guerra será global, es por ello “imperativo” para los mandatarios latinoamericanos y del Caribe “anticipar” y aclarar cuál es su posición en ese conflicto que se avecina. Los diseñadores militares estadounidenses también deben “anticipar” y tratar todos los proyectos, empresas, contactos diplomáticos e incluso contactos personales, como puestos de avanzada enemigos que se preparan para esa guerra anunciada.
Seis días después de la publicación del artículo de Ellis, la general Richardson dejó bien claro que ese artículo de Ellis no significa una política descabellada, inventada por un tonto solitario. Es una presentación que dio una visión continental al principal grupo de expertos en política de guerra de la OTAN en Washington, el Consejo Atlántico, Richardson expuso los elementos de la estrategia para subyugar a las fuerzas armadas de Iberoamérica y el Caribe ante la OTAN Global, y presentó nada menos que a la “gran relación” de las fuerzas armadas estadounidenses con las de Ucrania como un modelo para esa transformación.
El entorno
Lo propuesto no será una tarea fácil. Si bien ningún dirigente sensato en Iberoamérica quiere un choque frontal con Estados Unidos, los gobiernos, los analistas militares, la sociedad civil y las empresas de la región ven mejor que nadie que Asia es el nuevo centro del crecimiento económico mundial y que otro país en desarrollo, China, está trabajando espectacularmente para acabar con la pobreza y, al mismo tiempo, convertirse en una potencia industrial, científica y tecnológica. Hay un gran interés en participar en la expansión del BRICS [Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica] al BRICS-Plus; Argentina ya solicitó unirse a esa agrupación, y Bolivia ha anunciado que también desea unirse.
Los esfuerzos para armar un sistema financiero alternativo en torno a BRICS-Plus que fomente el desarrollo económico-físico y penalice la especulación, son el centro de las discusiones sobre la formulación de políticas en países grandes y pequeños de América Latina y el Caribe.
El doctor R. Evan Ellis, profesor de investigación de estudios latinoamericanos en el Instituto de Estudios Estratégicos, de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos, afirma que, dado que es probable que Estados Unidos entre en guerra con China a más tardar en 2027, es “imperativo” que los mandatarios iberoamericanos escojan bando ahora para el conflicto que se avecina.
También está en el centro de esos esfuerzos la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que se considera como una forma de lograr la integración económica de la región a través de los grandes proyectos de infraestructura, planeados hace mucho tiempo, que son necesarios para alentar la producción necesaria para acabar con la pobreza. China ha ofrecido asistencia para construir ferrocarriles transcontinentales en América del Sur y conectarlos, a través de Centroamérica, con México y Estados Unidos. El puerto de aguas profundas y el centro logístico regional que COSCO Shipping Co.
Sin embargo, los altos cargos militares de Estados Unidos han declarado que lo dicho es apoyo para un enemigo de Estados Unidos en tiempo de guerra. ¿No es esta política, de hecho, una guerra de facto contra las naciones de la región, contra China y Rusia? ¿No está este planteamiento relacionado con el papel de las fuerzas armadas de EEUU (y su socio “especial” del Reino Unido) en desencadenar una guerra híbrida dentro y entre las naciones de la región, desde Brasil hasta Bolivia, Argentina, México y Perú?
Lo que queremos es guerra
Ellis se las arregló para que se publicara su artículo en Seguridad y Poder Terrestre, la revista del Centro de Estudios Estratégicos (CEEEP) del Ejército Peruano, con el cual ha trabajado en los últimos años para transformarlo en un puesto de avanzada virtual para la Escuela de Guerra del Ejército de EEUU.
Ellis no pretende presentar evaluaciones serias, sino que simplemente integra afirmaciones que justifiquen sus conclusiones. Todo en el artículo es hipotético, excepto la intención de le autora.
Su planteamiento de partida es que “una guerra de proporciones globales con Estados Unidos, desatada por una invasión a Taiwán por el Ejército Popular de Liberación (EPL), o cualquier otro asunto, ya no es impensable”. Proyecta que esa guerra podría ocurrir para 2027, el final del tercer mandato del Presidente Xi Jinping, porque eso es lo que quiere Xi.
Su siguiente afirmación dice:
En el entorno de una guerra con la República Popular China, la operación y utilización de infraestructura de “doble uso” por parte de China en América Latina, en combinación con sus interacciones militares normales en la región, aumentan la posibilidad de que la región se convierta en un campo de batalla en tal conflicto, incluso si la región simplemente desea beneficiarse del dinero de China sin involucrarse en la “Competencia entre grandes potencias”.
Quienes en la región insisten en ver las inversiones y proyectos chinos como empresas comerciales, advierte, no toman en cuenta
… las implicaciones estratégicas de la creciente posición china en el contexto de una posible guerra de alcance global. Este trabajo examina cómo la participación militar, espacial y de infraestructura basada en la RPC en América Latina podría involucrar indirectamente a América Latina en un conflicto militar potencialmente ocasionado en los próximos años por una posible invasión a Taiwán por parte de la RPC o sucesos similares.
Sobre estos argumentos endebles, Ellis agrega su conclusión de que los planificadores militares del Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos deben “anticipar”, es decir, trazar un mapa y prepararse para contrarrestar, las posiciones chinas desde las cuales el EPL “podría afectar la capacidad de Estados Unidos para desplegar y mantener fuerzas en el Indo-Pacífico en el contexto de tal conflicto”. Ellis sostiene que esto debe comenzar no sólo para el hemisferio occidental, sino también “en otras partes del mundo”.
Llegó la hora de elegir: “Estás con nosotros o contra nosotros”
El mensaje es claro: los planificadores de guerra de Estados Unidos consideran que cualquier proyecto comercial o de infraestructura que involucre a China es de “doble uso” y, por lo tanto, debe cerrarse. Ellis pinta los muchos proyectos de infraestructura que China está construyendo en la región –y las empresas chinas que los construyen o los operan como posibles “conductos” en tiempos de guerra para espionaje, para operaciones especiales, como ataques contra el personal militar de Estados Unidos, y para posibles ataques contra el territorio nacional de Estados Unidos.
Ellis señala al puerto de aguas profundas de Chancay, Perú, como un ejemplo principal del tipo de instalaciones que podrían convertirse en “base de operaciones intermedia de la RPC” para tales ataques.
El escrito de Ellis tiene una obsesión al estilo del doctor Strangelove
Por la forma en que escribe, uno pensaría que el Ejército Popular de Liberación de China ya está situando a sus fuerzas en proyectos y empresas chinas, preparándose a cerrar las cadenas de suministro de la anglósfera. Igualmente peligrosas son las actividades diplomáticas chinas y los intercambios personales, que brindan “ventanas” desde las cuales China puede recopilar inteligencia en tiempos de guerra y obtener tal influencia que podría convencer a los gobiernos de permanecer neutrales.
Ellis llega al punto de advertir que, si uno o más países de la región rompen relaciones con Taiwán y reconocen a la República Popular China, eso podría precipitar una acción militar china para “retomar” Taiwán. (Cinco de los 13 países que aún tienen relaciones diplomáticas con Taiwán se encuentran en esta región). Ellis está más preocupada de que llegue al poder en Haití un nuevo gobierno (porque gobierna alguien que no fue electo, Ariel Henry, y está contaminado por el narcotráfico) que por el genocidio que ocurre en el país bajo este presidente.
¿Por qué? Porque en entrevistas extraoficiales con expertos en Haití en octubre de 2022, descubrió que “la mayoría de los actores interesados en reemplazar al primer ministro no electo de Haití, Ariel Henry, todos quieren reconocer a la República Popular China”.
La conclusión de todo esto es que ya no se tolerará la neutralidad.
Ellis ordena:
Para los mandatarios, planificadores militares y analistas latinoamericanos, es imperativo anticipar cómo la región, considerada durante mucho tiempo una zona de relativa paz, podría convertirse en objeto de lucha como resultado indirecto de la agresión de la República Popular China contra Taiwán, incluso si fuesen ciertas las afirmaciones de la RPC de que no tiene designios militares en el hemisferio.
“Tememos que puedas desarrollarte”.
La general Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos (SOUTHCOM, por sus siglas en inglés), transmitió este mismo mensaje a un público más amplio, en su aparición el 19 de enero en la Serie de Comandantes del Atlantic Council, transmitida por Internet.
Richardson dijo que la participación de los países de la región en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y su aceptación de los proyectos de inversión chinos, es la principal amenaza a la seguridad nacional para el territorio estadounidense. Cuando se le preguntó, qué amenaza a la seguridad la mantiene despierta por la noche, respondió: la inversión china en infraestructura crítica e instalaciones espaciales en la región.
¿Sería prohibida la antena de la Estación Espacio Lejano, de Argentina?
Antena de la Estación Espacio Lejano, provincia de Neuquén, Argentina. La opera la Administración Nacional del Espacio de China, como parte de su Red de Espacio Profundo, para la gestión de misiones interplanetarias, en colaboración con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales de Argentina. Estados Unidos, Rusia, Europa, Japón e India también disponen de redes de espacio profundo.
El Comando Sur de Estados Unidos, la general Richardson, Ellis, y demás, todos cantan la misma melodía sobre la política regional. En su intervención en el Foro del Instituto Aspen el 20 de julio pasado, Richardson advirtió que China está construyendo “infraestructura crítica en la región: puertos de aguas profundas, telecomunicaciones, espacio, inteligencia de señales (SIGINT), estos proyectos de infraestructura, a menudo bajo el disfraz de la economía y la investigación”.
Expresó su horror porque no sólo 21 países de la región participan en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, sino que 25 países tienen proyectos chinos “dentro de su país: una estación de metro, un ferrocarril, una carretera, telecomunicaciones, una represa, proyectos bajo la apariencia de economía”.
La asistencia de China para ayudar a los vecinos de Estados Unidos a participar en la exploración espacial es objeto de un ataque particularmente visceral, tanto de Richardson como de Ellis, quienes exponen públicamente lo que se les ha dicho a los gobiernos en privado: estos proyectos deben cerrarse. En su artículo sobre “Conflicto estratégico”, Ellis se centró en todo, desde el grupo de trabajo espacial China-CELAC en 2021 hasta los cinco satélites meteorológicos y de monitoreo de la Tierra que China y Brasil han construido y lanzado desde que se estableció el programa CEBRS en 1999.
Los satélites boliviano y venezolano desarrollados y desplegados en conjunto con China, el radar de espacio profundo de Argentina en Neuquén, la participación de Perú en la Organización de Cooperación Espacial Asia-Pacífico e incluso toda la cooperación china en los observatorios astronómicos de la región están todos etiquetados como operaciones enemigas sospechosas.
“Sus recursos son nuestras riquezas”
Richardson admitió en Aspen que los gobiernos de la región quieren este tipo de proyectos “para mostrar algún progreso para sus países”, pero alegó que solo terminan con “deudas en espiral” con China. Luego, con cara seria y sin mencionar a Wall Street o al FMI, salió con el cuento de que: “Nosotros no ponemos ataduras a lo que hacemos”. Simplemente “ayudamos a estos países a comprender dónde están, lo qué tienen que hacer”.
Como amenaza, Richardson sugirió que Estados Unidos debe utilizar el modelo de Ucrania como cuña, para la formación de este “Equipo Democracia”, y destacó el papel de Estados Unidos en la reconstrucción de las fuerzas armadas ucranianas desde 2014 como un posible modelo de lo que el Pentágono pretende para sus “vecinos” del Sur en este hemisferio.
La charla de Richardson giró en torno a las “palancas” con las que cuenta el SOUTHCOM para influir en la región. “En cuanto a la búsqueda de palancas”, dijo que “el programa de asociación estatal de la Guardia Nacional es enorme. Tenemos el programa más grande de asociación estatal de la Guardia Nacional. Ha surgido un par de veces con Ucrania.
Ucrania tiene el programa de asociación estatal con California
¿Cómo empezamos inicialmente nuestra gran coordinación con Ucrania? Se aprovechó del programa de asociación estatal de la Guardia Nacional que tenía California. Pero yo tengo el mayor de todos los co-coms (comandos militares regionales de Estados Unidos). Tengo 24 programas de asociación estatal para utilizarlos al enésimo grado”.
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