Frente a lo que venimos exponiendo sobre la problemática de Lima
Metropolitana por cerca de treinta años, observamos que no solo se la
identifica por su carácter centralista; sino que este centralismo se agudiza y
se torna crónico, es decir, se hará difícil acabar con dicho centralismo
asfixiante y negativo para un vivir aceptable y solidario.
En un segundo trabajo que realicé en el año 2000 sobre el tema de la
descentralización, se apreciaba que los gobiernos peruanos no le daban
importancia, aun cuando el país muestra ser geopolítico, y no se tomaba la
decisión como para establecer la política de Estado en favor del
descentralismo, a la vez no ha habido conciencia en avivar las medidas que
acaben con el centralismo, al contrario continuó con mayor intensidad desde la
segunda parte del siglo XX.
Durante el gobierno de transición de Valentín Paniagua, se preparó un
esquema destinado para que el nuevo gobierno del 2001/2006 se avocara a
estudiar planes y programas, a fin de que el congreso de la república en el
período de gobierno mencionado, presentará los proyectos de
descentralización regional, llegándose a debatir y unificar todos ellos en un
proyecto final, él mismo que fue aprobado, y del que se promulgaron las leyes
que permitiría dar inicio al proceso de descentralización regional, lo cual
representaba un avance que ha seguido hasta la actualidad, pese a que existen
muchos defectos vigentes en estas dos últimas décadas.
En las leyes aprobadas se incluía capítulos especiales que creaban el
gobierno metropolitano de Lima; asimismo, se dictaron otras disposiciones
complementarias, a fin de que dicho gobierno metropolitano tuviera todas las
condiciones para conformar a la vez un gobierno equiparable a un regional; sin
embargo, el área metropolitana que comprende la provincia de Lima se ha
desarrollado como cualquier concejo provincial de la república.
Ello significa que los concejos y alcaldes metropolitanos de Lima en
estos años del presente siglo XXI no le han dado importancia a las
disposiciones relacionadas a ser un gobierno que ejerza sus funciones y
objetivos para ser a la vez un gobierno regional y esté en disposición a que, a
partir de esta situación se convierte en el punto de ser estudiado para
reformular sus políticas públicas no solo de orden organizativo; sino que ello
conllevaría a un proceso tanto en la planificación de la ciudad de Lima, como
en priorizar los programas dirigidos a concretar los cambios que modifiquen el
nuevo accionar de Lima metropolitana, en cuanto a dar soluciones a la compleja
crisis por la que viene pasando la metrópoli.
Es este momento en que se ha elegido a un nuevo alcalde y su equipo de
regidores, sería oportuno comenzar la labor de acometer las reformas propicias
a fin de dar un vuelco que significa no sólo cumplir con la legalidad de las
instituciones, sino que daría una mayor autoridad y responsabilidad en el área
metropolitana de Lima, destinada a llevar acabo una política del buen gobierno
en lo que representa Lima ciudad en el contexto de las urbes actuales en el mundo,
y lo que significa este cambio para el desarrollo del Perú.
Lo que manifestamos no son expresiones solamente de un buen augurio que
más de las veces se desea, sino porque en este momento se cuenta con el tipo de
autoridad que merece Lima, como ha sido la elección del abogado
Jorge Muñoz Wells. Este ciudadano es portador de un recorrido en el manejo de
los gobiernos locales, en especial de un concejo distrital como el de la ciudad
de Miraflores, a la cual le ha dedicado 22 años de labor, incluido sus ocho
años de alcalde.
Jorge Muñoz ha tenido que brindar su capacidad y entrega al servicio de
una ciudad heroica, ejemplo en Lima y en la república, razón por la que
Miraflores se ha convertido en una importante ciudad dentro de la gran Lima.
Miraflores ha marchado por la modernidad, en particular en estos últimos 50
años, siguiendo este orden le ha valido que sus autoridades locales sean los
ciudadanos destacados al servicio de la comunidad e identificarse por
pertenecer a una organización que ha puesto como fin de vida la búsqueda del
bienestar, acompañado de mejoras en su estructura física y de un ambiente
ecológico idóneo para los ciudadanos.
Poner a Miraflores como ejemplo de los distritos de la gran Lima, obliga
a que ese espíritu de servicio y de entrega se replique y sea convocante en
todo el ámbito de la Lima Metropolitana. Porque como bien sabemos en estas
últimas décadas, Lima aparte de intensificar sus problemas, no ha tenido
alcaldes y regidores, ni funcionarios adhoc en la gestión de sus gobiernos.
Por tanto, en estas elecciones del 2018 se presenta la mayor oportunidad
para que se realice un cambio porque en estos últimos años sus autoridades, no
han tenido las calificaciones y méritos suficientes que direccionen a la
metrópoli por el camino de una recreación similar -con diferencias de los
tiempos- en los años que estuvieron de alcaldes, personalidades como
Bedoya Reyes, Eduardo Orrego, Alfonso Barrantes y Alberto Andrade. Ellos
militaron no sólo como personas de gran valer; sino pertenecieron a movimientos
políticos que batallaron por la institucionalidad democrática del país y de una
concepción histórica y que, durante las administraciones
autocráticas las han llamado despectivamente tradicionales.
La ignorancia del término tradicional es supina propia de quienes no
creen, ni entienden, ni entenderán al régimen de vivir en democracia. Asimismo,
hablando de las irregularidades, los candidatos a la alcaldía de Lima
metropolitana lamentablemente fueron 20; sin embargo, un significativo número
de ellos no estaban calificados para ser autoridad en Lima. Como siempre los
que tenían financiamiento -no perdían el tiempo- y otros que desde años atrás
se publicitaron como para aparecer primeros en las encuestas, entre ellos hubo
los que apuntaban como prioridad la seguridad y más parecían candidatos
dirigidos a ejercer la jefatura de la región policial de Lima o ministros del
interior los más avezados, y hubo quienes parecían postular al ministerio de
transportes en razón a su ilusión por las obras públicas y por la implantación
de los teleféricos.
Hablando de ilusiones, hubo candidatos que se sentían dueños
de la alcaldía (Renzo Reggiardo y el venerable Ricardo Belmont), según ellos no
había rivales que los alcanzarán, y se dieron el lujo de no participar en los
debates, esto para la ciudadanía se consideraba soberbia, hubo
candidato que confundió autoridad legal al reemplazarla con agresivo
autoritarismo.
Esto último resultó peligroso, y no conjuga con la democracia política
que nace en el Perú, es el caso del general retirado Daniel Urresti. Él pensó
que libre de sentencia por la muerte del periodista Bustios significaba
reforzar su candidatura, pero no fue suficiente en razonar que después de 12
años y en un segundo juicio no fue valiente en declarar
en firme quienes fueron los autores de ese asesinato, pertenece al tipo de
profesionales que por el espíritu de cuerpo no revelan ¿cómo y por qué? sus
compañeros de armas actuaron en el asesinato de Bustios; aun cuando Urresti era
hombre de inteligencia y vivía en el misma base militar, esto
representó para el ciudadano una fuerte decepción y se prestó a un sinnúmero de
dudas que llegaban a retratar la personalidad disminuida en los
valores de la verdad y de ser democrático por parte de dicho general. Auguramos
que este candidato será el último que postule en favor de los
gobiernos fuertes, se perdona a quienes no creen, ni son devotos de la
democracia.
Por último estimados amigos, a pesar del opaco ambiente de estas últimas
elecciones municipales, se observa que se han dado pasos en que los ciudadanos,
en este caso de los que residen en Lima metropolitana, están en un proceso de
recuperación de no dar su voto por un candidato el cual no mantiene el
equilibrio emocional y que hay necesidad de conocer la trayectoria del
candidato.
Aparte de los candidatos mencionados, hubo pocos de los que estaban
preparados y tenían experiencia, como Manuel Velarde y los que fueron de Somos
Perú, pero que no se acercaban al candidato como Jorge Muñoz que ganó formando
parte de una renovada militancia del partido Acción Popular, el pertenece a esa
promoción de alcaldes de Miraflores que como hemos señalado tenía
calificaciones y experiencia lograda como para ser alcalde metropolitano de
Lima.
Jorge Muñoz supo mantener la paciencia y el tiempo necesario para ir
progresando en las encuestas, caminó por toda la Lima y después de algún evento
medía su grado de aceptación de los residentes de Lima ciudad. Muñoz saca a la
luz lo que hemos puesto como título de este escrito: realista, idealista
(honesto), conocedor y con experiencia. Ello le ha permitido ganar con casi el
40% del electorado, porque reunió esas cualidades que lo distinguirían y a eso
se sumó su personalidad de estabilidad emocional y la de ser militante de una
agrupación tradicional que luce los pergaminos de haber tenido tres períodos de
gobiernos democráticos, que luchó desde su nacimiento en favor de las reformas
estructurales (década del 60) teniendo la fuerte oposición congresal
conservadora que impidió cumplir con sus ofertas de reforma; en la década del
80 enfrentó a lo dejado por el gobierno militar en la organización ampulosa del
Estado, alta deuda externa impagable; y en el año 2000 Paniagua de presidente
hizo posible la recuperación de la democracia después de la dura autocracia del
90.
Jorge Muñoz no fue el candidato improvisado que busca el alquiler
ofrecido por movimientos políticos carentes de institucionalidad y sin
experiencia en la gestión gubernamental. La ciudadanía tomó muy en cuenta el
respaldo del partido de la institucionalidad como es Acción Popular.
Jorge Muñoz supo y consiguió tener los elementos internos y externos todos
positivos de ganador y del éxito.
Fernando Arce
Meza
Surco,12 de Octubre del 2018
La del estribo: Se espera la buena administración de Muñoz, pero no se espera que
después de algunos años se vaya descubriendo que rendía cuentas en falso, como
le ha ocurrido a la señora Keiko cuando rindió cuentas a la ONPE.
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