Nodal
22-01-2019
La red
telemática conocida como “internet” no es un simple pasatiempo ni una realidad
paralela o virtual. Mucho menos un repositorio de acceso libre al conocimiento
universal. Internet constituye hoy ya el principal campo de interacción, de
generación y distribución de contenidos. Esto en sí, la convierte en espacio
central de disputa entre control y libertad, entre usina de manipulación y coacción
de la intencionalidad humana o elección plena de sentidos.
Pero lejos de restringirse solamente al decisivo
factor subjetivo, la internet va tomando el papel de medio de producción
esencial, siendo evidente su función en el sector servicios y en el corto
plazo, al acecho de conquistar una importante porción del sector manufacturero.
Internet consolida a través de su estructura física
y su arquitectura operativa actuales la pervivencia de un sistema de dominación
geopolítica, incluyendo –incluso perfeccionando- las funciones de espionaje y
vigilancia pertinentes a dicho sistema.
La globalidad de su intermediación apuntala la
posibilidad del accionar multinacional y la restricción del poder democrático
de las poblaciones.
Tan sólo por estas breves razones, la “red de
redes” debiera estar en el corazón de las luchas estratégicas de los pueblos.
Internet como medio de producción
Internet ha favorecido la internacionalización del
comercio, los servicios financieros y la producción, siendo una herramienta
clave para la globalización dirigida y la expansión del poderío de
conglomerados transnacionales. Sin internet, no hubiera sido posible
deslocalizar y coordinar unidades productivas distantes, movilizar de manera
instantánea capitales, ni vender a distancia. O sea, no hubiera sido posible
ampliar la explotación de mano de obra de salario ínfimo, alimentar la
especulación financiera, ni evadir obligaciones fiscales territorialmente
aplicables. Internet, en su forma actual, lejos de ser un factor de nivelación
social, ha sido primariamente funcional al capital.
Su importancia se revela en el hecho de que las
empresas surgidas en la fragua de esta red están colocadas en los primeros
lugares de los índices de valor empresarial.
Por otro lado, la aparición de la “internet de las
cosas”, tenderá en el ámbito industrial al progresivo reemplazo de la
producción serial de objetos por la fabricación personalizada a distancia,
mientras que la interconexión de productos (“cosas”) al ámbito virtual operará
automatismos cuyos límites son hoy difíciles de precisar.
La discusión en curso sobre si la segura
eliminación de labores -hoy realizadas por seres humanos- se corresponderá con
una generalización de tareas de mayor inteligencia, igual magnitud y mejor
remuneración, es fácil de dilucidar. Si el capital continúa dominando la
internet, no hay duda alguna que el nuevo paisaje no aportará mayor equidad
social ni subsistencia digna para todos. Por el contrario, la necesaria
realineación formativa –pregonada hoy por los círculos de la alta empresa -y
preeminente en la hipocresía discursiva de gobernantes afines- mejorará sólo
las posibilidades de sectores consustanciados con el manejo tecnológico,
urbanos y medios, relegando, una vez más, a los postergados, cuya situación de
desventaja impedirá y justificará su sistemática exclusión.
Internet como medio de acceso al conocimiento
El acceso a los repositorios donde están ubicados
los contenidos de la internet, se realiza en una enorme proporción de forma
intermediada, a través de buscadores. El más conocido motor de búsqueda,
propiedad de la corporación Alphabet Inc., concentra de modo casi monopólico
–alrededor de un 92% (2018)- las solicitudes. Los procedimientos algorítmicos a
través de los cuales el sistema “encuentra” respuestas, contienen una clara
intencionalidad que jerarquiza contenidos. Así, el acceso al conocimiento, en
la práctica actual, es dependiente de esta empresa y sus operaciones e
intereses.
Internet como medio de dominación geopolítica
Hasta 1995 la conexión a la incipiente “red de
redes” estuvo gobernada con exclusividad por la National Science Foundation
(NSF), agencia federal estadounidense dependiente del National Science Board
(NSB), cuyos 25 miembros son seleccionados por el presidente de los EEUU. A
partir de allí, el acceso a la red fue concesionado a cuatro proveedores
privados, todos ellos estadounidenses.
La asignación de dominios, hasta 2016, estuvo a
cargo de ICANN, corporación público-privada del mismo país. En la base de la
estructura primaria de internet hay trece “servidores raíz”, la mayor parte de
los cuales son operados desde los EEUU, algunos bajo directa intervención de
agencias militares. Los nodos de interconexión física por cable submarino que
mayor tráfico registran, están en las costas Este, Oeste de los EEUU y en la
península de Florida, junto a los de Frankfurt, Ámsterdam y Londres. Las
mayores empresas que prestan servicios de conexión y aplicaciones pertenecen al
país ya citado.
A lo que se agrega la enorme red de vigilancia
masiva ilegal dirigida por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de los
Estados Unidos de América, la que en conjunto con agencias de varios países y
con la “contribución” de las principales empresas del rubro, espían, roban
datos y configuran perfiles de miles de millones de usuarios de internet.
Todo ello no deja duda alguna sobre la intención de
dominación, la posibilidad de influir geopolíticamente, sobre el impacto económico
y el trasfondo cultural que privilegia la internet “realmente existente”.
Internet para la liberación
Para pensar a internet como una red que ayude a
liberar a los pueblos, es preciso pensar en liberarla de su influjo fundacional
y la trayectoria acumulada al servicio del interés del poder establecido.
La actual gobernanza multilateral (modelo
“multistakeholder” o de múltiples partes interesadas) que incluye gobiernos,
organizaciones de la sociedad civil, sector empresarial, academia y expertos tecnológicos,
representa hoy un contrapeso (aunque parasistémico) ante la avidez corporativa,
que busca mercantilizar por completo y verticalizar lo que alguna vez se pensó
como descentralizado, neutral y horizontal.
Pero si se piensa en internet como medio de
producción y prestación intrínseca al capitalismo financiero globalizado, si se
la comprende como medio fundamental de manipulación antidemocrática y sumisión
geopolítica; ¿Cuáles son las medidas a incluir en un programa de
reivindicaciones emancipador? ¿Deberá ser expropiada?, ¿declarada de propiedad
común?, ¿derecho humano inalienable?, ¿servicio público esencial? ¿Nacionalizar
sus operadores? ¿Restringir su actividad mediante legislación de estado?;
¿Someterla a escrutinio y gobernanza pública? O quizás sea necesaria una
pregunta anterior: ¿Cuánto de esto forma parte de nuestras actuales
deliberaciones?
Despertar la conciencia y la acción ciudadana,
popular y colectiva respecto a este entramado crucial para la época, parece ser
un inicio ineludible.
Esta nota fue publicada originalmente en el
Suplemento NODAL Temas “Internet, ¿emancipación o dominación?” https://bit.ly/2FOhXxW
Javier Tolcachier es investigador del Centro de
Estudios Humanistas de Córdoba y comunicador en agencia internacional de
noticias Pressenza. Participante en el Foro de Comunicación para la Integración
de NuestrAmérica (FCINA) y del proceso regional Latinoamericano hacia el Foro
Social de Internet.
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