viernes, 17 de agosto de 2012

NUESTRA ÉPOCA - 08: ¿EXISTE UNA INQUIETUD PROPIA DE NUESTRA ÉPOCA?


La inquietud contemporánea es un fenómeno del que forman parte las más opuestas actitudes. El término se presta necesariamente, por tanto, a la especulación y al equívoco. Se agitan dentro de la “inquietud contemporánea” los que profesan una fe como los que andan en su búsqueda. El catolicismo de Max Jacob figura entre los signos de esta inquietud, al mismo título que el marxismo, de André Bretón y sus compañeros de La Revolution Surrealiste*. El fascismo pretende representar un “espíritu nuevo”, exactamente como el bolchevismo.

Existe una inquietud propia de nuestra época, en el sentido de que esta época tiene como todas las épocas de transición y de crisis, problemas que la individualizan. Pero esta inquietud en unos es desesperación, en los demás vacío.

No se puede hablar de una “inquietud contemporánea” como de la uniforme y misteriosa preparación espiritual de un mundo nuevo.

Del mismo modo que en el arte de vanguardia, se confunde los elementos de revolución con los elementos de decadencia, en la “inquietud contemporánea” se confunde la fe ficticia, intelectual, pragmática de los que encuentran un equilibrio en los dogmas y el orden antiguo, con la fe apasionada, riesgosa, heroica de los que combaten peligrosamente por la victoria de un orden nuevo.

La historia clínica de la “inquietud contemporánea” anotará, con meticulosa objetividad, todos los síntomas de la crisis del mundo moderno, pero nos servirá muy poco como medio de resolverla. La encuesta de los Cahiers de l’Etoile** no invita a otra cosa que a un examen de conciencia, del que no puede salir, como resultado o indicación de conjunto, sino una pluralidad desorientadora de proposiciones.

Lo que se designa con el nombre de “inquietud” no es, en último análisis, sino la expresión intelectual y sentimental. Los artistas y los pensadores de esta época rehúsan, por orgullo o por temor, ver en su desequilibrio y en su angustia, el reflejo de la crisis del capitalismo.

Quieren sentirse ajenos o superiores a esta crisis. No se dan cuenta de que la muerte de los principios y dogmas que constituyen el Absoluto burgués ha sido decretado en un plano distinto del de su especulación personal.

La burguesía ha perdido el poder moral que antes le consentía retener en sus rangos, sin conflicto interno, a la mayoría de los intelectuales. Las fuerzas centrífugas, cesionistas***, actúan sobre éstos con una intensidad y multiplicidad antes desconocidas. De aquí, las defecciones como las conversiones. La inquietud aparece como una gran crisis de conciencia.

La inquietud contemporánea, por consiguiente, está hecha de factores negativos y positivos. La inquietud de los espíritus que no tienden sino a la seguridad y al reposo carece de todo valor creativo. Por este sendero no se descubrirá sino los refugios, las ciudadelas del pasado. En el hombre moderno, la abdicación más cobarde es del que busca asilo en ellos.

Nuestra primera declaratoria de guerra debe ser a la que mi compatriota Iberico llama “filosofías de retorno”. ¿El florecimiento de estas filosofías, en un clima mórbido de decadencia, entra en gran escala en Occidente en la “inquietud contemporánea”? Esta es la cuestión principal que hay que esclarecer para no tomar sutiles álibis**** de la Inteligencia y teorías derrotistas sobre la modernidad como elaboraciones de un espíritu nuevo.

JCM, 29.08.30 COC. T. 6, págs. 29-31

Publicado en Mundial, 18 días antes de su muerte, respondiendo a un cuestionario de la revista francesas Cahiers de l’Etoile. Se han suprimido los primeros párrafos, por su carácter circunstancial, que decían así: “La redacción de Cahiers de l’Etoile me ha incluido entre los escritores consultados en su gran encuesta internacional sobre la ‘inquietud contemporánea’. Estoy en deuda con esta revista desde hace unos meses; y creería llegar con excesivo retardo a su cita, si no encontrase en los últimos números de algunas revistas de América las primeras respuestas del mundo hispánico, entre ellas la de Juan Marinello que tan deferente y elogiosamente me menciona. La demora de otros justifica o atenúa la mía.

Estimo útil la transcripción del cuestionario sometido al análisis y a la crítica de los escritores consultados:

A) ¿Existe una inquietud propia de nuestra época?

B) ¿La constata usted en su mundo?

1- ¿Qué formas toma?
2- ¿Cómo se expresa esta inquietud dentro y frente a la vida social?
(¿La interdependencia de los países, la condensación de la población en los grandes centros, el maquinismo colectivo, el automatismo individual, tienden a aniquilar la personalidad humana?)
3- ¿Y dentro de la vida sexual?
4- ¿Y dentro de la fe?
5- ¿Cuál es su efecto sobre la actividad creadora?

C ¿La inquietud, no es el sufrimiento de una humanidad que espera encontrar su unidad libertándose de sus prisiones (tiempo, espacio y soledad individual)? (En este caso, ¿una época de gran inquietud no señala el despertar de una nueva conciencia? ¿Y si estamos en tal época, podemos ya despejar esta nueva conciencia y sus características?)”

Nota de la Empresa Editora Amauta
(* La Revolución Surrealista; **Cuadernos de la Estrella; *** puede ser seccionistas, de seccionar, separar; ****coartadas)

Nota.- JCM inició su exposición ante la época contemporánea con NUESTRA ÉPOCA, y la concluyó con ¿EXISTE UNA INQUIETUD PROPIA DE NUESTRA ÉPOCA? Sorprende la coincidencia, pero desde el inicio hasta el final de sus aportes al Socialismo Peruano tuvo siempre en cuenta que se trataba de una nueva época en el devenir de la humanidad.

Esta preocupación, esta inquietud daba la vuelta al mundo. En todas partes se tomaba conciencia de que la crisis que se enfrentaba era por el cambio del sistema social. Por eso, a diez años justos de su Maximalismo Peruano, pudo señalar que:

El destino de Norteamérica no puede ser contemplado sino en un plano mundial. Y en este plano, el capitalismo norteamericano, vigoroso y próspero internamente aún, cesa de ser un fenómeno nacional y autónomo, para convertirse en la culminación de un fenómeno mundial, subordinado a un ineludible sino histórico.
(31.12.27)


Es el trasfondo de la época contemporánea que sucede a la época moderna.

Ragarro
17.08.12

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