julio 5, 2024
El Encuentro de Organizaciones
(EO) es un espacio social de referencia en Córdoba, con trabajo territorial
donde confluyen los barrios populares, los feminismos, la lucha por el
cumplimiento de derechos y la construcción de otras realidades. Noelia Feldman
repasa el pasado, hace autocrítica y piensa horizontes desde los movimientos
sociales. “Nos eligen como enemigos porque vienen por lo que estamos
defendiendo, el tejido social”, afirma.
Para las que vivimos en la orilla
buscando un ahora que pueda engendrar futuros
para las que fuimos marcadas por el miedo
Para todas nosotras
este instante y este triunfo
no se suponía que íbamos a
sobrevivir.
Audre
Lorde (Letanía de la supervivencia)
Por
Lucía Maina Waisman
Desde
Córdoba
Para
dialogar sobre esta época del país, Noelia Feldman cita el poema "Letanía
de la supervivencia", de Audre Lorde. Después, agrega capas de tensiones,
esperanzas, preguntas y desafíos. Noelia es politóloga y desde 2014 integra el
Encuentro de Organizaciones (EO), un movimiento social con experiencias
comunitarias en distintos territorios de la ciudad de Córdoba. Con 33 años,
integró el colectivo de investigación El Llano en Llamas, militó en movimientos
contra la violencia policial, acompañó asambleas barriales, tomas de tierras y
el Registro Nacional de Barrios Populares en Proceso de Integración Urbana
(Renabap).
Hoy
integra la Coordinación del EO y desde allí reflexiona sobre las
transformaciones que las organizaciones sociales vivieron en los últimos años.
Para intentar explicar cómo se llegó a este presente sombrío, realiza algunas
autocríticas pero subraya que son las victorias conseguidas desde el 2001 y los
privilegios que se afectaron con ellas lo que impulsa esta avanzada de la
derecha en el poder. “Nos elijen porque defendemos exactamente eso que ellos
necesitan desestabilizar para crear una nueva base material, una nueva
subjetividad y una nueva sociedad”,expresa Noelia. Y relata cómo
la pandemia demostró la importancia de tejer comunidad en los barrios populares
ante el avance de actores como la trata o el narcotráfico, que en este momento
de crisis de lo comunitario vuelven a encontrar oportunidades para desplegarse.
Una década de transformaciones
El Salario
Social Complementario aparece una y otra vez como un “parte aguas”, en palabras
de Noelia, en la experiencia de su organización. Impulsado por la CTEP, hoy
UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular), e implementado a partir de
2016, significó el reconocimiento de muchos trabajos comunitarios y de la economía
popular. Pero el desafío de gestionarlos marcó una transformación para muchas
organizaciones como el EO, que se vio obligado a reestructurarse ya no solo en
función del trabajo barrial sino de discusiones gremiales. Esto generó
fragmentación y el desafío de orientar esta medida desde un proyecto político
propio, sin perder de vista la construcción territorial.
—Haciendo un recorrido por tu militancia. ¿Qué dirías que se
transformó en las organizaciones en la última década?
—¿Qué no
se transformó? Yo empecé en una organización de composición fuertemente de
estudiantes universitarios y algunas asambleas territoriales puntuales. En 2016
empezamos una campaña de lucha por lo que en ese momento llamábamos salario
universal, y empalma con un debate a nivel nacional de lo que terminó siendo el
Salario Social Complementario. Esto fue un parte aguas muy importante, porque
implicó ampliar muchísimo los márgenes de la organización sobre trabajos que
habíamos identificado -como el barrendero, la compañera del comedor-, y que
fueron reconocidos. Pero de pronto implicó un crecimiento y un desafío enorme.
Cambió muchísimo la composición de la organización en términos de clase, de
raza, de género. Hoy el EO es una organización fuertemente de base y de
mujeres, 90 por ciento somos mujeres en todos los espacios y territorios.
—¿Cómo
afectó en esas transformaciones la relación que se fue tejiendo con el Estado?
—El
salario social es uno de los factores que impactó en la relación con el Estado
pero puedo nombrar otros, como el Renabap. Entre 2010 y 2015 hay un aumento de
conflictividad en torno a la tierra y la vivienda en Córdoba. El auge de esa
lucha empalma a nivel nacional en 2016 con la propuesta del Renabap: fue una
acumulación muy grande de debates históricos que logran traducirse en políticas
públicas en pleno macrismo. A la vez, la CTEP logra reconocimiento y la Ley de
Emergencia Social también sale en el macrismo. Recuerdo asambleas debatiendo si
tenía sentido que nosotros trabajásemos en el Renabap, si le íbamos a entregar
al Estado los datos de los barrios cuando estuvimos militando muchísimo tiempo
en contra de este Estado, opresor, desigual, extractivista. Fue un debate
tremendo y extraño porque no se condecía con el momento político. Finalmente
concluyó en que había que probar las herramientas, y proteger lo que teníamos
hasta acá.
—Con
la destrucción que vemos hoy de los lazos sociales ¿cómo analizan la
construcción política de las organizaciones en los territorios, los modos de
construir comunidad durante los últimos años?
—El
horizonte más certero al cual apostar es el alimentar los lazos comunitarios.
Nosotros teníamos una construcción más bien territorial, asamblearia, que
cuando aparecen los salarios sociales nos obliga a un reordenamiento en función
de áreas de trabajo, la rama textil, la rama cartoneros, y de pronto es difícil
modular que formamos parte de una misma organización y una misma agenda.
Entonces se apostó por volver a las asambleas zonales y ver que los territorios
no podían quedar por fuera de esa discusión. Y el hito de ese acierto se vio en
la pandemia, cuando los barrios donde había referencias claras y lazos que iban
mucho más allá, lograban articular alimentos, barbijos, información, lo que
hiciera falta.
Ahora lo
sigo viendo de la misma manera, solo que hoy, y en la pandemia también, así
como nosotros estábamos desplegando territorialmente, el narcotráfico hizo lo
mismo, la trata hizo lo mismo. Los momentos más tremendos, de autos que
circulaban llevándose pibas secuestradas, fueron en la pandemia.
El territorio tiene una centralidad
fundamental para el capital y para la construcción de poder popular. Y hoy
estamos perdiendo territorio, quedamos debilitados frente al avance de todas
estas otras fuerzas.
Foto: Encuentro de Organizaciones
—¿Qué
rol jugó el feminismo en todos estos procesos?
—Fue
central pero absolutamente subterráneo y orgánicamente muy peleado: creo que
fui y fuimos muy conservadores cuando las compañeras planteaban discusiones
desde el feminismo, y lo lamento mucho porque implicó rupturas, desgastes. En
plena pandemia, cuando estaban las redes de trata, tuvimos una asamblea para
decir: ¿qué hacemos? Bueno, salir a armarnos, armar un grupo de choque de
mujeres, rondas nocturnas, y ninguna de esas ideas hubieran sido posibles si no
hubiese habido una marea subterránea. Desde eso hasta la conformación concreta
de nuestra organización, que hoy seamos tantas mujeres, que también tiene que
ver con la metodología de trabajo.
Soberbias y revanchas
—¿Se
cometieron errores en la relación que mantuvieron las organizaciones sociales
con el Estado? ¿Hay una autocrítica al respecto?
—Las
compañeras en el barrio lo que dicen hoy es “el salario social nos rompió”. No
lo dicen todas, pero lo dicen, también con la frustración de que muchas hoy
deciden irse cuando les llega el Whatsapp de Milei diciendo “no cuentes más con
las organizaciones”. Hay que hacer una autocrítica
de cómo tuvimos o no la capacidad de convertir el salario social en algo más,
si podríamos haber hecho algo superador. Y sí tengo una crítica
severa sobre ciertas organizaciones por ver lo que hacen en el barrio. Hubo una soberbia de clase que no sirvió para nada para la
oportunidad que teníamos. Se cagaron en la gente, en para qué
era el salario: el otro tiene que ser un sujeto que se dignifique en el
proceso, no un perro que vos llevas y traes. Por otro lado, sí noté una
separación de intereses muy clara tanto de las conducciones nacionales como en
lo local. La premisa nuestra es que el Estado nunca va a
responder a las necesidades reales: lo que estamos discutiendo es la
redistribución de la tierra, del techo y del trabajo ¡pues nunca lo va a
hacer! Entonces nunca tiene que poder dejarnos cómodos. En
otras esferas provinciales esos límites no estaban claros, entonces muy poca
conquista y reconocimiento es suficiente para que no hagamos más nada.
—¿Qué
factores influyen en que esta estigmatización del feminismo y de las
organizaciones como sinónimo de “no trabajan y cortan calle” impulsada por este
Gobierno tenga eco en la sociedad?
—Por un
lado hay un relato subterráneo que tiene que ver con el 99 por ciento: creo que
no pudimos construir un relato de mayorías, y hay que ver qué no estábamos
pudiendo dilucidar de lo que estaba ocurriendo. Y después saber que en todo este periodo que logramos ciertas victorias, desde el 2000
hasta hoy, tocamos privilegios. Los barrios populares se
urbanizan con la plata del aporte de las grandes fortunas, el reconocimiento de
los barrios implica que no puedan desalojar, cuando la ciudad de Córdoba entera
se fundó desalojando 300 villas. Esto se replica en la Patagonia, en el norte,
les estábamos diciendo “hasta acá”. El Ministerio de la Mujer, así fuese
simbólico, es lo primero que eligieron como enemigo público. Elegimos como
enemigo al uno por ciento, y es muy revanchista lo que estamos viendo, casi
infantil. Nos han elegido como enemigos no por una
incapacidad sino porque efectivamente vienen por lo que nosotros y nosotras
estamos defendiendo. Lo que están atacando es el tejido social, lo
que somos como seres humanos. Y lo que promueven es el “me salvo solo”, odiando
al resto.
Balances y ensayos de futuro
Según
Noelia, hay que pensar el origen de este ciclo en los ´70, y reconocer que
desde entonces hubo conquistas y aprendizajes, incluso en la reacción actual de
las organizaciones, que sigue siendo política frente a un Gobierno que ataca
continuamente al sector, con represión y retomando discursos de la dictadura
militar. En cuanto a los gobiernos kirchneristas, reflexiona que se trató de
“una inclusión extraña, individualizante”, que no promovía los espacios
organizativos: “Lo noto mucho al día de hoy con las militancias kirchneristas
que conozco: no hay construcción territorial, hay referentas con ideas, pero no
una construcción de base”.
—¿Podés
detectar alguna similitud entre el macrismo y el Gobierno actual?
—Fue la
antesala sin duda, pero lo triste es que encuentro más similitudes entre Macri
y Alberto Fernández, que es un loteo del estado nacional, con áreas que no se
hablan entre sí, ineficientes en el accionar. Y sí existe hoy un antipobrismo que Macri no logró llevar adelante con
éxito. ¿Te acordás de él en la playa sacándose la foto con los
pibes? Él tenía que hacer eso, tocar un pobre cada tanto. Milei puede decir que
espera que los pobres se mueran en la calle sin problema. Creo que es ese
relato con la libertad de serlo.
—El
cambio que se ve hoy a nivel estatal y todo lo que eso implica, ¿está llevando
a repensar la institucionalidad, la instancia electoral y partidaria como
espacio de disputa para los movimientos sociales?
—Hoy hay
una acumulación muy fuerte en experiencia de gestión comunitaria y de gestión
estatal. La perspectiva más optimista creo que es ensayable en geografías más
pequeñas. Otra perspectiva en vinculación con el Estado en el futuro debería
tener seriamente en consideración la descentralización y
desconcentración de las ciudades, y de los recursos, y con eso viene la
desconcentración del poder. Lo que está pasando también es que se
desarma lo que no pudimos parar autogestivamente, y hay una parte de realidad
absoluta, que es que no se podía sostener de otra manera. Hay que poder ensayar
otra forma de intercambio, basada en otras ideas. Y hay un impulso: esto no se terminó, no hay un final sino parte
de un tiempo. Pero creo que hay que acompañar mejor los tiempos, porque por
algo llegamos acá. Entonces toca hacer de tripas corazón, esperar,
ver qué queda y volver a armar sobre las pocas certezas que pudimos conseguir.
Foto:
Encuentro de Organizaciones
Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/pensar-la-epoca-el-estado-nunca-va-a-responder-a-las-necesidades-reales-a-la-tierra-al-techo-y-al-trabajo/
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