30/09/2018 |
Michel Husson
Diez
años después de la quiebra de Lehmann Brothers, se multiplican las
contribuciones en torno a dos cuestiones: ¿Cómo ocurrió? y ¿Se puede
reproducir? Pero casi todas están centradas en los movimientos financieros,
pasados o por venir. El punto de vista adoptado aquí es algo diferente, porque
intenta identificar las raíces económicas de los desórdenes mundiales. Su hilo
director es el siguiente: el agotamiento del dinamismo del capitalismo y la
crisis abierta hace diez años conducen a una mundialización cada vez más
caótica, portadora de nuevas crisis, económicas y sociales.
El capitalismo asfixiado
El
dinamismo del capitalismo se basa en última instancia en su capacidad para
obtener mejoras de productividad o. dicho de otra manera, en hacer crecer el
volumen de mercancías producidas en una hora de trabajo. Tras las recesiones
generalizadas de 1974-75 y 1980-82, las mejoras de productividad se han
desacelerado tendencialmente. Hemos pasado de lo que algunos califican como
la Edad de Oro (para destacar el carácter excepcional de este
período) al capitalismo neo-liberal, amenazado hoy día por un estancamiento
secular. Durante este período, el capitalismo logró la proeza de
restablecer la rentabilidad a pesar de la desaceleración de las mejoras de
productividad, como lo muestra el gráfico 1 1/.
Gráfico 1. Crecimiento de la productividad del
trabajo
Esto
sólo ha sido posible gracias al frenazo casi universal de los salarios, cuya
parte en el conjunto de la renta desciende tendencialmente. Y este resultado se
ha debido también a un conjunto de mecanismos que actúan unos sobre otros
(mundialización, financiarización, innovaciones tecnológicas, endeudamiento),
cuyas contribuciones relativas sería inútil descomponer. Las desigualdades son
parte integrante de este modelo coherente, aunque su coherencia no podía ser
duradera2/. Las contradicciones de este modelo
condujeron a la crisis de 2007-2008. La mundialización es desde luego uno de
los elementos esenciales de este modelo, pero la crisis ha tenido el efecto de
modificar sus características.
El gran cambio del mundo
La
década anterior a la crisis se caracterizó por el ascenso de los llamados
países emergentes, y en particular China. Esta emergencia se
alcanzó gracias a una nueva organización de la producción, cuyos diferentes
segmentos se reparten en varios países, desde la concepción a la producción y
distribución al consumidor final. Estas cadenas de valor mundiales se
instauraron bajo la égida de las empresas multinacionales, tejiendo una
verdadera red que aprisiona la economía mundial. Hoy día, un smartphone
es concebido, producido y comercializado por trabajadores de los cuatro
rincones del mundo.
Esta
nueva forma de mundialización sirvió de escapatoria a la crisis de comienzos de
los años 1980, abriendo una reserva de mano de obra de bajos salarios,
acrecentada aún más tras el hundimiento del socialismo real. Pero
condujo a un verdadero cambio de la economía mundial, como lo muestra el
reparto de la producción manufacturera mundial (dejando aparte la producción de
energía): entre 2000 et 2018 ha aumentado un 62%, pero la casi totalidad de
este progreso se realiza en los llamados países emergentes, donde se ha más que
doblado (+152 %), mientras que ha progresado débilmente en los países
avanzados (+16 %). Los países emergentes realizan hoy día el 42 % de
la producción manufacturera mundial, frente al 27 % en 2000 (gráfico
2) 3/. En algunos países, como China y
Corea del Sur, esta industrialización cada vez está menos acantonada en
industrias de ensamblaje (textil o electrónica) y se registra un ascenso
de sectores de productos de alta tecnología, incluso de bienes de
producción.
Gráfico 2. Producción industrial mundial :
volúmenes
(En
miles de millones de dólares de 2010)
La
oposición entre países avanzados y emergentes es
sin embargo un enfoque engañoso. A comienzos de siglo, Rosa Luxemburg podía
definir el imperialismo como "la expresión política del proceso de la
acumulación capitalista que se manifiesta con la competencia entre capitalismos
nacionales" 4/. Nicolas Bujarin describía un
"proceso de nacionalización del capital, es decir la creación de cuerpos
económicos homogéneos, encerrados en las fronteras nacionales y refractarios
los unos respecto a los otros" 5/. Cada país imperialista partía
entonces a la conquista del mundo, de ahí la primera guerra mundial, calificada
de inter-imperialista.
Pero
hoy día el mapa de los Estados y el de los capitales ya no coinciden. Hay que
abandonar por tanto la representación de una confrontación asimétrica entre
países imperialistas y países dependientes, y sustituirla por un concepto de
economía mundial estructurada según una lógica de desarrollo desigual y
combinado llevado a cabo por las empresas transnacionales.
Estados y capitales
Desde
el momento en que el mapa de los Estados y el de los capitales son cada vez más
dispares, hay que pensar de otra manera las relaciones que los mantienen. Desde
luego, no han desaparecido los lazos privilegiados entre tal multinacional
y su Estado, y éste intentará defender los intereses de sus
industrias nacionales. El distanciamiento viene más bien del hecho de que las
grandes empresas tienen como horizonte el mercado mundial y que una de las
fuentes de su rentabilidad reside en la posibilidad de organizar la producción
a escala mundial minimizando costes y localizando sus beneficios en los
paraísos fiscales. No tienen ninguna obligación que les fuerce a recurrir al
empleo doméstico, y sus salidas están en gran parte desconectadas de la
coyuntura nacional de su puerto de enganche. Esto quiere decir que el débil
crecimiento del mercado interior de un país es soportable para las empresas de
ese país, siempre que disponen de salidas alternativas en el mercado mundial.
La tarea de los Estados, y esto es particularmente cierto en Europa, ya no es
defender a sus campeones nacionales, sino hacer todo lo posible
para atraer las inversiones extranjeras a su territorio.
Esta
organización de la producción mundial ha sido hecha posible y construida por
decisiones políticas orientadas a derribar todos los obstáculos a una libre
circulación de los capitales a través del mundo. Ha sido puesta en marcha por
instituciones y tratados internacionales, y muchas veces impuesta a los países
dependientes en forma de planes de ajuste estructural.
La
mundialización conduce por tanto a un entrelazamiento de relaciones de poder,
organizadas en lo que podría llamarse una doble regulación contradictoria. Por
un lado, los Estados pretenden defender su rango en la escala de potencias nacionales,
garantizando al mismo tiempo las condiciones de funcionamiento del capitalismo
mundializado. Por otro lado, esos mismos Estados deben conciliar los intereses
divergentes de los capitales orientados hacia el mercado mundial con los del
tejido de empresas que producen para el mercado interior, y gestionar la
conflictividad social interior.
Las
relaciones de poder económico están estructuradas hoy día en dos ejes: un
eje vertical clásico que opone a los Estados nacionales, y un
eje horizontal que corresponde a la competencia entre
capitales. Las instituciones internacionales funcionan como una especie
de sindicato de Estados capitalistas pero no existe hoy
ni ultra-imperialismo, ni gobierno mundial. El
capitalismo contemporáneo escapa por el contrario a cualquier verdadera
regulación y funciona de manera caótica, dividida entre una concurrencia
exacerbada y la necesidad de reproducir un marco de funcionamiento común. Las
prerrogativas del Estado-nación no han sido suprimidas, al contrario de lo que dicen
algunas tesis unilaterales. Tratándose de la economía mundial, hay una que
subsiste: el control de las materias primas.
El dominio de las materias primas
La
lucha permanente por el acceso a las materias primas no ha cesado, y engendra
desequilibrios y conflictos. Se piensa evidentemente en la energía: el
petróleo, el uranio, etc. Habría que añadir las tierras expoliadas 6/ en beneficio de la agricultura
productivista, la hidroelectricidad y la explotación minera. El acceso al agua
engendra también muchos conflictos regionales.
La
mundializaciónn tiene como efecto desestabilizar la agricultura campesina, ya
sea inundando el país con importaciones de productos alimenticios, o por el
acaparamiento de las tierras. Al mismo tiempo, el motivo de muchas inversiones
internacionales es deslocalizar las producciones más contaminantes a países con
legislaciones poco exigentes. Todos estos mecanismos vienen además agravados
por el cambio climático, de tal manera que se puede avanzar la idea de que las
transferencias en sentido amplio (residuos, contaminaciones, recalentamiento,
sequías, lluvias torrenciales, productos agrícolas subvencionados, simientes
bajo patente, abonos y pesticidas) son "las causas de los exilios
forzados" 7/.
Este
cuadro comporta sin embargo el riesgo de un determinismo un tanto simplista que
llevaría a olvidar la articulación con otros factores sociales y políticos.
Sostener, por ejemplo, que la guerra civil en Siria ha sido fomentada bajo mano
para preservar los intereses de los grandes grupos petroleros, sería
evidentemente muy reductor. Pero esta determinación –a la que se añaden las ventas
de armas– existe, como lo muestra un inquietante análisis de dos
economistas 8/. Muestran que los períodos en que
la tasa de ganancia de los cuatro mayores grupos petroleros (BP, Chevron,
ExxonMobil, Shell) desciende por debajo de la media de las grandes empresas,
son seguidas por un conflicto, desde la guerra de los Seis Días hasta la
tercera guerra del Golfo en 2014. Aunque los autores conceden que su
"historia de Oriente Medio es en gran parte una fábula" y que
"los dramas de la región (…) tienen su propia lógica específica", su
artículo recuerda la necesidad de combinar correctamente la voluntad de
dominación de los recursos y otras determinaciones.
El agotamiento de la mundialización
La
primera década de este siglo ha estado dominada por un eje China/Estados Unidos
(se ha hablado de Chinamérica) funcionando con una lógica de
complementariedad. Estados Unidos vivía a crédito con un déficit exterior
financiado por el reciclaje de los excedentes, sobre todo de China. Las
inversiones en China en forma de joint ventures contribuían al
dinamismo de la economía china. Otros países se han integrado en esta división
internacional del trabajo: los famosos emergentes o incluso
los PECO [países de Europa central y oriental: 11 países, aunque muy
heterogéneos] con respecto a Alemania. Y se ha desarrollado el eje económico
transatlántico entre Europa y Estados Unidos. Esta mundialización era eficaz
desde el punto de vista del capital y toda la ideología dominante se dedicó a
vanagloriar sus ventajas, a convencer de la necesaria adaptación a la
concurrencia global, o a blandir la amenaza de las deslocalizaciones.
Ahora
parece como si la última década, inaugurada por la crisis de 2008, hubiese
hecho aparecer poco a poco los límites de esta organización. Aunque no se puede
hablar de fin de la mundialización, hay que destacar los signos manifiestos de
un agotamiento que parece duradero. El desarrollo de las cadenas de valor
mundiales venía motivado, no sólo por la búsqueda de bajos costes salariales,
sino también por el potencial de los países emergentes en términos de mejoras
de productividad. Su ralentización en el centro podía ser compensado por su
dinamismo en la periferia. Ahora bien, uno de los fenómenos más llamativos de
la última década es que el progreso de la productividad en el Sur se ha
desacelerado claramente. En los países emerges, "el crecimiento anual
medio de la productividad global de los factores se ha dividido por más de
tres, pasando de +3,5 % (2000-2007) a un poco más de 1,0 %
(2011-2016)" 9/. Éste es sin duda el factor que
contribuye a explicar la desaceleración espectacular del comercio mundial.
Hasta entonces, progresaba dos veces más rápido que la producción nacional; hoy
aumenta al mismo ritmo.
Una
de las razones es que China se desengancha de las cadenas de valor: "las
importaciones de inputs destinados a ser reexportados
representan ya menos del 20% de las exportaciones totales de mercancías, frente
al 40 % durante los años 90. Varios factores explican esta retirada: alza
de salarios, reorientación hacia actividades de mayor contenido tecnológico,
voluntad de un mejor reparto de los frutos del crecimiento, apreciación del
tipo de cambio" 10/.
Dejando
aparte a China, podría incluso hablarse del fin de la emergencia. Los otros
países BRICS (Brasil, Rusia, India, Sudáfrica) no han
conseguido superar duraderamente, como lo han hecho China y Corea del Sur, une
especialización inicial basada en el abastecimiento de materias primas. Pierre
Salama habla de "reprimarización" 11/ en el caso de Brasil y otros
economistas mencionan una desindustrialización precoz 12/. Además, los países emergentes
están sometidos a movimientos erráticos de capitales que inducen una
inestabilidad crónica de sus balances exteriores y de su moneda. Los recientes
casos de Turquía y de Argentina son un ejemplo llamativo, pero podrían citarse
también los países del sur de Europa, abandonados por las entradas de
capitales.
Dislocación social
La
crisis ha servido de revelador de otro fenómeno –que las políticas de
austeridad han contribuído a exacerbar–: la dislocación social engendrada por
la mundialización. Ésta no ha sido ni «feliz» ni «inclusiva».
Muchos estudios, incluso procedentes de instituciones internacionales como el
FMI y la OCDE, han señalado sus efectos corrosivos, siendo el más destacado la
polarización de los empleos.
En
todos los países avanzados se observa el mismo fenómeno: el empleo
aumenta por los dos extremos. En una punta de la escala progresan
los empleos muy cualificados, en la otra los empleos precarios; entre ambos,
la clase media se estanca y sus perspectivas de ascenso social
se desvanecen. Al mismo tiempo, se ahondan las desigualdades de rentas. La
mundialización no es la única responsable, y es muy difícil, si no imposible,
extraerla de un modelo de conjunto en el que la financiarización y la puesta en
pie de nuevas tecnologías también tienen su parte, así como la relación de
fuerzas entre capital y trabajo.
Es
la ocasión para recordar que muchos países no son ni avanzados ni emergentes,
y que una parte importante de la población mundial vive en segmentos de países
que son mantenidos apartados de la dinámica de la mundialización capitalista.
Las líneas de fractura atraviesan así las formaciones sociales y contribuyen a
la desestructuración de las sociedades.
No
es por tanto sorprendente constatar la reciente multiplicación de estudios
sobre las desigualdades de rentas. Branko Milanovic, uno de los especialistas
mundiales en esta temática 13/, resume así una conclusión ya
compartida: "Las desigualdades de rentas crecen en el interior de los
países, pero se reducen a nivel mundial con el ascenso de China" 14/. Y esta profundización de las
desigualdades en el interior de los países "influye sobre la estabilidad
política de los Estados-nación".
Ante
este cuestionamiento, las instituciones internacionales entonan su mea
culpa sobre el tema: habría hecho falta redistribuir mejor las
ventajas de la mundialización para hacerla más inclusiva. Pero este
piadoso deseo es contradictorio con uno de los resortes de la mundialización,
como es una concurrencia fiscal exacerbada. El tipo medio de impuestos sobre
los beneficios en los países avanzados ha pasado del 44%, a comienzos de los
años 1990, al 33% en 2017, e incluso al 27%, teniendo en cuenta las medidas
adoptadas por Donald Trump 15/. Y el movimiento es mundial: el
tipo medio ha descendido también un tercio durante ese mismo período 16/.
La
contradicción es patente: la atractividad implica un descenso
constante de los recursos fiscales que no pueden por tanto ser dedicados a una
redistribución que corrija los efectos de la mundialización para hacerla inclusiva.
Esta desfiscalización generalizada de los beneficios es la puerta abierta a la
evasión fiscal, que reduce aún más los recursos de los Estados: el 40 % de
los beneficios de las multinacionales fueron localizados en los paraísos
fiscales en 2015 17/. El Estado social está minado
desde el interior y no es sorprendente que la adaptación a la economía
mundializada vaya pareja a su «adelgazamiento». Las funciones del Estado no son
neutralizadas por la mundialización, son reorientadas: el Estado social se
convierte en un Estado antisocial cuya prioridad es la atractividad y la competitividad
de su economía.
La
creciente desconfianza ante la Unión Europea puede ser interpretada también
como el efecto de retorno de la crisis de la mundialización, en tanto se
considera cada vez más a las instituciones europeas guiadas por un proyecto de
adaptación a la lógica de la economía mundializada.
El efecto Trump
La
capacidad disruptiva de Donald Trump parece no tener límites pero sus medidas
proteccionistas no tienen en cuenta la manera como funciona la economía de
Estados Unidos, ni el entrelazamiento actual de los capitales. Sobre el primer
punto, uno de los elementos esenciales de Chinamérica era
permitir a Estados Unidos el descenso de la tasa de ahorro de las economías
domésticas (y por tanto el crecimiento del consumo), con la contrapartida de un
importante déficit comercial financiado por los capitales procedentes del resto
del mundo, en particular de China. Además, Donald Trump lleva a cabo, con
reducciones de impuestos, una política expansionista que profundiza el déficit.
Un cáustico comentarista ha escrito: "si existiese un plan secreto para
hacer estallar el déficit comercial, se parecería mucho a la actual política
americana" 18/.
Lo
que tampoco comprende la administración bajo la égida de Trump es que el
comercio mundial afecta principalmente a bienes y servicios intermedios, cuya
parte es "casi dos veces más importante que la de los bienes y servicios
destinados a la demanda final" 19/, como recordaba recientemente el
director general del Banco de compensaciones internacionales. En su caso se
trataba evidentemente de defender el libre cambio, peso la constatación
corresponde a la realidad.
En
el caso de Estados Unidos, una buena parte de sus importaciones corresponden a
inversiones estadounidenses en países como China o México. Según el FMI,
Estados Unidos detentaba en 2015 el 44% del stock de inversiones directas
realizadas en México, y la parte de exportaciones chinas hacia los Estados
Unidos proveniente de empresas con participación extranjera era un 60% en
2014 20/.
No
es por tanto de extrañar que el mundo de los negocios estadounidense esté
dividido y que muchos sectores teman el encarecimiento de sus importaciones de
bienes intermedios o las medidas de represalia: "la inquietud suscitada
por el impacto del proteccionismo del Sr. Trump no deja de aumentar en el
conjunto de la economía americana, donde muchas empresas se sirven de las
cadenas de valor mundiales para conservar precios bajos y beneficios elevados,
y temen que este época pueda llegar pronto a su fin " 21/. Así, un grupo de empresas ha
presentado un recurso ante el tribunal de comercio internacional de New York
para cuestionar la sobretasa del 25 % sobre las importaciones de
acero 22/. Las empresas punteras de la
informática también han criticado los límites a la inmigración, que podría
reducir la captación de cerebros en su favor.
La
política mercantilista de Donald Trump es incoherente. El déficit comercial de
Estados Unidos corresponde contablemente al hecho de que el ahorro nacional no
es suficiente para financiar la inversión interior, al que viene a añadirse el
impacto del déficit presupuestario, agudizado por las reducciones de impuestos.
En estas condiciones, el déficit no se va a reducir a pesar de las tasas sobre
las importaciones, a menos que se reduzca el consumo de las economías
domésticas, y por tanto el crecimiento de Estados Unidos 23/. En la práctica, deberán seguir
afluyendo las entradas de capitales del resto del mundo para financiar el
déficit comercial. Pero esto supone que el papel del dólar como moneda de
reserva no se vea cuestionado. Ahora bien, esta condición estaría amenazada si
quienes financian a los Estados Unidos se vieran disuadidos para poseer
dólares, bien porque baje su tipo de cambio, o a causa de las medidas agresivas
tomadas en su contra.
Las
medidas de Trump afectan también a Europa y por tanto al eje transatlántico, por
ejemplo cuando renuncia al proyecto de tratado –el Tafta (Asociación
transatlántica de comercio e inversión)– uno de cuyos objetivos era
precisamente intensificar las relaciones entre Estados Unidos y Europa, con el
fin de deja a un lado a China 24/.
El nuevo despliegue chino
Si
Donald Trump ha decidido de forma manifiesta acabar con el eje Estados
Unidos/China, China por su parte está también emprendiendo una nueva vía, basada
en tres principios. El primero es recentrar su economía hacia el mercado
interior, lo que está haciendo muy progresivamente. Segundo eje: el gobierno
chino avanza el objetivo de una mejora de su producción, con el ambicioso
programa Made in China 2025. Por último, China desarrolla el
proyecto titulado «El cinturón y la ruta»: se trata de un programa gigantesco
de infraestructuras de cerca un billón de dólares, que afecta a más de 60
países. El «cinturón» une –por tierra– China con Europa occidental vía Asia
central y Rusia; la «ruta» es marítima y permitirá unir Africa y Europa por el
mar de China y el océano Índico 25/.
Branko
Milanovic ve en ello un verdadero proyecto de desarrollo que rompe con las
reglas del consenso de Washington, según el cual: "basta con privatizar,
desreglamentar y liberalizar los precios, los intercambios exteriores, etc.,
para que los empresarios privados aprovechen la ocasión, y el desarrollo llegará
por sí mismo" 26/. Podemos no compartir esta
apreciación positiva, que subestima el enorme riesgo financiero infligido a los
países afectados, como Pakistan o Sri Lanka, amenazados por el
sobreendeudamiento. Para China es también sin duda la ocasión para aumentar su
influencia sobre los países asociados,en una lógica que lleva a
algunos a hablar de un nuevo imperialismo chino" 27/.
Pero
no es menos cierto que esta nueva ruta de la seda y el
programa Made in China 2025 significan un redespliegue sustancial de la
economía china y una nueva estructuración de la economía mundial. La OCDE
es muy consciente de ello y está preocupada insistiendo "en los límites de
lo que China puede hacer por sí sola" y sugiriendo que "serán
necesarias importantes contribuciones de los países de la OCDE", lo que
supone un "«papel creciente de los mercados" y el reforzamiento de
los "derechos de propiedad y de la competencia" 28/.
Populismo:
la verdadera herencia de la crisis financiera
El
orden mundial anterior a la crisis está hoy cuestionada por el avance –y el
acceso al poder– de fuerzas de extrema derecha defensoras de una crítica de la
mundialización, que se ha reforzado con la crisis. Un editorialista del Financial
Timesa ha escrito que "el populismo es la verdadera herencia de la
crisis financiera mundial" 29.
Desde
luego, hay que evitar todo mecanicismo. Por ejemplo, los países europeos más
afectados por la austeridad (Grecia, España, Portugal) quedan poco afectados
por el ascenso de la extrema derecha, mientras que ésta se encuentra en el
poder en Italia, Austria, Hungría o Polonia. La afluencia de refugiados durante
los últimos años ha jugado evidentemente un papel, pero este factor ha tenido
también un impacto diferenciado según países. La fórmula algebraica general
combina los efectos del neoliberalismo y la xenofobia, pero en proporciones
variables.
Se
puede citar en este sentido un estudio fascinante sobre los determinantes del
voto a favor del Brexit 30/. El autor parte del descenso en
los gastos sociales entre 2010 y 2015. Como media es el 23,4 %, pero varía
mucho de un distrito a otro (de 46,3 % a 6,2 %), lo que permite
diseñar un mapa de la austeridad que puede compararse con los votos a UKIP
(Partido para la independencia del Reino Unido) que coincide además con los
votos a favor del Brexit en 2016. La relación entre ambos es muy estrecha y el
autor se arriesga a afirmar que en ausencia de medidas de austeridad el Brexit
habría sido minoritario. Las cosas son sin embargo más complicadas, en la
medida en que los descensos de gastos sociales han sido más señalados en los
distritos más afectados por los efectos del modelo neoliberal:
desindustrialización, paro y polarización de empleos. Las determinaciones son
por tanto complejas, y aunque el autor no hace jugar ningún papel a la
inmigración, la xenofobia no estuvo ausente entre los argumentos de campaña a
favor del Brexit.
Un
reciente estudio 31/ utiliza datos económicos y
electorales que cruza con los resultados de la European Social Survey,
una encuesta sobre opiniones de los ciudadanos. Establece que "las
regiones que conocen un aumento mayor del paro son más susceptibles a rechazar
a los inmigrantes de base económica". La crisis "ha modificado la
opinión de los europeos sobre el impacto de los inmigrantes en la economía, un
efecto especialmente fuerte para las personas más afectadas por las
consecuencias negativas de la mundialización y las mejoras tecnológicas".
Los autores introducen así una diferencia entre los "motores económicos y
culturales del populismo": sus resultados muestran que el rechazo a los
inmigrantes tiene un fundamento económico más que cultural. No hay correlación
entre el paro y la percepción del papel de los inmigrados en la vida cultural
del país. Es como si los partidos de extrema derecha transformaran la base
económica del rechazo a los inmigrados en un rechazo cultural»
o dicho de otra forma una xenofobia afirmada.
Wolfgang
Streeck habla de una nueva oposición entre las interpretaciones "de
izquierda" y "de derecha" de la inmigración, que sería
"ortogonal" al conflicto clásico izquierda-derecha entre trabajo y
capital 32/. Por último, Patrick Artus
"comprende el malestar social" de los asalariados de los países de la
OCDE y lo explica por tres factores a que están confrontados:
"desindustrialización y bipolarización del mercado de trabajo; menor
capacidad de los Estados para financiar los gastos de protección social;
descenso de la parte de los salarios, con la competencia salarial y la elevada
exigencia de rentabilidad del capital" 33/.
Los malos tiempos
El
cuadro de la economía mundial tras diez años de crisis es sombrío: la Unión
Europea está dividida, entre Brexit y ascenso de la extrema derecha; la zona
euro se fracciona; muchos de los llamados países emergentes están sometidos a
movimientos erráticos de capitales; las deudas, y sobre todo las deudas
privadas, no han dejado de acumularse; la parte de las riquezas creadas
revertida a quienes las crean disminuye casi en todas partes, y las
desigualdades se agudizan; el Estado social está minado por la concurrencia
fiscal, etc. En vez de reabsorberse, los efectos de esta crisis se han
agravado. La razón de fondo es que no existe modelo que pueda sustituir al que
entró en crisis hace diez años, que sea aceptable para la oligarquía mundial.
Todos los principios de organización de la economía mundial se desmoronan poco
a poco, en particular bajo los violentos golpes de Donald Trump. Sólo China
dispone de un programa coherente de reestructuración de una parte de la
economía mundial en su beneficio.
En
estas condiciones, muchos comentaristas anuncian ya una nueva crisis (tal vez
también para precaverse de su ceguera diez años antes) sin que nadie pueda
decir cuál será el elemento desencadenante. Pero la inquietud dominante
proviene del hecho de que ya no existen municiones disponibles. Gordon Brown,
el primer ministro británico en el momento de la crisis, ha expresado muy bien
este temor: "Cuando se produzca la próxima crisis, descubriremos que no
tenemos ni margen de maniobra fiscal o monetaria, ni voluntad de usarla".
Y apunta lo que sin duda es más inquietante, "nos faltará la necesaria
cooperación internacional" 34/.
Los
instrumentos de coordinación han perdido su sustancia o han sido abandonados
por la potencia todavía dominante. Ya no hay piloto de la mundialización. El
desafío climático implicaría sin embargo, por naturaleza, una cooperación
internacional, por no hablar de la bifurcación hacia otro modelo de desarrollo.
Pero los desórdenes en la economía mundial, las políticas hostiles a la
inversión pública, y sin duda la lógica inherente al capitalismo, hacen que
esta perpectiva parezca trágicamente fuera del alcance hoy día
20/09/2018
Notas
1/ Michel Husson, « Le ralentissement de la
productivité mondiale », note hussonet n°126, 17/09/2018.
3/ Fuente : CPB World Trade Monitor. ver Michel
Husson, « Les nouvelles coordonnées de la mondialisation », note
hussonetn°125, 16/09/2018.
5/ Nicolas Boukharine, L’économie mondiale et
l’impérialisme, 1917 (extractos) ; Imperialism and World Economy.
6/ Michel Husson, « L’accaparement des terres, entre
Monopoly et colonisation », L’Humanité-Dimanche, 9/08/2018
7/ Nicolas Sersiron, « Les transferts négatifs sont
les causes des exils forcés », CADTM, 22/08/2018.
8/ Shimshon Bichler y Jonathan Nitzan, « Energy
Conflicts and Differential Profits: An Update », Octubre 2014.
9/ Amandine Aubry et al., « Le
ralentissement de la productivité dans les pays émergents est-il un phénomène
durable ? », Trésor-Eco n° 225, julio 2018.
10/ Christine Rifflart y Alice Schwenninger, « La Chine
se normalise et son commerce devient ordinaire », OFCE, 12/07/2018.
12/ Fiona Tregenna, « Deindustrialization and premature
deindustrialization », en E. Reinert et al. (eds.) Elgar
Handbook of Alternative Theories of Economic Development, 2016.
14/ Branko Milanovic, « Changes in the global income
distribution and their political consequences », Oslo, Agosto 2018.
15/ Patrick Artus, « Pourquoi la
concurrence fiscale se fait-elle par la taxation des profits des entreprises et
pas par les autres impôts » 28/08/2018.
17/ Thomas Torslov, Ludvig Wier, Gabriel Zucman, « The
Missing Profits of Nations », vox.eu, 23/07/2018.
19/ Agustín Carstens « Global market structures and the
high price of protectionism » Bank for International Settlements, 25/08/2018.
20/ Mary E. Lovely, Yang Liang, « Trump Tariffs
Primarily Hit Multinational Supply Chains, Harm US Technology Competitiveness
», Peterson Institute for International Economics, Mayo 2018.
21/ James Politi, « US tariffs see small businesses
plead for mercy as trade war bites » Financial Times, 24/08/2018.
22/ Elsa Conesa, « Acier : des industriels américains
attaquent les surtaxes de Trump »,Les Échos, 27/06/2018.
24/ Michel Husson, « Pourquoi il faut bloquer le
Transatlantic Free Trade Area (TAFTA) », A l’encontre, 26/11/2014.
25/ Faseeh Mangi,« China’s Vast Intercontinental
Building Plan Is Gaining Momentum », Bloomberg, 9/04/2018.
26/ Branko Milanovic,« The west is mired in ‘soft’
development. China is trying the ‘hard’ stuff » , The Guardian,
17/05/2017. En un tweet, Milanovic añade este comentario cáustico:
“pienso que China ofrece algo concreto (carreteras, vías férreas, puentes)
mientras que la Unión Europea ofrece interminables conferencias dedicadas al
tema de moda donde los consultores de la UE se embolsan el de dinero de la UE.»
27/ Alice Jetin-Duceux, « Les stratégies de la Chine à
l’étranger », CADTM, Junio 2018. Robin Lee et al.,« China’s
Overseas Expansion: An Introduction to its One Belt, One Road and BRICS
Strategies », Febrero 2018.
29/ Philip Stephens, « Populism is the true legacy of
the global financial crisis », Financial Times, 30/08/2018 ; « Le
populisme est le véritable héritage de la crise financière mondiale »,
traducción de Gilles Raveaud, 6/09/2018.
30/ Thiemo Fetzer, « Did Austerity Cause Brexit? »,
University of Warwick, Junio 2018. Muchos estudios intentan establecer un
vínculo entre austeridad y avance de la extrema derecha. Uno de ellos está
dedicado al ascenso del nazismo en Alemania (Gregori Galofré-Vilà et al.,
2017). Otros tratan de la Alemania contemporánea (Christian Dippel et
al., 2015), los Estados Unidos (David Autor et al., 2017) o
Suecia (Carl Melin et Ann-Therése Enarsson, 2018).
31/ Yann Algan, Sergei Guriev, Elias Papaioannou,
Evgenia Passari, « The European Trust Crisis and the Rise of Populism », BPEA
Conference Drafts, 7-8/09/2017.
32/ Wolfgang Streeck, « Between Charity and Justice:
Remarks on the Social Construction of Immigration Policy in Rich Democracies
», Culture, Practice & Europeanization, 2018, Vol. 3, Nº 2.
33/ Patrick Artus, « Les évolutions
inexorables des économies créent le malaise social », Flash CDC,
24/08/2018.
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