Economía,
Mundo, Política
13 julio, 2019 Xulio
Ríos
Las
tensiones comerciales entre China y EEUU subieron un nuevo escalón tras el
anuncio de nuevas medidas por parte de la Casa Blanca que intentan cortar de
cuajo el desarrollo tecnológico del país oriental. ¿Pero está Washington a
tiempo y en condiciones de evitar el sorpasso
chino?
En
términos de paridad de poder de compra, la economía china superó a la de EEUU
en 2014; actualmente, representa el 18 por ciento del PIB global; según las
previsiones, en torno a 2025 podrá equipararse a la de EEUU en términos
nominales y en 2050 representará el doble de su valor. Precisamente, en 2014,
Huawei creó HiSilicon en secreto, entre otros para reducir su dependencia
tecnológica menguando el nivel de su vulnerabilidad ante contingencias como las
actuales. No sabemos cuántos más secretos hay por ahí guardados ni cuanto
pueden ayudar a amortiguar los golpes de la Administración Trump o cuanto las
estratagemas de EEUU pueden retrasar sus planes de liderar el 5G en todo el
mundo.
En
el campo tecnológico, la inversión de la China en I+ D el pasado año representó
el 2,8 por ciento de su PIB y está a un paso de superar a EEUU. Con más de 4
millones de ingenieros operando en el sector, se estima que en 2019 se situará
a la cabeza en el registro mundial de patentes, destronando décadas de reinado
estadounidense. La competitividad de China en materia de inteligencia
artificial, manufactura inteligente, robótica, vehículos eléctricos, etc., aun avanzando
a ritmos desiguales, parece imparable. En muchos ámbitos lleva años de adelanto
con respecto al Occidente desarrollado. La que era fábrica del mundo hasta hace
poco tiempo representa hoy la gran plataforma de innovación global. Y puede
serlo ya al margen de EEUU en muchos aspectos. Y quieren hacerlo así,
descartando bajar la oreja como hizo Japón en los años noventa.
Agobiado
ante la evidencia de los múltiples indicadores que ponen de relieve ese
horizonte del sorpasso,
todo son excusas por parte de EEUU. El antaño campeón del libre comercio se nos
volvió proteccionista. Ya se sabe, si unos principios no le convienen venga
otros para el sitio. Diversas fuentes en varios países europeos descalificaron
incluso las acusaciones relativas al espionaje. Nadie demostró nada. Lo que sí
sabemos es lo que contó E. Snowden: Washington espía a todo el mundo, amigos
incluidos. Argumentar ahora razones de seguridad nacional evidencia la
desesperación de la Casa Blanca.
En
la guerra comercial todos van a perder. China estima que puede costarle
alrededor de 1 punto o 1,5 en la previsión de su PIB. Pero para EEUU y el resto
del mundo también tendrá costes importantes. Ambos países representan cerca del
40 por ciento de la economía mundial. Un divorcio saldrá caro. Las medidas de
respuesta de Beijing también irán subiendo escalones y las interdependencias
mutuas brindan múltiples alternativas. EEUU debía tener claro que China no hará
concesiones en asuntos de principio, especialmente si están relacionados con su
soberanía.
China
es hoy el primer socio comercial de 120 economías del mundo; EEUU tiene
déficit comercial con 102. Las diatribas a propósito de los desequilibrios con
sus socios evidencian sus carencias estructurales.
Sin
disimulo alguno, lo que EEUU quiere es doblegar a toda costa el poder económico
y contener el incremento de la influencia internacional de la China. El
complejo militar-industrial lo tiene claro. Lo evidenció con toda clareza el
vicepresidente M. Pence en el Instituto Hudson el pasado octubre: “en Oriente
está nuestro grande rival estratégico”.
Por
eso esto va de comercio y de tecnología, pero no solo. Vamos a asistir en los
próximos años a una intensificación de la competencia entre los dos países que
afectará a todos los dominios, también en el campo de la defensa. Lo estamos
viendo. Lo que pretende EEUU es preservar su hegemonía ejerciendo la máxima
presión para mudar el modelo económico-estructural de China y consiguientemente
también el político, pasando a situar el gigante chino en sus redes de
dependencia.
Las
vulnerabilidades de China no son pocas, ya fuere en lo económico, social o
político, pero tiene a su favor una conciencia histórico-nacional compartida
que hoy invita a no bajar la cerviz apoyándose en la escala de sus dimensiones
y en la fortaleza de su economía. La gestión de las reacciones tanto puede
llevarla de vuelta a ocupar una posición central en el sistema global como
también a derrapar estrepitosamente arruinando los esfuerzos de las últimas
décadas. Acertar es cosa crucial. A las puertas de cumplir los 70 años de
la República Popular, Beijing percibe una oportunidad estratégica para culminar
su “socialismo tres delicias” (un país fuerte, estable y respetado). Xi Jinping
alertó sobre tiempos difíciles que están por venir, instando a prepararse para
las complicaciones… “Si uno recorre 90 pasos de un camino de 100, le falta la
mitad del camino”, dice un refrán chino…
Publicado
originalmente en el Observatorio de la Política China.
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