Lo que
nadie contará hoy sobre Auschwitz
29-01-2015
Se
cumplen setenta años de la liberación del campo de la muerte de Auschwitz, con
toda probabilidad el nombre que evoca lo más cerca que el ser humano ha llegado
a estar del mal absoluto en toda su historia. Y ya es decir.
Auschwitz, y los otros más de 50 "campos de la
muerte" diseminados por toda la Europa ocupada, evocados al unísono con
esa sola mención; y ello sin contar los casi 1000 campos de concentración
del Tercer Reich, los más de 1150 guetos y todo lo demás.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, hablar de Auschwitz continúa
siendo hoy demasiado difícil, demasiado insuficiente, demasiado sobrecogedor.
No hay texto ni palabras suficientes para abarcar lo que fue Auschwitz, y mucho
menos en un breve artículo, es verdad.
Pero, con todo, me resulta demasiado inaceptable
que incluso en el día que se recuerda el 70 aniversario de Auschwitz y de todo
lo que allí sucedió se permita olvidar que Auschwitz fue el mayor campo de
trabajo forzado de la Alemania nazi.
Y que Auschwitz fue también "IG
Auschwitz". Filial de IG Farben, el gran Cartel empresarial del momento,
formado por las empresas Bayer, HOECHST y BASF.
Y no digo el gran Cartel empresarial
"alemán", porque eso no sería verdad, no al menos hasta prácticamente
diciembre de 1941 y el ataque a Pearl Harbor.
Y no sería verdad porque, según el propio informe
oficial de la Sección de Investigación Financiera del Gobierno Militar de
Ocupación, a las alturas de 1940 del total de las 324.766 acciones que
componían el Cartel IG Farben únicamente 35.616 de éstas estaban en manos de
personas con residencia en Alemania, mientras que casi el triple de esa
cantidad, 86.671 acciones, estaban en manos de inversores de nacionalidad
estadounidense, y casi cinco veces más, 166.100 acciones, estaban en manos
de ciudadanos suizos.
Es decir, más de un 80% del capital social de IG
Farben estaba financiado desde Wall Street y Suiza frente al poco más de un 10%
propiamente alemán.
Y esa sería, precisamente, una de las razones
determinantes para excluir el procesamiento de los responsables empresariales
de IG Farben (hasta 24 altos directivos de la compañía) de los Juicios
principales de Núremberg: la dificultad para conseguir dejar fuera de la
investigación penal a otros ciudadanos de Estados Unidos, Reino Unido y otros
países.
Porque los líderes nazis fueron unos monstruos y
unos dementes, por supuesto que sí, pero algún día deberá terminarse de hablar
también de la auténtica conspiración de Farben, Krupp y otras grandes
empresas mundiales, supuestamente "alemanas" que en nombre de un
"beneficio" autoreferencial y fuera de toda sensatez y humanidad, les
ensalzaron y financiaron sin límite con más de tres millones de marcos de la
época "para que las elecciones de 1933 fuesen las últimas elecciones de la
República de Weimar" (von Schnitzler dixit) y poder hacer después
"negocios" a satisfacción con el régimen nacionalsocialista
aprovechando la "oportunidad de mercado" de la invasión de casi toda
Europa así como "instalaciones de trabajo" como Auschwitz...
Porque tal y como señalaría el fiscal Taylor en su
"indictment" durante los Juicios posteriores a Núremberg: "IG
marchó con la Wehrmacht, concibió, inició y preparó un detallado plan para
hacerse al amparo de esta con la industria química de Austria, Checoslovaquia,
Polonia, Noruega, Francia, Rusia y otros 18 países".
Y por eso tampoco debería sorprender que tras la
derrota del nazismo una de las Leyes del Consejo de Control aliado fuese
precisamente la número 9, de 20 de septiembre de 1945, específicamente
destinada a disolver el Cartel IG Farben y fundamentada, según las palabras de
su propio preámbulo, en la necesidad de “impedir que IG Farben pudiese
representar ninguna amenaza futura a sus vecinos o a la paz mundial a través de
Alemania".
Y no es que nos cupiese esperar en un día como hoy
ningún tipo de comunicado o petición pública de perdón de Bayer, HOECHST o BASF
por "IG Auschwitz", empresas éstas que, a diferencia de su matriz
Farben, sí continúan hoy existiendo.
Pero sí que considero que "IG Auschwitz"
representa un motivo muy real de preocupación acerca de la necesidad de revisar
los "límites y controles" del poder corporativo en el mundo
actual, y sobre la actual insuficiencia de los instrumentos de Derecho
penal internacional ante todo ello. Y que, un día como hoy, resulta
demasiado inaceptable, y arriesgado para un futuro que nadie desea ver
repetido, que ni siquiera se mencione la fundamental responsabilidad
desempeñada por estos otros actores empresariales en el inmenso crimen de
Auschwitz.
Miguel Ángel Rodríguez Arias. Abogado. Experto en
Derecho penal internacional.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso
del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para
publicarlo en otras fuentes.
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