15 November, 2024
El
concepto de Estado
Primero,
una breve historia del concepto. Uno de los primeros en abordar en profundidad
el tema del Estado moderno fue el filósofo alemán, Georg Hegel (1770-1831),
quien escribió: «Las leyes expresan las determinaciones del contenido de la
libertad objetiva» […] “La constitución es la estructuración del poder del
Estado (…). La constitución es la justicia existente, como realidad de la
libertad en el desarrollo de todas sus determinaciones racionales».[2] Otro filósofo y politólogo Alemán,
Max Weber (1864-1920) en 1919, define al Estado moderno “como una asociación de
dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar
dentro de un territorio el monopolio de la violencia legítima como medio de
dominación y que, con este fin, ha reunido todos los medios materiales en manos
de sus dirigentes y ha expropiado a todos los seres humanos que antes disponían
de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías
supremas.”[3]
Otros
autores, que son referencia sobre el tema para el caso argentino, como Natalio
Botana y Oscar Oszlak, han seguido en buena parte estas definiciones. Botana,
apoyándose en las ideas de Juan Bautista Alberdi, sostiene que el Estado
Argentino se consolida en 1880, cuando el ejército nacional de Julio A. Roca
vence en tres sangrientas batallas al ejercito de Buenos Aires, logrando así,
el monopolio de la violencia en el todo el territorio, dice Botana: “La
obediencia, en este caso, no se obtiene por la persuasión, sino por la
violencia; no hay, en rigor, consenso voluntario sino acto de asentimiento ante
el peso actual o la inminente amenaza de fuerza.”[4] Oszlak, en varios textos trato el
tema de la formación, desarrollo y características de los Estados en América
Latina y el Caribe. Destacó cinco elementos indispensables para su existencia:
1. capacidad de externalizar su poder, obteniendo reconocimiento interestatal;
2. capacidad de institucionalizar su autoridad, imponiendo el monopolio sobre
los medios organizados de coerción; 3. capacidad de diferenciar su control, a
través de instituciones públicas con reconocida legitimidad para extraer
recursos de la sociedad civil; 4. capacidad de internalizar una identidad
colectiva, mediante la emisión de símbolos que refuerzan sentimientos de
pertenencia y solidaridad social y permiten, en consecuencia, el control
ideológico como mecanismo de dominación.[5]
El
liberalismo (progresismo), su concepto de Estado y los Estados latinoamericanos
En las
definiciones de Weber, Botana y Oszlak observo una serie de problemas comunes
para la comprensión de las características particulares de los Estados
Nacionales en América Latina y el Caribe, como de su función y/o relación para
los que habitan el territorio. ¿Cómo es esto?
En
primer lugar, se demuestra en estas definiciones su raíz ideológica liberal.
Observo una operación que intenta cosificar al “Estado”, en el sentido de
hablar como algo no viviente, inerte, en consecuencia, carente de transformación,
en definitiva, deshumanizado. No debería sorprendernos, ya que, en esta
concepción, cuyo objetivo es atomizar los individuos no viven en una comunidad
(natural, histórica y tradicional) sino que los humanos viven en una sociedad y
son considerados, al mismo tiempo como seres “libres” de las afecciones
posibles de “esta comunidad”. No están integrados entre sí, o para ser más
preciso, son presentados como seres vinculados mediante pactos y asociaciones
ligadas a distintos intereses temporales y determinados individualmente. De
allí que el Estado desde las definiciones seleccionadas se describe cómo una
institución con la cual los individuos establecen una asociación, una sociedad.
El Estado en la concepción liberal es la institución que objetiviza mediante la
acción de elimina las subjetividades, claro está, esto produce gracias a que el
Estado se presenta como una institución nacida de la razón moderna (científica,
académica, lógica). Alguna vez, probablemente, los/as lectores/as han escuchado
algún vecino o familiar decir: “yo pago mis impuestos y el Estado no cumple” o
“porqué debo sostener con mis impuestos a otros, a los que el Estado le paga
planes o subsidios”. Esto reclamos manifiestan la idea liberal del Estado en
donde se disuelven las relaciones familiares, comunales, espirituales,
nacionales, generaciones y sentimentales, aquello que Juan Domingo Perón llama
“Los valores eternos”[6].
El
Estado liberal de derecho no tiene ningún valor afectivo y espiritual con el
ciudadano. ¿Cómo es esto? ¿Qué es ser ciudadano? Si tomamos a Hegel, bajo la
abstracción generada por el supuesto de “leyes objetivas” se produce la
reinvención de la idea de ciudadanía., término que deriva del latín “civitas”
que significaba ciudad y que se asignaba en la antigua Grecia a cualquier
habitante de un espacio, disociando a ese ser humano con las relaciones
existentes con los otros seres humanos. Es decir, la ciudadanía homogeniza a
los humanos, es un término que separa los vínculos, diferencias, tradiciones,
costumbres y demás aspectos anteriores (y presentes) entre los que habitan ese
espacio, y en ese sentido, se puede afirmar que la ciudadanía es una invención,
ya que sólo mediante una abstracción podríamos considerarnos como iguales entre
los que habitábamos una misma ciudad. Los humanos no somos iguales. Los humanos
nunca fuimos iguales, no lo fueron en la Francia de 1789 ni en las Provincias
Unidas del Río de la Plata luego de 1810.
Ahora
bien, esa diferencia natural no nos ha disgregado, ya que también nuestra
naturaleza es la de ser animales gregarios, vivimos en comunidades y nos
agrupamos por relaciones sentimentales con otros humanos. Somos animales que
sin el otro no podemos sobrevivir. Somos diferentes, pero al mismo tiempo
vivimos todos, con nuestras diferencias, en una misma comunidad.
Otro
pensador, político y también Revolucionario, Vladímir Ilich Uliánov: Lenin,
escribió en El Estado y la Revolución de 1917, que el Estado “Es el
producto de la sociedad” y en ese sentido, su existencia, dice: “demuestra el
carácter irreconciliable de las contradicciones entre las partes que ocupan el
territorio de ese Estado”, en definitiva, es por medio del Estado, como árbitro,
que pueden acotarse las desigualdades inherentes al modo de producción
capitalista, podría decir, parafraseando a Lenin, que negar la existencia del
Estado o intentar derribarlo es suponer que estas desigualdades no existen.
IDEA
LIBERAL DEL ESTADO
IDEA
DEL ESTADO COMO EXPRESIÓN DE LA COMUNIDAD
ESTADO COMUNIDAD
La
deshumanización provocada por la concepción liberal encontró expresión en el
holograma de la ciudadanía. En su relación con el Estado moderno pos Revolución
Francesa, explica Juan Domingo Perón en su texto La Comunidad Organizada de
1949:
“Hegel
convertirá en Dios al Estado. La vida ideal y el mundo espiritual que halló
abandonados los recogió para sacrificarlos a la Providencia estatal, convertida
en una serie de absolutos. De esta concepción filosófica derivará la traslación
posterior: el materialismo conducirá al marxismo, y el idealismo, que ya no se
acentúa sobre el hombre, será en los sucesores y en los intérpretes de Hegel,
la deificación del Estado ideal con su consecuencia necesaria, la
insectificación del individuo. El individuo está sometido en éstos a un destino
histórico a través del Estado, al que pertenece. Los marxistas lo convertirán a
su vez en una pieza, sin paisajes ni techo celeste, de una comunidad tiranizada
donde todo ha desaparecido bajo la mampostería. Lo que en ambas formas se hace
patente es la anulación del hombre como tal, su desaparición progresiva frente
al aparato externo del progreso, el Estado fáustico o la comunidad mecanizada.”[7]
Juan
Domingo Perón visibilizó la inconsistencia, debilidad y superficialidad de la
idea de justicia, el sustento moral en el cual se apoya la legitimidad del
Estado Liberal de derecho, ya que objetivando las leyes (diseñadas, formuladas
e implementadas por las oligárquicas locales, en el caso de nuestra América)
convertían en Dios al Estado, eliminando toda las diferencias sociales y económicas
gracias a un espectro, artificial y abstracto como lo es “la ciudadanía”.
En
este punto observo que el problema de la ciudadanía en su relación con el
pueblo y la democracia tiene raíces históricas relacionadas con una
multiplicidad de aspectos vinculados a lo que llamó la doble exclusión de “los
pueblos” en la región, primero, una exclusión respecto a la historia oficial
creada por los Estados Nación surgidos durante el siglo XIX; segundo, una
exclusión de los pueblos respecto a las formas de representación política
implementadas por estos Estados.
Desde
los años ochenta el liberalismo ha mutado nuevamente, liberales, devenidos en
progresistas “del gran mundo de las izquierdas”, avanzaron conceptualizando una
nueva definición de Estado. Para precisar, con el telón de fondo de las
democracias surgidas de las movilizaciones populares (post debacle generada por
el neo liberalismo en los 80´/90´), llegaron al Estado liberal de derecho,
gobiernos con verdadera representación de las mayorías, pero estos estudiosos
(liberal-progresistas) lograron eliminar el contenido democrático de estos
gobiernos bajo el término de populismo, palabra escuchada hasta el hartazgo en
los últimos veinte años y, que más-menos, se sostiene en la idea de que los
ciudadanos han sido manipulados y han elegido irracionalmente a sus
representantes, en consecuencia, estos gobiernos son considerados no
democráticos, viciados, aparentes e ilegítimos. Pero no sólo eso, el
liberalismo también ha re significado las luchas de militantes populares del
siglo XX de los años previos al neo liberalismo desarrollados entre la década
del 50´ y del 70´. Como señaló el filósofo ruso Alexander Dugin[8] en su última visita a nuestro país,
bajo el halo de los derechos humanos, han logrado desplazar la idea del Estado
como comunidad organizada, disolviendo los lazos espirituales, sentimentales,
nacionales y colectivos, “los valores eternos” de los que hablaba Juan Domingo
Perón, dice Dugin:
“El
liberalismo, a través de los principios de los Derechos Humanos, quiere
establecer la idea de que no hay ninguna diferencia entre los individuos. Que
no cuentan ni el género, ni la Nación, ni la etnia, ni la identidad étnica, ni
la identidad religiosa. Esa es la idea clave del liberalismo. La supuesta
libertad del individuo contra las identidades colectivas. Hoy en el mundo
podemos ser liberales de izquierda o de derecha. Incluso, en algunos casos,
podemos ser liberales de extrema izquierda, como el Antifascista
norteamericano. O la extrema derecha liberal, como los ucranianos
nacional-socialistas que luchan contra los rusos, que están a favor del
liberalismo occidental. En definitiva, podemos ser liberales de cualquier sesgo
pero no somos libres de no ser liberales.”
Bibliografía
mencionada:
Botana,
Natalio, El orden conservador [1977], Buenos Aires, Hyspamerica, 1986.
Dugin,
Alexandr, Geopolítica existencial, Buenos Aires, Nomos, 2017; Identidad y
Soberanía contra el mundo posmodernos, Buenos Aires, Nomos, 2017.
Hegel,
Georg, La Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas [1817], Madrid, Alianza
Editoria, 1997.
Oszlak,
Oscar, “Formación histórica del Estado en América Latina” [1982], en Lecturas
sobre el Estado y las políticas públicas, Buenos Aires, Jefatura del Gabinete
de Ministros de la Nación, 2007.
Perón,
Juan Domingo, Doctrina Peronista [1948], Buenos Aires, Ediciones Macacha
Guemes, 1973.
Perón,
Juan Domingo, La Comunidad Organizada [1949], Buenos Aires, Adrifer Libros,
2001.
Weber,
Max, La política, el político y el científico [1919], Buenos Aires, Prometeo,
2003.
[2] Hegel, Georg, La Enciclopedia de las
Ciencias Filosóficas [1817], Madrid, Alianza Editoria, 1997.
[3] Weber, Max, La política, el político y
el científico [1919], Buenos Aires, Prometeo, 2003.
[4] Botana, Natalio, El orden conservador [1977],
Buenos Aires, Hyspamerica, 1986.
[5] Oszlak, Oscar, “Formación histórica del
Estado en América Latina” [1982], en Lecturas sobre el Estado y las
políticas públicas, Buenos Aires, Jefatura del Gabinete de Ministros de la
Nación, 2007.
[6] Perón, Juan Domingo, Doctrina Peronista [1948],
Buenos Aires, Ediciones Macacha Guemes, 1973.
[7] Perón, Juan Domingo, La Comunidad Organizada [1949],
Buenos Aires, Adrifer Libros, 2001.
[8] Dugin, Alekxandr, Geopolítica
existencial, Buenos Aires, Nomos, 2017; Identidad y Soberanía contra el mundo
posmodernos, Buenos Aires, Nomos, 2017.
Fuente: https://posmodernia.com/profetas-y-difusores-de-la-cosificacion-del-estado/
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