26/04/2018
Mucho más que
una campaña continental de dominación colonial, el law fare expresa el fin del
“capitalismo democrático” iniciado con la Revolución Francesa (1789) y
completado con los acuerdos de la ONU (1948)
“la
diferencia entre la descripción de una parte de la historia y la descripción de
la historia como un proceso unitario no es por lo demás una diferencia de
alcance…. sino una contraposición metodológica, una contraposición de puntos de
vista”
Giorgy Luckas,
Historia y conciencia de clase.
Síntomas y
diagnóstico de una catástrofe social contemporánea
Escribo estas
notas (para los “míos”, como dice Malena, para mis compañeros de lucha por la
dignidad humana en los territorios de las periferias del mundo burgués
contemporáneo) como un intento de balance conceptual de estos primeros meses de
lucha del año 2018. De las nuestras contra el Macrismo y la ofensiva
generalizada e integral contra todos y cada uno de nuestros derechos. Y contra
el Derecho como tal.
Y de mis viajes
por el país Vasco (febrero 2018), Paraguay y Brasil (abril 2018), con el
corazón apretado por las noticias del genocidio en tiempo presente en los
territorios palestinos ocupados por Israel (por donde caminé en el 2016) y la
muerte anunciada de mi hermano colombiano Jesús Santrich, empeñado, sin retorno
posible, en revelar, en sacar del silencio y las sombras de la
infamia otros presos, otras muertes de sus compañeros insurgentes desarmados; a
quien visité en junio del 2017 cuando todavía no habían acuchillado el convenio
de paz firmado por la Farc y el estado Colombiano.
No escribo desde
la plácida superficie académica ni mucho menos desde el cinismo de aquellos que
trabajan de “opinólogos” de luchas ajenas (Pitrola, Altamira, Del Caño y otros
dirigentes del FIT argentino), administradores de un supuesto rojímetro
que les permite negar solidaridad a Lula por no dar el piné de revolucionario y
callar ante el secuestro de Jesús Santrich, porque su saber urbano y súper
institucionalista ni registra la voz de un guerrillero ciego empecinado en no
quedar en el lugar del derrotado que tantos pretenden para él. Incluida
alguna izquierda miserable que celebra como supuestos éxitos propios, las
derrotas ajenas.
Pretendo, primero,
que no se pretenda uniformidad de diagnóstico a los que describimos el mismo
listado de agravios, que son solo síntomas de algo por interpretar y explicar.
Segundo, que se reflexione críticamente en que la ilusión del “fin de los
golpes de estado” era eso y que el culto, casi pornográfico, al camino
institucional (incluso por aquellos que no lo habían practicado jamás) debe
superarse, si queremos, al menos, tener chance de luchar contra el Imperio
realmente existente.
Destituyeron a
Zelaya en Honduras, a Lugo en Paraguay y a Dilma en Brasil por métodos cuasi
institucionales que incluían porciones muy limitadas de acción militar.
Insólitamente a esos golpes de estado se los llamó “blandos” “constitucionales”
o “legales”. El lenguaje es siempre uno de los primeros territorios del
combate, y la aceptación de las voces enemigas, una de las demostraciones de
debilidad más lamentables.
Macri basura vos
sos la dictadura.
Desde el año 2009,
ya por nueve años, una Operación Continental de Contrainsurgencia Imperial de
Neocolonización de Nuestra América se lleva adelante siguiendo un libreto
único, con las lógicas adaptaciones nacionales: utilización de aquellos poderes
que nunca se pusieron en cuestión (así hablaba de ellos los documento
imperiales estratégicos conocido como Santa Fe elaborados por la CIA entre
1980/1986): el Poder Judicial, el Poder Mediático y el aparato armado del
Estado no importa el nombre que tenga: Fuerzas Armadas, Servicios de
Inteligencia, Gendarmería o Policías, para recuperar plenamente aquellos
poderes que sí se someten a la consulta electoral: el Poder Ejecutivo y el
Legislativo que han ido volviendo a sus manos en Paraguay, Honduras, Argentina,
Brasil, Chile y aún en Ecuador donde ni siquiera ganaron las elecciones como en
Chile o Argentina.
¿Qué queda por
fuera de su dominio imperial?: Acaso Venezuela y Bolivia, Uruguay en mínima
medida, el gobierno del Farabundo Martí en El Salvador está en picada, el
gobierno sandinista de Nicaragua sobrevive con muchos problemas y por supuesto,
fuera de estas lógicas, la Cuba Socialista que acaba de realizar una renovación
de su liderazgo digna de aplausos y esperanzas.
Pareciera no
quedar dudas que, contra lo predicado por años, a más progresismo, menos
gobernabilidad y a más radicalidad política, económica y diplomática, más
estabilidad y posibilidades de triunfar
A este cambio en los gobiernos de la región, que
expresa una estrategia de dominación imperial y que viene demoliendo el
edificio de la integración latinoamericana creada en estos años, más o menos
autónoma, la denomino “fin del ciclo de los gobiernos progresistas de la
región”. Fin del ciclo de los gobiernos progresistas de la región,
cualquier otra interpretación corre por el que la hace, pero negarse a ver
la realidad suele ser complicado y para ser rigurosos constituye una crisis
aguda de percepción de la realidad de la que el compañero Jorge Beinstein ha
llamado la atención muchas veces[1].
De eso se trata
esta nota.
Digamos, para ser
más gráficos que si la Picana Eléctrica, el Falcón sin Patente o la Bota
Militar podía simbolizar el periodo de dominación militar que se inicia con el
Golpe de Estado de 1954 en Paraguay y Guatemala, se afirma con los sucesivos
golpes en Brasil (1964), Chile (1973), Uruguay (1974) y el de Videla de 1976,
este nuevo ciclo de dominación colonial tiene a la Cárcel y la Toga de los
Magistrados Judiciales como la cara más visible. En la Cárcel están Lula
en Brasil; Milagro Sala, Facundo Jones Huala y otros en Argentina, los Seis
Campesinos, los de Curuguaty y muchos, muchos más en Paraguay; los mapuches en
Chile y otros cientos en Honduras, Colombia y casi todos los países
latinoamericanos. La cara del Juez Moro, del fiscal
paraguayo Jalil Rachid o el Juez argentino Bonadio se conoce tanto como
eran conocidos los rostros de Stroessner o Pinochet, y es que su función de
ejecutor de políticas de eliminación de toda forma de resistencia o aún de
mínima autonomía frente al plan de normalización imperial, es de igual sentido
esencial, aunque no manejen ametralladoras ni usen capuchas.
Y que se enoje Le Monde Diplomatique o los amigos
brasileros de Pagina 12 como Emir Sader que siguen pregonando las bondades del
sistema democrático representativo como si fuera ciego ante la evidencia brutal
de que el periodo en que se respetaba más o menos el voto de las personas y la
formalidad de la letra jurídica, ha pasado. Podría darse una vuelta por
la cárcel de Curitiba o por las favelas militarizadas de Río, aprendería sobre
su país bastante más que lo que le dicen sus papeles, amarillos de
viejo y “fuera de época”[2].
Con todo su
“sabiduría” no se dio cuenta que el mundo, creado por el fin de la segunda
guerra mundial, ese mundo, resultado de la Revolución Socialista Rusa y el
triunfo sobre el nazi fascismo en 1945, el mundo diseñado por la organización
de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el
Convenio de Prevención y Castigo al Celito de Genocidio, firmado en 1948, no
existe más como tal y lo que queda está debilitado y en vías de demolición.
Sader y sus discípulos latinoamericanos, intelectuales
y políticos, los que firmaron el Consenso de Buenos Aires[3]
(1997) y los que soñaron como cualquier otro “triunfador” de la política que
“hubo historia, ya no lo hay”, no comprenden lo fundamental e imprescindible
para triunfar sobre el fascismo contemporáneo: asumir que vivimos una nueva
etapa histórica en que sus ilusiones progresistas se han derrumbado, y
aplastado a millones con sus escombros.
No entienden
quiénes son los nuevos gobernantes de América Latina. Digo, no entienden por
qué Macri, Temer, Piñera, Santos o Uribe que son lo mismo, Cartes o quien lo
suceda Creen que el hecho de ser electos por tramites institucionales o
consultas electorales los convierte en mandatarios democráticos. No ven que
estamos ante un grupo de políticos fascistas, contenidos por ahora en su furia
genocida.
Si quieren, de
guante blanco, pero no “democráticos”, ni “civilizados”, ni “humanizados”.
Salvajes asesinos que auspician y sueñan con un nuevo genocidio. Digo,
con asesinar un dirigente social cada dos días como hicieron en Colombia en el
año 2017, el año que comenzó a pocos días de que entregaran el premio Nobel de
la Paz a Santos. La paz de los cementerios.
Nos enfrentamos
pues a una paradoja enorme: sostener la lucha por los derechos humanos y en el
terreno del Derecho en tiempos en que la misma concepción de los Derechos
Humanos y del Derecho están en coalición con los valores dominantes desde el
Setiembre del 2001 (Acta Patriótica), potenciados con el acceso de Trump al
gobierno de los EE.UU. en noviembre de 2016, de la lucha contra el Terrorismo y
la doctrina del Derecho del Enemigo que niega, justamente, todo derecho,
incluido el de la presunción de inocencia o el debido proceso, a todas y todos
los que no se le subordinan o aún más, pretenden enfrentarlos. Pues
ese es nuestro cometido, ni dejarnos asimilar por los valores dominantes ni
dejarnos expulsar del espacio que hemos conquistado en largos años de lucha de
manera colectiva. Ni nos vamos ni dejaremos de plantear nuestra verdad en
todos los terrenos. Como casi en toda la historia de la Liga, pero más que
nunca. Nos enfrentamos al mayor intento de actuar como una dictadura
brutal en un periodo de vigencia formal de una Constitución reformada siempre a
favor de la dominación burguesa. Por eso, en la Plaza de Mayo, este 24 de Marzo
dijimos lo que dijimos.
Macri basura, vos
sos la dictadura.
No todo es reflejo
falso de lo real; también es reflejo verdadero de una falsa realidad, que no es
lo mismo aunque parezca parecido.
"No hay
nostalgia mayor
que añorar lo
que nunca jamás existió”
Joaquín Sabina
León Trotsky, al
cual muchos de sus autoproclamados seguidores podrían leer con mucho provecho,
decía que lo que en teoría son diferencias de milímetro, cuando llegan al
terreno de la política pueden ser diferencias insalvables por lo lejanas. Y
comienzo diciendo que en tiempos de peligros y retrocesos evidentes como el de
este 2018, conviene dedicar tiempo a la reflexión teórica puesto que sin
comprender lo que nos pasa, seguro que todo esfuerzo de lucha será
estéril. No en vano, pero estéril.
Puntualmente, el
peligro de hablar demasiado del Law Fare, de esta ofensiva pornográfica e
inescrupulosa de los fiscales y jueces de Brasil, Argentina y Paraguay (por lo
menos) es perder de vista el fenómeno principal que es el cambio de régimen de
dominación en la región. Están instalando un régimen de terror explícito
con formas democráticas constitucionales.
Fue Atilio Borón quien se atrevió a calificar al
periodo pos dictatorial como el de “capitalismo democrático”[4]
para insistir que en el par conceptual capitalismo democrático lo
principal era la persistencia del sistema capitalista, advirtiendo hace ya
muchos años que el capitalismo puede dejar de ser “democrático” sin volver a la
forma de dictadura militar tan conocida en América del Sur pero casi
nunca vigente en México o Colombia, donde la combinación de terror con
elecciones viene de lejos, casi del fondo de la historia. Acaso
desde el asesinato de Gaitán en la Bogotá de abril de 1948 o desde el verdadero
final de la “Revolución Mexicana” con la conclusión del gobierno de Lázaro
Cárdenas en 1940.
Conviene repasar el ciclo histórico sudamericano:
conquista colonial imperial militar; rebeliones de los pueblos originarios
sofocadas; independencia formal en condiciones de debilidad centro imperial
español y rápida derrota de fuerzas revolucionarias a favor de partidarios de
la subordinación a los ingleses; en ese marco Brasil fue el último país con
esclavos y perpetró su propio genocidio sobre Paraguay en 1870 con colaboración
de Mitre y el partido Blanco de Uruguay consumando definitivamente el primer
genocidio[5]
de modo tal que la llamada democracia sudamericana, representativa,
republicana, formal, burguesa o como quieran llamarla, no era otra cosa que el
modo de dominación más pertinente al carácter semicolonial de Argentina y el
sur americano.
El Código Penal
que sancionaron y la Corte Suprema que impusieron estaban al servicio de tal
tarea, la convalidación del primer golpe de estado por parte de la Corte (en el
mismo año de 1930) en acordada histórica por lo hipócrita, lo confirma.
Cuando esa
democracia formal, y el “imperio de la Ley y el Derecho”, la “preeminencia de
la Constitución Nacional” no bastaron para asegurar el orden vigente y la moral
indicada, es que vinieron los golpes sucesivos de 1930/1943/1955/1962/1966 y el
del 1976. La democracia formal entre golpe y golpe se fue haciendo cada
vez más delgada e instrumental a pesar del costado social de la Reforma
Constitucional peronista de 1949 y la “corrección” de 1957 (apenas el artículo
14 Bis, de extensión de los derechos sociales, jamás respetado, por cierto)
Y más allá de
consecuencias positivas derivadas de la última Reforma de 1994 (la preeminencia
de los Pactos Internacionales de los derechos humanos sobre la misma
Constitución y el orden jurídico nacional, entre otros como el reconocimiento
tardío y formal de los derechos de los pueblos originarios) la Reforma de 1994
no pasó de permitir la reelección de Menem, garantía del Orden Pos Dictatorial,
neoliberal y sumiso de la hegemonía imperial norteamericana.
Dice en estos días
el sumiso Emir Sader: “Esa ofensiva solo confirma cómo la derecha
latinoamericana no tiene compromiso con la democracia, mientras que es la
izquierda la que nace, se desarrolla y gobierna por medios democráticos, y la
que pelea democráticamente por seguir gobernando o por volver a hacerlo. Quien
crea que la vía democrática se ha agotado es un iluso. Incluso porque la vía
insurreccional sería camino a la derrota y la catástrofe para la izquierda,
como el caso colombiano lo demuestra”. No es cierto, la izquierda
latinoamericana nació fuera del orden institucional y luchando contra él. Desde
el partido Comunista de la Argentina en 1918 al Ejército de Liberación Nacional
de Bolivia fundado por el Che Guevara. No es su culpa la tragedia de los
genocidios sufridos sino del Imperio y las burguesías latinoamericanas.
Poner a la víctima en el lugar de la responsabilidad por la violación de los
derechos humanos lo pone a Sader fuera del progresismo y las posiciones
tibias. Lo deja del otro lado.
La decisión de
renunciar a toda otra forma de lucha que no sea la institucional no fue tomada
“libremente” sino como una de las consecuencias directas del último genocidio
sufrido en la región (conocido como Terrorismo de Estado, o por sus figuras
paradigmáticas Pinochet, Videla o Stroessner): la hegemonía del posibilismo en
el movimiento popular, la desarticulación del bloque histórico que había
bregado por la Independencia verdadera y la fascistización del sujeto burgués,
descompuesto como clase nacional, cleptómano y mafioso para siempre.
Traigamos al debate al cubano Roberto Regalado que
explica el surgimiento del ciclo de gobiernos progresistas de un modo más
complejo que la mayoría de los opinólogos conocidos. Dice Regalado en un
texto preparado especialmente para un debate organizado por el PT mexicano y
disponible en la web Rebelión[6]:
1. El
acumulado de las luchas de las fuerzas populares libradas a lo largo de su
historia y, en particular, en la etapa abierta por el triunfo de la Revolución
Cubana (1959-1989), en la cual, aunque su desenlace no fue el cumplimiento de
los objetivos que las organizaciones político-militares se habían planteado, a
saber, la conquista del poder y la instauración de un nuevo Estado y un nuevo
sistema social, los pueblos demostraron una voluntad y una capacidad de combate
de tales magnitudes que obligaron al imperialismo y a las clases dominantes de
la región a reconocerles los derechos políticos que hasta entonces les habían
sido negados.
2. El repudio
mundial al genocidio y la fuerza bruta históricamente utilizados en el
subcontinente como medios de apuntalar la opresión y la explotación, en
especial, por parte de los Estados de «seguridad nacional» que asolaron a la
mayor parte de la región entre 1964 y 1989, que compulsó al imperialismo
norteamericano y a las oligarquías criollas a buscar formas más mediadas de
dominación. (Inscribamos en ese
punto la lucha histórica del movimiento de lucha contra la impunidad de la
Argentina y de nuestra propia Liga, nota del autor)
3. El aumento
de la conciencia, organización, movilización, y lucha social y social-política,
ocurrido en el fragor de la batalla contra el neoliberalismo, que estableció
las bases para un aumento sin precedentes de la participación electoral de la
gran parte de los sectores populares tradicionalmente marginada de ese
ejercicio político, y un cambio en los patrones de votación de la otra parte de
ellos que estaba subsumida en la lógica del sistema de dominación.
4. El voto de
castigo de amplios sectores sociales contra los efectos devastadores de las
políticas neoliberales impuestas a partir de finales de la década de 1970, cuya
pionera fue la dictadura militar chilena encabezada por el general Augusto
Pinochet.
5. Tratamiento especial merece el «error de cálculo» del imperialismo norteamericano,
que creyó poder dejar de oponerse «de oficio», de manera abierta y directa, a
todo triunfo electoral de la izquierda, tal como había hecho históricamente, confiado en que
su nuevo sistema de dominación continental, cuyo pilar político es la
implantación de «democracias neoliberales» en todos los países de América
Latina y el Caribe, sujeto a mecanismos transnacionales de control y sanción de
«infracciones», blindaría a los Estados de la región contra cualquier intento
de penetración por parte de fuerzas políticas de izquierda y progresistas. Esta
confianza lo llevó a establecer un pacto de élites de defensa de la democracia
representativa, es decir, de la democracia burguesa que asume explícitamente la
forma de democracia neoliberal, y al establecimiento de una llamada cláusula
democrática en todos los organismos y mecanismos continentales y
subcontinentales. No previó entonces que, con estricto apego a las normas de la
democracia representativa, fuesen electos candidatos presidenciales como
Chávez, Lula, Kirchner, Tabaré, Evo, Correa, Daniel, Cristina, Dilma y
otros. No era la
primera vez que,
convencido de tener garantizado el control de una subregión o de la región en
su conjunto, el imperialismo norteamericano impuso pactos de «defensa de la
democracia» y sanción a las interrupciones del orden constitucional. Así hizo
en Centroamérica en la década de 1920 como medio de disuasión a las constantes
guerras entre conservadores y liberales, pero la gesta antiimperialista del
general Sandino en Nicaragua y la insurrección indígena campesina y popular de
enero de 1932 en el Salvador, aplastada con métodos genocidas por el dictador
Maximiliano Hernández Martínez, lo llevaron a desistir de ese empeño. Así
ocurrió también tras el triunfo de la Revolución Cubana, cuando el presidente
John F. Kennedy decidió aislarla y estigmatizarla rodeándola de «democracias
representativas», y terminó derrocando gobiernos constitucionales que no se
plegaban al bloqueo contra Cuba, y apoyando a dictaduras militares que sí lo
hacían. Todo ello ratifica que el imperialismo no tiene principios, sino
intereses. Con claridad lo expresó el sucesor de Kennedy, Lyndon B Johnson,
cuando, al apoyar el golpe de Estado contra Joao Goulart en Brasil, en 1964,
proclamó la doctrina que lleva su nombre: Los Estados Unidos prefieren tener a
aliados seguros, que vecinos democráticos. A la aplicación de la Doctrina
Johnson regresa el imperialismo norteamericano para borrar del mapa a los
gobiernos progresistas y de izquierda, no mediante los golpes de Estado
tradicionales, sino mediante la desestabilización de espectro completo y los
golpes de Estado «de nuevo tipo». En América Latina, tras una acumulación
de fuerza social y política iniciada en los años ochenta con la lucha de los
movimientos populares contra el neoliberalismo, incrementada en los noventa con
la ocupación de espacios en gobiernos locales y legislaturas nacionales, que
alcanza el clímax en la década de 2000 con el ejercicio del gobierno nacional
en una decena de países, desde finales de esta última, la correlación de
fuerzas comienza a cambiar a favor de los sectores oligárquicos
proimperialistas y, en
apenas cinco años, la pérdida de capacidad de movilización popular, la falta de
estrategias, medios y métodos adecuados para derrotar la desestabilización de
espectro completo, los reveses electorales y los golpes de Estado «de nuevo
tipo», llegan a tal punto que la derecha se ufana en proclamar el «fin del
ciclo progresista»[7].
¿Es este un vuelco tan imprevisible o inesperado de la situación política, que
no se pudo evitar o no dio oportunidad para una preparación a tiempo que
permitiese enfrentarlo en mejores condiciones? Sería imposible responder esa
pregunta sin hacernos otra: ¿vuelco imprevisible o inesperado… para
quién? La involución de la situación política y económica de la
región en general, y de cada país gobernado por fuerzas progresistas y de
izquierda en particular, de ningún modo fue ignorada por todas y todos los
dirigentes, cuadros militantes, activistas y analistas del bloque popular. Sin
embargo, los liderazgos principales y las corrientes políticas e ideológicas
hegemónicas en los partidos, frentes y coaliciones progresistas y de izquierda,
primero ignoraron o subestimaron el deterioro creciente de la correlación de
fuerzas, que pudieron y debieron enfrentar cuando tenían mayores y mejores
posibilidades de éxito, y luego quedaron impávidos ante sus consecuencias. ¿Por
qué ese inmovilismo? ¿Es atribuible a la «mala intención» o
incluso a una «traición»? La respuesta es no, salvo casos específicos que
ciertamente pueden existir. Los liderazgos individuales y colectivos de los
gobiernos, partidos, movimientos, frentes y coaliciones progresistas y de
izquierda, también son productos de correlaciones de fuerzas, tanto en la
sociedad en su conjunto, como dentro de ese espectro político e ideológico en
particular, y en la América Latina de finales del siglo XX e inicios del XXI,
la hegemonía de las fuerzas políticas multitendencias características de la
etapa, la ejercen el «progresismo», proveniente de sectores democráticos de los
partidos tradicionales, y lo que podríamos llamar la «nueva socialdemocracia
latinoamericana»
Ambas
corrientes comparten:
[...] la maniquea concepción de la democracia burguesa como
sistema político supuestamente imparcial e incluyente, que en América Latina solo funcionó con relativa
estabilidad en Uruguay y Chile, y solo lo hizo mientras el imperialismo y las
oligarquías de esos dos países no identificaron a la izquierda como una amenaza
al sistema, pero tan pronto la percibieron como tal, en ambos implantaron
férreas dictaduras.
[...]
De ahí parte la sorpresa e incomprensión que incluso hoy,
después de haber sido expulsadas del gobierno o estar en riesgo de serlo —sin
haberlo visto venir, ni saber, a ciencia cierta, cómo evitarlo y revertirlo—, y
de haber sido criminalizadas y judicializadas, o de estar a punto se serlo,
siguen manifestando [...], y también de ahí que la mayor parte de los análisis
y reflexiones publicados al respecto, se limiten a denunciar las
manipulaciones, transgresiones y violaciones que la derecha hace contra los
gobiernos y las fuerzas progresistas y de izquierda, y poco o nada se mencionen
las deficiencias y errores de estas últimas que contribuyeron a torcer la
correlación regional de fuerzas en su contra.
Paradojas,
desafíos, oportunidades del momento histórico
En esas
desveladas noches de las que te hablo, pienso, también,
en el
intransferible y perpetuo aprendizaje de los revolucionarios: perder, resistir.
Perder,
resistir. Y resistir. Y no confundir lo real con la verdad
Andrés
Rivera. La
revolución es un sueño eterno.
Casi todos
coincidimos en que nos enfrentamos a desafíos y peligros muy grandes, pero no
todos vemos en esos desafíos paradojas y oportunidades de crecimiento. Dicho de
otro modo, nos enfrentamos a muchas paradojas que podríamos sintetizar en una
central: La paradoja de que para luchar en el terreno jurídico no hay que creer
en la neutralidad del Derecho ni de los jueces, como para acumular en la lucha
institucional hay que construir subjetivad revolucionaria y poder
popular. Si así lo hacemos el espacio de acumulación es enorme, puesto
que es nada menos que el enorme espacio de la lucha democrática en momentos en
que la burguesía en todas sus expresiones, incluida su ala progresista,
abandona la lucha democrática en aras de una supuesta institucionalidad
republicana y democrática que es todo lo contrario. Algo de esto pude compartir
en las experiencias vividas en estos pocos meses del 2018.
En el País Vasco compartimos tribuna con los
compañeros de Kalera Kalera, todos ellos sobrevivientes a la lucha armada de
ETA y la cárcel franquista. Kalera Kalera ha realizado una convocatoria por la
libertad de los presos este 21 de abril en Bilbao, con decenas de miles
participantes en una ciudad de medio millón de habitantes[8].
Estos compañeros expresan un cambio de estrategia de una fuerza que nació en
1959 y en estos días se considera en extinción activa, digamos que renace en
muchas otras, pero que al asumir la lucha institucional lo hace con las mismas
caras y los mismos objetivos autonomistas y socialistas de su historia. Las derechas
no dejan de estigmatizarlos y pretender su muerte civil, pero desde ese perfil
y posicionamiento han ganado posiciones en el Congreso Vasco y son parte de un
inmenso movimiento que en los últimos meses ha ganado las calles de un modo
sorprendente para toda Europa en temas tales como el 8M contra el patriarcado,
en defensa de las pensiones y derechos previsionales y por la libertad de los
presos y la memoria histórica que es un verdadero movimiento de masas (en cada
pueblo donde se perpetraron violaciones de derechos humanos, un movimiento
local y miles de manifestantes cada vez que vuelve un preso político liberado
(quedan unos trescientos y unos cuatrocientos exiliados perseguidos
políticamente) a pesar de que tales manifestaciones pueden caer bajo el peso de
tres figuras jurídicas: apología del delito, ley antiterrorista y
enaltecimiento del terrorismo que supera todo lo conocido e imaginado. En
la aplicación de dicha ley sobresalió el Juez Baltazar Garzón quien fundamentó
la detención (y convalidó la tortura) de decenas de directores de diarios,
radios, organizaciones culturales, etc. en el hecho que no condenaban a la ETA
o demostraban simpatía personal por alguno de sus miembros. Así Garzón y
la Justicia española condenan a quiñes portan la foto de un preso político
o cantan un rap contra el Rey. Algo de eso intentó la Bullrich con el tema
Santiago Maldonado, la respetamos como un cuadro de la Inteligencia Imperial a
la que no subestimamos.
En Paraguay, en el
campamento de la Coordinadora por la Vivienda Digna, compartimos una asamblea
donde asoma, aun tímidamente, que el derecho a la vivienda digna, complemento
necesario de un trabajo bien renumerado y en condiciones saludables, se afinca
en la legitimidad más que en la legalidad. Legalidad que en el Paraguay
existe desde el periodo post dictatorial, en la Constitución que proclama un
ilusorio Estado de Derecho Social y otras leyes y Convenios. Desde el fin
de la dictadura de Stroessner son cientos los dirigentes campesinos asesinados
y en los últimos tiempos es la condena a penas casi perpetua lo que se descarga
sobre los compañeros. En el Paraguay real el Poder Judicial es el moldeado por
el Stronerismo con el principio “jurídico” de que lo que es “publico” no
necesita “prueba”. Por ejemplo, al momento de voltear al presidente
electo Lugo, el senador acusador dice que como los delitos de Lugo son públicos
no necesitan demostración y así fue, se lo destituyó sin aceptar ninguna otra
instancia de apelación. Y si eso hicieron a Lugo, ya sabemos cómo
condenaron a los Seis Campesinos, a los de Curuguaty o a unos setenta
campesinos acusados de pertenecer o tener relaciones con el Ejercito Paraguayo
del Pueblo (EPP). En Tacumbú están casi todos ellos, en una cloaca humana
a plena vista de todas y todos. En un barrio de Asunción, la capital de
Paraguay puede ser que esté el futuro de Latinoamérica, esperándonos. Es
tarea nuestra que ese futuro no llegue. O como decía Castelli: “si ven al
futuro, díganle que no venga”.
Que no venga.
Acaso Brasil se la
expresión más condensada y brutal de todo lo expuesto. Del Law Fare
conducido por Moro y la propia CIA. Y de los límites de un
progresismo que creyó tocar el cielo con las manos y hoy se encuentra casi con
las manos vacías. Y más dudas y errores de percepción que casi todos los
“izquierdistas” de América Latina. Las causas por las que destituyeron a
Dilma y encerraron a Lula pueden estudiarse como paradigmáticas: construcciones
dialécticas en base a las convicciones de los juzgadores, sin
prueba alguna, en base a testimonios de personas interesadas en canjear
información falsa por conveniencia o por decisión política. En la Universidad
de Paraná, en su sede de Curitiba, el rector, el Dr. Ricardo Marcelo Fonseca
presidio un acto de celebración del treinta aniversario de la Constitución
Nacional Brasilera (1988) que mostró esta contradicción en toda su complejidad
cultural. Los mismos que celebraban la “conquista” de la Constitución
Mass avanzada de América burguesa exponían de un modo inapelable la perversión
de los fiscales, jueces y legisladores brasileros; o dicho en sentido
opuesto, los mismos que denunciaban el encierro arbitrario, sin ninguna prueba,
de Lula, clamaban por el estricto cumplimiento de una Constitución que hoy está
ignorada y pisoteada por la Corte Suprema, el Comando en Jefe del Ejército, el
monopolio mediático de O Globo y la mayoría absoluta del Congreso. Recuerden
Uds. que uno de los senadores que votó por la destitución de Dilma lo hizo en
honor a su torturador.
Y tres escenas más
que retengo en mis retinas. La primera, en el salón de fiestas del Hotel
“Petras” donde nos alojaron a costas del Movimiento Sin Tierra, observé un
grupo de gente muy bien vestida, hombres y mujeres, que brindaban y reían como
en una serie inglesa de castillos y nobles. Me dijeron que eran los
senadores del PT y los miembros de la Comisión de Derechos Humanos del Senado
que habían visitado a Lula. ¿Hacía falta tanta impudicia en el refrigerio?
Una parte de esos senadores había votado por la destitución de Dilma.
¿Cuál es el punto que separa la jugada política de la conciliación con el
Imperio?
La segunda escena
fue en el Campamento Lula Libre. Estuvimos desde el mediodía hasta la
nochecita. A los diez minutos que nos retiramos unos quince miembros de una
barra brava futbolera, del Curitiba específicamente, atacaron el campamento con
unas barras de hierro en la mano e hirieron a dos campesinos. No había
seguridad propia y a ese lugar habían ido en base a un acuerdo con la
Policía. ¿Seguirán creyendo que la Policía los va a proteger? ¿Y no
era que el MST iba a quemar todo si encerraban a Lula? Al otro día, unos
campesinos de la región paulista (700 Km. de distancia) me preguntaron si Lula
saldría en una semana o en un mes. En una ciudad conservadora, nunca
gobernada por el PT ni sus aliados, un campamento de mucho menos de mil
personas, es como una marca finita en un mural. Ni se nota.
La tercera es la
más esperanzadora. Al mediodía del jueves, los dirigentes nacionales de
todas las centrales estudiantiles y los nueve secretarios generales de las
Centrales de Trabajadores hablaron y convocaron a una movilización nacional
para el primero de mayo. En sus discursos se exponían todas las visiones en
debate pero prevaleció una saludable unidad de acción. Que para algunos
sea suficiente y que para otros apenas el comienzo de una larga marcha de
organización y resistencia no me parece lo importante. Lo importante es
que no se paralicen ni sueñen con recuperar el gobierno de Lula y Dilma en las
urnas. Eso no parece posible y hay que luchar por lo que se puede
conquistar.
En América Latina
lo posible hoy es luchar. Resistir.
Vale la pena
recordar a Juan José Castelli el orador mayor de la Revolución de Mayo,
derrotado y enfermo de cáncer de garganta que le escribe a un amigo: "En
esas desveladas noches de las que te hablo, pienso, también, en el
intransferible y perpetuo aprendizaje de los revolucionarios: perder, resistir.
Perder, resistir. Y resistir. Y no confundir lo real con la verdad" según
cuenta Andrés Rivera en La Revolución es un sueño eterno. Toda una táctica y
una estrategia. "Y resistir. Y no confundir lo real con la verdad."
Jamás
“.me acojo al
sueño eterno de la revolución... Te escribo, y el sueño eterno de la revolución
sostiene mi pluma, pero no le permito que se deslice al papel y sea, en el
papel, una invectiva pomposa, una interpelación pedante o, para complacer a los
flojos, un estertor nostálgico. Te escribo para que no confundas lo real con la
verdad” Andrés Rivera.
Notas
[1]
El nuevo panorama ha provocado una notable crisis de percepción donde la
realidad choca con principios ideológicos, conceptualizaciones y otras
componentes de un “sentido común” heredado del pasado. No somos
víctimas de un rígido encuadramiento de la población con pretensiones
totalitarias explícitas anulando toda posibilidad de disenso, buscando integrar
al conjunto de la sociedad a un simple esquema militar, sino ante sistemas
flexibles, en realidad embrollados, que no intentan disciplinar a todos sino
más bien desarticular, degradar a la sociedad civil convirtiéndola en una
víctima inofensiva, apabullada por la tragedia. No se presentan proyectos
nacionales desmesurados, propios de los militares “salvadores de la patria”
de otros tiempos o imágenes siniestras como la de Pinochet, ni siquiera
discursos híper optimistas como el de los globalistas neoliberales de los años
1990 o personajes cómicos como Carlos Menem, sino presidentes sin carisma, por
lo general torpes, aburridos repetidores de frases banales preparadas por los
asesores de imagen que conforman una red regional globalizada de “formadores de
opinión” made in USA. En suma, las dictaduras blindadas y
triunfalistas del pasado parecen haber sido reemplazadas por dictaduras o
protodictaduras grises que ofrecen poco y nada montadas sobre aplanadoras
mediáticas embrutecedoras. Siempre por detrás (en realidad por encima) de estos
fenómenos se encuentran el aparato de inteligencia de los Estados Unidos y los
de algunos de sus aliados. La CIA, la DEA, el MOSSAD, el M16 según los casos
manipulan los ministerios de seguridad o de defensa, los de relaciones
exteriores, las grandes estructuras policiales de esos regímenes vasallos y
diseñan estrategias electorales fraudulentas y represiones puntuales. https://beinstein.lahaine.org/las-nuevas-dictaduras-latinoamericanas/
[3]
https://cronicasdelnuevosiglo.com/1999/12/10/la-responsabilidad-del-progresismo-en-la-crisis-argentina/
[4]
aquí pueden acceder al libro de Atilio: Estado, capitalismo y democracia en
América Latina https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=explorer&chrome=true&srcid=0Bx2YC3gJbq2TYjIyNmQ1MTQtNGRkOC00OTljLTk4ZGUtMWM2ODJlNTExMzM5&hl=es
[5]
En el sentido que la derrota de las luchas de la independencia confirman el
carácter pos genocidio de las sociedades coloniales y de las nuevas
repúblicas. Paraguay representó el esfuerzo mayor por consumar la
verdadera liberación de la Colonia, sin caer en la Neo Colonia Inglesa.
Por ello fue exterminada de un modo tal que nunca se recuperó del todo de
aquella sangría (tres de cuatro paraguayos varones asesinados)
[7]
No acepto esa formulación de fin de ciclo progresista, porque alude a las
luchas y perspectivas, mi fin de ciclo de los gobiernos alude a un hecho
material, pero al ciclo de lucha
[8]
http://www.eitb.eus/es/noticias/politica/detalle/5543222/manifestacion-presos-bilbao-21-abril-2018-piden-derogar-primer-grado/
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