Amigos y
compañeros:
Ayer 9 de enero del 2020, muy temprano nos dejó
nuestro historiador Pablo Macera Dall’Orso. Su fallecimiento ha causado mucha
consternación a todos los peruanos que vivimos pendientes de lo que ocurre día
a día en nuestra república.
Don Pablo, porque así lo traté, con respeto y
admiración, resulta ser un ciudadano que por vocación fue historiador; y en su
calidad de académico de la historia y de la vida, los peruanos sabemos de las
virtudes y las atribuciones que don Pablo mostró en su absoluta independencia
para enseñar y para escribir sus libros.
Asimismo el doctor Macera fue libre de opinar, aún
en épocas en que mejor era guardar silencio, y si no, terminabas en las oficinas
de la policía política o en los tribunales de justicia por quienes se sentían
ofendidos por la forma espontánea e inteligente con que opinaba.
Macera era un personaje y un ciudadano historiador,
que hizo de su vida la lectura y las ensañas que impartió en las aulas de San
Marcos, o en artículos que en los diarios publicara sobre la historia peruana;
Macera historiador no se ocupaba sólo de nuestro pasado histórico, sino también
por su formación fue un militante del conocimiento de la vida cultural, económica
y política. Dictaba lecciones para aprender e interpretar el Perú como patria,
como decía Víctor Andrés Belaúnde, Basadre y José Carlos Mariátegui.
Macera fue el ciudadano que quiso, y a la vez llegó
a saber del hombre peruano y de sus colectividades, como maestro no fue
egoísta, nos comunicó para decirnos, sobre el hombre del Perú de ayer, del hoy
y del mañana.
Lo conocí, a partir del año 1974 gracias a la
presentación de otro gran peruano, don Jorge Basadre; de la fecha mencionada
que lo conocí, pasaron varios años para hacerme amigo de don Pablo,
particularmente cuando asistía a su seminario “Rural Andino” de la Universidad
de San Marcos en el jirón Andahuaylas (calle Real), fui asiduo visitante por el
gran interés que tenía por saber de sus trabajos y de los míos, en especial de
la Contraloría General, institución donde trabajé.
Don Pablo, al que repito, lo traté con gran respeto
porque siempre es bueno los respetos y consideraciones de orden personal, nunca
le pregunté sobre su posición política en la década del 90, que por cierto no
íbamos a coincidir; pienso que gracias a dicho respeto nuestra amistad se
fortaleció más, con otros amigos y compañeros, Jaime Castro Contreras y a veces
también don Ernesto Yépez, en un tiempo a fines del 90 y comienzos del siglo
XXI nos reuníamos a tomar desayuno en el chifa situado en el jirón Paruro
(calle Púlpitos), porque a don Pablo le gustaba tomar desayunos con sabor
chino.
Del doctor Macera tengo grandes recuerdos, porque
cada vez que iba a publicar un libro le pedía su prólogo o un comentario para
cada presentación, él lo hizo con gran voluntad y cariño. No quiero hacerle un
homenaje recordando sus diversos y variados estudios sobre el Perú andino,
virreinal y republicano, eso queda para aquellos que quieran investigar sus
obras, yo en mi último trabajo “El Estado en el Perú debe ser para todos”, en
su cuarto capítulo del libro sobre aspectos de cultura, nación e
institucionalidad, en su punto III, ahí menciono que Macera en su libro “Tres
Etapas en el Desarrollo de la Conciencia Nacional”, escrito en la década del
60.
En este estudio decía que el proceso de
emancipación significó cambios de orden ideológico en los intelectuales
criollos peruanos, cuyo objetivo final sería la libertad del dominio colonial,
lo sustantivo en estos cambios que se centraron: “en los últimos años
coloniales en que se ha distinguido tres etapas ideológicas en cuanto a la
formación de la conciencia nacional. Para conocer el desarrollo de esa
conciencia es indispensable no sólo estudiar las doctrinas de la evolución que
lo concluye y simboliza, sino también el proceso cultural peruano durante el
siglo XVIII, sin el cual sí podríamos considerar la independencia de
extranjeros”.
La conceptualización, como su acuciosa información
en sus “Trabajos de Historia” “y en la mencionada “Tres Etapas en el Desarrollo
de la Conciencia Nacional” asumo de esas lecturas que lo circunstancial y la
indiferencia en la historia no es aislado, no se escapa de lo que él dice:
“aquella predisposición a favor de lo nacional, de lo peruano resultante de la
conjunción del criollismo y de racionalismo moderno, y ver qué lugar ocupó el
indio dentro de esas nuevas perspectivas. Por desgracia el modernismo fue entre
nosotros un entusiasmo de minorías, recluido geográfica y socialmente en las
ciudades y en un pequeño grupo de hombres de raza blanca, el indígena que sus
antecesores habían conquistado fue un personaje extraño al que difícilmente
comprendieron”.
En esta línea de más o menos ocuparse sobre lo
indígena, Pablo Macera nos dice que: “Hipólito Unanue para escribir su Idea
General de los Monumentos del Antiguo Perú. Aunque su estudio fue superficial y
somero, limitándose a señalar algunos de nuestros principales lugares
arqueológicos del Perú (Tiahuanaco, Chachapoyas, Cuzco, Quito, Pachacamac,
Lucanas, etc.) y a elogiar los adelantos obtenidos por los antiguos indios en
la metalurgia, medicina y ciencias matemáticas. Lo principal en el artículo de
Unanue fue no tanto esas velocísimas referencias, ni su defensa de Garcilazo
sino el entusiasmo que denotan por una tradición que a pesar de todo no era ni
podía ser la suya, el entusiasmo por derecho de sangre, Unanue no vacilaba en
condenar la profanación de las tumbas y palacios indios y culpar de esta
destrucción al execrable ‘hambre de oro’ de los conquistadores españoles” (Ver
Trabajos de Historia de Pablo Macera, tomo 2, página 313).
Esa forma amplia y a la vez profunda era la
escritura de don Pablo Macera, cómo fuera que los nuevos historiadores
consideren al maestro que en sus libros nos enseñó no sólo historia, sino
economía y política de nuestro Perú milenario, del actual y de su perspectiva
por la redención nacional.
Gracias doctor Pablo Macera Dall’Orso por su gran
amistad que me brindó y por las enseñanzas de su cátedra que salió de San
Marcos para todo el Perú y a los ciudadanos que no perdemos la lucha por ser
república completa, autónoma y soberana.
Fernando Arce
Meza
Surco, 10 de Enero del 2020
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