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(24 de enero de 2015)
Por Miguel Aragón
ENTONCES: ¿QUE OCURRIÓ EL 7 DE OCTUBRE
DE 1928?
Si el 7 de octubre de
1928 “no se constituyó el Partido Comunista del Perú”, y tampoco “el Partido
Socialista del Perú”, por su propio peso fluye la pregunta ¿Qué ocurrió el 7 de
octubre de 1928 en la Reunión de Barranco?
Revisando nuevamente
los documentos anotados más arriba, encontramos que Mariátegui --además de
continuar en esa fecha en la fase final del trabajo de impresión del libro 7
Ensayos de interpretación de la realidad peruana, libro que se publicó el 6
de noviembre de 1928, y no antes--, asistió a la Reunión de Barranco del 7
de octubre de 1928 llevando dos documentos muy importantes. Dos
documentos que ordenaban algunas propuestas que, en lo
fundamental, ya eran de conocimiento de la mayoría de los Nueve
Asistentes a esa reunión (los que concurrieron a la reunión de Barranco
fueron: José Carlos Mariátegui, Ricardo Martínez de la Torre, Julio
Portocarrero, Avelino Navarro, César Hinojosa, Fernando Borjas, Bernardo
Regman, Luciano Castillo, y Fernando Chávez León).
Ese día, Mariátegui
presentó, en primer lugar, una Moción del Orden del día de “Seis
Puntos” (Ver libro de RMT, pag.397). En segundo lugar,
presentó una Propuesta de Programa del PS del P de “Nueve Puntos”,
documento conocido desde entonces como Principios Programáticos (Ver
libro de RMT, pag.398).
A la fecha no
dispongo de ninguna información adicional si es que ese día se presentaron
otras propuestas, y si hubo algún debate.
RMT en la pag.397 de
su libro anotó “Los acuerdos a que se llegaron, fueron:
1°.- Dejar
constituido el grupo organizador del Partido Socialista del Perú.
2°.- Se nombró
Secretario General a Mariátegui; Secretario Sindical, Portocarrero; Secretario
de Propaganda, Martínez de la Torre; Tesorero, Bernardo Regman. Navarro e
Hinojosa fueron agregados a la Secretaría Sindical.
3°.- Se aprobó la
siguiente moción de orden del día, redactada por Mariátegui (Se refiere a la
Moción de Seis Puntos)”.
A primera vista,
podemos observar que en ninguno de los Tres Acuerdos, se menciona de manera
explícita alguna decisión asumida con respecto al documento “Principios Programáticos”,
ni tampoco sobre una posible “fundación del Partido Socialista del Perú”.
En síntesis,
releyendo esa Acta de los tres acuerdos, y los dos documentos presentados por
Mariátegui, por mi parte puedo afirmar las dos conclusiones
siguientes, sobre el programa y sobre el partido:
1°) ACERCA DEL PROGRAMA
En la Reunión de
Barranco del 7 de octubre, Mariátegui presentó una “propuesta” de
Programa sin anotarle fecha, detalle muy importante a tener
en cuenta, puesto que esa era una propuesta para ser debatida ampliamente en
los siguientes meses, hasta la realización del Congreso del Partido. Al
quedar la fecha abierta, ésta fecha recién se colocaría el día de
su aprobación. Ese día 7 de octubre, no se aprobó un
Programa, como erróneamente muchos lo siguen entendiendo hasta
ahora. Lo que se presentó fue una “propuesta”, y no el Programa
“propiamente dicho”.
En las primeras
líneas de la mencionada “propuesta” de programa, Mariátegui escribió “El
Programa debe ser una declaración doctrinal que afirme” y a continuación
expuso los “Nueve Puntos”. Si leemos con atención, observaremos que Mariátegui
escribió en términos condicionales a futuro “El programa debe ser”, y no
escribió en términos definitivos y concluyentes para el momento “El Programa es”,
lo cual le hubiera dado otro significado.
Mariátegui nunca tuvo
la intención de imponer autoritariamente su propuesta de programa, sino de
escuchar otras propuestas, exponer su propia propuesta, debatirla,
desarrollarla y enriquecerla, con la participación y aportes de
todos los aspirantes a militar en el partido que se pensaba constituir, pero
que todavía no estaba constituido.
Un año antes,
polemizando con César Falcón escribió “No he fundado Amauta para imponer un
programa ni un criterio sino para elaborarlos con el aporte de todos los
hombres dignos de participar en esta empresa” (en Amauta N° 6, febrero de
1927). A fines del mismo mes, polemizando con Luis Alberto Sánchez anotó “Como
he escrito, polemizando con Falcón, mi esfuerzo no tiende a imponer un
criterio, sino a contribuir a su formación. Y, a riesgo de resultar
demasiado lapalissiano, debo recordar a Sánchez que un programa no es
anterior a un debate sino posterior a él” (en Mundial, 27 de febrero
de 1927).
A continuación, en el
mes siguiente, reiteró el mismo criterio, que era una expresión de
su estilo de trabajo proletario: “Amauta, por otra parte, en cuanto concierne a
los problemas peruanos, ha venido para inaugurar y organizar un debate; no para
clausurarlo. Es un comienzo y no un fin. Yo personalmente, traigo a este debate
mis proposiciones. Trabajaré, por supuesto, porque prevalezcan; pero me
conformaré con que influyan –en la acción, en los hechos, prácticamente—en la
medida de su coincidencia con el sentimiento de mi generación y con el ritmo de
la historia” (en Amauta N°7, marzo de 1927).
Un año después, ya en
pleno deslinde abierto y desenmascaramiento de la desviación nacionalista,
Mariátegui le escribió a Miguel Ángel Urquieta “En varias cartas a los compañeros
de México, y al propio Haya, he expuesto mis observaciones, sin conseguir que
entiendan mi punto de vista. Yo no pretendo que mi opinión prevalezca, pero en
todo caso, reclamo una decisión que sea efectivamente el parecer de la
mayoría de los elementos” (Carta de JCM a MAU del 30 de junio de 1928, en
Anuario Mariateguiano N°10, reproducida en el libro Escritos de José Carlos
Mariátegui 1928)
Ese era el estilo de
trabajo de Mariátegui, un estilo proletario, y por lo tanto un estilo
democrático, muy diferente al autoritarismo del caudillaje personalista que
pretendían imponer, primero Víctor Raúl Haya, después Eudocio
Rabines, y posteriormente a lo largo de varias décadas, otros mediocres
émulos surgidos años después, que practicaron (y practican) un estilo
totalmente ajeno a la democracia proletaria.
Es más, entre el 7 de
octubre 1928 y el 16 de abril de 1930 (día del fallecimiento de
Mariátegui) en las filas de los socialistas peruanos se habían presentado
y existían en discusión varias propuestas de programa,
y no solamente la propuesta de Mariátegui, como erróneamente piensan algunos.
De esas varias propuestas, en el Comité de Lima se prestó atención especial
y debatieron “tres propuestas de programa”.
La primera fue la
presentada por Mariátegui el 7 de octubre en la Reunión de Barranco (Principios
Programáticos); la segunda fue la presentada por Rabines el 29 de diciembre
en la Reunión de Paris (Tesis sobre la acción a desarrollar en el Perú,
ver en libro de RMT, pag.329); y la tercera propuesta fue un documento
que comenzó a circular en Lima, aproximadamente en el segundo trimestre del año
1929 (La copia de esta tercera propuesta, sin autor conocido, está
incluida en el libro Pensamiento Comunista. Antología, publicado
por Alberto Flores Galindo el año1982). Salvo algunas presunciones por
confirmar, hasta ahora no he encontrado ninguna referencia válida
sobre el nombre del autor de esta tercera propuesta.
Lo cierto, inocultable, y que siempre deberíamos tener en cuenta, es que
en las filas del Comité de Lima, y de los otros comités de provincias y del
extranjero, había un desarrollo desigual entre los adherentes al
socialismo peruano. Mariátegui era plenamente consciente de ello, y así lo
entendía. Después de la Reunión de Barranco, todavía no se había
desarrollado un mismo nivel de comprensión de las propuestas en debate. Lo cual
se puede comprobar incluso entre los militantes que suponemos eran los más
avanzados e inicialmente más identificados con las propuestas de Mariátegui.
Tal es el caso de Hugo Pesce, quien por méritos propios fue elegido
para asistir como representante de los socialistas peruanos ante la Conferencia
Comunista Latinoamericana realizada en Buenos Aires durante el mes de junio de
1929.
El grado de
incomprensión en que se encontraban, se puede observar en el contenido de
la carta escrita por Hugo Pesce el 25 de junio de 1929 desde
Buenos Aires, y dirigida al Grupo de Paris. En esa carta les informó: “La
llegada de su carta del 29 de diciembre de 1928 (carta enviada por Eudocio
Rabines) vino a alentarnos más en la labor iniciada, coincidiendo plenamente
los puntos de vista de los compañeros de Paris a nombre de los que Ud nos
escribió, con los nuestros”. Y agregó “En una reunión que tuvimos, la
célula de Lima, en Octubre 1928 en el Barranco, acordamos unos puntos de vista
que seguramente le habrán sido remitidos, pero de los que le adjunto una copia.
Siguen estos siendo la base fundamental de nuestra orientación”,
y luego complementó “con respecto al programa, hemos leído a los compañeros el
Programa enviado por Ud en fecha 29 de diciembre próximo pasado. Ha sido
aprobado en su contenido, con unas cuantas modificaciones formales. Sin
embargo hemos acordado redactarlo en forma más amplia, contemplando otras
particularidades (…)” (ver libro de RMT, pag.483).
Podemos observar que Pesce, por un lado, afirmó que
“los puntos de vista acordados en Barranco siguen siendo la base fundamental de
su orientación”, y por otro lado afirmó que “el programa, enviado por Rabines,
ha sido aprobado en su contenido con unas cuantas modificaciones formales”.
Para ese entonces, ocho meses después de la Reunión de Barranco, todavía no se
percataban de las diferencias existentes entre ambas propuestas.
Mariátegui era
plenamente consciente de ese desarrollo desigual de la militancia, pero no
interfirió ni pretendió cortar el debate de las diferentes propuestas, sino que
orientaba el trabajo de educación en un largo de contrastación y debate. Esa
era la realidad y esa era la tarea entre 1928 y 1930.
Las diferentes
facciones surgidas de la implosión del PCP (que en algún momento
llegué a contabilizar que eran cerca de treinta matices
en los años ’70 y ‘80) y que en su conjunto se reclamaban “continuadores
de Mariátegui”, en ninguno de sus ya numerosos Congreso y Conferencias
Nacionales realizados en los últimos setenta años, nunca se tomaron el
trabajo de estudiar, debatir y fijar una posición definida con respecto a la Propuesta
Programática dejada por Mariátegui. Me pregunto ¿Con que derecho ellos se
reclaman continuadores y seguidores de Mariátegui, si ignoran lo más sustancial
de su legado: la propuesta de Programa?
La propuesta
programática de Mariátegui, entre otros documentos, además del libro 7
Ensayos…, necesariamente incluye: Principios Programáticos
presentado el 7 de octubre de 1928, Principios de Política Agraria Nacional
del 1° de julio de 1927, Editorial Aniversario y Balance de
setiembre de 1928, Moción del Orden del Día del 7 de octubre de 1928, y
las Tres Tesis de Mayo de 1929 (Tesis sobre la Situación Económica,
Tesis sobre la Cuestión Indígena, y Tesis sobre la Lucha Anti-imperialista).
En síntesis, la amplia Propuesta Programática desarrollada por Mariátegui no
fue aprobada en la Reunión de Barranco, ni en ningún otro evento posterior. Su
estudio, debate, revisión y aprobación es una tarea que sigue
pendiente en las filas del movimiento socialista peruano. Ésta no es una
tarea a corto plazo, sino que será una tarea a mediano plazo, e incluso
puede ser una tarea a largo plazo. Su realización dependerá si la
generación actual, ya próxima a concluir su gestión, asume su propia
responsabilidad; o por el contrario, la delega a la nueva generación que ya
está apareciendo y luchando en las calles. La función de nosotros, los
veteranos, será la de simples y modestos colaboradores. (continuará).
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