Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez
miércoles, 25 de diciembre de 2013
En el foro
Filosofía y Pensamiento ha tenido lugar un pequeño debate, auspiciado
fundamentalmente por Yolanda Pérez y Pako Soler, sobre los siguientes
conceptos: potencia, acto, ser y realización. Como era de prever para hablar de
estos conceptos se pusieron en movimiento otros conceptos y se emplearon
ejemplos como ilustración de los mismos. Yolanda y Pako realizaron ejercicios
para medir hasta qué punto habían entendido los conceptos, circunstancia que
les brindó la oportunidad para diferenciar los productos con forma mercantil y
los productos que no la tienen. En este marco Pako Soler ha hecho uso de los
términos “objetivación” y “realización” como si fueran equivalentes, y en
cierto sentido lo serán. Pero me generó ciertas dudas que ahora quiero poner de
manifiesto.
La objetivación
En el capítulo de El Capital dedicado
a explicar el proceso de trabajo, Marx dice lo siguiente: “En el proceso de
trabajo la actividad del hombre opera, a través del medio de trabajo, un cambio
en el objeto de trabajo. El proceso se extingue en el producto. El trabajo se
confunde con su objeto. El trabajo se objetiva y el objeto se elabora. Y lo que
en el trabajador era dinamismo, se presenta ahora en el producto como quietud,
en la forma del ser”. Tenemos al inicio del proceso de trabajo, por un lado, al
trabajador, y por el otro lado, al objeto de trabajo. Hay quietud: ambos están
en la forma del ser, como cuando al inicio de una carrera todos los corredores
están quietos y en disposición. Luego viene el movimiento, el
ajetreo, el activismo. A la actividad del trabajador durante el proceso de
trabajo la denominamos trabajo. Y es este trabajo, la actividad del trabajador,
la que se objetiva, la que se hace objeto. Pero el objeto no queda como está,
no queda como al principio, sino que se elabora. Así que en el objeto
elaborado, en el producto, ha quedado objetivado el trabajo. Aquí la
objetivación se opone, en parte, a la subjetividad del trabajador entendida
como fuerzas esenciales objetivas que éste pone en movimiento cuando trabaja, y
en parte, al dinamismo del trabajo. No hablaremos en este ámbito de
“realización” como un término intercambiable o equivalente a “objetivación”. Ya
aclararemos más adelante el sentido propio de “realización” frente a
“objetivación”.
La adquisición de la objetividad
En la sección de El Capital titulada La
forma del valor o el valor de cambio, Marx dice lo siguiente: “La
objetividad del valor de las mercancías se distingue de la Mistress Quickly en
que no se sabe dónde encontrarla. En contraste directo con la burda
objetividad sensible de los cuerpos de las mercancías no penetra en su objetividad
de valor ni un solo átomo de material natural. De ahí que le puedan
dar las vueltas que se quiera a una mercancía, más como cosa de valor permanece
inasequible. Recordemos, sin embargo, que las mercancías solo poseen
objetividad de valor en tanto son expresión de la misma unidad social, del
trabajo humano, que su objetividad de valor, por tanto, es puramente social, y
se sobreentiende entonces que solamente puede presentarse en la relación social
de una mercancía con otra”.
Según lo dicho por Marx, hay cosas o propiedades
que carecen de objetividad. Eso le pasa al valor en su forma natural. Cuando
decimos que en una mercancía determinada, un par de zapatos, se encierra, por
ejemplo, 2 horas de trabajo social, esa propiedad no es objetiva. O lo que es lo
mismo: esa propiedad carece de objetividad. Pero aquí la objetividad no se
opone a la subjetividad. Aquí la no objetividad se entiende en el sentido de
que el valor no es ninguna propiedad natural. Ahora bien, el carácter no
natural del valor no se entiende como una propiedad sobrenatural, sino como una
propiedad social. Y dada esa naturaleza, no hay medio físico para
detectarla. Cómo se resuelve ese problema no es asunto a tratar aquí. La
explicación pormenorizada de cómo el valor adquiere objetividad se encuentra en
el propio El Capital de Karl Marx. Si algún lector quiere
estudiar al detalle este proceso, puede leer mi trabajo La
transformación de la mercancía en dinero, http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com.es/2000/07/transformacion-de-la-mercancia-en-dinero.html
Pero busquemos ahora una explicación amena. Marx
señala que los valores de uso tienen una burda objetividad. Nadie compraría una
cosa que careciera de objetividad, que no pudiera tocarse, que no tuviera
existencia sensible. No obstante, en contra de esta burda objetividad, Marx
dice, en la misma sección referida al inicio de este trabajo, lo siguiente:
“Todo el mundo sabe, aunque no sepa nada más, que las mercancías poseen una
forma de valor que contrasta del modo más palmario con las
multicolores formas naturales de sus valores de uso, y que es común a todas: la
forma de dinero”. Aquí está respuesta: el dinero es la forma objetiva y acabada
del valor. Al principio el dinero fue la mercancía indígena predominante, por
ejemplo, cabezas de ganado. Luego logró una apariencia más impactante y más
apta como medio de circulación: el oro y la plata. Finalmente adquirió su
máxima objetivación separándose totalmente del valor de uso: el dinero papel.
Se convirtió así en signo del valor, demostrándose con ello la naturaleza
social del valor. A este respecto en Contribución a la Crítica de la
Economía Política Marx se expresa en los siguientes términos: el oro
circula porque tiene valor, mientras que el dinero papel tiene valor porque
circula. De hecho, cuando sobreviene una guerra civil, el dinero papel deja de
circular y pierde su valor. Ahora los vendedores quieren mercancías reales que
tengan valor en sí mismas, preferentemente joyas. El dinero surgió
tras un largo proceso de desarrollo del intercambio mercantil. Es decir la
adquisición de la objetividad por parte del valor fue un proceso que duró años
o quizás siglos.
Hay un hecho parecido con el dilema de valor, su
falta de objetividad, en el ámbito de la lingüística. El significado,
presentado como una propiedad inmanente a la palabra, carece de objetividad. El
significado solo es objetivo en el significante. No hay otro modo de captar el
significado que no sea en forma de palabra. El hecho de que haya investigadores
que nieguen la existencia del significado se debe a que el significado
concebido como propiedad inmanente de la palabra aislada es inasequible. Y es
inasequible porque carece de objetividad. No obstante, una propiedad puede
carecer de objetividad y no por ello carece de existencia. Las propiedades
sociales existen, pero en sus estadios de desarrollo más bajos y poco
evolucionados carecen de objetividad. De ahí que cuando las palabras pudieron
combinarse sintácticamente, el significado adquirió existencia objetiva. Los
diccionarios son el ejemplo de esta objetividad. Este proceso también duró
siglos.
La objetividad del tiempo
Hay fenómenos, propiedades de la naturaleza,
que resultan muy difíciles de percibir. Uno de ellos es el tiempo. Sólo podemos
captarlo comparando dos cuerpos en movimiento. El reloj es tradicionalmente el
modo más objetivo de representar el tiempo. El movimiento circular de las
agujas de un reloj sirve para medir el tiempo. Llamamos hora, por ejemplo, al
tiempo que tarda la aguja en recorrer una determinada distancia. Medimos el
tiempo recurriendo al espacio: al movimiento de un cuerpo respecto a otro
cuerpo que hace de referencia, en este caso de una aguja en relación
a un círculo. Es difícil captar el tiempo en sí, o mejor dicho, es
imposible. Lo captamos de forma relativa, esto es, en relación con otros
fenómenos: el movimiento y el espacio. Así que la percepción de la objetividad del
tiempo es más un intento que una realidad. Tal vez podríamos concluir que el
tiempo sólo es asequible mediante el concepto. Cuando hablamos de que algo es
asequible a la percepción, hablamos de algo que se nos presenta de forma
inmediata. Mientras que si decimos que algo es asequible mediante concepto,
indicamos con ello que ese algo es asequible mediante varios movimientos
cognoscitivos, que incluyes percepciones, representaciones, juicios y
razonamientos. Luego la objetividad dada mediante el concepto no
tiene las mismas características que la objetividad dada por los sentidos:
viene dada de forma mediada.
Hablo ahora de Hegel. No sé en qué texto leí lo que
les cuento a continuación. Creo que se encuentra en el capítulo dedicado a la
música de su obra Lecciones sobre la Estética. La forma más
objetiva de existencia del tiempo es el sonido. Y si Hegel no lo dijo así o no
llegó a decir eso, quería ser honesto en el sentido de indicar de dónde
provienen las ideas que expongo a continuación. Digamos que el tiempo puedo
tomar cuerpo en varios fenómenos. Pero donde toma su forma más adecuada es en
el sonido. Digo ahora, y ahora ya no es. Digo después y lo que no era ya es. El
tiempo lleva en su seno la negación: el ser que de continuo se vuelve no ser.
Cuando la gente dice que la vida pasa volando, no es cierto. Lo cierto es que
todos los años que ha vivido han dejado de ser. Por eso, parece que la vida
pasa volando, porque el tiempo tiene como esencia el no ser.
El sonido también tiene esa esencia: el no ser. Cuando
oímos una pieza musical, dicha pieza musical existe en el tiempo. Y al final,
cuando la pieza acaba, no hay nada. La música al estar constituida por sonidos
carece de objetividad espacial. Su objetividad es temporal. Y si es temporal,
lleva en su seno la negación, el no ser. Luego la esencia del sonido, llevar en
su seno la negación, es idéntica a la esencia del tiempo. Luego lleva razón
Hegel cuando afirmó que el sonido es la forma más adecuada de existencia del
tiempo.
El ser y la realización
Según Marx los valores de uso se realizan en el
consumo. Luego un valor de uso que no se consume no se realiza. La realización
puede ser entendida en general como el proceso mediante el cual algo se vuelve
real. Pero aunque un valor de uso no se consuma, no por ello deja de ser real.
Luego el concepto de realización que emplea Marx no coincide con esta primera
definición que nosotros hemos ofrecido. Esto nos da una idea de que debemos ser
cuidadosos con el uso de los conceptos y que no podemos ponerlos en circulación
sin antes analizar el sentido en que los usamos. Así que
sustituiremos aquella definición por esta otra: proceso durante el cual una
cosa cumple con la función para la que fue creada. Así cuando un bolígrafo
cumple con su función de escribir, diremos que el bolígrafo ha pasado de su
estado del ser al estado de la realización. Podemos definir este segundo
concepto de realización de acuerdo con el propio contenido conceptual expresado
por Marx y diremos: cuando un valor de uso se usa.
Hablemos ahora de la realización de la fuerza de
trabajo en tanto es un valor de uso. En la sección de El Capital titulada Compra
y venta de la fuerza de trabajo Marx da la siguiente definición de
fuerza de trabajo: “Por fuerza de trabajo o capacidad de trabajo entendemos el
compendio de aptitudes físicas e intelectuales que se dan en la corporeidad, en
la personalidad viva de un ser humano, y que éste pone en movimiento al
producir valores de uso de cualquier clase”. Es conveniente no confundir el
trabajador con su fuerza de trabajo y a ésta con el trabajo. Lo que vende el
trabajador al capitalista o al Estado es su fuerza de trabajo. Y como la fuerza
de trabajo es un valor de uso, su realización es idéntica a la definida de
forma general para todo valor de uso. Así que definiremos la realización de la
fuerza de trabajo como el proceso durante el cual la fuerza de trabajo cumple
con la función para la que fue creada. Así un profesor formó su fuerza de
trabajo durante años para dar clase; si está en paro, su fuerza de trabajo
carecerá de realización.
Pero aquello que afirmamos de la fuerza de trabajo,
lo afirmamos de su propietario: el trabajador. Diremos que una persona no se
realiza cuando su fuerza de trabajo no entra en acción, esto es, cuando está en
paro. Pero a la hora de hablar de la realización de una persona
entran en juego otras cuestiones que las que tenemos en cuenta cuando hablamos
de la realización de la fuerza de trabajo. Supongamos una persona que estudió
economía y se ve en la necesidad de trabajar de limpiadora. Su fuerza de
trabajo adquiere realización, pero no en aquella modalidad en la que fue
formada. La persona tiene trabajo, pero no se siente realizada. Pensemos ahora
en una persona que ha estudiado ingeniería y es contratado como gerente de una
empresa. Resulta que como gerente tiene un éxito inmenso y percibe un suculento
sueldo. Aquí hablaremos en el sentido de la fuerza de trabajo de realización
parcial, porque en su calidad de gerente pone en juego parte de las aptitudes
que conquistó cuando estudió ingeniería; pero en el sentido personal hablaremos
de realización plena, pues la persona se siente contenta del puesto que ocupa y
no lo cambiaría por un puesto de trabajo de ingeniería. Luego no es lo mismo
hablar de la realización de la fuerza de trabajo que de realización de la
persona propietaria de la fuerza de trabajo.
El error de Pako Soler, a mi juicio, consiste
en confundir la realización de la fuerza de trabajo con la objetivación del
trabajo. Lo que se objetiva no es la fuerza de trabajo sino el trabajo. Y lo
que se realiza, en el segundo sentido definido, no es el trabajo sino la fuerza
de trabajo. Es cierto que solemos hablar en nuestra vida corriente de la
realización del trabajo, pero en un sentido diferente a los dos expuestos.
Cuando alguien nos pregunta ¿ya realizaste el trabajo?, es equivalente a
preguntar: ¿ya terminaste el trabajo? o ¿ya hiciste el trabajo? En el ámbito de
los conceptos los matices y los detalles son decisivos. Y como hemos vistos una
misma palabra, “realización”, puede ser el nombre del objeto de tres conceptos
diferentes: uno, algo que se hace realidad, dos, cumplir con la función para lo
que algo ha sido concebido, y tres, culminación de una tarea.
Al inicio de este trabajo hice la siguiente
afirmación: “En este marco Pako Soler ha hecho uso de los términos objetivación
y realización como si fueran equivalentes, y en cierto sentido lo serán”. ¿En
qué sentido pueden tomarse como equivalentes ambos términos? Según lo dicho en
ninguno. No obstante, si hay cierta relación de simultaneidad entre los
procesos o situaciones objetivas que designan. La realización de la fuerza de
trabajo coincide con la objetivación del trabajo. Pero la simultaneidad entre
dos procesos no los hace equivalentes.
Me queda por hablar de la realización del valor. Si
del valor de uso decimos que se realiza en el consumo, del valor decimos que se
realiza en el intercambio o mercado. Pero las mercancías expresan su valor
mediante el precio. Así que vamos a detenernos en el precio y ver qué ocurre
con él en el mercado. Los vendedores de mercancías tienen que transmitir el
valor de éstas al mundo exterior y tienen que ponerles un precio. Pero para
medir el valor de una mercancía no es necesario dinero real, basta
con dinero ideal o imaginado, esto es, basta con signos lingüísticos. Y así lo
vemos en los escaparates: sobre las mercancías vemos anotado un número y al
lado el nombre de la moneda de curso legal, por ejemplo: 100 euros. Con
el precio la mercancía se refiere al dinero como su figura real de valor. Y si
la mercancía se vende, si atrae a un comprador, el precio se realiza: de dinero
ideal se transforma en dinero real. Y si no se vende, el precio no se realiza y
el dinero permanece en su existencia ideal. Pero los comerciantes
antes de perderlo todo, bajan los precios y logran vender sus mercancías
sobrantes. De este modo realizan de modo parcial el valor de dichas mercancías.
Cuando aquí hablamos de realización parcial del valor de las mercancías nos
referimos a la determinación cuantitativa, puesto en lo que se refiere a la
realización cualitativa es plena. Si se vende, aunque sea a precio bajo, el
valor de la mercancía puesta a la venta se realiza, esto es, se transforma en
dinero.
Fuente: http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/2013/12/la-objetivacion-la-adquisicion-de-la.html
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