12.10.2018
La economía mundial se encuentra al
borde de un nuevo colapso financiero. Así lo establece el Informe de
Estabilidad Financiera 2018 que el FMI hizo público en Bali en su cumbre anual.
Un anuncio que además pone en el centro de la diana a EEUU como el gran
perdedor de la guerra comercial que inició el presidente, Donald Trump.
En un lugar donde los tsunamis, los terremotos, y los temporales de
fuertes lluvias son moneda común, el FMI decidió reunirse para anunciar el
pronóstico de la catástrofe económica que se avecina, y que tendrá en EEUU a
uno de sus mayores damnificados por varias razones, y de cuyos orígenes es el
único responsable. Y lo peor de todo: el propio presidente de EEUU es el
causante de uno de los gérmenes –aunque no quiera admitirlo–, pero sí parece
advertir otro de los posibles orígenes de la debacle total.
Los números del informe de la entidad
hablan de una deuda mundial que en plata asciende a 182 billones de dólares, y
en proporciones, ya apunta a lo bíblico: se sitúa en un 60% por encima del
momento en que se produjo la última crisis financiera. El cóctel dantesco ya
está servido, y uno de sus ingredientes es la incapacidad de reformar el
sistema bancario, que está abriendo la puerta a una crisis financiera a escala
global.
Y aquí viene uno de los talones de
Aquiles que pone de relieve el documento presentado por FMI: los Gobiernos de
muchos países, al igual que los reguladores financieros, fueron incapaces de
realizar las reformas necesarias para proteger el sistema financiero ante la
actividad temeraria de banqueros y asesores en finanzas.
Más
información: FMI: la expansión mundial continuará en 2018 y 2019
Así, el FMI avisa que pese a las
siete subidas consecutivas de tipos de interés realizados en EEUU, el
'adelantado' en la normalización de la política monetaria tras diez años de
expansión, la Reserva Federal no consiguió acabar con la conducta ¬especulativa
en los mercados de activos financieros.
Al
respecto, el economista José Luis Carretero Miramar entiende que "estamos
en un momento en que no se sabe cuándo, pero se sabe que más temprano que tarde
se puede acabar desatando una nueva crisis financiera y una nueva crisis a
nivel global. La resolución de la anterior crisis ha sido con alfileres, no ha
sido de fondo. Sólo se han paliado los síntomas más graves. Se ha hecho de una
manera que lo que hace es profundizar las posibilidades de que la crisis
subsiguiente vuelva a aparecer de una manera muy virulenta", avisa el
experto.
Mientras,
este miércoles, horas después de que Wall Street sufriera su peor jornada en
ocho meses, Donald Trump, criticó a la Reserva Federal por continuar con sus
aumentos sostenidos de las tasas de interés. "La FED está cometiendo un
error. […] Están demasiado ajustados. Creo que la FED se ha vuelto loca"
declaró al llegar a Pensilvania para un mitin de campaña, según Bloomberg.
Trump ya había criticado a la FED un
día antes por acelerar la suba de los tipos –que hizo pese a que la inflación
es mínima–, tras saberse que el rendimiento del bono del Tesoro de EEUU a 10
años llegó a su máximo en más de siete años. "Creo que no tenemos que ir
tan rápido. Quiero poder pagar la deuda", dijo el mandatario antes de
partir a un evento en Iowa.
Según Bloomberg, la FED planea
ampliar la expansión económica de EEUU mediante aumentos monitoreados de las
tasas de interés, que podrían provocar un déficit global de liquidez, e intenta
ejecutarlo aun con pocos signos de inflación, en parte por una prevista alza en
los salarios y los precios a causa del bajo índice de desempleo.
Carretero
Miramar remarca que "es evidente que Donald Trump y sus asesores más
cercanos se están dando cuenta de que el crecimiento acelerado de tipos de
interés por parte de la Reserva Federal puede generar problemas concomitantes a
toda su dinámica de guerra comercial, de una economía que parece que va bien,
pero que obviamente tiene unos fundamentos muy dañados".
En este sentido, el excongresista republicano Ron Paul afirmó que el reciente salto en los
rendimientos de los bonos del Tesoro de EEUU, que llegó acompañado de temores
sobre un posible aumento de la inflación, indica que el país avanza hacia una
potencial recesión y a un ritmo cada vez más rápido. Auguró que pronto se verá
una caída del 50% en el mercado de valores estadounidense.
"Nos estamos acercando
terriblemente. Me sorprendería que el año que viene no todos estén de acuerdo
con lo que estoy diciendo. […] Cuando se infla la moneda, se distorsionan las
tasas de interés, se vive más allá de las posibilidades y se gasta demasiado,
tiene que haber un ajuste", protestó el republicano ante la CNBC.
Y aunque reconoció que sus
previsiones anteriores sobre una recesión no se han cumplido, Paul afirmó que
no hay forma de prevenir la siguiente catástrofe económica y que su llegada es
sólo cuestión de tiempo.
"Básicamente
el problema es que la clase dirigente norteamericana se da cuenta desde hasta
qué punto realmente la generación de nuevas burbujas, combinada con la pérdida
de mercado, con su incapacidad de hacer aumentar los salarios, con el aumento
de los mercados especulativos, están generando una auténtica tormenta perfecta
de fondo que en algún momento se va a manifestar. En ese sentido, la economía
norteamericana va a ser muy sensible a ello, porque al fin y al cabo
básicamente depende también de sus ventas al exterior, de su capacidad de hacer
frente de una manera flexible a los nuevos desafíos del mercado, etc",
observa Carretero Miramar.
Esta semana en Bali el FMI expuso con
claridad los riesgos de una desaceleración económica global. La economía
mundial crecerá este año y los dos siguientes en torno al 2,7%, una predicción
que rebaja en dos décimas las previsiones de julio. Para la UE, la rebaja de
previsiones es de dos décimas este año buscan desnudar una pérdida de pulso en
la economía que afectará al empleo y al sistema financiero.
Entre las muchas razones para
explicar esta desaceleración que el FMI ha oficializado de hecho, el organismo
hace foco en una causa política especial: Donald Trump, por aplicar un
"proteccionismo irracional", que no sólo ha contaminado ya al 2,5%
del comercio mundial –un daño irá creciendo en los próximos meses–, sino que
inoculó un factor de incertidumbre en las relaciones económicas que envenena
tanto como los aranceles mismos.
Así, el FMI avisó a EEUU que será el
gran perdedor de la guerra comercial, al estimar que su economía será la más
perjudicada con las barreras arancelarias –tras México y Canadá–, que a medio
plazo las decisiones de Trump se volverán contra su país, y que lo que hoy es
un crecimiento floreciente, mañana se transformará en desaceleración, y quizá
estancamiento. Es decir, pan para hoy, hambre para mañana. Desde el FMI señalan
que aunque la amenaza de una crisis global es todavía una hipótesis lejana,
será más probable, cuanto más se extienda la disparatada política arancelaria
de EEUU.
Para
Carretero Miramar la economía de EEUU "a medio y largo plazo muy
probablemente enfrentará problemas, tanto por las cadenas de suministros –o por
el encarecimiento de las cadenas de valor de grandes multinacionales
norteamericanas que tienen que importar determinados elementos para poder
vender–, como por el propio hecho de que las exportaciones norteamericanas se
van a encontrar con un cuello de botella. Y sobre todo puede que sufran mucho
los sectores sociales concretos que han sido la base electoral del propio
Donald Trump, porque en gran medida las represalias de otros países se han
centrado en esos productores".
"A nadie le interesa ese intento
de recomposición de un mundo enteramente norteamericano, y a la propia economía
de EEUU le va a ser muy difícil adaptarse a un mercado estrechado, que es al
fin y al cabo lo que va a encontrar por medio de esa guerra comercial",
sentencia José Luis Carretero Miramar.
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