Para Julio Gambina, en la Argentina, los que sobran no son los
‘planeros’, lo que sobra son capitales inútiles
18/02/2022
El INDEC acaba de publicar la inflación de enero.
El Índice de Precios al Consumidor en el primer mes de 2022 fue de 3,9% y
acumula 50,7% en el último año. La telefonía e Internet lideraron las subas,
pero los alimentos y las bebidas subieron 4,9%. “Por qué fallaron todas las recetas para bajar la
inflación y qué se necesita para erradicarla”, es el título de la
nota escrita por el economista Martín Redrado en el portal iProfesional de este
lunes. Para reflexionar sobre estas opiniones y sobre el porqué de la
inflación, en apariencia irremediable de Argentina, Red Eco Alternativo
conversó con otro economista, Julio Gambina.
La inflación en Argentina se ha constituido desde
hace años en un mal que parece no tener solución. Su impacto erosiona los
ingresos de quienes menos tienen y profundiza la pobreza y la exclusión.
Pareciera algo inentendible para la mayoría.
Lenguajes técnicos que nos alejan de poder pensarla en forma más sencilla.
Es que la inflación no es un problema económico y
su abordaje debe venir desde la política. Su solución no es a través de
medidas monetarias ya que su origen está en el tipo de estructura económica que
tiene nuestro país. Y si no se cambia eso, la inflación será un sube y baja,
con más subidas que bajadas. Porque lo central es cómo está constituido el
núcleo del poder económico en Argentina.
Para combatir la inflación, “hemos probado toda
clase de instrumentos: tipo de cambio fijo y flotante, control de la cantidad
de dinero, controles de precios, déficit cero y Ley de Responsabilidad Fiscal,
por solo mencionar algunos. Pero ninguno dio resultado”, afirma Martín Redrado,
quien fue presidente del Banco Central de la República Argentina durante la
presidencia de Néstor Kirchner y varios años del mandato de Cristina Fernández
de Kirchner.
El economista detalla luego los dos modelos que, a
su juicio, han sido aplicados por nuestro país para enfrentar la inflación.
Uno, el modelo de “inserción al mundo”, para lo cual “el país se financió
emitiendo deuda, con niveles crecientes de tasas de interés que agudizaron las
recesiones”. En el otro modelo, “la financiación se hizo con emisión
monetaria”, provocando devaluación de nuestra moneda y “generando saltos
inflacionarios”.
Para Redrado el primer modelo privilegió la
Argentina exportadora y el segundo, la focalizada en el desarrollo del mercado
interno. Su conclusión, en el artículo, es que ambos modelos para combatir la
inflación no dieron resultado.
“La nota de Redrado no dice mucho”, comenta Julio
Gambina a Red Eco. “Habla de las políticas económicas aplicadas en los últimos
40 años, pero es su lectura de cuáles han sido las políticas de los últimos 40
años, no toma en cuenta el problema estructural de la organización económica de
la sociedad, de la estructura económica social. De lo que cambió a partir de la
dictadura militar, del plan Martínez de Hoz”, afirma.
“Por ejemplo, él termina hablando que el problema
de la inflación es, por un lado, la emisión de deuda y, por el otro, la emisión
monetaria. Se queda en políticas monetarias, cambiarias, pero no analiza la
estructura económica social de transnacionalización y extranjerización de la
economía argentina. Porque, aunque sostenga y diga que algunos gobiernos han
favorecido la inserción internacional y otros el aliento al mercado interno,
nunca en los últimos 40 años después de la dictadura militar, se dejó de ser un
sector que primarizó sus exportaciones, que se insertó de manera subordinada y
dependiente en el mercado mundial, y en todo caso la inflación lo que expresa
es una disputa por la apropiación de la riqueza socialmente generada, por la
plusvalía”, agrega.
¿Qué pasa en los otros países de la región? ¿No
ocurre lo mismo?
En su nota, Redrado hace referencia a Venezuela y
Argentina como los dos países de mayor inflación de la región.
“No tiene que sorprender que Argentina y Venezuela
tengan altas tasas de inflación. También Cuba. Sin embargo, Redrado no menciona
el caso de Cuba, cuando ha sido el tercer país de alta inflación en 2021”,
acota Gambina a Red Eco.
Además, señala que en otros países de la región
ocurre lo mismo, pero con la diferencia de que en esos lugares el núcleo del
poder económico está más estabilizado: “Por ejemplo, en el caso de Perú hay
disputa política por quién gobierna, pero no está puesto en riesgo la
dominación económica. Hay un nivel de estabilización de ese poder económico en
Perú o en Chile. Brasil, en el que el tema es un poco más discutido, está
empezando a aparecer un problema de inflación más importante. De alguna manera
eso también va a empezar a pasar en Colombia”.
En esta línea de reflexión, donde es determinante
analizar la centralidad del poder económico y su efecto sobre las economías de
los países, Gambina amplía su enfoque con relación a la Isla caribeña: “En
Cuba, Venezuela y en Argentina, si algo está en discusión, no es sólo la política,
no es solo quién gobierna, sino el rumbo de la economía. Hay una
intencionalidad no solo desde el bloqueo a Cuba por reorientar la política
económica cubana para reorientar la economía cubana, en un sentido de favorecer
inversiones privadas del capital externo y modificar la organización económica
de Cuba. Pongo el ejemplo de Cuba porque Redrado ni lo menciona, pero tiene un
tema de inflación importante”.
El poder económico es un debate claramente
político. Si miramos lo sucedido en Argentina, “los grandes privilegiados en la
convertibilidad fueron los capitales externos, apropiadores de empresas
privatizadas de servicios públicos que tenían excedentes en pesos y los
cambiaban en su equivalente en dólares. El proceso de devaluación con (Eduardo)
Duhalde y subsiguientes favoreció a las corporaciones transnacionales que
producen en Argentina con destino al mercado interno y al mercado mundial”,
ejemplifica Gambina.
“Recordemos que en 2001 muchos de nosotros
decíamos ni dolarización, ni devaluación. Porque parecía que la
devaluación era lo demandado por los sectores populares. En realidad, fue lo
demandado por el capital privado que asienta el desarrollo de su producción en
el propio país. Y por eso los sectores industriales fueron los grandes favorecidos,
y dentro de los industriales, los más concentrados. Claro, eso genera empleo y
por eso generó la posibilidad de consenso en el Kirchnerismo”, agrega Gambina.
Volviendo al ex presidente del Banco Central,
Redrado afirma en su nota que “lo único que hasta ahora no se hizo fue
establecer un programa de convergencia de todas las variables macroeconómicas
dentro de un plan de estabilización y crecimiento”.
Para Redrado, el camino es aplicar políticas
públicas que sean parte de acuerdos empresariales y sindicales: “Esto exige
lograr consensos básicos no solo entre la dirigencia política, sino también en
el conjunto de la sociedad”.
Gambina pone blanco sobre negro en el tema de la
búsqueda de consensos: “Siempre es bueno el consenso. Pero ¿cuándo hay consenso?
Cuando alguien es hegemónico. Él pide consenso de empresarios y trabajadores.
Para que haya consenso entre empresarios y trabajadores tiene que haber alguien
que sea el que establece las condiciones”.
Y pensando en cómo se expresa esa hegemonía en la
Argentina de hoy, y el camino del movimiento popular que desde la dictadura
hasta hoy se ha caracterizado por la defensiva, Gambina remarca que “es el
capital el que tiene la batuta, por eso avanzó la pobreza, la flexibilidad
salarial y de hecho, hay inflación pero hay deterioro de los ingresos
populares, o sea que de ninguna manera la inflación favorece. En algunos años
puede ser que los salarios de los sectores bajo convenios colectivos se
mantengan al mismo nivel, pero no es la pauta de los ingresos populares en su
conjunto”.
“Qué impide una solución distinta”, se pregunta
Eduardo Sartelli en su nota "El 'vamos viendo' como política de Estado". El
Director de Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales se
responde: “La respuesta es sencilla: el sujeto que tiene que implementarla, la
burguesía argentina (incluyendo aquí al capital extranjero que opera en el
país) no encuentra rentable otra cosa, porque el problema es ella misma. En la
Argentina, los que sobran no son los ‘planeros’, lo que sobra son capitales
inútiles, rubro en el que caben casi todas las empresas que operan en el país,
otra vez, incluyendo a las extranjeras” .
Compartimos esta visión. Creemos que es necesario
salir del corsé que nos proponen economistas con recetas monetarias las cuales,
ya está probado, no son efectivas para bajar la inflación. Es necesario avanzar
- aún con los límites que nos impone el capitalismo – en medidas de cambios de
estructura productiva y control sobre los nichos de poder económico. Si bien no
es quizás la solución de fondo, al menos podemos pensarla como un paso para
mitigar el padecimiento de quienes menos tienen.
Vía RedEco
Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/214952
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