Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez en 04:54
Sábado, 26 de enero
de 2013
“Refiere Ludwig
Richter en los Recuerdos de su vida que hallándose una vez en Tívoli
con tres camaradas jóvenes como él, se pusieron a pintar un trozo de paisaje,
resueltos firmemente a no separarse lo más mínimo de la naturaleza; a pesar de
los cual y a pesar de que el modelo era el mismo para todos y de que cada uno
recogió con talento lo que sus ojos vieron, resultaron cuatro cuadros
totalmente distintos; tan distintos entre sí como lo eran las personalidades de
los cuatro pintores. De donde se colige que no hay una visión objetiva, que la
forma y el color se aprehenden de modos siempre distintos, según el
temperamento”. Heinrich Wölfflin. Conceptos fundamentales de la historia del
arte. Pág. 25. Espasa 2011.
No estoy de acuerdo
con la conclusión extraída por Wölfflin. Lo primero que debemos
hacer es establecer la distinción entre la visión de una situación objetiva y
la expresión pictórica de esa situación objetiva. Una persona puede hacerse el
firme propósito de expresar por medios pictóricos la situación objetiva
percibida; pero si sus habilidades pictóricas son limitadas, entonces el cuadro
producido apenas se parecerá a la situación objetiva. También puede suceder que
sean grandes pintores como los que suponemos en la historia referida por
Richter, pero las diferencias de aprehensión, como muy bien dice Wölfflin, dan
cuadros distintos. Pero con esto no se demuestra que no exista la visión
objetiva, lo que se demuestra es que la expresión pictórica de una misma
situación objetiva varía de pintor a pintor.
Sería también
conveniente saber cuál es el grado de esas diferencias. Aunque Wölfflin habla
de que los cuatro pintores produjeron cuatro cuadros totalmente distintos, pudo
haber sucedido una de estas dos cosas: una, que Wölfflin exagera cuando aplica
el adverbio “totalmente” y que aunque los cuadros sean
distintos no lo son hasta el grado de que no sea posible establecer parecidos
entre ellos; o que la promesa de los cuatro pintores de no separarse de la
naturaleza no la cumplieron. Tal vez en este último caso podemos suponer que
aunque prometieron guiarse por la visión exterior terminaron dominados por su
visión interior.
Creo que los
pintores, sobre todo los que tienen una personalidad muy marcada, rara vez dan
expresión a la percepción, lo más habitual es que den expresión a su representación.
En la representación siempre hay elementos de la percepción, pero hay otros
elementos de la memoria matizados por el gusto y los intereses del pintor. Los
cuadros deben ser catalogados como representaciones o como expresiones de
representaciones. Sólo la fotografía o la televisión pueden tener la pretensión
de figurar como expresión de la percepción.
Pero supongamos, no
obstante, que los cuatro cuadros de una misma situación objetiva sean
notablemente diferentes a pesar de la promesa de los cuatro pintores de no
apartarse de la naturaleza. ¿Colegiríamos con Wölfflin que no existe la visión
objetiva? Pues no. Lo que si podríamos afirmar a tenor de esa experiencia es
que no existen visiones objetivas idénticas, no que no exista la
visión objetiva. El carácter objetivo de la visión sólo señala que
el objeto viene dado y no lo pone el sujeto. Otra cosa es que cada sujeto
atiende a aspectos distintos de la situación objetiva y da por
resultado cuadros distintos. Y también sucede que atendiendo a los mismos
aspectos objetivos, cada pintor los vive de manera distinta –la percepción es
también una vivencia –y resulta por ende cuatro cuadros distintos.
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