por
Thierry Meyssan
Contradiciendo la hipótesis que ve el intento de
golpe de Estado militar en Turquía como una maniobra estadounidense contra el
presidente Recep Tayyip Erdogan, Thierry Meyssan propone una visión mucho más
amplia en la que se integran la anterior dimisión del primer ministro
Ahmet Davutoglu y el restablecimiento de las relaciones comerciales de
Turquía con Israel, Irán y Rusia. Y también anticipa lo que ha de ser
la nueva estrategia de Ankara.
Red Voltaire | Damasco (Siria) | 16 de agosto de
2016
Durante el intento de golpe de Estado, los
islamistas del AKP decapitaron a varios soldados y tiraron las cabezas al
Bósforo. En esta imagen, un islamista utiliza un cinturón para
flagelar a los soldados desarmados. El ejército laico de Turquía es objeto
de una amplia purga en la que son sancionados y apartados de sus puestos gran
número de militares que nada tuvieron que ver con la intentona golpista.
La comprensión de los hechos que se han producido en Turquía
durante los tres últimos meses, principalmente desde la renuncia del primer
ministro Ahmet Davutoglu (el 22 de mayo) y el intento de golpe de Estado (el 15
de julio), se ha visto lastrada por los numerosos errores de interpretación
cometidos.
El falso golpe de Estado
Liquidemos,
para comenzar, todo lo absurdo que se ha dicho sobre el golpe de Estado. Todos
los autores se muestran de acuerdo sobre dos aspectos:
El golpe de Estado se organizó, en coordinación con Estados Unidos, desde la base de la OTAN en Incirlik y recurriendo a la fuerza aérea turca, que se halla bajo control de la transnacional estadounidense Lockheed Martin;
El golpe se planeó de forma tal que fracasara, como demuestra la ausencia de acciones contra los dirigentes del régimen y de su partido –el AKP– y contra el Palacio Presidencial, centro estratégico del poder. Además, algunos golpistas estaban de acuerdo con el presidente Erdogan ya que dos aviones de guerra “rebeldes” escoltaron el avión del presidente a su regreso a Estambul.
En base a
esos elementos, sólo son posibles dos interpretaciones:
El intento de golpe fue una advertencia de Estados Unidos al presidente Erdogan, como un llamado a que se comporte más dócilmente, advertencia que parece haber fracasado,
o Estados Unidos y el presidente Erdogan planearon el golpe de forma conjunta, como pretexto para actuar contra toda forma de oposición.
En todo
caso, es visible el hecho que, a pesar de las apariencias y
declaraciones oficiales, la purga ulterior favorece los intereses comunes de
Estados Unidos y del presidente Erdogan.
En efecto,
Turquía es hoy en día el padrino de la Hermandad Musulmana y de su rama armada,
el yihadismo internacional. Desde esa posición, Turquía sigue manejando
los hilos que controlan simultáneamente a los «rebeldes sirios» y
al Emirato Islámico (Daesh), por cuenta de Washington. Pero esa posición
de Turquía es incompatible con su condición de miembro de la OTAN.
En un primer
momento, Washington pensó resolver el problema deshaciéndose del presidente
turco. La CIA aconsejó una transformación del HDP (partido de las
minorías, fundamentalmente kurdo), pero esa formación política “perdió”
–en noviembre de 2015– las elecciones descaradamente “arregladas” por
el AKP [1]. Así que Washington aceptó mantener a Erdogan en la
presidencia, pero decidió sacar a Turquía de la OTAN.
La OTAN se
creó, después de la Segunda Guerra Mundial, a pedido de las élites de
Europa occidental que temían verse desplazadas, democráticamente o no, por los
comunistas, según el esquema del «golpe de Praga». Durante la guerra
fría, la alianza atlántica se convirtió en una máquina de guerra
contra la Unión Soviética y necesitaba entonces grandes cantidades de tropas.
Ese factor condujo, en 1952, a la inclusión de Turquía, país que
resultó indispensable durante la guerra de Corea y, posteriormente, en la
llamada Crisis de los Misiles del Caribe.
Sin embargo,
después de la desaparición de la URSS, la OTAN siguió existiendo. Lejos de
disolverse, sólo se transformó –en 1999– en policía del mundo
unipolar, con el llamado «Nuevo Concepto Estratégico». A partir de
ese momento, todos los ejércitos de la OTAN fueron adaptados, en el
plano cualitativo, a la nueva función de la alianza atlántica, poniendo fin a
la conscripción (o servicio militar obligatorio) y recurriendo a la alta
tecnología. Por consiguiente, la presencia de Turquía en el seno de
la OTAN, considerada absolutamente necesaria en 1952, ha dejado de
serlo hoy en día.
La OTAN
organiza cada dos años una cumbre que reúne a los jefes de Estado y/o de
gobierno de los países miembros. Pero Washington ya convocó una cumbre
extraordinaria de la OTAN que tendrá lugar en Bruselas, en julio de
2017. En ese encuentro, Turquía será excluida de la OTAN para permitir a
Washington seguir negando su propia responsabilidad en el terrorismo
internacional.
Observemos
de paso que el AKP acusa sistemáticamente al ejército turco en general de
colaboración con Estados Unidos. El AKP produjo incluso un film de
ficción sobre el Gladio, el ejército secreto de la CIA/OTAN, y condenó a más de
200 oficiales de alto rango por conspirar contra el Estado turco (en el
llamado proceso Ergenekon) [2]. Pero las condenas acabaron siendo anuladas y los oficiales
fueron puestos en libertad. En realidad habían tratado de establecer
relaciones con las fuerzas armadas de la República Popular China, o sea
quisieron alejarse del Pentágono. Ahora los acusan, injustificadamente, de
ser golpistas.
La única
objeción posible a la tesis de la complicidad entre Washington y Erdogan en el
asunto del golpe de Estado, es el futuro del Hizmet, el movimiento de
Fehtullah Gulen. El Hizmet es indispensable para la CIA
en África, en los Balcanes y en Asia Central. Pero ahora ha perdido
su financiamiento turco. En los próximos meses veremos qué solución ha previsto
Washington para ese problema.
Subrayamos,
de paso, que Gulen no tiene nada que ver con el golpe de Estado
ya que el propio Gulen pertenece a una escuela islamista diferente
mientras que los golpistas son kemalistas.
La expulsión del primer ministro Davutoglu
Veamos ahora
la “dimisión” del primer ministro Ahmet Davutoglu, dos meses antes del
intento de golpe de Estado.
Después de
trabajar en Malasia como profesor de ciencias políticas, Davutoglu publica
en 2001 su Stratejik Derinlik: Türkiye’nin Uluslararası Konumu
(Profundidad estratégica). Basándose en las tesis de Dimitri Kitsikis,
Davutoglu preconiza un neo-otomanismo que devuelve a Turquía su papel de
potencia regional. Según Davutoglu, la creación de un nuevo imperio
turco-mongol debe concretarse en dos etapas. Primeramente, habría que
reanudar las relaciones diplomáticas con los vecinos de Turquía (política
de «cero problemas con los vecinos») y apoyar después el islam
en los países vecinos como medio de unificarlos.
En 2003,
Davutoglu se incorpora al gobierno del premier ministro Erdogan y se convierte
en su consejero diplomático hasta 2009. Durante ese periodo, Davutoglu pone
en práctica la primera parte de su programa y logra, efectivamente,
resolver todos los problemas con los vecinos que Turquía había heredado de la
época otomana –exceptuando la cuestión armenia, que data de los tiempos de los
Jóvenes Turcos, y el problema chipriota, heredado de Henry Kissinger.
En 2009, ya
nombrado ministro de Relaciones Exteriores, Davutoglu cierra con broche de oro
esa primera etapa negociando el Mercado Común Siria-Turquía-Irán y pasa a la
segunda fase de su proyecto. Después de la disputa de Davos entre Erdogan
y Shimon Peres, a finales de 2009, Davutoglu organiza la «Flotilla de la
Libertad» en apoyo al Hamas y entra en conflicto directo
con Israel, que comete un acto de piratería al abordar en aguas
internacionales el barco Mavi Marmara, que navega bajo bandera turca.
Posteriormente, Davutoglu apoya a la Hermandad Musulmana en Siria,
oponiéndose así a la República laica de ese país árabe.
Lo mínimo
que puede decirse es que esta política fracasó y que llevó a Turquía a un
callejón sin salida. Durante la segunda fase del proyecto de Davutoglu,
Ankara se vio nuevamente en conflicto con todos sus vecinos, exceptuando
Azerbaiyán, o sea que pasó de «cero problemas con los vecinos» a
algo que podríamos llamar «cero vecinos sin problemas». Es por eso que
el ahora presidente Erdogan decidió, en mayo de 2016, cambiar de
estrategia y reemplazar a Davutoglu por Binali Yildirim. El objetivo final
sigue siendo fundar un nuevo imperio turco-mongol, pero tratando ahora de
unificar primero la propia Turquía para extender después su modelo a los
países vecinos.
Binali Yildirim es un jefe de la mafia turca que
garantizó el financiamiento del AKP desde la creación misma de ese partido.
Recurriendo al soborno, Yildirim se relacionó con gran parte de
las grandes empresas turcas y ahora está deshaciéndose de las que se le
resistieron.
En el marco
de la nueva doctrina estratégica turca, Ankara ya restableció buenas
relaciones, al menos en el plano comercial, con algunos de sus vecinos.
A finales de
junio, Turquía firmó con Israel, en Roma, un acuerdo mediante
el cual ambos países restablecen sus relaciones diplomáticas. Intercambios
a altos niveles con Irán lograron mantener intensos vínculos económicos,
a pesar de la guerra en Siria. Además, discretas consultas sobre el
tema kurdo se desarrollan con la mayor discreción. Y, para terminar, el
presidente Erdogan se disculpó recientemente ante su homólogo ruso
por el derribo del avión de la fuerza aérea rusa en el norte de Siria y
restableció los intercambios económicos con Rusia la semana pasada.
Evolución futura
Quedan
pendientes 4 temas:
El apoyo a los yihadistas en la frontera del Golán
Desde finales de 2014, los cascos azules de la FNUOS (Fuerza de las Naciones Unidas para la Observación de la Separación [entre las fuerzas armadas de Siria e Israel]) se retiraron de la tierra de nadie instituida por la resolucion 338, cediendo ese espacio a los hombres de al-Qaeda, respaldados por las fuerzas armadas de Israel. Yo revelé la existencia de un acuerdo entre Moscú y Washington para obligar a Tel Aviv a suspender su apoyo a los terroristas y aceptar el regreso de la fuerza de la ONU [3]. Ankara podría tratar de ocupar ese terreno pero, a falta de un corredor de comunicación desde Turquía hacia el sur de Siria, eso resultaría imposible. Por lo pronto, los británicos organizaron un “cambio de etiqueta” de la representación de al-Qaeda, con el anuncio del cambio de nombre del Frente al-Nusra, probablemente en un intento de dar de largas a la situación en Siria.
El apoyo a los yihadistas en el este de Alepo
La intervención del estadounidense Jeffrey Feltman, secretario general adjunto de la ONU, para tratar de poner bajo control de la ONU los corredores humanitarios abiertos en Alepo, demuestra la eficacia del cerco implantado por el Ejército Árabe Sirio, aunque la propaganda occidental afirma que los yihadistas lograron romper ese cerco. A raíz del cierre de la vía de comunicación con la frontera turca, Ankara sólo podría mantener su presencia en el este de Alepo si contara con respaldo entre la población, así que tendrá que acabar resignándose rápidamente a la nueva situación.
El apoyo a los yihadistas en Raqqa y Mosul
Sólo la población de al-Anbar, en Irak, es exclusivamente sunnita y favorable a los yihadistas. Turquía tendría entonces que luchar contra el Emirato Islámico en Raqqa (Siria) y seguir apoyándolo en Mosul. En definitiva, mantener un Emirato Islámico en al-Anbar representa para Washington su única posibilidad de cortar la «ruta de la seda» mientras sigue aparentando apoyar la paz en Siria.
El tema kurdo
El proyecto del AKP, que cuenta con el apoyo de París y el aval de Washington, consiste en crear un Estado kurdo fuera de Turquía y expulsar a los kurdos del PKK hacia ese nuevo Estado. Durante los últimos años, se acordó instalar ese «Kurdistán» en el norte de Siria, en una zona arabo-cristiana, después vaciar ese espacio de sus habitantes históricos. Ese proyecto cuenta con el respaldo de algunos responsables y miembros del PKK, deseosos de crear su propio Estado, en cualquier lugar y sin importarles el hecho que eso los llevaría a verse en una situación tan ilegítima como la de Israel en Palestina después de la Nakba. Así que los kurdos tendrían que aclarar su posición en los próximos meses. Hasta ahora han actuado como aliados de todas las partes que luchan contra el Emirato Islámico, lo cual les permitió liberar la ciudad árabe de Manbij y considerarla como el embrión de su nuevo Estado en el norte de Siria. En lo adelante, es posible que se dividan entre pro-estadounidenses y pro-rusos. Será entonces el momento de evaluar la viabilidad real de un «Kurdistán» en tierras que no pertenecen a los kurdos.
En
definitiva, cuando se hayan resuelto todos esos problemas y se haya instalado
la dictatura, Turquía tratará nuevamente de extender su modelo a los
países vecinos, probablemente comenzando con los que hayan mostrado
su cobardía desviando la mirada para no ver los métodos del régimen
de Erdogan.
[2] «El golpe
de Estado judicial del AKP», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria) ,
Red Voltaire, 19 de agosto de 2013.
[3] «El
Consejo de Seguridad de la ONU se dispone a exigir que Israel rompa con
al-Qaeda», por Thierry Meyssan, Red Voltaire , 3 de julio de 2016.
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