Carta a unos comunistas que
reflexionan sobre la forma de organizar la política
11-03-2015
Querido compañero Alberte: me explica Alexandre,
nuestro amigo común, que tú y otros compañeros estáis abriendo un proceso de
reflexión sobre lo que debe entenderse por partido, y lo que deben considerarse
que son sus tareas. Creo que estáis leyendo a Antonio Gramsci. Es lo mejor que
podíais hacer para reflexionar al respecto.
Antes de
entrar a referirme a algún concepto gramsciano, permitidme que os proponga la
reflexión sobre las dos primeras páginas del capítulo 2 de El Manifiesto
Comunista. Me atrevo a ello porque, una vez la experiencia política nos ha
conducido a sentirnos en un callejón sin salida, y solo entonces –de me fabula
narratur-, estas páginas adquieren un sentido antes nunca entendido. Porque
son, precisamente –y solo entonces se comprenden- la teorización del “anti
partido de vanguardia”. Recordemos:
En la
tercera línea: “Los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros
partidos obreros (…) No proclaman principios especiales a los que quisieran
amoldar el movimiento proletario”.
Al final de
la página y comienzo de la siguiente –de mi edición-: “Las tesis teóricas de
los comunistas no se basan en modo alguno en ideas y principios inventados o
descubiertos por tal o cual reformador del mundo. No son sino la expresión
de conjunto de las condiciones reales de una lucha de clases existente,
de un movimiento histórico que se está desarrollando ante nuestros ojos”.
O sea, “esa”
lucha de clases “existente”; no la metafórica o la imaginada, sino la que se
da, si se da y en la medida en que se da. Y lo mismo respecto del movimiento:
el que está ahí, en el nivel que sea, y si existe.
El
movimiento, el sujeto, la clase, no es un cuerpo místico, que existe al conjuro
de las palabras que lo convocan; existe si está organizado, si se moviliza empíricamente.
La clase existe si se organiza, y
por eso, y vuelvo a la primera página, los clásicos afirman que la tarea de los comunistas, justo la
misma que la de los demás partidos proletarios, es: “constitución del proletariado en clase”. Construirlo como
clase, dado que es algo que no es, que no se da per se.
Hacia el
final del capítulo, y tras ese rechazo de que el movimiento necesite que se lo
dirija desde unos grupos de personas que son adecuadas para ello dado que
poseen saber, saber teórico, económico, hay otra frase notable. Sobreviene
justo detrás de una sobre la que siempre hemos reparado y que ha ocasionado
mucho ruido: “…violación despótica del derecho de propiedad y de las relaciones
burguesas de producción…”.
La frase que
deseo someter a vuestra consideración es la que aparece a continuación, y no
puede ser que no la hayáis leído en consecuencia –yo la había leído infinidad
de veces-. Dice así: los proletarios harán lo que reza la frase anterior que
acabo de copiar: “… por la adopción de medidas que desde el punto de vista
económico parecerán insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del
movimiento se sobrepasarán a sí mismas….”
O sea que,
desde la teoría económica, desde la economía, ese hacer verdaderamente
revolucionario, es incomprensible. No es la ciencia económica la que guía el
proceso. Ni la teorización económica.
Me explico:
“insostenibles”; son insostenibles para los economistas las medidas adoptadas
porque bloquean y desbaratan la dinámica de la realidad económica capitalista,
que es lo que estudia la economía, dado que ésta es una ciencia; y una ciencia
no fantasea realidades; estudia y explica lo que hay. Tampoco predice el
futuro, solo explica lo que hay. Y si aceptamos que las condiciones económicas
de lo que hay van a ser las del futuro, se van a mantener, entonces sus
enunciados científicos explicativos, puesto que son válidos para el presente,
pueden serlo grosso modo, para ese futuro que se reproduce bajo las mismas
condiciones económicas de posibilidad.
Por ello, y
en contrapartida, las variaciones introducidas en la realidad productiva por el
movimiento revolucionario, les resultan “insostenibles”.
Y, por su
parte, para el revolucionario que ha pensado qué es lo que hay que eliminar
para que ya no exista el capital: la propiedad privada, tal cosa, tal otra,
esto, lo otro, etc., esas medidas que va deliberando e imponiendo el movimiento
resultan “insuficientes”; lo son porque no cumplen las expectativas del
dirigente político.
La elite
dirigente del partido, compuesta por los cuadros con más formación teórica,
elaboran un programa concienzudo sobre la socialización de la tierra, que en
sus papeles, debe pasar a estar bajo el control de los soviets –“Tesis de
Abril”-. Pero van los campesinos del 1917 y exigen el lote de tierra familiar –
no individual; sino la propiedad familiar o reparto negro-, que es la
distribución igualitaria posible desde su cultura de vida y su organización
real, que incluyen la organización de la actividad productiva o relaciones
técnicas de producción. La única factible en la realidad, en consecuencia, dada
la verdadera, operativa, razón práctica, esto es dada la verdadera capacidad
real de autoprotagonizar su trabajo y la verdadera experiencia real de los productores,
si es que se quería favorecer el protagonismo del campesino sobre su actividad,
el desarrollo de la razón práctica. Cualquiera otra forma de organizar la
producción, los anulaba como protagonistas de su actividad. Por ello, Lenin,
que asume el proyecto, explica que los cambios posibles en lo futuro deberían
ser consecuencia de modificaciones en la cultura de vida del campesinado, y no
de meras decisiones administrativas.
El elemento
base para comprender esto, y también lo que está en Gramsci, es que estamos
ante la filosofía de la praxis. Y esta filosofía tiene una casilla teórica que
no tiene el positivismo, el neopositivismo, la filosofía analítica, el
estructuralismo ni los pensamientos posmodernos etc. Es la casilla de
“pensamiento practico” o Razón práctica”, que está en la mente de la
“subjetividad”, o sea, en la mente y capacidades de todo quisque.
La ciencia
existe desde hace ¿2000 años?, ¿desde Galileo -500-? Pues la humanidad ha
existido desde bastante antes. Y ha estado siempre auto creándose activamente,
desde, pongamos, hace un millón de años, desde su razón práctica y al margen de
la ciencia, de la religión –¿últimos 6000 años?-, el arte y la propia
filosofía. La actividad, la praxis se dirige desde dentro de sí misma por el
pensamiento práctico.
No existe
ciencia de la realidad humana antes de que esta haya sido puesta; y es puesta
por la actividad –y las luchas, la explotación etc-. Una vez emerge esa
realidad, los que la dirigen, puede ser que decidan dotarse de técnicos para
mejorar su dominio. Pero no fue el clérigo el que crea el feudalismo. Ni el
economista el que ordena crear el capitalismo; primero son los grandes
capitalistas agrarios del XVIII francés, y después, ellos crean el cuerpo de
sabios que se dedican a la economía.
Lo mismo
sirve para las nuevas luchas. Dependen de la razón práctica.
De hecho en Ideología
alemana –cito textos de nuestros clásicos procedentes de los años 40, pero
estas ideas se pueden seguir encontrando en el Marx que ya ha escrito El
Capital, cartas a Vollmar a ..etc- Marx y Engels escriben: “nosotros
llamamos comunismo al movimiento real [recalcado] que anula y supera el
estado de cosas actual” (Ed Grijalbo, pag 37, hacia el final).
La razón
práctica. Esta es por tanto una primera y radical diferencia. No se trata de decirles a los subalternos
lo que han de hacer; y, aún menos, de decirles solo que nos voten y que ya
haremos nosotros. Sino que se trata de
que se genere una actividad organizada de vida y de lucha.
Es la
actividad, que no puede darse sin organización para deliberar y hacer, la que
genera las capacidades y facultades nuevas que permiten controlar la actividad
–el control sobre la actividad que produce la vida es “poder”, poder es
capacidad de control sobre la actividad-. Y es la actividad y la experiencia de
lo que se va pudiendo hacer en concreto la que pone en marcha la imaginación
práctica, y crea nuevos objetivos. Nuestra misión es convencer a las personas
para que se organicen establemente y actúen. Porque eso es lo que crea un nuevo
sujeto individual y colectivo, un nuevo bloque social de personas que están en
posesión de nuevas capacidades y facultades, nuevo saber hacer. Nuevo control
sobre la vida, que permite cosas antes insospechables. La filosofía de la
praxis, el marxismo, parte de esta antropología filosófica.
Por eso
escribe Antonio Gramsci:
“…durante la
elaboración del “plan” las premisas necesariamente cambian, porque, si es
verdad que un cierto fin presupone ciertas premisas, es verdad también
que, durante la elaboración real de la actividad dada, las premisas son
necesariamente cambiadas y transformadas y la consciencia del fin,
ensanchándose y concretándose retroactúa sobre las premisas
“conformándolas” cada vez más (…) si los fines comienzan a realizarse
progresivamente, por el hecho de tal realización, de la efectividad alcanzada,
cambian necesariamente las premisas iniciales, que entretanto han dejado de ser
ya…iniciales y, en consecuencia, cambian también los fines pensables y así
sucesivamente” ( Antonio Gramsci, Quaderni del carcere, Volume terzo, Ed
Einaudi, Torino, 2001, pp. 2259, 2260.)
Fijaos que
la obra teórica de Marx, se subtitula siempre “crítica”. La denominamos
“economía”, pero él expresa que es “crítica de la economía”, crítica de las
ideas que justifican, como natural, o como justa, la explotación.
En la obra
teórica de Marx no hay elaboración de medidas económicas a llevar a fin desde
las instituciones. No es esa su concepción del hacer teórico. En su obra
crítica sí puede haber elementos concretos de elaboración científica; de
explicación sobre cuál es el funcionamiento real del capital, para denunciar su
verdadero carácter; pero no recetas de ingeniería económica.
El segundo
elemento importante y diferenciador es que estamos tratando de cambiar la totalidad
de la vida, o sea la totalidad de la cultura o ethos. Y que partimos de una
concepción de lo que es Estado que no es la liberal: aparatos de estado. Sino
la clásica: estado es ethos +nomos; o, como dice Gramsci, sociedad política +
sociedad civil.
Es más, un
“estado-constitución- burocracia” nuevo, sobre un ethos viejo, implota, se
hunde, es destruido. Por eso se trata de crear “antes” una hegemonía cultural o
cultura de vida cotidiana que ya apunta a otra forma de vivir. Hegemonía hace
referencia a esto, no a propaganda o lucha ideológica.
A partir de
estas dos ideas es fácil concluir cosas sobre el partido: llamamos partido a
todo instrumento organizativo que permite organizarse
directamente a la gente para actuar y tomar el protagonismo de su praxis. Es el
conjunto de la urdimbre o entramado que organice a la gente para que ella
protagonice su hacer, experimente, desarrolle su práctica y sus capacidades,
piense nuevos fines en consonancia con su nueva y verdadera capacidad de hacer
–no fantaseados por el liderato del secretario general…-. Este entramado es el
nuestro si organiza a los subalternos y los organiza para protagonizase. Ese
conjunto de organizaciones puede no estar unido bajo unas mismas siglas –para
Gramsci, el partido republicano francés era uno sólo, a pesar de ser muchos
“partidos” con denominaciones diversas. Todos ellos organizaban a la gente.
No es
partido lo que frena la organización.
Y el partido
debe generar vida cotidiana nueva, cultura de vida nueva, que exija un nuevo
orden político “constitucional”
Creo que
estas ideas os pueden ser interesantes.
Recibid un
fuerte abrazo.
Y como decía
un viejo camarada mío: “al toro, que es una mona” –bueno, qué más quisiéramos
que fuera una mona…
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