El 1% más rico del mundo posee más del doble de la
riqueza de 6,9 mil millones de personas
Opinión
23/01/2020
El
capitalismo de las partes interesadas: esa es la manera de 'moldear' el
capitalismo en algo que incluya a todo el mundo. Ese fue el mensaje de Klaus
Schwab, el cofundador del Foro Económico Mundial (FEM), que ahora cumple 50
años con su festejo anual en Davos, Suiza.
Schwab fue
profesor de políticas de negocios en la Universidad de Ginebra desde 1972 hasta
2002. Desde 1979, ha publicado el Global
Competitiveness Report, un informe anual que evalúa el potencial para
aumentar la productividad y el crecimiento económico de los países de todo el
mundo, escrito por un equipo de economistas. Durante los primeros años de su
carrera, formó parte de muchos consejos de administración de empresas, como
Swatch Group, Daily Mail Group y Vontobel Holdings. Fue miembro del comité de
dirección del conocido grupo Bilderberg.
Este grupo realiza una conferencia anual desde 1954 para reforzar el consenso
entre las elites para apoyar el "capitalismo occidental de libre
mercado" y sus intereses en todo el mundo. Estas reuniones son
privadas y a ellas asisten los poderosos del mundo.
Schwab
dirige ahora el FEM como un lugar de encuentro y de reflexión para la élite
global empresarial, del sector público y de la academia, con miras a
desarrollar ideas para hacer que el capitalismo funcione. La nueva presidenta
de la Comisión de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, se desplazó este año a
Davos para decir en la reunión que "Davos es el lugar donde se
previenen los conflictos, se inician los negocios y se terminan las disputas.
Gracias a Klaus Schwab por reunir a gente brillante y por su visión sobre cómo
dar forma a un futuro mejor para el mundo".
¿Y qué cree
Schwab que queremos ahora? Un capitalismo de las partes interesadas (stakeholder
capitalism; se traduce también como "grupos de interés"). "En
general, tenemos tres modelos entre los cuales elegir. El primero es el
‘capitalismo de accionistas’, adoptado por la mayoría de las corporaciones
occidentales, que sostiene que la meta principal de una corporación debe ser
maximizar sus ganancias. El segundo modelo es el ‘capitalismo de estado’, que
confía al gobierno la responsabilidad de establecer la dirección de la
economía, y que ha cobrado importancia en muchos mercados emergentes, entre
ellos China. Sin embargo, en comparación con estas dos opciones, la tercera es
la más recomendable. El ‘capitalismo de las partes interesadas’, un modelo que
propuse por primera vez hace medio siglo, que posiciona a las corporaciones
privadas como fideicomisarios de la sociedad y es claramente la mejor respuesta
a los desafíos sociales y ambientales de hoy".
Así que las
grandes corporaciones deberían ser los ‘fideicomisarios de la sociedad’ y la
principal fuerza para resolver ‘los desafíos sociales y ambientales de hoy’.
Necesitamos reemplazar el ‘capitalismo de accionistas’ que es el modelo
dominante en este momento. Eso es porque "el enfoque exclusivo en las
ganancias provocó que el capitalismo de accionistas se desconectara cada vez
más de la economía real. Muchas personas se dan cuenta de que esta forma de
capitalismo ya no es sostenible". También hay una reacción popular
frente al fracaso del 'capitalismo de accionistas' y su incapacidad para
enfrentar la creciente desigualdad de ingresos y riqueza, el cambio climático y
los desastres medioambientales y el impacto de las nuevas tecnologías. El
capitalismo de las partes interesadas, en cambio, según Schwab, puede "acercar
al mundo a la consecución de objetivos compartidos".
Pero, ¿qué
es este capitalismo de las partes interesadas? Schwab ofrece lo que él llama el
Manifiesto
de Davos. En él se apela a que las empresas traten a los clientes con
dignidad y respeto, que respeten los derechos humanos en todas sus cadenas de
suministro, que actúen como guardianes del medio ambiente para las generaciones
futuras y, lo que es más importante, que midan el rendimiento “no sólo en
cuanto al retorno a los accionistas, sino también en cuanto a la forma en que
logren sus objetivos ambientales, sociales y de buena gobernanza". En
la práctica, entonces, el capitalismo como sistema de producción con fines de
lucro debe transformarse en un sistema que involucre a otros sectores de la
sociedad como parte de un sistema de 'metas compartidas' dirigido por las
corporaciones.
Con esto se
hace eco de los mismos temas presentados por economistas y políticos más
radicales que buscan modificar el capitalismo para hacerlo funcionar para más
gente. Está el ganador del premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, con su 'capitalismo
progresista' y luego está la aspirante a la presidencia demócrata
Elizabeth Warren con su 'capitalismo
responsable'. En todo ello, el objetivo es encontrar una manera de
'moldear' a las corporaciones capitalistas para que tengan en cuenta a todas
las 'partes interesadas', es decir, los trabajadores, los clientes, los
gobiernos locales, etc. – todos trabajando juntos. Todos esperan que se pueda
influenciar o persuadir a los capitalistas para que actúen para reducir la
desigualdad, mejorar el medio ambiente y adoptar políticas morales para la
inversión. Como dice Schwab "Los líderes empresariales tienen ahora una
oportunidad increíble. Al darle un significado concreto al capitalismo de las
partes interesadas, pueden ir más allá de sus obligaciones legales y cumplir
con su deber para con la sociedad".
Por
supuesto, esto es una tontería engañosa. De hecho, como Nick Buxton señala,
"el afán de lucro siempre ganará", y prosigue: "en
ninguna parte se mencionan los mecanismos para asegurar el cumplimiento, la
legislación o la reglamentación para garantizar que las empresas acaten sus
compromisos. Es un proceso totalmente voluntario que depende
completamente de la autorregulación, que no pone en tela de juicio el objetivo
primordial de las corporaciones de obtener ganancias”.
Mientras
Schwab y otros en Davos hablaban de que las mega-corporaciones estaban tomando
la delantera en la solución de los problemas sociales mundiales y no sólo
ganando dinero, el presidente de los EEUU, Donald Trump, se presentó para decir
a la élite allí reunida que era una gran noticia que los mercados de valores
estaban alcanzando nuevos máximos, que el capitalismo se encontraba muy bien
gracias, y que no hay necesidad de pesimismo ni de hablar de crisis ambientales
o del aumento de la desigualdad.
Al mismo
tiempo que Schwab emitía su Manifiesto de Davos, Oxfam publicó su informe
anual sobre la desigualdad mundial. Según Oxfam, los 2153
multimillonarios del mundo tienen ahora más riqueza que los 4,6 mil millones de
personas que constituyen el 60% de la población mundial. Los 22 hombres más
ricos del mundo tienen ahora más riqueza que todas las mujeres de África. Las
mujeres y las niñas dedican 12,5 mil millones de horas de trabajo de cuidado no
remunerado cada día – una contribución a la economía global de al menos 10,8
billones de dólares al año, más de tres veces el tamaño de la industria
tecnológica mundial. Conseguir que el uno por ciento más rico pague sólo un 0,5
por ciento de impuestos adicionales sobre su riqueza en los próximos 10 años
equivaldría a la inversión necesaria para crear 117 millones de puestos de
trabajo en sectores como el cuidado de ancianos y niños, la educación y la
salud.
Hasta allí
tenemos el liderazgo corporativo en la reducción de la desigualdad. Y lo mismo
ocurre con el cambio climático. Las temperaturas medias mundiales alcanzaron
niveles récord en 2019; y los incendios de matorrales causaron estragos en
Australia, mientras que las inundaciones azotaron a Indonesia. Sin embargo, el informe
de las Naciones Unidas sobre la actual brecha de emisiones concluyó que
"no hay señales de que las emisiones de GEI lleguen a su punto máximo
en los próximos años; cada año en que se pospone el punto máximo significa que
se requerirán recortes más profundos y rápidos. Para 2030, las emisiones
tendrían que ser un 25% y un 55% más bajas que en 2018 para poner al mundo en
la vía menos costosa para limitar el calentamiento global a menos de 2˚C y
1,5°C respectivamente". Como dijo Greta Thunberg en Davos, se habla
mucho de cómo afrontar el cambio climático pero hay poca acción efectiva.
Y luego está
el estado de la propia economía mundial. Mientras que el 'capitalismo de los
accionistas' está en auge, con los mercados de valores en máximos históricos,
el 'capitalismo de las partes interesadas' está luchando. En Davos, el FMI
entregó su informe sobre las perspectivas de la economía mundial en 2020. La
economista principal del FMI, Gita Gopinath, anunció una reducción de sus
previsiones de crecimiento para 2020 y 2021 con respecto a la estimación
anterior de octubre, mientras que la jefa del FMI, Kristalina Georgieva,
advirtió que la economía mundial corre el riesgo de volver a la Gran Depresión
de los años 30. Georgieva dijo que la actual economía mundial podría compararse
con los "felices años veinte" que culminaron con el gran
colapso del mercado de 1929. "El aumento de la desigualdad y la 'creciente
incertidumbre' causada por la emergencia climática y las guerras comerciales
evocan la primera parte del siglo XX, cuando las fuerzas gemelas de la
tecnología y la integración condujeron a la primera edad dorada, los felices
años veinte y, en última instancia, al desastre financiero".
¿Cuál fue su
respuesta? ¡Un sector financiero más inclusivo! "Los servicios
financieros son principalmente algo bueno. Las economías en desarrollo
necesitan más financiación para dar a todos la oportunidad de tener éxito. Si
bien la política fiscal sigue siendo una herramienta potente, no podemos pasar
por alto las políticas del sector financiero. Si lo hacemos, podríamos
descubrir que la década de 2020 es demasiado similar a la de 1920".
Pero, "El asunto es que lo bueno hasta el hartazgo puede convertirse en
algo malo. La excesiva profundización financiera y la crisis financiera pueden
alimentar la desigualdad. Así que tenemos que encontrar el equilibrio adecuado
entre demasiado y demasiado poco".
Nada de esto
inspira confianza en la probabilidad de éxito del ‘capitalismo de las partes
interesadas’. No es de extrañar que una encuesta global publicada
justo antes de Davos encontrara que más de la mitad de las personas
encuestadas creen que el capitalismo en su forma actual hace "más daño que
bien". Esa creencia fue expresada por una mayoría a través de todos los
grupos de edad, género y nivel de ingresos. De hecho, sólo había seis mercados
en los que la mayoría no estaba de acuerdo: Australia, Canadá, Estados Unidos,
Corea del Sur, Hong Kong y Japón. El mayor apoyo a la declaración se encontró
en Tailandia (75 por ciento) y el nivel más bajo en Japón (35 por ciento). En
Estados Unidos, sólo el 47 por ciento estuvo de acuerdo con la afirmación.
La encuesta también encontró
que el 48 por ciento de las personas encuestadas creen que el sistema les está
fallando, mientras que sólo el 18 por ciento cree que está funcionando para
ellos. El 78 por ciento está de acuerdo en que "las élites se están
enriqueciendo mientras que la gente común lucha por pagar sus cuentas".
Y en 15 de 28 mercados, la mayoría es pesimista sobre su futuro financiero, y
la mayoría cree que no estará mejor dentro de cinco años de lo que está hoy.
Allí no se
ve hay mucho apoyo para el capitalismo, ya sea de accionistas o partes
interesadas.
(Traducción
ALAI)
- Michael
Roberts
No hay comentarios:
Publicar un comentario