Workers World
22-11-2014
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“A los
oprimidos se les permite una vez cada ciertos años decidir qué representante de
la clase opresora les representará y reprimirá en el parlamento”.
Karl Marx,
“La Guerra Civil en Francia”
Las
elecciones de medio término en EE.UU. han causado un gran revuelo porque el
Partido Demócrata perdió el control del Senado y perdió aún más terreno en la
Cámara de Representantes. La baja participación récord, el 36 por ciento del
electorado, ha producido mucho comentario. Ha habido un torrente de análisis
que trata de explicar la derrota del Partido Demócrata.
Muchos
señalan el fracaso de los demócratas y la administración de Barack Obama de
presentar un programa que pueda solucionar los problemas reales de las masas –
empleos, pobreza, racismo, la difícil situación de los inmigrantes, el cierre
de las clínicas de aborto, etc. Otros dicen que Obama se mantuvo fuera de la
campaña electoral y los demócratas huyeron de él – especialmente en el Sur
racista pero también en muchos otros estados. Otros apuntan a la decisión de
Ciudadanos Unidos y el dinero corporativo que ha corrompido el proceso político
– cerca de $4 mil millones se destinó, principalmente por las grandes empresas
y los ricos, en estas elecciones. Además, miles no pudieron votar por las leyes
de supresión de votantes.
Todo esto es
cierto. Y hay mucha desmoralización comprensible sobre el barrido republicano.
La tentación es dejarse arrastrar por el debate sobre lo que salió mal, lo que
ésto significa para el 2016, y el debate relacionado sobre cómo solucionar los
problemas del Partido Demócrata.
La lucha de
las masas ignorada
En los
análisis de los expertos burgueses, dejan de lado el hecho de que decenas de
miles de personas están luchando contra los homicidios y el acoso de la policía,
así como la encarcelación en masa. La campaña para detener la supresión de
votantes es generalizada. Millones de inmigrantes han estado luchando desde el
2006 para conseguir sus derechos y legalización.
En todo el
país las/os trabajadores de bajos salarios se han manifestado por un salario
mínimo de $15 la hora y el derecho a un sindicato. En septiembre, unas 400.000
personas se manifestaron en la ciudad de Nueva York contra el cambio climático.
Miles se manifiestan contra el oleoducto Keystone y el fracking por los
depredadores de las compañías petroleras.
Por encima
de todo, millones están desempleadas/os, subempleados o han caído fuera de la
fuerza de trabajo, sin embargo, no hubo una palabra durante la campaña sobre un
programa de verdaderos puestos de trabajo para poner a la gente a trabajar con
un salario digno.
Nada de
esto, ni de las muchas luchas populares se reflejó en las campañas nacionales
de los partidos capitalistas. ¡Eso es porque son partidos capitalistas y estos
temas son cuestiones de las/os trabajadores!
Para la
clase obrera y para todas/os los oprimidos, el tratar de averiguar cómo reparar
el Partido Demócrata sería una distracción inútil. Lo que las/os trabajadores
necesitan sacar de estas elecciones es que es otro ejemplo dramático del porqué
necesitan su propio partido político. Necesitan un partido que luche por sus
necesidades diarias, con métodos de lucha militante. Necesitan un partido que
utilice el proceso electoral, no para promover ilusiones electorales, sino para
exponer al capitalismo y la quiebra del sistema de ganancias.
Y necesitan
un partido que luche para superar la pesadilla capitalista totalmente.
Este
problema no comenzó ahora. Hace casi 145 años, cuando Karl Marx analizó la
lucha de los trabajadores franceses durante la Comuna de París, puso las cosas
claras en relación a las elecciones en el capitalismo: “a los oprimidos se les
permite una vez cada ciertos años decidir qué determinado representante de las
clases opresoras les representará y reprimirá en el parlamento”.
Los ricos a
cargo del Partido Demócrata
Marx hablaba
de cómo las elecciones deciden quién va a dirigir el gobierno capitalista.
Echemos un vistazo a los funcionarios elegidos por Obama para administrar la
parte alta del gobierno.
Chuck Hagel,
jefe del Pentágono. Algunas fuentes estiman conservadoramente su patrimonio
neto como $5 millones. Pero más importante aún es que está en la junta de
Chevron, de Deutsche Bank y de la Wolfensohn Co., fundada por el presidente del
Banco Mundial. Cuando dejó el Senado en el 2009, se fue a la junta de Corsair
Capital, que tenía participaciones en instituciones financieras en Argentina,
Brasil, Bermudas, Alemania, Corea, Polonia y Suecia.
Hagel es un
banquero/financiero que ahora dirige la máquina de guerra de Estados Unidos y
está tomando decisiones para escalar la intervención estadounidense en Irak,
desplegar más fuerzas a la OTAN para luchar contra el movimiento de resistencia
ucraniana, enviar $3 mil millones al año a Israel, etc. (USA Today, 14 de enero
2013)
O veamos al
secretario del tesoro Jacob Lew. Lew es un multimillonario. Él vino del
departamento de Inversiones Alternativas del Citibank y antes, del departamento
Global Wealth Management (Dirección de Riquezas Globales) del Citibank. La
inversión Alternativa es un nombre elegante para los derivados
financieros y el juego especulativo. La Global Wealth Management maneja el
dinero de las personas más ricas del mundo. A los millonarios apenas se les
consideran. Lew fue implicado en ayudar a causar la crisis financiera de 2008.
Luego está
el secretario de estado John Kerry, con valor de $300 millones en fideicomisos
que provienen de su esposa Teresa Heinz Kerry, heredera de la fortuna de la
salsa de tomate Heinz. Kerry vive de un imperio empresarial al que defiende,
junto a otros, como jefe del Departamento de Estado. Los secretarios de
Defensa, Tesoro y Estado son el núcleo del gobierno capitalista.
¿Y la
legislatura? Este es el primer año en que los ingresos de las/os representantes
en la Cámara conforman un promedio de más de $1 millón cada uno. Algunos de los
congresistas importantes del Partido Demócrata están entre los 25 miembros más
ricos en patrimonio neto, a partir del 2012. Por ejemplo, Mark Warner de
Virginia con $257 millones; Richard Blumenthal de Connecticut con $103
millones; Nancy Pelosi con $87 millones; Dianne Feinstein con $68 millones;
Alan Grayson con $40 millones, y así sucesivamente. (Net Worth de 2012, en opensecrets.org,
publicado por el Center for Responsiveness en Politics)
¿Cómo se
pueden escuchar los intereses o preocupaciones de las/os trabajadores, y mucho
menos tratados, entre esta cueva de ladrones corporativos ricos y los tiburones
de Wall Street? No es de extrañar que la austeridad, los recortes y los
rescates para los ricos prevalezcan sobre la solución a la pobreza y el
desempleo.
Los mismos
capitalistas a quienes los políticos están atados, son los que están
reduciendo, despidiendo, recortando horas, haciendo dinero mediante el pago de
bajos salarios, recortando beneficios, imponiendo fracking, instituyendo las
escuelas charter y cárceles privadas, participando en el saqueo en el
extranjero y en ciudades como Detroit, etc.
Mito del
Partido Demócrata “progresista”
La mitología
del Partido Demócrata, que ha existido desde Franklin Roosevelt, debe ser
demolida. En su lugar debe venir la dedicación a la independencia de la clase
obrera y una exposición de la democracia capitalista como una farsa, una manera
de mantener las/os trabajadores subyugados.
Los fracasos
de la administración de Obama con respecto a las/os trabajadores no son nuevos.
Roosevelt y Lyndon Johnson se vieron obligados a aprobar legislaciones
progresistas sólo porque millones de personas estaban en movimiento. El New
Deal fue considerado un “seguro contra motín” para salvar al capitalismo, que
estaba siendo atacado por las huelgas de brazos caídos, huelgas generales y
manifestaciones masivas durante la década de 1930.
Johnson
firmó la Ley de Derechos Civiles, la Ley de Derechos Electorales y la llamada
Gran Sociedad porque millones de afroamericanas/os y otros estaban en las
calles enfrentándose a la policía y al Ku Klux Klan en los años 1950 y 1960.
Sin embargo,
tan pronto cesó la lucha, la dirección del Partido Demócrata se quitó su
disfraz como un amigo del pueblo. La administración de Jimmy Carter en la
década de 1970 abrió el ataque contra la beneficencia pública. Carter dijo que
“la vida no es justa” al responder a una pregunta sobre la prohibición puesta
sobre la financiación de abortos para las mujeres pobres. Él comenzó una
escalada militar y planeó el ataque anti sindical contra la Asociación
Profesional de Controladores de Tránsito Aéreo que Ronald Reagan más tarde
llevó a cabo.
Bill Clinton
destruyó completamente el sistema de beneficencia pública. Declaró que “la era
del gran gobierno ha terminado”, arrojando a millones de mujeres pobres,
desproporcionadamente afroamericanas y latinas, fuera de las listas. Él puso
las primeras leyes “antiterroristas”, aprobó la Ley Efectiva de Pena de Muerte
y, de hecho, desreguló Wall Street mediante la destrucción de la Ley
Glass-Steagall, aprobada después de la Gran Depresión para frenar a los bancos.
Así que el
gobierno de Obama está siguiendo una larga tradición de ataques por el
liderazgo del Partido Demócrata contra las/os trabajadores y oprimidos. Es y ha
sido un partido capitalista de las grandes empresas por más de 100 años. Sirve
a los intereses de los ricos, los banqueros y los empresarios.
Por
supuesto, el Partido Republicano es más flagrante en su búsqueda de los
intereses extremos de los ricos. No tienen nada que ocultar porque el sector
empresarial es su base. La dirección del Partido Demócrata está plagada por
tener que ocultar sus maniobras anti obreras, reaccionarias y racistas, ya que
su base son los sindicatos, la población africana americana, latina, las
mujeres, la comunidad LGBT, la clase media progresista, las/os estudiantes y
así sucesivamente. Es por eso que los dos partidos tienen diferentes
atractivos, dos imágenes diferentes. Pero no hay nada esencial en el que se
diferencian cuando se trata de servir a los intereses fundamentales del
capital.
Ferguson y
la democracia burguesa
V.I. Lenin
puso las cosas bien cuando citó a Federico Engels diciendo “el Estado moderno
representativo es un instrumento de explotación del trabajo asalariado por el
capital.” (Citado en Lenin “La revolución proletaria y el Renegado Kautsky”)
Lenin
añadió: “Tome las leyes fundamentales de los Estados modernos, tome su
administración, tome la libertad de reunión, la libertad de la prensa, o ‘la
igualdad de todos los ciudadanos ante la ley’, y verá a cada paso la prueba de
la hipocresía de la democracia burguesa con la que cada trabajador honesto y
con conciencia de clase está familiarizado. No hay un solo estado, no importa
cuán democrático sea, que no tenga tecnicismos o reservas en su Constitución que
garantizan a la burguesía la posibilidad de enviar tropas contra los obreros,
de proclamar la ley marcial, y así sucesivamente, en caso de una “violación del
orden público, ‘y, de hecho, en caso de que la clase explotada’ viole ‘su
posición de esclavitud y trate de comportarse de una manera no servil”.
Uno sólo
tiene que mirar a Ferguson, Misuri, con su militarización de la policía y la
violencia contra las/os manifestantes en busca de justicia, o la exclusión de
millones de prisioneras/os y ex prisioneros de las listas de votantes, para ver
una verificación del punto de vista de Lenin.
Bajo estas
circunstancias, las/os trabajadores y las/os oprimidos no tienen otra
alternativa que declarar su ruptura con los partidos capitalistas y el
capitalismo y luchar por su propio partido independiente – uno que hable y
luche abiertamente por las/os trabajadores, contra la clase capitalista y por
la revolución socialista.
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