lunes, 26 de agosto de 2019

EL CENTAURO: LA PARTE HUMANA Y LA PARTE ANIMAL DEL SISTEMA




Bruno Pontiroli

Fragmento extraído de ¿Qué es la hegemonía? 
Les communards - 30/03/2013

El artífice principal de la teoría de la hegemonía es el comunista italiano Antonio Gramsci.
[...]
Gramsci se percató de que la clase social dominante (en el capitalismo, la burguesía) ejerce su dominio no sólo utilizando al Estado para mandar a la policía a que reprima a los manifestantes o para decretar leyes contra los huelguistas, sino también mediante la ideología. Ya había advertido Marx que "las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época", pero Gramsci desarrolla el tema de forma mucho más amplia.

Según el italiano, la clase dominante tiene dos formas de gobernar: bien mediante la fuerza (mandando a la policía o al ejército), bien mediante la ideología. Así, a veces el sistema se perpetúa adoctrinando a las clases dominadas, pero otras se ve obligado a echar mano de la fuerza. Es entonces cuando vemos a dirigentes obreros (como el propio Gramsci) encarcelados y a manifestantes aporreados. Los opresores deben elegir entre difundir una ideología que les permita oprimir tranquilamente o utilizar la fuerza física y las leyes represoras. A cada situación le corresponderá un método distinto.

Es aquí donde entra el termino clave en este artículo: la hegemonía. La hegemonía no es otra cosa que un conjunto de ideas extendidas por una clase social y que pretenden que se haga aceptable el dominio de esta. Por ejemplo, la burguesía, mediante los medios que tiene a su alcance (que no son pocos) difunde la idea de que el capitalismo es el único y mejor sistema posible. La clase social dominante (o la que pretende serlo) deberá producir un consenso en el pueblo; la gente debe aceptar que ella sea dirigente de la sociedad.

Gramsci, para ilustrar esta idea, utilizó la metáfora del centauro de Maquiavelo. Así, el poder establecido sería como un centauro: con una mitad humana y agradable (la ideología, el consenso...) y con otra mitad animal y salvaje (el uso de la fuerza física). Tal y como hemos apuntado antes, la clase dominante combina tanto el uso de la ideología como el uso de la fuerza para mantener el orden establecido.

Por lo tanto tenemos el siguiente esquema:



Los intelectuales
Pero esto de crear hegemonía no es sencillo ni se hace por arte de magia. Imponer a una sociedad un consenso, es decir, hacer que la población acepte el dominio de una clase sobre otras, no es tarea fácil. El lector ya habrá adivinado que deben existir ciertas personas detrás de esta función.

Gramsci dijo que toda clase social establece junto a ella una serie de intelectuales que están a su servicio. Son los llamados intelectuales orgánicos. Para el marxista italiano algo es orgánico cuando forma parte de una organización y defiende sus intereses. Los intelectuales orgánicos pertenecen al entorno de una clase social, ya sea el proletariado (los trabajadores) o la burguesía (banqueros, grandes empresarios).

Pero en la teoría gramsciana hay muchos tipos de intelectuales. Por ejemplo, los capitalistas (o al menos una élite de entre ellos) son intelectuales en el sentido de que deben tener la capacidad de organizar la sociedad según los intereses de su clase:

Si no todos los empresarios, por lo menos una élite de ellos debe tener capacidad para la organización de la sociedad en general, en todo su complejo organismo de servicios hasta la misma organización estatal, dada la necesidad de crear las condiciones más favorables para la expansión de la propia clase, o como mínimo debe poseer la capacidad para seleccionar “los encargados” (empleados especializados) a los que se pueda confiar esa actividad organizativa de las relaciones generales externas de la empresa.

Gramsci también considera intelectuales a los que cumplen la tarea represora y administrativa del Estado y que se posicionan a favor de la clase dominante. Se trata de diputados, senadores, altos cargos policiales y militares... Cumplen la función de dirigir el aparato de coerción estatal que asegura “legalmente” la disciplina de aquellos grupos que no “consienten” ni activa ni pasivamente, pero que está preparado para toda la sociedad en previsión de los momentos de crisis en el comando y en la dirección, casos en que no se da el consenso espontáneo.

Recordemos que aunque la función represora está, en general, poco presente en las democracias capitalistas, puede utilizarse a gran escala cuando hay una crisis de régimen y quienes gobiernan pierden la legitimidad para hacerlo.

Y por último tenemos a los intelectuales por los cuales nos vamos a interesar: los que cumplen la función hegemónica. Se trata de cantantes, escritores, periodistas, maestros de escuela... en definitiva personas presentes en el mundo de la cultura, entendiendo por cultura los conjuntos de saberes, creencias y pautas de una sociedad. Estos intelectuales tampoco son ajenos a los intereses de clase, y extienden siempre una ideología acorde a los intereses de la clase que defienden (lo sepan o no).


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