Lunes, 26 Mayo 2014.
Posted in Artículos, Edición 34, Elecciones 2014, Nacional, Proceso de paz,
Andrés Felipe Parra Ayala
Pero este argumento que
reprocha falta de consecuencia política a quienes llegasen a votar por Santos
en segunda vuelta, aunque se base en algo cierto, en sí mismo es absolutamente
superficial y profundamente equívoco. Quienes lo formulan asumen, igual que los
uribistas que tanto dicen criticar y a los que tanto acusan de estupidez e
ignorancia, que el proceso de paz y los diálogos de la Habana son santistas.
Los resultados de la
primera vuelta de las elecciones presidenciales no son una sorpresa. La mayoría
de las encuestas, que toman como muestra a la gente que no vive en Bogotá y no
pasa su tiempo en las redes sociales, daban como ganador a Zuluaga o aseguraban
un empate técnico. Las elecciones parlamentarias habían ya demostrado que el
uribismo, aunque ha disminuido su fuerza electoral, sigue disputando el puesto
de ser la principal fuerza política del país.
Los sectores
progresistas de la sociedad siempre esperan una derrota del uribismo en las
elecciones y siempre se llevan una sorpresa, como un baldado de agua fría. La
razón es que hacen un mal diagnóstico del fenómeno uribista. Quienes no gustan
de Uribe aseguran que él y sus partidarios son una secta que le lava el cerebro
a la gente y que compran conciencias con tamales o que engañan bobos con
propaganda. No hay duda de que el gobierno de Uribe estuvo atravesado de
principio a fin por prácticas deshonestas, por violaciones de la ley nacional e
internacional y por una política del todo vale. Pero eso no implica que el
uribismo sea una tendencia política carente de ideas y de argumentos que lo
compra todo con subsidios de familias en acción. Todo lo contrario: el sentido
y la fuerza que el uribismo tiene en nuestro país radica en que tienen razones
para justificar sus actuaciones y que, quienes son adeptos a su causa,
entienden esas razones y son capaces de argumentar con ellas.
Esto permite entender
por qué el escándalo del video de Andrés Sepúlveda no afectó a Zuluaga como
muchos, más con el deseo que con la cabeza, esperábamos. El argumento uribista
es que la amenaza terrorista es una situación en donde no pueden establecerse
las distinciones éticas entre bueno y malo ni las legales entre legal e ilegal.
El terrorismo es una situación sin ley y, como no hay ley, se puede y se debe
hacer lo que sea necesario para establecerla, para llevar el Estado de Derecho
a la selva, como sueña nuestro espíritu nacional con la sentencia de Santander
que ligó para siempre ley con libertad.
Mientras duró la
arremetida mediática contra Zuluaga por la difusión del video consulté con
curiosidad a un conocido uribista para preguntar su opinión sobre los sucesos.
Su reacción no fue la ira, ni el desespero, sino que con serenidad comparó a
Sepúlveda y a Zuluaga con Julian Assange, el fundador de wikileaks que a través
del espionaje ilegal filtra información sobre las actuaciones del gobierno de
Estados Unidos en nombre de la libertad de expresión y la democracia. La
comparación es absolutamente odiosa, comenzando porque Assange actúa contra la
guerra y Zuluaga en pro de ella, pero permite mostrar que para los uribistas un
escándalo no es realmente tal cosa porque todas las actuaciones de sus
dirigentes son veniales comparadas con el escándalo que implica la situación
terrorista y la existencia de las Farc. También muestra que el uribismo
aprovecha inteligentemente la distancia que tienen los diálogos de paz con la
gente del común
¿Si los escándalos con
su vehemente reproducción mediática a gran escala no pueden derrotar al
uribismo, qué puede hacerlo? La respuesta parece ser sencilla y predecible: la
paz es la derrota del uribismo. Sin embargo, esto no es una respuesta. Más bien
es una pregunta por el sentido y el significado de la paz.
Es allí donde el
proyecto democrático de la izquierda y de los movimientos sociales se
diferencia de la derecha. Para Santos la paz es la subsunción de los actores
armados ilegales a la ley y al Estado de Derecho a través de concesiones
punitivas y de participación política. Allí Santos no es muy distinto de Uribe:
cambia sólo el medio (derrota militar o negociación) pero nunca el fin ni la
idea que ambos tienen de la paz. Para los movimientos sociales, en cambio, la
paz es sinónima de transformación y de cambios profundos. Para la izquierda y
los movimientos sociales no se trata de invitar a la insurgencia a ser parte de
la legalidad vigente, pues el estado de cosas actual hace parte del conflicto.
Por ello, y a primera
vista, parecen estar en lo cierto quienes tras la publicación de los resultados
electorales llaman al voto en blanco o a la abstención. La idea de un voto por
Santos como voto por la paz es una frase sin contenido ya que “paz” significa
cosas distintas: la paz de Santos es sólo un chance y una oportunidad para
ampliar el repertorio de venta de los territorios colombianos a la gran minería
y al modelo de la extracción. Votar por la paz de Santos sería, así, votar
porque las locomotoras avancen en paz. La conexión entre votar por la paz y
votar por Santos es, en consecuencia, nula e inexistente.
Pero este argumento que
reprocha falta de consecuencia política a quienes llegasen a votar por Santos
en segunda vuelta, aunque se base en algo cierto, en sí mismo es absolutamente
superficial y profundamente equívoco. Quienes lo formulan asumen, igual que los
uribistas que tanto dicen criticar y a los que tanto acusan de estupidez e
ignorancia, que el proceso de paz y los diálogos de la Habana son santistas.
Esto no es cierto porque la existencia del proceso de paz no implica la paz
santista: el proceso de paz no es santista sino que es un escenario en donde
hay dos ideas de la paz en disputa y en conflicto, en donde la izquierda debe
recoger el aprendizaje de la campaña de Clara López y aprender a mostrarle al
país que la paz pasa por superar los grandes problemas de segregación social y
falta de oportunidades y, también, que estos grandes cambios no pueden llevarse
a cabo sin una solución política del conflicto armado.
Es cierto que Santos no
es garantía para la paz. De hecho, su idea del postconflicto confunde paz con
silencio y con consenso. Pero la permanencia del proceso de la paz y de los
diálogos de la Habana sí depende de que Zuluaga no gane la presidencia y de un
plebiscito contra el uribismo que demuestre que la gran mayoría no quiere la
guerra. Sobre todo cuando con ánimo triunfalista, el candidato ganador de la
primera vuelta de los comicios aseguró que de ser presidente, suspendería los
diálogos el mismo día de su posesión, lo que está autorizado a hacer jurídica y
políticamente, si no es que las Farc se levantan de la mesa el 16 de junio.
La pregunta de si votar
o no por Santos en la segunda vuelta no debe resolverse defendiendo o atacando
la idea del menos peor. Lo que está en juego no son dos personas, sus ideas y
cualidades morales, sino dos situaciones: una, la del proceso de paz y el
acumulado que poco a poco ha venido construyendo la izquierda para afrontarlo y
enfrentar a Santos y su idea de la paz, derrotándolo a través de las urnas, la
movilización social y si es el caso, una asamblea nacional constituyente. Otra,
la del fin del proceso de paz y el ascenso de un proyecto uribista
envalentonado que haría de la solución militar un punto de no retorno. Por
ello, aunque las personas sean iguales, las situaciones que se derivan de su
elección sí son distintas. Una, es la apuesta por mantener una situación
cercana a la solución política, la otra es el entierro de la posibilidad.
Por estas razones votaré
contra Uribe en segunda vuelta, lo que implica que marcaré a Santos en el
tarjetón. No soy capaz de anteponer de forma egoísta mi “dignidad”, mi
“memoria” o mi satisfacción de sentirme consciente y consecuente políticamente
a la apertura de las puertas de la victoria definitiva de la derecha para mi
generación.
Fuente:
http://palabrasalmargen.com/index.php/articulos/nacional/item/debe-la-izquierda-colombiana-votar-por-juan-manuel-santos?category_id=138
PD. Ramón García informa que el 25 de mayo participaron cinco candidatos. De 47’121.089 hbts., los
electores son 32’975.158. De ellos votaron 13’209.561 (40.65%) Voto Válido:
12’844.949, Voto Blanco: 770.496, Voto Nulo: 311.655. No asistieron a votar:
19´765,597 (59.35%).
Zuloaga (extrema
derecha): 3’758.936 (29.26%), Santos (derecha): 3’298.203 (25.67%), Marta Lucía
Ramírez (derecha): 1’995.212 (15.53%), Clara López (centro izquierda):
1’957.215 (15.23%), Peñalosa (centro centro): 1’064.887 (8.29%)
1 comentario:
El Engaño de Juan Manuel Santos a los Colombianos con un "Referendum para la Paz" y el fraude de Rafael Correa a los Ecuatorianos con un Referendum para volverse dictador vitalicio. Historia de los fraudes con Referendums : Mussolini, Hitler, Franco, Pinochet, etc ...
Primeros Grandes Maestros de la Dictadura mediante Referendums fueron Napoleón Bonaparte y su sobrino Louis-Napoleón Bonaparte.
El Gran Napoleón hizo ratificar una constitución para el Consulado, haciéndose en ella Primer Cónsul de por Vida ( vitalicio ). Este referendo se celebró el 10 de Mayo de 1802. 99.76% de los votantes lo aprobaron. El 49.45% se abstuvo. Esta dictadura trajo grandes guerras, muerte y destrucción para la juventud de Francia.
El Príncipe Louis-Napoleón Bonaparte ( sobrino de Napoleón Bonaparte ) siendo presidente de Fancia utilizó el Referndo para volverse dictador y emperador como Napoleón III.
Después de dar un golpe de Estado el 2 de Diciembre de 1851, el Presidente Louis-Napoleón, disolvió la Asamblea Nacional de Francia, y usó un referendum para declarse gobernante por 10 años más y finalmente emperador de Francia. Esta dictadura terminó con la Guerra Franco-Prusiana de 1871, nuevamente gran destrucción y muerte para los jóvenes Franceses.
Benito Mussolini utilizó varios referendos en los años 192X para embobar a los Italianos y convertirse en dictador.
Varios Referendos de Hitler :
Hitler es nombrado Canciller del Reich por Hindenburg en Enero de 1933. Veamos como usa Hitler el Referendum para engañar a los incautos :
Un referendum para salirse de la Liga de las Naciones se celebró en Alemania el 12 de Noviembre de 1933.
Un referendo para fusionar los cargos de Canciller y Presidente del Reich Alemán se celebró el 19 de Agosto de 1934, después de que Hitler fuera Canciller por un año y medio, y después de 17 días de la muerte del Presidente Paul von Hindenburg. Hitler tomó los títulos de Führer y Reichskanzler ( Canciller del Reich ).
Hitler organizó otro referendo el 29 de Marzo de 1936, con una sola pregunta a los Alemanes : Que si aprobaban el hecho cumplido de la ocupación militar del Rhineland por Alemania. En este Referendo hubo intimidación masiva.
Stalin en Europa del Este, Franco y Pinochet fueron grandes maestros del Referendum Engañoso para validar sus dictaduras.
Juan Manuel Santos escribirá su "Referendo para la Paz" en un lenguaje engañoso y fraudalento para ocultar que es un dispositivo para dar Impunidad Total y Amnistía Total a los NARCOS TERRORISTAS FARC y meter en el gobierno a estos secuestradores, asesinos, genocidas, pone bombas y sembradores de minas quiebrapatas.
Soy Vicente Duque
y trabajo el blog TIRANIAS.COM
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