Francisco Umpiérrez Sánchez
sábado, 19 de julio de 2014
Uno de los grandes logros de
Podemos es haberle dado cuerpo político al movimiento social del 15 M: los
indignados. La fuerza política Podemos conserva parte de la ambivalencia de ese
movimiento: en su política sobre ETA parece rozar la extrema izquierda, en su
relación con el independentismo catalán se une a los intereses de una de las
burguesías más poderosas de España, y en su relación con la propiedad privada
casi ni la menciona. Tiene su base social fundamental en el mundo
universitario: en los profesores y en los estudiantes. Lo tiene entonces en los
familiares de los profesores y de los estudiantes. Y la causa de su éxito está
en la crisis económica y en sus aparentes responsables: el PSOE y el
PP. La indignación por esta crisis tenía como blancos al PP y al PSOE. Y
Podemos ha metido en el mismo saco al PP y al PSOE y los ha presentado como “la
casta” responsable de los males de España. Y en este sentido a Podemos también
lo secundan algunos sectores reaccionarios que hacen de los gobernantes la causa
principal de todos su males.
Cuando durante la crisis
económica desatada en 2008 el sector inmobiliario se desplomó y los bancos
fueron rescatados, apareció en primera escena los mercados dictándoles a los
Estados lo que debían hacer. ¿Y quiénes son los mercados? Los fondos de
inversión, los gestores, los analistas, los brókeres, en suma los dueños y
gestores del capital monetario. Son ellos, estas fuerzas que están detrás de la
realidad aparente, quienes obligaron al PSOE y al PP a hacer lo que hicieron.
Son ellos quienes deberían ser los blancos de la crítica de Podemos. Pero esta
fuerza política, le pasa también en ocasiones a IU, ha hecho del ámbito de la
política la realidad primera y fundamental a la que hay que apuntar. Y no es
así, al menos para los marxistas no es así: la política es una superestructura
que se edifica sobre la economía y en muchos aspectos oculta aspectos
esenciales de las relaciones económicas. No digo que no se deba criticar al PP
y al PSOE, pero no deben constituir el blanco principal de la crítica radical
de izquierda. Al igual que es un error meter en un mismo saco la izquierda
burguesa, el PSOE, y la derecha burguesa, el PP. Meterlos en el mismo saco es
una política oportunista que lo único que busca es ganar votos.
La fuerza política Podemos
apunta hacia los sueldos de los políticos. Ha hecho gala de que sus
eurodiputados solo ganarán 2.000 euros. Un enorme error. Rajoy en calidad de
Presidente del Gobierno gana unos 6.000 euros al mes. No creo que nadie debería
ganar más que el Presidente del Gobierno. Pero la realidad no es así: los
consejeros, los brókeres y los gestores ganan siete y diez veces más
que Rajoy. También ganan muchísimo más los futbolistas, periodistas, abogados y
un largo elenco de profesionales. Hace mal Podemos no apuntando hacia donde se
concentran los mayores ingresos y que se esconden detrás de la realidad
política. Hace mal en no ir más allá de la aparente política para alcanzar al
verdadero poder económico y donde se producen las grandes injusticias del
sistema.
La fuerza política Podemos, en
particular Pablo Iglesias, debe mucho a los medios de comunicación,
inicialmente a Intereconomía y después a la Sexta. En parte Pablo Iglesias es
un producto mediático. Comete un grave error Pablo Iglesias cuando presenta a
los periodistas como las garantes de la libertad de expresión. Eso no es
cierto. Todos los periodistas tienen una ideología y unos intereses económicos
determinados. La libertad de expresión es la libertad de expresar los intereses
de una determinada clase social y de un determinado sistema económico. No
podemos considerar que la clave para luchar contra el sistema capitalista esté
en denunciar lo accidentes, los casos de corrupción, sino en denunciar lo
esencial: ¿Cómo se enriquecen los miembros de las clases dominantes? Y dentro
de los miembros de las clases dominantes no deberían destacarse especialmente
los pequeños y medianos empresarios, que es donde se suelen fijar muchos
ingenuos de la izquierda radical, sino los abogados, gestores, directivos,
periodistas, actores, profesionales varios y deportistas. También sin duda
están dentro de la clase dominante los grandes propietarios de acciones y bonos
y los que ostentan por “méritos propios” o herencia las grandes fortunas. Pablo
Iglesias afirmó que el debate de la Sexta Noche era el mejor debate que había
en España. Esto hizo sonrojar a Iñaki López, su presentador. También elogió al
Presidente de Atresmedia por dejarlo expresar libremente en su televisión. La
remuneración de José Manuel Lara en el año 2013, Presidente de Atresmedia,
superó el millón de euros.
Es un error, además de una
injusticia, que Pablo Iglesias presente a los dirigentes del PSOE como casta.
Algunos analistas políticos de la izquierda radical han querido justificar este
concepto. La casta es una realidad y un concepto que pertenece a la sociedad
feudal. La única casta que existe en España es la monarquía. Ser rey o reina es
un poder que se hereda. No se conquista. Los poderes del PSOE son
obra de una conquista social, como los que tienen en la actualidad
Podemos y sus dirigentes. También los poderes que tienen en la actualidad los
medios de comunicación, sus propietarios y sus gerentes son fruto de una lucha
social. Pero el hecho de que La Sexta Noche invite a Pablo Iglesias al debate,
no convierte a esta cadena en una fuerza de la izquierda radical. Tampoco debe
quedar libre La Sexta Noche como las grandes cadenas privadas de la crítica a
la multidesigualdad. Sin duda que es mucho más criticable el sueldo de José
Manuel Lara que el sueldo del Presidente del Gobierno. En el sueldo de Manuel
Lara como en el de todos los grandes directivos hay mucho plusvalor,
apropiación de trabajo ajeno, mientras que en el de Rajoy no. Sin duda que
Podemos, y en especial Pablo Iglesias, le debe mucho a la Sexta, esto es, a una
poderosa fuerza capitalista. Yo no lo invito a que renuncie a esa posibilidad
mediática, a esa oportunidad para propagar su discurso de izquierda, pero sí a
ser más justo en la crítica al poder. Debería centrarse más en las fuerzas
esenciales que detentan el poder y menos en las aparentes.
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