por Andrés Piqueras
OPONERSE A LA INMIGRACIÓN COMO PRIMER
PASO Y COMO OBJETIVO ELECTORAL ESTELAR.
Realmente, con la extensión del imperialismo y las
nuevas formas de colonización y dominio mundial, el clásico concepto de
“aristocracia obrera” se podría aplicar a una buena porción de la fuerza de
trabajo de las formaciones socioestatales centrales del Sistema Mundial
capitalista, como ya anunciara el Ché Guevara en los años 60 del siglo pasado
(los comunistas chinos insistieron, por ello mismo, en que a la contradicción principal
del capitalismo, entre el Trabajo y el Capital, había que añadir la explotación
imperial -algo que algunos marxistas iluminados no terminan de ver con buenos
ojos todavía hoy-). Explotación de la que durante décadas se excluiría en
alguna medida el “Segundo Mundo” o Mundo Socialista.
La “renta imperialista”, según formulación de Samir
Amin, permitía el desarrollo del Estado Social en las formaciones centrales (el
“desarrollo” en general de las mismas a costa del subdesarrollo de las demás,
según Gunder Frank) y con ello la fidelidad de la mayor parte de su
fuerza de trabajo al régimen del capital central, que además ejercía de
escaparate para una parte muy importante del resto del proletariado del mundo,
ese que desempeña su condición en las formaciones socioestatales de capitalismo
dependiente o atrasado, impulsando la “pulsión migratoria” y con ella la
disposición a discreción para el capital de un ‘ejército laboral de reserva
mundial’ de características ciclópeas. Circunstancia que a su vez llevaría al
abaratamiento general de la fuerza de trabajo y a su consiguiente pérdida de
poder adquisitivo o capacidad de autorreproducción, sólo paliada en el último
tercio del siglo XX mediante el crédito y la permanente escalada de la deuda.
La esquilmación de recursos del resto del planeta,
la superexplotación de una creciente parte de la fuerza de trabajo mundial, el
destrozo de sus condiciones de vida, el aprovechamiento de sus riquezas social
y natural construidas o preservadas durante siglos, la destrucción de sus
sociedades, permitieron el mantenimiento de la renta imperialista y con ella la
perpetuación de la integración más o menos cómplice en el orden capitalista de
la clase trabajadora de los Centros del Sistema.
Pero hoy que, en la estela de la Conferencia de
Bandung, y quizás poco a poco de la Tricontinental y de la Internacional
Socialista, ha vuelto a despertar un Mundo Emergente que desafía la continuidad
de la explotación mundial por parte del Imperio Occidental, las condiciones de
vida (laborales y sociales) de la “aristocracia trabajadora” primermundista van
resintiéndose (se reduce la parte del botín que la clase capitalista reparte
con ella). Si a ello sumamos la decadencia del propio modo de producción
capitalista (arrastrada por el deterioro de su tasa media de ganancia y de la
consiguiente obturación de la acumulación de capital), es más fácil de entender
que la creciente degeneración social se extienda más y más en los que se
llamaron a sí mismos “países desarrollados”, con especiales consecuencias
dañinas para su clase trabajadora, sobre todo la que ocupa los escalones más
bajos del “mercado” laboral.
En estas condiciones, el intento de preservar los
privilegios del imperialismo (del “bienestar”) se convierte en un sueño
nostálgico para la golpeada fuerza de trabajo primermundista, con concreciones
políticas altamente reaccionarias. Una parte creciente de ella se enrosca sobre
sí misma pidiendo al Estado protección contra “los otros” (como si el Estado
fuera un ente social en favor del conjunto de la población) y en adelante
mirará como rival o incluso “enemiga” a la clase trabajadora del resto del
planeta. La inmigración se convertirá, por tanto, entre otros
nódulos básicos de esa reacción, en elemento principal de las contiendas
electorales. Siempre centrarse en, y reaccionar contra los más débiles, contra
los que han padecido más y contra los que han sustentado el propio “bienestar”,
nunca contra los poderosos ni contra el Sistema que ha generado la degradación
mundial de las condiciones de vida: ese será el “caldo primitivo”, nutriente,
de las fuerzas políticas del capital en más y más lugares del planeta, porque
esa escala de rechazo racista-xenofóbico, ese clasismo irracional entre la
propia clase trabajadora se puede aplicar en una escala descendente de parias,
de unas sociedades a otras, pues no pensemos que tales posturas y artilugios
políticos son exclusivos de las fuerzas políticas de “extrema derecha”.
Antes bien, el proceso de renazificación es propio
de un Sistema en degeneración, cuya clase capitalista necesita además, y por
tanto, crecientemente de la Guerra para seguir aprovechándose del hábitat
planetario y de su fuerza de trabajo. Preparar para la Guerra, para el
enfrentamiento, para la animadversión (camino del odio), para el rechazo de los
otros (siempre que no sean los verdaderos enemigos de clase, siempre que se
desvíe la atención sobre los poderosos de la Tierra) es la razón de ser de ese
proceso de renazificación. En Europa lo sabemos bien, de Ucrania, para abajo,
pasando, claro está, por los países bálticos y escandinavos.
Las “derechas extremas” no son sino instrumentos
políticos que traducen la degeneración del capital, favorecidos también por la
ya longeva integración socialdemócrata en la barbarie capitalista y por la subordinación
de las “nuevas izquierdas” (incluida la mayor parte de los PCs clásicos) a esas
mismas socialdemocracias neoliberales.
La guerra contra la Pobreza cobra así más fuerza,
pero no en pro de la justicia social, no, sino para apartarla de la vista,
devolverla para que la masacren a sus sociedades destruidas por las guerras del
Imperio, con sus paramilitares, sus yihadistas o sus mercenarios. Eliminarla,
en definitiva (ver nota abajo).
Pero no se puede, porque el Sistema es una máquina
cuántica de generar Pobreza, Miseria, Sufrimiento, Muerte…
¿Qué pasará cuando el empobrecimiento de la clase
trabajadora alcance, aun así (después de haberse vuelto contra la Pobreza
ajena), niveles intolerables dentro de las formaciones de capitalismo avanzado?
La historia está siempre abierta, pero el nazismo (el proceso de renazificación
social) está previsto y diseñado también para esa contingencia.
De ahí que sea imprescindible reaccionar ya,
organizarse hoy mismo, contra él. Y contraprogramar su proyecto de formación de
conciencias egotistas, a-empáticas, brutalmente alienadas.
—
(Por la organización a la formación
social. De la formación a la organización aglutinadora de fuerzas de
transformación en favor de las grandes mayorías del mundo).
***
Adjunto hoy un artículo de mpr21, que habla de la
colaboración entre la socialdemocracia y el llamémosle para ser
condescendientes, “neo-fascismo” (ya sabéis que en estas páginas vengo
insistiendo sobre la inquebrantable y consecuente colaboración de larga data
entre el Impero Occidental y el nazismo):
El fantasma de ‘la ultraderecha’ lo ha promocionado ‘la
izquierda’ domesticada – mpr21
—————————
Nota: Con la inmigración se tendrán que levantar
barreras cada vez más colosales, según el Imperio Occidental destruye las
condiciones de vida en el mundo, pero también las poblaciones xenófobas tendrán
que pugnar contra su propio empresariado, que depende de ese ‘ejército laboral
de reserva’ para seguir deshaciendo las condiciones laborales de su fuerza de
trabajo – ver la entrada LAS MIGRACIONES HUMANAS EN EL CAPITALISMO. MOVILIDAD DE
LA FUERZA DE TRABAJO DE RESERVA – El blog de Andrés Piqueras
(andrespiqueras.com)-.
La unidad de lucha entre la clase trabajadora
mundial es la única vía para evitar ello, y no la pugna cainita y racializada
entre sí. Por eso el internacionalismo es el movimiento de la humanidad por su
dignidad, contra el capital.
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