El Estado ha capitulado frente a la pandemia del Covid – 19 al dejar sin efecto el confinamiento obligado por esta. ¿Por qué?. Por que todo confinamiento, en cualquier país del mundo, obliga al Estado a reponer insoslayablemente los ingresos vitales dejados de percibir por la PEA afectada. El negarse a reponer estos ingresos valiéndose de falsas justificaciones macroeconómicas, levantar la cuarentena y poner en riesgo la vida de miles de peruanos, es un crimen de lesa humanidad (ver artículo MNIP del 12 de febrero de 2021).
Mientras tanto, el dinero sobra en los bancos: la demanda de créditos empresariales se ha desplomado. Igualmente, el gobierno tiene más de 75 mil millones de soles depositados en el sistema bancario. En el mismo sentido el Banco Central de Reserva del Perú – BCRP sigue acumulando Reservas Internacionales Netas – RIN como ningún otro BCR de América Latina. Todo ello, en un marco de super existencias de capital especulativo e inmobiliario globales sin correspondencia con la demanda agregada global. en abrupta caída actualmente, que predice una crisis final sistémica del Globalismo. Así, todos los organismos rectores y protagónicos de la economía peruana convencional atesoran ingentes cantidades de dinero sin objeto alguno.
Colateralmente, el desempleo masivo y el subempleo precarizado amenazan de muerte a más de 6 millones de peruanos (50% de los trabajadores y emprendedores microempresariales). En el Perú no existe una relación sistémica entre la macroeconomía (valores globales de la economía nacional) y la microeconomía (agentes individuales MYPE, minifundistas, consumidores, pequeñas localidades).
¿Qué es lo que sucede? La economía social del Perú se está deprimiendo en su totalidad, partiendo de la parálisis y la demanda de productos y servicios básicos por parte del 80% de la población. Se comprueba que la primera ley de la llamada economía social de mercado es la situación del ingreso familiar de la PEA mayoritaria. ¿Qué hacer?.
La historia de la economía política enseña sin lugar a dudas que en las circunstancias de desastre como el que vivimos, es el Estado el que debe y puede reactivar la economía a través del llamado gasto fiscal y el estimulo monetario del BCRP (imprimir moneda nacional) dirigidos hacia la PEA de base de la pirámide social como renta básica mensual, a modo de reembolso obligatorio, equivalente a un salario mínimo vital per cápita. Es una obligación irrenunciable del Estado y un derecho incuestionable de la PEA mayoritaria, que es la que sostiene la creación de riqueza en el Perú. Hasta el FMI está planteando la urgencia así como la obligación del gasto fiscal y los estímulos monetarios de los BCR para salir de la crisis de demanda en todos los países del mundo.
Se impone un estado de urgencia humanitaria y accionar inmediato del Estado como locomotora de la reconstrucción económica, que se manifestaría inmediatamente en la recreación de la demanda doméstica, y, en la recreación de la oferta y la inversión en el mediano plazo. Si no se realiza hoy ─el año 2021─ el gasto fiscal y el estímulo monetario descritos, la economía social no se reactivará por sí misma en el mediano plazo. Reinará el caos y la violencia hasta la desarticulación económica, social y territorial del país.
Después de un semestre de distribución de una renta básica per cápita en el seno de la PEA más afectada (6 a 7 millones de personas), se tendría que impulsar un sistema de microcrédito MYPE urbano y rural promocional durante un año o dos para reactivar el trabajo y la dinámica social de la economía, que es la base insoslayable del crecimiento de un verdadero crecimiento de la economía nacional.
Sin embargo, contamos con la estructura de un Estado y una teoría económica propias del siglo XX para enfrentar un siglo XXI completamente distinto, en crisis general pandémica y cambió de época. Como sostiene Piero Ghezzy, este Estado y su clase política ad hoc siguen concibiendo y gestionando la economía nacional con las viejas recetas industrialistas de agregar valor a las materias primas (principalmente mineralógicas), olvidándose de nuestros incomparables recursos naturales de flora y fauna, el conocimiento científico latente que ofrecen y su desarrollo ecológico posindustrial, ámbito en el cual el Perú podría ser una potencia de creación de nueva riqueza.
Igualmente, nuestra clase política y su Estado no reconocen al sector MYPE, que ocupa al 75% de la PEA, como la base y fundamento de la economía nacional y su reestructuración. No es posible el desarrollo nacional sin la modernización y desarrollo de cadenas integrada MYPE a nivel sectorial y local en todo el país. La creación de centros direccionales y el financiamiento productivo de millones de MYPES urbanas y minifundistas, sería la condición sine qua non del desarrollo nacional.
LA ALTERNATIVA DE LA AUTOGESTIÓN SOCIAL (a base de la correspondencia de PDrucker e INakauchi: 1997)
El desarrollo económico del siglo XX ha llevado cierto grado de prosperidad solo a un 10% o 20% de la población mundial. En tal sentido, si el subdesarrollo del sistema produce una mayor desigualdad en los niveles de vida entre los diversos estratos sociales y las diversas regiones, no tendremos ninguna garantía de que no ocurra lo que más tememos: la violencia generalizada. Para evitar que se llegue a tal extremo, se necesita que no solo una minoría del país goce de cierto nivel de bienestar material, sino todos los ciudadanos. Esta meta no se puede alcanzar sin modernizar el sistema de distribución de riqueza social (saber, capital, tecnología y gestión).
La importancia de la distribución de la riqueza social rara vez la entienden los economistas y mucho menos los políticos. Sin embargo, la distribución más que la producción es el principal motor del desarrollo económico. Los economistas hablan del desarrollo impulsado por la inversión, hablan del desarrollo impulsado por las exportaciones y hablan del desarrollo impulsado por la distribución: aquél en el que la dinámica económica se crea en el mercado doméstico. De los tres hay ejemplos en la historia económica. Lo que distingue al desarrollo impulsado por distribución es que, a diferencia de los otros dos, no solo desarrolla los negocios, sino que desarrolla también a las personas.
En países no desarrollados como Perú, casi todo el sistema de pequeños negocios de propiedad familiar en las amplias capas de la PEA es totalmente ineficiente. Sin embargo, cumple un papel de autoempleo local indispensable. Hoy, se encuentra en peligro de extinción frente al mercado libre global y el supermercadismo.
Así, uno de los problemas básicos de estos países, que parecía no tener solución, es cómo convertir esos pequeños negocios familiares en modernos sistemas empresariales. El secreto está en la habilidad de sus propietarios para desarrollar sus capacidades, convirtiéndose en concesionarios de cadenas integradas de abastecimiento de conocimiento, capital y tecnología.
Lo que el país necesita más que nada son personas que tengan un poco de experiencia en iniciar, crear y administrar un negocio, un poco de experiencia en dirigir a otras personas, un poco de experiencia en administración financiera y así sucesivamente. Los gobiernos por regla general no entienden esto. En los últimos 50 años, por consiguiente, se ha socavado la capacidad del país para formar el potencial humano que necesita para el desarrollo. Se ha centrado en un desarrollo por inversión y por exportaciones. Pero sólo un desarrollo por distribución de riqueza social (capital, saber, tecnología, y gestión), que no sólo desarrolla los negocios sino también a las personas, puede crear ese potencial. Así, el factor absolutamente indispensable y centrado del desarrollo nacional, tendrá que ser una sumatoria de sistemas modernos de distribución de riqueza social. Sin este potencial humano, el resto no es probable que funcione.
De hecho, el convertir los pequeños negocios de ayer en parte de modernas operaciones empresariales, es sin duda la mayor realización social de cualquier país en los últimos 50 años. Pero, ¿estamos en condiciones de asumir tales desafíos?. Sin duda, a partir de los años 70, la aparición de la informática y las cadenas franquiciadas en las economías de servicios han creado las condiciones para el auto-desarrollo masivo de pequeñas empresas realmente productivas. El mundo ha iniciado una nueva fase de tipo posindustrial que tiene como una de sus características fundamentales la formación de cadenas de pequeñas empresas altamente competitivas.
La modernización del pequeño comercio minorista de productos de consumo doméstico, provoca de seguida una sinergia de pequeños negocios de servicios y micro finanzas que es lo que provee de los modelos empresariales a seguir para la construcción o reconstrucción de las economías de dinámica interna de cualquier país, la base del desarrollo económico nacional.
Los modelos empresariales del desarrollo por distribución
Son sistemas modernos de autogestión que integran pequeñas empresas, desarrollando las capacidades de sus propietarios como concesionarios de cadenas integradas de abastecimiento de bienes, servicios y tecnología. Desarrollan el autoempleo productivo, los líderes empresariales y las dinámicas de micro crédito que necesita el desarrollo económico.
Estas cadenas integradas son un excelente ejemplo de la organización futura:
crean innovaciones continuas en el mercado, planifican en forma conjunta,
trabajan a escala, educan a sus asociados, practican la gestión moderna y
provocan los cambios en el sistema financiero para que todos tengan acceso al
capital, todo ello en base al concepto de concesiones.
El concepto de concesiones
En el concepto de concesiones de las cadenas integradas por transferencia de conocimientos, capital y tecnología, todos los elementos son importantes: el diseño del negocio, el establecimiento de sistemas logísticos de compras y ventas, la formulación de reglas para la administración y la recopilación de información, y la preservación de la independencia de los propietarios para darles la satisfacción de manejar su propio negocio.
Estas cadenas de negocios concesionarios son un excelente ejemplo de organización futura. Dentro del más pequeño negocio vecinal hay una esfera de responsabilidad gerencial. Ese pequeño negocio puede haber sido diseñado en su totalidad por un centro de gerencia, sus políticas y prácticas determinadas por ese centro de gerencia, igualmente el control de su inventario y la fijación de sus precios, etc. Pero, a pesar de todo, el propietario individual sigue teniendo una esfera significativa de responsabilidad gerencial y sigue siendo entrenado para manejar su negocio. En el Perú necesitaríamos muchas unidades como éstas para preparar a los ejecutivos del mañana a base de educación.
Pero este reto de modernización MYPE, que podría ser el reto nacional más grande para cualquier país, necesita cambios en el sistema financiero para que los pequeños empresarios tengan acceso al capital.
https://www.mnip.pe/capitulacion-del-estado-y-autogestion-social-alternativa/
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