El 5 de
octubre se realizaron las elecciones municipales en todo el país. A la fecha ya
han transcurrido tres meses, y en las filas del pueblo todavía no se tiene un
balance acertado del mencionado proceso, de sus resultados y de las
perspectivas.
Todo Plan serio,
no puede ser resultado de la imaginación o de la simple especulación, sino que
debe ser precedido y ser la consecuencia necesaria del Balance previo
del desarrollo del proceso en cuestión.
Nuestro
objetivo es participar en el proceso de definición y desarrollo del Plan
de Acción 2014-2018. Para esbozar los aspectos centrales de este plan
de acción, lo mínimo que necesariamente tenemos que hacer, es partir de “la
evaluación del reciente proceso de lucha municipal desarrollado en el lapso
2010-2014”.
En las
últimas semanas me ha llegado copia del Balance de la Lucha Electoral Municipal
en Lima, enviado por David Aguinaga, y titulado La Derrota del 5 de octubre
en Lima y sus enseñanzas, importante documento que lo reenvío como
Archivo Adjunto. De igual manera, José Félix me ha enviado copia
del Balance de Fuerza Regional que participó en la lucha electoral
en Lima Provincias, documento que reenviaré en breve. Igualmente, estaremos
alertas a la difusión de otros documentos de balance de la lucha electoral
municipal desarrollada en otros lugares del país.
El reenvío y
difusión de estos documentos entre un numeroso grupo de amigos,
justamente tiene como objetivo promover el análisis y debate serio, con miras a
contribuir de manera efectiva a precisar algunos aspectos del plan de acción de
los próximos años.
Sin pretender
entrar todavía al debate, considero necesario adelantar y precisar
algunos aspectos.
En primer
lugar, la lucha político electoral municipal forma parte de la lucha de
clases que se desarrolla en nuestro país, y para entenderla a cabalidad, sin
perdernos en los aspectos secundarios, hay que comenzar por descubrir cuál es la
contradicción principal en la sociedad peruana actual. El gran decenio de
reanimación de la lucha de masas desplegada entre los años 2003 y 2013, ha
venido a confirmar que la contradicción principal en nuestra sociedad sigue
siendo la contradicción entre el pueblo peruano y la clase dominante.
Pero la composición social de estos dos polos de la contradicción principal ya
no sigue siendo la misma de comienzos de la época republicana, ni tampoco
la misma de comienzos del siglo XX. En el documento enviado por Aguinaga hay
algunos elementos de análisis que contribuyen a entender los cambios
ocurridos en los últimos años.
En segundo
lugar, la evaluación de las luchas de masas desplegadas durante el Gran Decenio
2003-2013, y confirmada en la última contienda electoral municipal, nos
demuestra el desarrollo desigual de la conciencia y de la organización de
las masas en el país.
En la mayoría
de municipios y provincias del Perú profundo se percibe un mayor desarrollo de
las luchas de las masas, mientras que en Lima capital el avance es más lento.
Por eso mismo, los partidos políticos representantes de los intereses de
la clase dominante prácticamente han sido desaparecidos en la mayor parte del
país, lo que ha obligado a la clase dominante a atrincherarse en Lima,
conformando la coalición alan-fuji-castañista, para aplastar “a como dé
lugar” cualquier intento de oposición renovadora del pueblo.
En tercer
lugar, es un hecho demasiado evidente que los vencedores en las elecciones en
Lima capital y en Lima provincias han sido los partidos políticos
representantes de la clase dominante, pero también es un hecho indiscutible que
el movimiento Diálogo Vecinal ha conseguido el respaldo de más de 500
mil votos en Lima capital, y el movimiento Fuerza Regional ha
conseguido el respaldo de más de 50 mil votos en Lima provincias. Esas
cantidades (500 mil en Lima capital y 50 mil en Lima provincias) son el
principal punto de apoyo para afrontar el plan de acción 2014-2018.
Cualquier plan que se elabore de aquí para adelante, debe tener
como primer objetivo llegar y movilizar a ese amplio sector de
masas.
Coincido
plenamente con la siguiente propuesta de David Aguinaga “Luego de los resultados
electorales, las fuerzas progresistas y populares estamos en la obligación de evaluar
y de analizar con la mayor profundidad posible la naturaleza de los problemas
del conjunto de la sociedad. En el escenario político se avizora la
necesidad política de impulsar una amplia unidad de las fuerzas democráticas
y progresistas para frenar y derrotar la ofensiva de los sectores más
reaccionarios del país, como el aprismo y el fujimorismo, y para impedir la
materialización de los planes de los sectores más poderosos que sueñan con un
poder político más directo y completo.
Atentamente
Miguel Ángel
Aragón (07 de enero de 2015)
Pd.- Ver
Archivo Adjunto.
LA DERROTA DEL 5
DE OCTUBRE EN LIMA
Y SUS ENSEÑANZAS
¿Por qué fuimos
derrotadas las fuerzas progresistas?
Las elecciones regionales y municipales nos indican, de
manera nítida, que el Perú está ingresando a una fase de gran incertidumbre y
de creciente crisis política como consecuencia de los profundos problemas
sociales engendrados por la historia compleja del país, por la nueva etapa del
capitalismo, por el auge económico de los últimos lustros y por la posibilidad
de que este se agote y, en consecuencia, el país entre a un período de
estancamiento y crisis. La lucha por el poder en las elecciones del 5 de
octubre ha sido intensa y, después de muchos años, la violencia se hizo
presente a través de revueltas de descontentos o de simples acciones de quienes
han escogido el camino gansteril para obtener sus objetivos políticos.
CRISIS POLITICA DEL PAIS Y NATURALEZA DE LAS ELECCIONES
Ninguno de los partidos tradicionales, con los cuales la gran
burguesía tiene un estrecho vínculo o algunos lazos de sangre, ha tenido la
suficiente cantidad de triunfos que lo convierta en fuerza política hegemónica
nacional; al contrario, todos ellos han sufrido derrotas en casi todo el país:
AP y PPC casi desaparecen del escenario político y el APRA ha sido humillado
con nuevas pérdidas en la zona norte del país, antiguo baluarte aprista. Los
partidos emergentes, que debido a su paso por el gobierno ya han establecido
relaciones directas con la gran burguesía, también han mostrado todas sus
precariedades. Al parecer, Perú Posible tiende a seguir la misma ruta de AP y
el PPC, y hoy está muy afectado por las denuncias que pesan sobre su líder
principal, Alejandro Toledo; mientras el partido fujimorista Fuerza Popular, a
pesar de la movilización de recursos y de la crisis de sus rivales, sólo ha
conseguido victorias insignificantes; finalmente los nacionalistas prefirieron
no arriesgar y no se presentaron en las elecciones.
Los triunfadores, al igual que el 2010, han sido los
partidos, movimientos regionales y locales, expresiones políticas de las
burguesías emergentes de esos territorios, pero sin alcanzar el impacto que
tuvieron en las anteriores elecciones ya que la ofensiva desencadenada, en los
últimos meses, contra los gobiernos regionales y locales descubrieron las
entrañas corruptas de varias de esas organizaciones. Asimismo, estos resultados
representan una derrota para la gran burguesía tradicional y sus pretensiones
de imponer su dominio político completo en la sociedad; son un subproducto de
las potencialidades y las debilidades del nacionalismo, de aquella movilización
que, por casi una década, desencadenó despertando pasiones que luego se
convirtieron en frustración y desorganización por el viraje de sus líderes a
favor del status quo neoliberal.
Sin embargo, hasta ahora, los cambios del nacionalismo no han
engendrado levantamientos generalizados en el país o un viraje hacia la
izquierda como suponían algunos, sino ha provocado la profundización de la
fragmentación política acompañada de tendencias a la anarquía completa. Tal
como se ha evidenciado en los resultados de las elecciones del 5 de octubre:
los gobiernos regionales y locales seguirán en manos de movimientos regionales
y locales.
En este contexto general, la izquierda aparece completamente
empequeñecida, en particular se evidencia la extrema precariedad y la
artificialidad del proyecto del Frente Amplio. La izquierda, no ha podido ni
siquiera perfilarse como una inicial fuerza nacional ya que sus triunfos son
muy pequeños en comparación a sus aspiraciones. En Lima, entre otras cosas,
como un subproducto de una política aventurera cimentada en fantasías
políticas, las fuerzas progresistas de izquierda han sufrido una derrota muy
severa. En Cajamarca se consiguió una victoria importante, pero no a nombre del
FA porque los líderes del MÁS no dieron ninguna muestra de compartir el poder.
En medio de estos desencuentros, está claro que en Cajamarca triunfó el pueblo
contra la empresa Yanacocha, el proyecto Conga y la arbitrariedad del gobierno
al promover la detención de Santos sin respetar el debido proceso. El pueblo
considera a Santos como un hijo suyo, como uno de los líderes más importantes
en defensa del agua y de la tierra. Su detención profundizó y aceleró las
definiciones de las organizaciones de izquierda que, finalmente, en su gran
mayoría cerraron filas en torno a la candidatura del MAS.
Hoy, el pueblo espera que se esclarezca, a través de un juicio justo, el nivel de responsabilidad de Santos en los hechos planteados por las acusaciones en su contra.
¿Qué puede ocurrir en el país después de estos resultados
electorales? Lo que ocurra, dependerá del desarrollo de la lucha política, de
la actividad del conjunto de los actores sociales y políticos y, en última
instancia, dependerá de la evolución de la economía del país. En el escenario
se avizora una nueva oleada de la crisis económica internacional que esta vez
puede afectar seriamente a los grandes países emergentes, como China y Brasil,
a los que el Perú está muy vinculado actualmente. Después del 5 de octubre, la
gran burguesía tendrá que resignarse a seguir compartiendo el poder con la
burguesía emergente. Es probable, que los nacionalistas intenten sacar provecho
de los resultados electorales, al haberse evidenciado la precariedad de sus
rivales y enemigos. La extrema derecha, expresada en el fujimorismo y en el
aprismo, tal vez se desespere y pretenda pescar en rio revuelto, precipitando
sus planes para retornar al poder. Los burgueses emergentes pueden celebrar sus
nuevas victorias y, los más ávidos, intensificar sus fechorías con el intento
de seguir enriqueciéndose antes que se acabe el período de prosperidad. Sin
embargo, las victorias de los burgueses emergentes, hoy más pragmáticos y
ambiciosos, tal vez solo representen el anuncio o la antesala de la rebelión de
los pueblos, de los trabajadores, de los campesinos, de los jóvenes, de las
capas medias democráticas por retomar la lucha por la democracia, la
honestidad, el progreso y la independencia nacional.
DE UNA VICTORIA SORPRENDENTE A UNA DERROTA
ESTREPITOSA EN LIMA
¿Cómo es posible que Susana y las fuerzas progresistas que la acompañamos hayamos sufrido una derrota tan severa? Como anunciaron casi todas las encuestadoras, Castañeada obtuvo 50.77%, Susana fue relegada al tercer el lugar con un 10.7 % y, sorprendiendo a tirios y troyanos, el aprista Cornejo se ubicó en el segundo lugar con un 17. 64%. Heresi, después de tanto alarde por ubicarse entre los primeros, tan solo alcanzó 5.94 %; los demás partidos obtuvieron cifras que oscilaron entre 1% y 3%, entre ellos están el partido Fuerza Popular y el PPC que no superaron el 3%. Cabe destacar que, para el PPC, esos resultados representan un completo desastre.
Tomando estas cifras en su conjunto, se constata que el
electorado tenía una posición definida en contra de Susana y de su gobierno, en
particular esta fue la actitud que asumieron los sectores populares. Por
ejemplo: mientras en Ate, Solidaridad Nacional obtenía el 50.33%, Diálogo
Vecinal sólo conseguía el 10.08%; esa misma relación nos muestran los
resultados en Comas (60% y 8.5%), en San Juan de Lurigancho (52.57% y 10.54%),
San Martin de Porres (52.7% y 10.5%), San Juan de Miraflores (50.72% y 10.27%)
y Villa El Salvador (62.19% y 10.5%) En relación a la esperanzadora victoria
del 2010, se produjo un vuelco histórico y político. Estos resultados fueron
producto de una suma de factores que hay que evaluar con profundidad; en esta
ocasión consideramos importante enfatizar la reflexión sobre los factores
internos, es decir sobre la naturaleza de los procesos internos y
contradictorios del gobierno progresista desarrollado en Lima.
La victoria del 2010 fue una gran conquista de las fuerzas
progresistas; fue sorpresiva, pero no fue un regalo caído del cielo ya que fue
el resultado de la lucha de hombres y mujeres, de veteranos y jóvenes,
encabezados por Susana, que desarrollaron una intensa lucha en un momento de
crisis política y que, gracias a la misma, pudieron aprovechar las
circunstancias imprevistas. El triunfo, ya de por sí fue trascendente, pero lo
más trascendente fue que instauró un gobierno municipal que planteó reformas
progresistas que abrieron la posibilidad de iniciar una gran transformación de
nuestra ciudad y, de este modo, también de la política y la cultura de Lima que
podía tener un impacto en todo el país. Susana, tuvo la sabiduría de convocar a
intelectuales democráticos y progresistas de diversas tendencias para
desarrollar el plan inicial presentado en las elecciones, de este modo se
elaboraron proyectos que fueron más allá de las ideas iniciales. Con todas
estas propuestas, Susana estableció en la MML un sistema de gobierno
transparente y democrático que abrió las puertas del municipio a las
organizaciones populares, hecho que no había ocurrido desde los tiempos de
Barrantes.
El año 2010, la ciudad ya estaba atrapada por la crisis, el
caos y un sistema de transporte obsoleto que agudizaba los problemas de
convivencia y obstaculizaba todas las actividades económicas y sociales. Lima
necesitaba cambios urgentes. La campaña de Susana despertó esperanzas en todas
las clases sociales y, en el tramo final, también en los sectores populares
que, con una gran dosis de desesperación y de utopismo, la apoyaron pensando en
resultados muy inmediatos. La derrota de este año se incubó en aquellas
ilusiones del 2010, las que al frustrarse se convirtieron en un voto pasional
contrario. A pesar de este hecho, Susana Villarán pasará a la historia como la
gran reformadora de la ciudad de Lima, como aquella mujer iniciadora de su
etapa de modernización del siglo XXI, la que podrá visualizarse con claridad en
los siguientes años.
LA CONTRADICCION ENTRE LAS REFORMAS Y EL PODER MUNICIPAL
Los mismos
sondeos del equipo de campaña, ya habían detectado que en la mayoría de la
población había una aprobación de las reformas, pero no una aceptación en la
misma proporción de Susana. El problema es que estos especialistas, ni otros
que estaban cerca a ella, en absoluto pudieron explicarse los motivos de esta
contradicción. La verdad, tampoco quisieron escuchar a quienes intentamos
plantearles estos problemas. La cuestión de fondo, es que el proceso
progresista tuvo problemas congénitos que no fueron comprendidos ni menos
superados. Hoy en día, tal vez la derrota abra la posibilidad de que los
reformadores, mostrando mayor lucidez, puedan entenderlos. Por los resultados
de las elecciones y por los abundantes hechos- que debemos reconstruir de un
modo adecuado, serio y profundo- es evidente que los que dirigieron la MML no
ejercieron bien el poder; por lo menos, no lo hicieron de acuerdo a las
dimensiones históricas y políticas que les planteaban las reformas en marcha.
Este problema esencial, se expresó bajo la forma de una contradicción entre las
reformas y el modo cómo estas fueron implementadas. No cabe duda, que todos los
partidos de la Confluencia que ganó las elecciones del 2010 tenemos
responsabilidad, en mayor o menor medida, en este hecho fundamental.
Quien tuvo el
control del poder real de la MML fue un reducido núcleo de técnicos y
políticos, que se colocó por encima de las fuerzas políticas y sociales que
ganamos las elecciones el 2010, y que siempre se movieron con una gran dosis de
fantasía e hiperactividad. Después de la victoria casual del 2010, ilusamente,
se declararon la primera fuerza política del país y, en un exceso de
entusiasmo, participaron en las elecciones generales del 2011. Luego de sus
intentos fallidos en la lucha presidencial y congresal, y de todas las
conmociones ocasionadas por esa aventura, tuvieron la posibilidad de
concentrarse en la elaboración y el impulso de los grandes proyectos para
cambiar nuestra gran ciudad en crisis. Lamentablemente, asumieron estas responsabilidades
con una visión tecnicista y tecnocrática; es decir se disponían a impulsar
cambios en la ciudad siguiendo un camino que entraba en contradicción con la
misma cultura democrática promovida por la MML y que, peor aún, también estaba
en abierta contradicción con las expectativas de los sectores populares.
En la aplicación de las reformas, no tomaban en cuenta,
plenamente, la realidad porque no comprendían de manera cabal el tipo de ciudad
que pretendían cambiar. Por diversas circunstancias, la mayoría de ellos no
comprendió la refundación histórica de la ciudad de Lima iniciada en la década
del 50 que resultó en una nueva ciudad construida por los provincianos, en su
mayoría de origen campesino, que reemplazó de manera definitiva a la Lima
aristocrática que la etapa republicana, por mucho tiempo, heredó de la época
colonial.
Esta ciudad emergente, ya en crisis a fines de la década del
70 y después de años de estar agobiada por la extrema precariedad, colapsó por
completo presionada por las poderosas fuerzas materiales y sociales despertadas
por el auge económico después del 2000. Había que modernizarla como ya lo venía
haciendo, sin elecciones y todos los días, el nuevo desarrollo de gran
industria capitalista.
La cuestión era impulsar, desde la municipalidad, la
modernización progresista tomando claramente partido por la ciudad emergente de
todas las sangres y considerando principalmente a los pobladores de los cerros
que el 2010 decidieron apoyar a Susana, descartando a Lourdes Flores. Había que
modernizar Lima inspirándose en su historia integral, luchando por construir
una realidad en la que ningún grupo étnico, ni abierta ni sutilmente, sea
excluido y comprendiendo que la población principal de Lima, y de todo el Perú,
está compuesta por los descendientes de los pueblos originarios del Perú. Más
aún, siendo conscientes de que las diferencias sociales (que se han
profundizado en estos años de bonanza económica) y étnicas en Lima son más
intensas que en cualquier otro lugar de nuestra patria. En nuestra ciudad, un
sector social vive al mismo estilo de los países más desarrollados, mientras
otros lo hacen como si estuviesen en cualquiera de los países más atrasados del
planeta.
Además, en ningún instante podía ignorarse, que por lo general los más ricos en el Perú siguen teniendo principalmente orígenes étnicos europeos, mientras los más pobres son indo mestizos. ¿Los reformadores de la ciudad tuvieron en cuenta todos estos problemas? Claro, ellos no crearon estas diferencias, pero no podían ignorarlas.
En un contexto tan complejo, que era aprovechado todos los
días por los conspiradores y por los enemigos de las fuerzas progresistas, el
poder municipal tenía que ejercerse con audacia y sensatez. La lucha por
cambiar una ciudad como Lima, acabar con el caos y desarrollar una lucha contra
la llamada cultura combi, exigía un manejo excepcional del poder municipal que
como sabemos no tiene la misma fuerza del gobierno central. El gobierno de
Susana, en las formas, es infinitamente más democrático que el de Castañeda;
pero el desarrollo de la historia del país, de la ciudad y las mismas reformas
planteadas por el gobierno progresista le exigían actuar de manera mucho más
democrática. Sin duda, eran utópicas las fórmulas de algunos radicales que
insinuaban la necesidad de impulsar el poder popular; sin embargo, la
intensidad de la lucha sí exigía que el gobierno liderado por Susana, basándose
en todas sus facultades y competencias, promoviera un poder municipal
progresista con la participación activa del pueblo organizado. Pero ello no
ocurrió, los gérmenes de esta participación que se expresaron el año 2012, con
las movilizaciones organizadas por la Confluencia por Lima y la Coordinadora
Ciudadana por Lima, fueron desorganizados por diversos operadores políticos
que, en la práctica, actuaron en contra del poder municipal progresista. Las
formas democráticas se limitaron a los restringidos ámbitos de la Municipalidad
y a los innumerables actos dominados por el simbolismo democrático
participativo, que no permitían una real y efectiva participación popular y
ciudadana que hiciera sentir a la gente que el gobierno de Susana Villarán era
su gobierno porque gobernaba para las grandes mayorías.
Esa política elitista, tuvo su punto de partida, a la vez que
su expresión concentrada, en la negación permanente o la minimización del rol
de los partidos y, sobre todo, del espacio de unidad de la Confluencia en las
tareas de gobierno de acuerdo al mandato de las urnas el 2010. Los que ejercían
el poder permanente eran los técnicos que no tenían un contacto político
orgánico directo con la población ni con los sectores populares, que tampoco
participaban en los niveles de dirección de la Confluencia y solo dependían de
la autoridad de la Alcaldesa. Este estilo elitista de ejercer el poder real,
justificado con el principio de no compartir la gestión municipal porque era un
trabajo eminentemente técnico, no solo precarizó a la Confluencia, sino también
impidió la organización del pueblo lo que imposibilitó el control político de
los altos funcionarios de la Municipalidad. Asimismo, obstaculizó el necesario
impulso del frente único más amplio, con otras fuerzas sociales y con los otros
niveles del Estado, imprescindible por la precariedad del poder municipal y por
la conspiración permanente de las fuerzas reaccionarias que al final lograron
arrastrar al gobierno municipal al fatídico referéndum del 17 de marzo.
Los resultados electorales del 17 de marzo lograron mantener
a Susana como Alcaldesa de Lima, pero, al ser revocados casi todos los
regidores, era evidente que esta victoria encerraba una gran derrota política.
Sin comprender este resultado, en lugar de que se imponga la sensatez y la
cordura, se profundizó una percepción incongruente con la realidad y una acción
política muy errática que llegó a extremos inadmisibles: desde el poder
municipal se impulsaba la política de reformas y modernización de la ciudad que
exigía promover una alianza muy amplia de clases y partidos; sin embargo,
apoyándose en este poder municipal, se organizaba con frenesí el Frente Amplio
de Izquierda, encabezado por sus líderes históricos, sectarizando
simbólicamente el proceso progresista en abierta contradicción con la
naturaleza de las reformas. El logro más importante de este esfuerzo, no fue
construir el frente nacional de izquierda al que aspiraban sus entusiastas
promotores, sino en haber precipitado la pérdida de los últimos espacios de
poder que tenía la Confluencia en la MML, ya resquebrajado por completo por los
efectos de la revocatoria. La pérdida de la pequeña porción de poder que tenia
la Confluencia en la MML, fue uno de los preludios más importantes y decisivos
de la derrota del 5 de octubre; así como la desorganización de las masas, en
particular la de los activistas del MST que lucharon por la defensa de la
gestión el año 2012, fue la antesala de la revocatoria de los regidores.
LA PARTICIPACION EN LAS ELECCIONES DEL 5 DE OCTUBRE
LA PARTICIPACION EN LAS ELECCIONES DEL 5 DE OCTUBRE
Los últimos capítulos de esta historia contradictoria del
proceso progresista en Lima se vivieron los meses previos a las elecciones del
5 de octubre. En Lima, estaba planteada la lucha por preservar el poder
municipal progresista. Sin embargo, los primeros que salieron a oponerse fueron
los promotores del Frente Amplio quienes, confundiendo sus sueños con la realidad
y sin tomar en cuenta el proceso de acumulación de fuerzas que se había logrado
en torno al poder municipal, obstinadamente consideraban que lo principal en la
lucha electoral de este año era promover el proyecto del FA. Ante esta presión,
inevitablemente estallaron las tensiones entre el espacio del FA y la
Confluencia. Como se ha demostrado en todo el proceso electoral, el carácter
nacional del primero era muy relativo, extremadamente precario y hasta
fantasioso. En verdad, se trataba de la pugna entre dos confluencias que
disputaban un solo espacio.
Ambos tenían un carácter fundamentalmente limeño. La
diferencia era que, en relación al poder municipal, el FA era artificial y la
Confluencia, a pesar de todas sus debilidades, era real; tal como quedó
demostrado en la reciente campaña electoral, en las elecciones del 24 de
noviembre y en la lucha contra la revocatoria. En todas estas ocasiones, varios
de los llamados partidos nacionales mostraron que ni siquiera tenían la fuerza
de una organización metropolitana.
Después de largos meses de tensiones entre el Frente Amplio y
la Confluencia por Lima, se precipitaron sucesivas rupturas hasta que
finalmente se constituyó la, improvisada y precaria, plataforma electoral
Diálogo Vecinal que hizo posible la lucha electoral por la defensa del poder
municipal y las reformas.
Posteriormente a la separación del Frente Amplio y la
Confluencia por Lima y del desplome de la plataforma electoral promovida en
torno al FA, por la salida de Tierra y Libertad con el argumento de que no
aceptaban una alianza con Perú Posible, Susana Villarán fatigada y perturbada
por la intensificación de la campaña de las fuerzas reaccionarias, por la
crisis de la izquierda y siguiendo sus propias reflexiones, tomó la decisión de
atreverse" a participar en las elecciones, asumiendo una postura de total
independencia frente a los partidos y colocándose políticamente en el centro
nebuloso.
Existía un acuerdo inicial entre el FA y PP, mediante el cual
se le daba grandes concesiones a los chakanos. Con el desplome de la plataforma
electoral del FA, estos compromisos quedaron en el aire. Al conseguir, casi al
cierre del cronograma electoral, el apoyo del movimiento Diálogo Vecinal, que
formalmente no tenía una explícita y definida identificación política, se abría
la posibilidad de replantear los acuerdos con Perú Posible e impulsar un
plataforma amplia en la cual participaran representantes de las organizaciones
de izquierda, de las organizaciones populares y de las tendencias de la derecha
democrática. En estas nuevas circunstancias, en lugar de modificar los acuerdos
iniciales con Perú Posible, se cometió el grave error de mantenerlos y, más
aún, darle mayores espacios. Coincidentemente, en ese nuevo momento se disolvió
de facto, al suspender eternamente sus reuniones, la comisión política que,
supuestamente, representaba a la Coalición Democrática y en la que participaba
la Confluencia por Lima.
Con los tiempos electorales por agotarse, desde las alturas
del Olimpo se tomaron decisiones que, en lugar de ampliar las fuerzas y
despertar nuevos entusiasmos, profundizaron la desorganización y aumentaron la
amargura de los descontentos. Los de arriba, decidieron entregar a Perú Posible
y a algunos otros movimientos fantasmales espacios electorales vitales de la
ciudad y de este modo, impidieron la lucha y la movilización de las fuerzas que
estaban vinculadas muy estrechamente al poder municipal. Los candidatos
afortunados con estos regalos, en agradecimiento a semejante generosidad, no
promovieron la candidatura de Susana porque para estos aliados, ella ya estaba
quemada.
Como una ironía de la vida o como si el mundo estuviese al
revés, después de la disolución de la comisión política de la Coalición
Democrática, a pesar que ya se había desplomado la plataforma del FA,
precisamente algunos de sus cuadros principales fueron los que se encargaron de
la administración de la campaña. Increíblemente, a la Confluencia se le cerró
toda posibilidad de intervenir en los máximos niveles de conducción política de
la campaña. Esta decisión, completamente arbitraria, afectó a la campaña; en
principio porque cerró toda posibilidad de abordar conjuntamente los problemas
de la estrategia y táctica de la misma; además afectó la dirección cotidiana de
las acciones prácticas de la campaña, en vista de que los intermediarios entre
los niveles políticos y organizativos eran personas ajenas al poder municipal.
Era un despropósito descomunal ignorar a la Confluencia ya que ella seguía
existiendo y, pese a los intentos reiterados de negarla, continuaba sus
vínculos políticos con la MML, tenía la mayoría de candidatos, era la única
fuerza política organizada a nivel metropolitano y la principal fuerza que
mantenía la lucha en los territorios, ciertamente con la participación heroica
y generosa de los miembros del Comité Juvenil.
¿Cómo pudieron ocurrir estos hechos? El tiempo aclarará
muchas de las interrogantes planteadas en relación al camino seguido por los
que se encargaron de la conducción de la campaña. Más allá de las anécdotas, la
experiencia de la lucha nos indica que lo que ocurrió en esos días solo fue el
epílogo de una historia contradictoria que comenzó el 2010. El papel de los
publicistas sólo consistió en darle forma a una conducta política del núcleo de
poder real de la Municipalidad que, ante el colapso de todas las alianzas
partidarias y ante la completa artificialidad de la Coalición Democrática, se
vio obligado a actuar de manera más activa y ,como nunca, de un modo más
abierto. Los publicistas, sólo se encargaron de organizar un artificio para que
este núcleo siga viviendo su fantasía en un momento en que la realidad la
devoraba todos los días.
Después de las elecciones, se ha deslizado la idea de que no
había posibilidades para ganar, que supuestamente el plan buscaba sólo obtener
un honroso segundo lugar. Es difícil pensar que esa haya sido la orientación.
El núcleo de dirección del poder municipal real, sólo tenía la opción de ganar,
realmente, no tenía otra posibilidad. Siguiendo la historia de los
protagonistas, lo más probable es que estas ideas solo sean una manera de negar
la contundente derrota política. En todo caso cabe preguntarse: ¿Quiénes se
atrevieron utilizar la figura de Susana para que semejante plan prosperara?
¿Acaso, estaba simplemente en juego el sueño de un proyecto, al estilo de los
promotores del Frente Amplio, en el cual ya no era prioritario la lucha por
preservar el poder municipal? ¿No será este el motivo por el que se marginó a
la Confluencia y, de alguna manera, se le dio injerencia al Frente Amplio
fragmentado? La cuestión es que si se había llegado a la conclusión de que no
había posibilidades de victoria ¿por qué sacrificar a la gran reformadora de la
ciudad? ¿A cambio de qué ilusión se embarcó Susana en un suicidio político? Sin
embargo, lo que sí está claro es que al momento de elaborar la lista
metropolitana, se colocó en segundo plano a la Confluencia y a todos los grupos
de la izquierda para priorizar a los grupos y personas ubicadas en el centro
político y a algunos otros que no respondían a ninguna organización política
constituida. ¿Estos eran los resultados que esperaban, incluso en el caso de
una derrota, las fuerzas progresistas y populares que han luchado desde el
2010? ¿Y si Susana ganaba, con quiénes pretendía gobernar la ciudad los
próximos cuatros años?
NATURALEZA DE LA DERROTA POLITICA
La derrota no surgió de noche a la mañana, fue resultado de
un proceso de años. Lo vivido en los últimos meses, fueron los últimos
capítulos de una historia que comenzó el año 2010. Como siguiendo el libreto de
una novela, los mismos hombres que se encargaron de impulsar las reformas de la
ciudad, fueron los responsables principales de la desorganización de las
fuerzas que podían luchar por la defensa y la continuidad de las reformas. El
error fundamental, fue no comprender la ciudad que se pretendía cambiar: la
ciudad de todas las sangres; el error particular, finalmente el decisivo, fue
no haber ejercido el poder con racionalidad ni con un mayor espíritu
democrático, inspirándose en la historia más profunda del Perú y en la historia
integral de la ciudad.
No hay ninguna duda de que los sectores más conservadores de
las capas altas y medias tradicionales votaron en contra de Susana y
concentraron su votación en la candidatura de Castañeda. Pero lo trascendente,
es que el día 5 de octubre se profundizó un fenómeno que ya se había revelado
el 17 de marzo del 2013: los sectores populares capitaneados por los burgueses
emergentes votaron masivamente en favor de Castañeda, como la manera más segura
de viabilizar la salida de Susana. Por las razones antes señaladas, por el
contenido altamente progresista de las reformas y por cómo estas fueron
ejecutadas por la élite municipal gobernante, la mayoría de los sectores
populares aprovecharon las elecciones para rebelarse contra el gobierno
municipal y contra las reformas urbanas. El 5 de octubre se produjo una
rebelión, no tan inesperada, de los sectores populares; una rebelión retorcida
y reaccionaria que acabó políticamente con el poder municipal progresista.
Los sectores más
conservadores de la gran burguesía, utilizando los grandes medios de
comunicación, se encargaron de darle una direccionalidad reaccionaria a esa
rebelión; sin embargo el papel decisivo fue desempeñado por los burgueses
emergentes reaccionarios. Ellos, que han logrado acumular grandes recursos económicos
con métodos legales e ilegales y tienen vínculos muy estrechos con amplios
sectores del pueblo, fueron los que se encargaron de organizarlos y
movilizarlos.
En cierto modo, como ocurrió en casi todo el país, en Lima
los principales triunfadores también han sido los burgueses emergentes: los
pequeños y medianos empresarios que hicieron fortuna en los últimos decenios en
medio de la informalidad promovida por el neoliberalismo. Ellos, les ganaron la
batalla a los reformadores de la ciudad. Susana, sin haberlo planificado,
mediante sus reformas, en particular con la reforma del transporte y los
cambios en el mercado mayorista de la Parada, precipitó la lucha de clases que
acabó con sus pretensiones de reelegirse. Sin embargo, esta circunstancia histórica
desnudó las miserias de las burguesías emergentes y, siguiendo un camino
inesperado, también descubrió la artificialidad de las propuestas y conductas
políticas inspiradas en las vivencias, los recuerdos y las nostalgias de las
capas medias tradicionales.
¿Quiénes
apoyaron a Susana? Las capas medias democráticas más progresistas y los
contingentes más avanzados de la clase obrera y los sectores populares. Es muy
probable, ante todo, el electorado de izquierda que, valorando las reformas
progresistas y la lucha democrática valiente desarrollada por Susana y
comprendiendo la necesidad de impedir el avance de las fuerzas más
reaccionarias, decidió cerrar filas en torno a la candidatura de Susana. Se
obtuvo un 10%, tan solo un 3% más que lo alcanzado en la precaria campaña del
24 de noviembre del 2013.
Considerando el conjunto del proceso progresista y la
pretensión de conseguir la reelección, como una forma concreta de preservar el
poder municipal, los resultados representan una inocultable gran derrota política.
Si lo vemos como una referencia política, es probable que esa cifra exprese el
10% que hoy tienen las fuerzas progresistas de izquierda en Lima. Hoy, es
difícil saber si ese 10% pertenece únicamente a Susana, como dicen algunos, o
es el voto duro de la izquierda, como sostienen otros.
EL PAPEL DEL NUESTRO MOVIMIENTO SOCIALISTA EN
EL PROCESO PROGRESISTA DE LIMA
Nuestro Movimiento Voz Socialista ha participado de manera
muy activa en el proceso progresista de estos cuatro años. Pese a que no tuvo participación
en los altos niveles de dirección ejecutiva del gobierno metropolitano, nuestra
organización luchó de manera firme y permanente todo este tiempo. Actuamos así
porque comprendimos plenamente la necesidad de los cambios en la ciudad y
además siempre valoramos el liderazgo de Susana Villarán en este proceso. En
todo este tiempo, no nos limitamos a apoyar. Siempre, desde los niveles en los
cuales participábamos- el Concejo Metropolitano y la Confluencia- y en la
medida que las circunstancias nos permitieron, intentamos modificar el rumbo
del proceso progresista a fin de superar sus limitaciones y corregir sus
errores. En varios momentos nuestra lucha fue solitaria, en particular desde el
instante en que el Frente Amplio invadió los espacios del poder municipal.
No somos responsables de la orientación elitista que tuvo el
proceso progresista, pero sí es justo reconocer que nuestro movimiento también
tiene responsabilidad en el curso de estos acontecimientos. A pesar de la lucha
intensa que desarrollamos, nos faltó mayor fuerza y consciencia. Es preciso
aceptar, que nos faltó una mayor preparación y capacidad de organización para
resolver los problemas teóricos y prácticos que planteamos sobre las reformas a
lo largo de estos años. Sin embargo, lo más importante y decisivo, es que nos
faltó luchar con mayor fuerza, persistencia, serenidad y energía para
intervenir de manera más activa y directa en los espacios de la MML, así como
para vencer las murallas que nos colocaron aquellos núcleos que, por convicciones
ideológicas o por simple sectarismo, siempre obstaculizaron nuestra
participación. Aún así, luchamos con firmeza y consecuencia. No hemos sido, ni
somos perfectos, pero podemos decir que cumplimos con nuestro deber ante el
pueblo. Sin embargo, no fue suficiente lo que hicimos. La experiencia nos
enseña de manera muy clara: ¡para ejercer el poder, hay que ser parte del
poder!
Siguiendo ese camino de lucha y de compromiso con la ciudad,
como continuidad de nuestra larga historia, participamos en el último proceso
electoral a pesar de que no estuvimos de acuerdo con la política de alianzas ni
con el tipo de dirección que se ejerció en la campaña. Las circunstancias de la
campaña nos obligaron a ser cautos, por eso desarrollamos nuestras críticas oportunamente
y en los marcos internos; teniendo siempre cuidado de no generar con ellas una
mayor desorganización de las fuerzas, ya muy precarias, que estaban en plena
lucha.
Por encima de todos nuestros desacuerdos y enojos, había la
imperiosa necesidad de luchar. Cuanto más incierto se tornaba el escenario
electoral, se nos exigía mayor consciencia y energía para continuar en la
lucha. No fue nada fácil soportar las conductas políticas erráticas y sectarias
que se imponían desde los órganos de dirección de la campaña. Teníamos que
defender el poder progresista municipal. No podíamos permitir que las fuerzas
reaccionarias avanzaran en la ciudad y en el país.
LA NECESIDAD DE EVALUAR Y CONTINUAR LUCHANDO.
Luego de los resultados electorales, las fuerzas progresistas
y populares estamos en la obligación de evaluar y de analizar con la mayor
profundidad posible la naturaleza de los problemas del conjunto de la sociedad.
En el escenario político se avizora la necesidad política de impulsar una
amplia unidad de las fuerzas democráticas y progresistas para frenar y derrotar
la ofensiva de los sectores más reaccionarios del país, como el aprismo y el
fujimorismo, y para impedir la materialización de los planes de los sectores
más poderosos que sueñan con un poder político más directo y completo.
La experiencia cotidiana y los resultados electorales del 5
de octubre, nos indican, de manera muy clara, que la gran burguesía tradicional
y la burguesía emergente amenazan con arrastrar a toda la sociedad a un estado
de completa decadencia. En circunstancias en las que se desarrolla uno de los
períodos de auge económico más importante que ha profundizado, a niveles
extremos, las desigualdades sociales y en un momento en el cual las
instituciones del Estado están en crisis, el bandidismo de arriba sirve de
ejemplo para la proliferación del bandidismo de abajo; empujando a la sociedad
a su completa barbarización, como nos lo muestran las noticias plagadas de
casos de corrupción por doquier. ¡Nuestra patria está en peligro! Ante esta
situación, las fuerzas más conscientes de la izquierda, sacando lecciones de
las victorias y derrotas, debemos promover la más amplia unidad de las fuerzas
progresistas del país, pero al mismo tiempo debemos seguir luchando por forjar
la unidad popular y patriótica de los trabajadores y de todos los pueblos del
Perú. La renovación y la unidad de las izquierdas, no puede ser un proceso
artificial que ignore la historia ni los procesos objetivos y subjetivos de la
maduración política del pueblo. Nuestro movimiento, defendiendo y desarrollando
sus convicciones socialistas, está por la renovación de una izquierda que luche
en el seno del pueblo y asuma sus responsabilidades en todas las causas
progresistas.
****
Lo que ocurre en
el Perú, es parte de procesos globales que se desarrollan a nivel mundial. La
humanidad vive uno de sus momentos más contradictorios: Luego de haber
alcanzado las conquistas científicas y tecnológicas más importantes de su
historia, en el marco de un dominio casi completo del capitalismo, desde el
2008 se ha iniciado un período de gran incertidumbre mundial provocado por las
sucesivas crisis económicas, las grandes conmociones sociales, las rebeliones,
la nueva proliferación de grupos terroristas de diferente signo y las guerras
imperiales que estallan en cualquier parte del planeta. Nuestro movimiento,
frente a este mundo capitalista en crisis que empuja a la humanidad a la
barbarie, ha luchado y seguirá luchando por un futuro socialista, por una
sociedad en la que no impere la explotación ni la opresión de ningún tipo. Un
nuevo mundo, es posible. Una patria en la que impere la verdadera justicia
social y la democracia, es posible.
Lima, 21 de octubre de 2014.
David Aguinaga
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