19/08/2019
Los gremios empresariales del país, encabezados por
Confiep y el consorcio multinacional Southern Cooper Corporation, se dieron la
mano en los últimos días para demandar al Presidente Vizcarra, lo que ellos
llaman “cumplir con el principio de legalidad”. Fue esa la reacción de ambos
segmentos luego de la suspensión de la licencia de construcción del proyecto
minero Tía María.
María Isabel León, quien preside la entidad
patronal, actuó acompañada por la Sociedad de Industrias, la Sociedad de
Minería y Petróleo, la Banca y personalidades del grupo empresarial,
soliviantado tanto por la suspensión de la Licencia concedida al consorcio
foráneo, como por los “audios” en los que el Presidente parece convenir una
estrategia común con los representantes de la ciudadanía arequipeña. La empresa
afectada deslizó la idea de recurrir a organismos del exterior, en demanda
contra el Estado Peruano. Todo, sin duda, para poner a Martín Vizcarra contra
las cuerdas, y hacerlo capitular. .
Ni el motivo, ni la modalidad, debieran
sorprendernos. Después de todo, la “clase dominante” –y los empresarios son “el
alma viva” que a ella representa- ha demostrado a lo largo de muchos años, que
no tiene amigos ni lealtades. Solo intereses. Y reacciona de un modo
intemperante, cuando los ve amenazados.
La CONFIEP y las otras entidades, así como sus
patrocinadores, tienen sobradas razones para estar contentas con el gobierno de
Martin Vizcarra. Después de todo, proclama su identificación con el “modelo”
neoliberal que tan caro es a los anhelos de los empresarios peruanos; su
acatamiento a la Constitución de la Dictadura –“La Carta del 93- y su tirria a
la Venezuela Bolivariana y al proceso emancipador que vive nuestro continente.
Tres “columnas” no desdeñables del sistema de dominación vigente. Pero está
claro que eso no les basta.
Ellos quieren todo. Quieren devorar no solo la
mejor parte de la torta, sino la torta entera. Por eso, ahora aúllan sin freno
alguno. Y es que, en el fondo, se sienten con la fuerza suficiente para imponer
su voluntad a cualquier precio. Después de todo cuentan también con estructuras
políticas a su servicio, y ellas les garantizan una “mayoría parlamentaria” que
no está dispuestas a perder.
El APRA y el fujimorismo, no dan puntada sin nudo.
Pueden, incluso, darse el lujo de “vacar” al Presidente de la República y luego
negarse a adelantar elecciones parlamentarias arguyendo que se trata de una
operación “costosa”, que es mejor evitar. Por ahora se empeñan en debilitar al
Mandatario al máximo, aislarlo, denigrarlo y hasta ridiculizarlo presentándolo
apenas como “un provinciano advenedizo”, como alguien que llegó “de casualidad”
al cargo.
El hecho que el APRA mantenga la presidencia de la
Comisión de Defensa de Congreso -el vínculo directo con las Fuerzas Armadas y
Policiales- y que el Fujimorismo haya ratificado en su cargo a Rosa Bartra en
la Comisión de Constitución; designado a Tamar Arimborgo para que lidere la
Comisión de Educación del Congreso y nombrado a Milagros Salazar cono su
“vocero” parlamentario; constituyen demostraciones más que suficientes de la
insolencia y la soberbia con la que pretende conducirse en los próximos meses.
Si alguien se hizo la ilusión de un “giro” en la política de la mafia en pro de
un clima de “gobernabilidad”, se dio, sin duda con un palmo de narices. Nada de
eso habrá de ocurrir. “Techito” Bruce y Mercedes Araóz, por su parte, han
puesto “la suya” en este juego siniestro. Algún beneficio tendrán.
La maniobra está cantada: Declarar la vacancia de
la Presidencia de la República por “incapacidad manifiesta” del Jefe del
Estado; elevar a esa función –en “línea Constitucional”- a la Vicepresidenta
Mercedes Aráoz; y luego decir que “no es necesario” adelantar elecciones porque
“ya falta poco tiempo”. En ese lapso, “restituir la legalidad” –es decir,
devolver la licencia a Southern, asegurar la libertad de Keiko y el indulto a
su padre, y otras lindezas- como una manera de “pavimentar el camino” para
“garantizar la paz social y la inversión extranjera”. Las marionetas de la
“Tele”, luego se darán cuenta.
¿Ese es un signo fatal en la sociedad de nuestro
tiempo? Sin duda que no. Pero para torcer ese rumbo nefasto y funesto, se
requieren tres cosas: que el pueblo tome conciencia del peligro: que la
izquierda se dé cuenta de cuál es el peligro principal que se cierne sobre la
sociedad peruana; y que el propio Vizcarra, sea consecuente y firme
Es claro que no se puede imponer un proyecto
perverso a sangre y fuego. Y que tampoco se puede abrir las puertas de par en
par a la impunidad y a la corrupción. Dar paso a un nuevo escenario, más limpio
y más justo, está al alcance de la mano. Sólo requiere consecuencia y valor.
https://www.alainet.org/es/articulo/201652
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