¿DEBEMOS
ADHERIRNOS A LA CONVENCIÓN DEL MAR?
Por : Ing° Pesq.
LUIS MUÑANTE ANGULO, CIP 20343
El
informe bienal de la FAO-ONU 2014 “El
Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura”, sostiene que de los stocks pesqueros evaluados en el mundo, el 61,3% están
completamente explotados, de modo que no se pueden aumentar las capturas, y
estima que el 28,8% se pescan a un nivel insostenible en términos biológicos,
se sobreexplotan. Estos porcentajes suman un 90,1%, lo que muestra una
tendencia preocupante en comparación con el 87% del 2012. Solo se pescan por
debajo de su capacidad el 9,9% de los stocks pesqueros.
De
los 280 caladeros o áreas de pesca monitoreados
por la FAO, 250 están excesivamente explotados. En el área 87, que corresponde
al Pacifico Sur Oriental (Ecuador, Perú, Chile), en el 2011 la captura marítima
alcanzó los 11,8 millones de toneladas (Perú con: 8,3 millones de TM) y en el
2012 se logró los 7,9 millones de
toneladas (Perú con: 4,8 millones de TM). Los mejores
caladeros desaparecieron y el único caladero reconocido, es el que está
frente al Perú y que gozan de las bondades de la corriente peruana o de
Humboldt. Tenemos
un mar privilegiado donde los países pesqueros del mundo han puesto su atención
La anchoveta, base del ecosistema marino costero es
la especie de mayor biomasa, dispersa hasta más allá de las 12 millas; la
manera en que las flotas extranjeras puedan expoliar nuestra riqueza pesquera
es, obligándonos adherirnos a la CONVEMAR o argumentando que con la poca
participación en la OROP-PS (Organización
Regional de Ordenamiento Pesquero del Pacífico Sur), en la CIAT (Comisión Interamericana del Atún Tropical), perdamos privilegios que nos corresponden como país costero. Por un
lado la CIAT, en donde se mueven los intereses ecuatorianos y por otro la
OROP-PS que establece las cuotas de jurel y caballa fuera de la ZEE (Zona Económica
Exclusiva), donde se manejan intereses chilenos, aunado a ello la presencia de
naves chinas, coreanas, rusas, etc. incursionando en nuestra zona de pesca
merced a convenios y a una legislación peruana carente de civismo.
La CONVEMAR es la Constitución del Mar
suscrita por 149 países (76.8%) de los 194 que tiene el planeta. Pero, adherirnos a ella significa
la pérdida de soberanía y jurisdicción sobre las 200 millas del dominio
marítimo del Estado, ya que la Convención legisla y decide sobre todos los
mares de los países que la aceptan, y establece que el "mar territorial" queda limitado a 12 millas
y las siguientes 188 millas corresponden a la ZEE. La CONVEMAR colisiona con nuestra carta magna y con
la tesis peruana del mar territorial que mediante Decreto Supremo N° 781 del 01 de
agosto de 1947 dejó establecida la soberanía y jurisdicción del Perú hasta la
distancia de 200 millas. Asimismo el Art. 54° de nuestra Constitución de 1993
establece que: (…) El dominio marítimo
del Estado comprende el mar adyacente a sus costas, así como su lecho y subsuelo, hasta la
distancia de 200 millas marinas medidas desde las líneas de base que establece
la ley.
El Art. 62° (2) de la Convención indica que “El Estado ribereño determinará su capacidad
para capturar los recursos vivos de la ZEE. Cuando el Estado ribereño no tenga
capacidad para explotar toda la captura permisible, dará́ acceso a otros
Estados al excedente de la captura permisible, mediante acuerdos u otros arreglos (…)”. Esto
beneficiaría a otros países porque todavía el Perú no tiene la capacidad para
capturar determinados recursos pesqueros que se encuentren disponibles, porque
no cuenta con una flota de pesca de altura. Debemos ya desprendernos de la pesca costera y monoespecífica que nos
caracteriza. Urge una flota de altura nacional para la captura del jurel, atún
y otras especies de altamar.
Adherirnos a la
CONVEMAR significa perder soberanía y jurisdicción sobre 188 millas marinas,
lo que significa que 864,000 km2 de territorio marítimo pasarían a
ser legisladas por la CONVEMAR. Y no estaríamos en condiciones de obtener
resarcimientos ambientales de otros Estados por la sobrepesca que realicen, salvo acudir
al Tribunal Internacional de Mar, donde tendríamos que ganar en juicio a países
más poderosos del mundo. El Gobierno Peruano ha manifestado que no suscribirá
la CONVEMAR.
La Convención del Mar, ha sido firmada
por 149 países, y aceptada por Chile, país con ambiciones marítimas ¿Por
qué ellos si la aceptan? ¿Tiene algo que ver con la tesis de su “Mar
Presencial”? ó con el
triángulo terrestre de 3,7 Há que pertenecen a Perú.
Antes de pronunciarse sobre el contenido de la Convención del Mar,
recomiendo que la leamos y la analicemos sesudamente. No por que tengamos
que admitirla, ni siquiera lo sugiero, sino porque debemos saber cómo
usarla en nuestro provecho.
TRIANGULO TERRESTRE
Ollanta Humala sienta las
bases de trascendental triunfo chileno
Por Rocío Ferrel (*)
Echando un balde de
agua fría a los corruptos del empresariado y la política del Perú, lo primero
que hizo Chile tras anunciarse el fallo de la CIJ fue exigir al Perú que
modificara su legislación para “adecuarse” a la interpretación chilena de la
sentencia, y proclamar que el triángulo de 3,7 ha de Tacna pertenece a Chile.
Mientras los serviles políticos y empresarios peruanos se deshacían en
aceitadas frases sobre un futuro compartido con el enemigo del sur —“somos
países complementarios” dicen los lacayos (a sueldo o no) de Chile—, este país,
como hemos visto, trataba con la punta del zapato al presidente del Perú y a
otros personajes. Es obvio que nadie respeta ni debe respetar a los serviles, y
con mayor razón si estos se guían por el principio de “Chile, haz lo que te dé
la gana en mar y tierra, pero tus empresas se respetarán religiosamente” (a
esto llaman “cuerdas separadas”).
RAZONES
¿Por qué mientras
los gobernantes, políticos, empresarios y diplomáticos peruanos se expresan de
Chile con la mayor deferencia, este país les responde con altanería y
prepotencia? ¿Y por qué, pese a ese trato descortés e insolente, siempre los chilenos
obtienen lo que quieren? Ha sido realmente bochornoso que los diplomáticos
peruanos y el mismo presidente Ollanta Humala hayan hablado de no aceptar
condicionamientos chilenos1 para el cumplimiento del fallo de la CIJ, para
inmediatamente aceptar los condicionamientos que Chile impuso en Santiago en la
reunión 2+2, con la autoridad de un patrón que grita a su sirviente. Para ello
solo bastó que los chilenos insistieran con el ceño fruncido, señal suficiente
para que los serviles Pedro Cateriano y Eda Rivas se pusieran de rodillas y
accedieran a la exigencia chilena. Revelando un bajo nivel intelectual, Eda
Rivas trató de disimular la claudicación de ella, Cateriano y Humala
reconociendo que sí se ha firmado y que se harán las modificaciones que ordenan
sus patrones de Santiago, pero que no se suscribirá la Convemar.
¿A quién cree que
va a engañar con eso? Posiblemente la señora Rivas piensa que todos son
retrasados mentales. ¿No se da cuenta de que es innecesario firmar la Convemar
para elaborar otras leyes o decretos particulares que contengan lo mismo que
quieren los chilenos? Por si no se dio cuenta, el objetivo chileno es que el
Perú se comprometa a aceptar los puntos de la Convemar que convienen a Chile, y
no les importa si esto se hace firmando o no la Convemar.
Respecto de Chile
o de otro vecino, lo que importa es que nuestra
Constitución y las leyes se aplican al mar peruano, no al del vecino, por lo cual Chile nada tiene que reclamar de nuestro mar
ni decir ni exigir que cambiemos tal ley o modifiquemos cual otra. Por otro
lado, nada se puede decir por el tránsito de naves o aeronaves, que el Perú
respeta eso desde hace décadas, según normas internacionales vigentes
anteriores a Convemar. Tengamos en cuenta esto para abstenernos de firmar, no
acatemos el traidor acuerdo que Eda Rivas y Pedro Cateriano firmaron por
órdenes de Ollanta Humala.
Todos hemos
percibido la traición que se ha generado desde el mismo Palacio de Gobierno de
Lima mediante normas legales específicas o modificaciones ad hoc, que no otra
cosa es lo que quiere Chile, pues su deseo es cambiar la legislación peruana
para que sus empresas pesqueras entren a robarnos la riqueza pesquera; tienen
esas humillantes exigencias contra el Perú porque ya se han acostumbrado a
robarnos2.
ANTECEDENTES
Concluida la
guerra de 1879-1883, el Perú ha tenido que coexistir con un nuevo e indeseable
vecino, ladrón y asesino para más señas. Por ese motivo, por esa forma de ser
chilena, el Perú ha experimentado desde entonces incumplimiento de tratados,
persecución y asesinato de peruanos, apropiación de más territorio y mar,
etc. Para entender esto no necesitamos analizar lo que hacen los chilenos,
puesto que de tiempo atrás sabemos que su especialidad es robar, engañar y
matar. Importa más saber cómo es la reacción de los peruanos que usurpan la
conducción del país ante las tropelías chilenas.
Lo que hasta la
fecha hemos visto en el gobierno de Ollanta Humala ayudará a comprender el
caso. Recordamos que en una ocasión expresó que como militar su deseo era
entrar en tanque a Arica. La expresión de este pensamiento, a lo que se suma la
caminata en 2007 al punto Concordia3, contribuyó a que entre la
ciudadanía se formara la imagen de que un militar nacionalista —sí, Humala se
proclamaba nacionalista— era la persona indicada para defender y proteger los
intereses de la nación (nacionalista viene de nación). Es más,
viendo que la exportación del gas —expropiado y quitado al Perú por empresas
privadas— tenía (y tiene) nocivos efectos en la economía popular y en la
seguridad nacional, dijo el entonces candidato que no se iba a exportar ni una
molécula de gas4.
LA REALIDAD DE UN SECTOR DE LA DERECHA PERUANA SIRVIENTA
DE CHILE
Sin embargo,
bastó que la prensa peruana pagada por Chile iniciara una fuerte campaña contra
Ollanta Humala para que su nacionalismo tomara la forma de nacionalismo
chileno, lo que lo convertía en defensor y protector de los intereses chilenos
en el Perú. Ollanta Humala postuló a la presidencia sin tener ninguna
experiencia política ni plan de gobierno (sabemos que lo cambió con facilidad),
al inicio solamente lo guiaba un deseo personal o familiar de llegar a ser
presidente, sin importar a qué costo ni cómo se hiciese.
Siendo presidente
electo y en una de sus primeras visitas al extranjero, Ollanta Humala rompió su
promesa a los peruanos, fue a Chile y ofreció venderle gas, pese a que no lo
trataron bien5. Y ahora, a poco de conocerse el fallo de La Haya,
para calmar el fingido enojo de Sebastián Piñera, ha cumplido esa promesa,
oficializando la entrega del gas peruano a Chile6. ¡Obviamente, no
le importa que acá, siendo el Perú país productor, paguemos el gas más caro de
América Latina y que nos va a durar menos años y costará más si se vende a
Chile! ¡Lo importante para él es el bienestar de Chile!
Cuando en las últimas elecciones esta derecha vio que el
ganador iba a ser Ollanta Humala, se impuso el objetivo de cooptarlo para sus
fines, entre ellos servir a Chile por sobre todas las cosas, lo cual
significaba traicionar las expectativas de millones de peruanos que lo
apoyaban.
Por su
insuficiente formación y falta de conocimientos, Ollanta Humala no sabía que
esta derecha peruana es aliada histórica de Chile. Esta alianza se fortalece
durante la guerra de resistencia (“campaña de la Breña”), cuando las guerrillas
caceristas empezaron a fusilar a los hacendados que colaboraban con los rateros
chilenos. Esto desató el pánico entre la clase dominante peruana, que temía que
el pueblo iba a cobrarles las deudas históricas de su ostentación del poder y
de explotación. Aquí es cuando se producen discretamente los pedidos de auxilio
a Chile de los aristócratas y hacendados peruanos, clamor que Chile atendió con
mucho gusto armando al títere y traidor Miguel Iglesias para que defendiera a
los hacendados y gente pudiente que estaban dispuestos a ceder territorio
nacional a Chile, algo que no aceptaba el pueblo levantado en armas.
Con las
metamorfosis que impone el tiempo, es esta misma gentuza prochilena la que
sigue infiltrada en el poder en el Perú y produce traidores o delincuentes como
los que en noviembre del año pasado fueron a ofrecer gas y electricidad a sus
patrones de Chile, algo que Ollanta Humala no ha desautorizado sino aprobado
con entusiasmo, en decisión que mantiene firme pese a que Sebastián Piñera y
Michelle Bachelet lo tratan con desprecio.
METODO PERUANO DE ENTREGAR TIERRA Y MAR A CHILE
Con la dignidad
por los suelos, Ollanta Humala ha tenido que comerse las palabras que dijo en
su discurso ante el Congreso el 27 de enero: que no se iban a aceptar
condicionamientos de ninguna clase. Lo que no sabía Ollanta Humala es que los
chilenos no aceptan ninguna insubordinación. Entonces al “presidente” no le
quedó otra que alinearse.
El pacto entre
los chilenos y la derecha prochilena que gobierna el Perú se desarrolla bajo un
permanente e inacabable estado de tensión, de presión chilena, que hace que los
políticos y diplomáticos peruanos se sientan culpables si unas negociaciones se
frustran cuando los peruanos no aceptan lo que quieren Chile. O sea que, como
lo demuestra el caso reciente de Eda Rivas y Pedro Cateriano, para ellos lo más
grave que puede ocurrir en el mundo es que sus patrones chilenos queden
descontentos.
En un nivel más
alto de la presión, en el plano político-militar, se ha esbozado una amenaza
chilena (para los chilenos no es amenaza sino “aspiración”), que es permanente: si Chile necesita algo —territorio, mar, agua,
gas, tierra agrícola, posición geográfica, mano de obra, productos del mar— que
hay en el Perú, eso pertenece a Chile. Los
gobernantes peruanos que representan los intereses de Chile han firmado la
Alianza del Pacífico (AP), que no aporta nada para el Perú, pero que sí permite
a Chile apoderarse de nuestra posición geográfica, de nuestras riquezas marinas
(Ollanta Humala ya firmó un convenio binacional7 que da a Chile
el control de nuestro mar) y del gas (la AP contempla que por integración
energética el Perú otorgue gas a Chile, lo que OIllanta Humala cumple con
primera prioridad). Para obtener lo que quiere, lo acordado por Chile y
sus sirvientes peruanos es que Chile puede conseguir a la mala lo que necesita,
mediante una invasión (para eso tiene una fuerza armada tres veces más fuerte que
la del Perú); o puede lograrlo sin invadir, mediante una combinación de presión
militar siempre latente y presión política acompañada de sobornos, con la que
colabora fielmente la derecha peruana.
Para que esto sea
real, no es suficiente el siempre presente deseo de Chile sino la colaboración
de los chulillos prochilenos. Por ejemplo, hace unos siete años que hay
acumulación de reservas internacionales que permitirían al Perú armarse
adecuadamente, pero eso no es posible porque los políticos peruanos sirvientes
de Chile se encargan de bloquear cualquier adquisición sustancial de equipo
militar. Y por si acaso los lacayos peruanos duden o vacilen, Chile tiene
asesores en el gobierno peruano, situación que con el gobierno del
“nacionalista” Ollanta Humala ha llegado al extremo, que fue poner a la chilena
Carolina Trivelli en el gabinete ministerial (“el ojo del amo engorda al
caballo”), como delegada del gobierno de Chile y tutora del equipo de gobierno
peruano8. (No olvidemos que el esposo de Tania Quispe Mansilla, prima
de Nadine y la que dirige la SUNAT, es chileno: NOTA NUESTRA).
COMO FUNCIONAN LAS MODALIDADES
DURA Y BLANDA DE DOMINIO
Como hemos
señalado, Chile tiene bajo la manga dos cartas; una de juego duro (invasión
militar) y otra de juego blando (presión militar y política más sobornos).
Contrariamente a lo que muchos puedan pensar, ni Chile ni sus sirvientes de la
derecha peruana que lo secunda están de acuerdo con este proceder (juego duro),
por tres razones: a) crearía para su amado Chile problemas políticos,
diplomáticos y de imagen internacional; b) crearía crisis de identidad en el
bando de militares peruanos prochilenos que gozan con la dominación de Chile en
el Perú (si ellos veneran el monumento al maricueca chileno Arturo Prat Chacón,
¿cómo sería posible que Chile les pague su lealtad de esa manera?); c) las
guerrillas y milicias populares recalcitrantes que enfrenten una invasión
chilena de todas maneras arremeterían contra los causantes del problema, que
son los políticos, empresarios y diplomáticos cipayos de Chile. Este es un
espejo en que ningún agente de Chile quiere mirarse; serían diezmados y
expulsados del Perú.
Por lo expuesto,
la forma en que actualmente los chilenos obtienen lo que quieren es la segunda
(presión militar y política más sobornos), que les asegura, como demuestra la
sentencia de La Haya, ganancia de tierra y mar y dominio económico. Y este
método suave salva las apariencias de los políticos, diplomáticos y militares
peruanos, que ante la opinión pública aparecen defendiendo los intereses del
Perú cuando en realidad han pactado con Chile la traición.
Esto ha funcionado, hasta ahora, de la siguiente manera:
—Chile viola un tratado o desconoce derechos del Perú.
—Chile proclama sus falsos derechos.
—El Perú protesta débilmente.
—El Perú reconoce de facto el dominio chileno.
—Van a arbitraje, que invariablemente favorece a Chile.
Entenderemos
completamente la situación con una analogía individual. El ciudadano Juan Pérez
compra un terreno en una buena área urbana y tiene toda la documentación en
regla, pero no ocupa el terreno ni lo cerca. Al poco tiempo, intrusos se meten
en el terreno y lo cercan. Juan Pérez, con el título de propiedad en la mano,
va y les exige que se retiren; ellos se ríen y lo botan a pedradas. Nadie sabe
si el despojado podrá recuperar su bien algún día. No hay ninguna duda de que
Juan Pérez tiene la razón, hay documentos auténticos que lo respaldan. Lo mismo
que pasó a Juan Pérez sucede ahora con el Perú: tenemos el Tratado de 1929 pero
nunca ocupamos ni demarcamos la tierra y el mar que nos pertenecen según ese
documento. Vienen los rateros chilenos, entran y les decimos: “Esa zona
pertenece al Perú según el Tratado de 1929”, a lo que responden los cacos:
“Esto pertenece indubitablemente a Chile”. El contrapunto verbal y escrito
puede prolongarse, pero está claro que el Perú ni ocupa ni cerca lo que le
pertenece. Es más, cuando el diplomático Manuel Rodríguez MacKay recomendó9 que
el Perú ejerciera soberanía en el triángulo terrestre —lo que sería ocupar y
cercar—, reaccionó con burla un miembro del equipo que fue a La Haya, Manuel
Rodríguez Cuadros, quien dijo en una entrevista en el diario La Primera del
06-02-2014: “Esa es una cosa infantil a mi juicio, porque ¿qué queremos?, ¿un
enfrentamiento armado en este momento? Eso no tiene ningún sentido”. Debemos
pensar que sí, el planteamiento que critica Manuel Rodríguez Cuadros es
infantil, porque solo los niños son francos, sinceros y honestos, libres de la
contaminación que deforma la moral de los inveterados traidores a la patria.
En cumplimiento
de ese infame pacto de entrega territorial a Chile, que corresponde al método
“suave” (sin ataque militar chileno), el gobierno peruano cumple su parte en la
farsa diciendo “El triángulo terrestre pertenece al Perú”, pero sin ocupar el
territorio (“para que no se enojen los chilenos”). De esta manera, la sosa
palabrería de gobernantes y diplomáticos peruanos tiene por finalidad dar
argumentos a Chile para que, por ser poseedor efectivo, un árbitro o jueces le
reconozcan propiedad, tal como acabamos de ver con la reciente sentencia de la
CIJ.
En los hechos, en
la frontera sur el Perú actúa como un país desmilitarizado, sin fuerza armada,
toda la iniciativa está del lado de Chile10.
En el caso del
triángulo terrestre sufrimos las consecuencias de la política peruana de
sujetarse al mandato chileno. En primer lugar tenemos lo general: el gobierno
del Perú reclama derechos en dicho triángulo pero, para favorecer al enemigo
chileno, no lo ocupa; en segundo lugar —y esto es peor— en años anteriores se
aceptó11, tras el incidente de la caseta que calculadamente colocó Chile, la
imposición chilena de que el Perú no ejerza soberanía, mediante el traidor
acuerdo de no poner soldados ni policías a menos de 100 metros de la línea
fronteriza. ¿Desde cuándo un país acepta renunciar a su soberanía solo porque
lo pide el vecino?
MILITARES PERUANOS ANULADOS
Esta desagradable
situación hace que en la frontera sur los militares, tanto en tierra como en
mar, estén con la moral baja, se sienten deslegitimados para defender la
soberanía nacional (mientras los chilenos no tienen la menor duda para amenazar
militarmente al Perú, a cada rato) y se han convertido en una especie de fuerza
policial útil para combatir a compatriotas12 como son los defensores de lagunas
y pastizales, los narcoterroristas, o los que por razones justas toman
carreteras o puentes, etc. Pero si se trata de poner en su sitio a los
chilenos, nada13; están pintados en la pared. En otras palabras —y pese a que
la población peruana anhela que nuestras Fuerzas Armadas recupere Arica y
Tarapacá y castigue ejemplarmente al enemigo chileno—, la acción militar frente
a Chile es tabú, es lo impensable, como se ve en las declaraciones arriba
citadas de un ambivalente diplomático. El miedo que los cipayos de Chile
sienten por los militares chilenos es tremendo; y la conducta generada por ese
miedo a la muerte y a perder los sobornos les sirve al mismo tiempo de coartada
y dicen: “El Perú es respetuoso del derecho internacional y opta por la
solución pacifica de los conflictos”. Claro, el empleo de la fuerza, como hace
Chile, es el recurso de quienes se sienten seguros de sí mismos (otro tema es
si los fines son defensivos o de robo territorial).
CONSECUENCIA: DIPLOMACIA
DESARMADA QUE SOLO MENDIGA
En todo el mundo,
menos en el Perú, se tiene mucho cuidado en que los enunciados de la diplomacia
estén respaldados por una doctrina militar y geopolítica acorde con los
intereses estratégicos del país y con las exigencias coyunturales. Como esa
complementación militar-diplomática no ocurre en el Perú, tenemos los
resultados a la vista: una diplomacia peruana reactiva y segundona de su
adversario, una diplomacia que por un lado, tímidamente, expone nuestros
planteamientos y posiciones al adversario (Chile) y que, por otro lado, se
deshace en zalamerías y servilismos dirigidos a ese adversario, exhortándole a
que domine el Perú, a que con la Alianza del Pacífico se haga dueño de nuestra
posición geoestratégica, a que se beneficie con el gas de los peruanos, a que
se adueñe de las mejores tierras agrícolas del Perú, etc.
Es una debacle
diplomática constante, en retroceso y con permanentes derrotas y pérdidas de
soberanía, una diplomacia que por haber renunciado al empleo de elementos de
negociación, que cede todo a Chile —posición geográfica, con la Alianza del Pacífico;
implantación de capitales; tierras agrícolas—, se abstiene de responder con
presión compensatoria (cierre de fronteras, expropiación de tierras, suspensión
de permisos de operación a Lan-Latam, etc.) a la conducta amenazante y altanera
de los chilenos.
La inacción
militar en la que el Perú históricamente renuncia a ejercer su soberanía —como
se ve ahora en el gobierno de Ollanta Humala— produce, como todos estamos
viendo, reveses diplomáticos y es requisito para que Chile aumente su dominio
en el departamento de Tacna. No se trata solamente, como creen algunos, de que
Chile quiere quitarnos el triángulo terrestre. Los chilenos van más allá, en el
fondo el triángulo no les importa mucho, podrían finalmente reconocer que es
del Perú; Chile quiere tomar control de todo el departamento de Tacna, ganando
ellos dominio efectivo mientras el Perú tendrá solo soberanía nominal o formal.
Eso lo saben el
servicio de inteligencia y el Consejo de Seguridad Nacional, pero no hacen
nada, los compromisos adquiridos por los prochilenos son fuertes y enredados,
complejos. Los agentes de Chile que mantenemos con nuestro dinero tendrían que
superar su propia y personal degeneración moral y romper con la alineación
geopolítica del Perú como apéndice de Chile, situación a la que se han
acostumbrado los políticos, empresarios y diplomáticos que protegen y defienden
los intereses chilenos en el Perú.
La gran ausente
es la ciudadanía que, desmovilizada, no defiende ni siquiera sus intereses
económicos, por ejemplo en el caso del gas, que aunque es nuestro nos cuesta
más que si viniera del Oriente Medio, y encima Ollanta Humala lo entrega a
Chile para que consuma en cantidad (es para electricidad, aparte del gas
peruano que reciben para consumo doméstico).
(*) GRUPO BASADRE.
EXTRAIDO DE
CONNUESTROPERU:
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