28/07/2020
Esta pandemia ha generado una virtual confrontación
entre los gobernantes que necesitan casi periódicamente determinar
prescripciones obligatorias para los ciudadanos, muchas veces, sin el necesario
respaldo científico, pues estos profesionales cuando inventan, crean o
desarrollan un medicamento o una vacuna, todas sin excepción, obran con
responsabilidad y conciencia moral, pues están sujetas a estrictas e
incorruptibles pruebas de su efectividad que insumen mucho tiempo, pues su
responsabilidad es superlativa en cuanto a la confianza inmediata que genera un
medicamento cuando es aprobado y puesto en circulación en las farmacias.
Lo que está sucediendo se resume en la irrefrenable
tentación e imprudencia de los gobernantes, para justificar su cargo, y
determinar medidas que no están apoyadas científicamente y solo causan
incertidumbre; no se puede, en una situación tan grave dejarse conducir por
impulsos, pues recién las primeras drogas con efectos positivos están siendo
actualmente identificadas; entre ellos más de 150 fármacos son investigados en
todo el orbe y se prueba su efectividad con el corona-virus.
En Inglaterra, se lleva a cabo el mayor ensayo
clínico denominado Recovery con participación de más de 15.000 pacientes y ¿Por
qué se cita este trabajo? porque es el único que ha emitido una visión
definitiva sobre qué medicamentos son efectivos o no.
Lo más triste y deplorable de todo este esfuerzo
científico y sus consecuentes investigaciones es la persistencia de la codicia
humana, por ejemplo: el medicamento Remdevisir que acaba de ser aprobado su uso
en la Unión Europea cuesta casi 3.000 dólares por paciente, cuando el costo de
producción es de solo 10 dólares.
Los gobernantes ante sus apresuradas
determinaciones deben sentir vergüenza entendida como una emoción
insuficientemente estudiada, la vergüenza supone que uno está completamente
expuesto y consciente a ser mirado, en una palabra, consciente de uno mismo. Un
gobernante es visible y no está preparado para ello; a ello se debe que
imaginemos la vergüenza como una situación en la que nos observan fijamente
mientras estamos desnudos, con ropa de dormir o con los pantalones bajos y las
mujeres con pantaletas. Independiente de la vergüenza está expedita la vía
judicial por responsabilidad.
La vergüenza de un gobernante apresurado ante
situaciones tan graves se expresa desde muy temprano en un impulso de ocultar
el rostro, a hundirse, en ese preciso instante, en el suelo.
Lo que se ha visto con diáfana claridad es que los
organismos que dirigen la responsabilidad de atenuar y eliminar esta pandemia
no han socializado con vehementes e incisivos anuncios en los medios de
comunicación oral y escrita que todos los ciudadanos deben cumplir tres pasos
importantes para evitar el contagio; el primero es la prevención que consiste
en guardar el estricto distanciamiento (mínimo 1.5 a 2 metros) ¿Por qué? porque
el virus corona es un virus pesado en relación otros virus y por ello no
resiste más de 30 centímetros de recorrido en distancia y se cae. Luego,
importantísimo, es el lavado constante de las manos obligadamente después de
cada acción o haber tocado una superficie dudosa o no, el jabón por su fórmula
desactiva inmediatamente el virus.
El segundo paso es mantener la energía y ésta se
mantiene con un metabolismo sano (entendido como la transformación de la
materia en energía) que se impulsa con la ingesta de agua de acuerdo con el
peso de la persona y con una dieta adecuada, medidas que reducen
significativamente la posibilidad de contagio. El tercer paso es la oxigenación
y un buen nivel en el cuerpo de vitamina A, que es provista por el sol (mínimo
10 minutos diarios).
La oxigenación es el ejercicio de inhalar y exhalar
el aire que respiramos; inhalando vigorosamente, es decir, llenando los
pulmones de aire y expulsando el mismo en la exhalación se logra fortificar las
defensas; debe hacerse este ejercicio por los menos 2 a 3 veces al día con 10 o
15 inhalaciones y sus respectivas exhalaciones.
Todos estos consejos del columnista, que no es
médico, se fundamentan en la lógica y en el sentido común sobre hechos
probados, y son para la gente sencilla que es la más desprotegida y olvidada,
que no tiene medios para acceder a verificaciones médicas; afirmando y
comprobando in situ que hoy en día es un suplicio intentar ser atendido en las
diferentes cajas de salud, peor es la situación en los hospitales públicos.
Esto es prevención y no hay costo económico.
-.Dr. Raúl Pino-Ichazo Terrazas es abogado,
posgrados en Interculturalidad y Educación Superior (UMSA), Filosofía y Ciencia
Política (Maestría, CIDES-UMSA), Docencia en Educación Superior (Diplomado
Superior; Loyola, Univ.) Arbitraje y Conciliación (Especialidad), Derecho
Aeronáutico (Instituto Iberoamericano de Derecho Aeronáutico, del Espacio y de
la Aviación Comercial, Madrid), Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard),
doctor honoris causa en Humanidades (IWA-Cambridge University, USA).
https://www.alainet.org/es/articulo/208140
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