NPA
22-01-2019
El
movimiento de los "chalecos amarillos" continúa planteándonos
numerosas cuestiones y desafíos. Y como este movimiento es particular y nuevo
en su naturaleza, nos interroga igualmente en sus formas de movilización y sus
medios de acción.
Aparecida sobre la cuestión del aumento de los
impuestos a los carburantes, los lugares de esta movilización se han focalizado
"naturalmente" en los lugares de utilización de los coches: peajes,
rotondas, vías rápidas, etc. Rápidamente se ha centrado de forma duradera
alrededor de los territorios que corresponden parcialmente a los lugares de
vivienda de los "chalecos amarillos" movilizados (zonas rurales y
periurbanas en su mayoría y puntualmente en las grandes aglomeraciones para las
jornadas de movilización del sábado).
Nuevo movimiento, ¿nuevos medios de acción?
Ciertamente, estos medios de acción no son
totalmente exteriores a las prácticas del movimiento obrero tradicional. Los
"bloqueos", por ejemplo, o las operaciones de "peaje
gratuito" no son una novedad y habían sido ya realizadas en el último
movimiento sobre las jubilaciones o durante la huelga del personal ferroviario.
Pero existen, no obstante, dos diferencias
importantes: los "chalecos amarillos" comenzaron por bloquear, pero
rápidamente decidieron permanecer y ocupar los lugares de bloqueo, haciendo así
el centro vivo de su movilización. Se han montado verdaderos campamentos, en
los que se han relevado día tras día y semana tras semana. Luego, esas
operaciones de bloqueo no tienen relación con un movimiento del trabajo constituido,
y tienen aún menos lugar en el marco de una huelga. Bloqueos de depósitos de
carburante han tenido lugar, por ejemplo, sin estar en relación con una huelga
del personal de las refinerías.
La otra particularidad de este movimiento es la
ausencia de sindicatos o de partidos políticos. No solo se ha construido de
forma exterior al movimiento obrero, sino igualmente en rechazo a éste y de sus
formas de movilización, muy en particular de la huelga. El comienzo del
movimiento ha estado marcado por un rechazo abierto a los sindicatos, juzgados
inútiles, pero igualmente de "lo político", motivado en particular
por las responsabilidades de los partidos tradicionales en la gestión de la
crisis y de las políticas de austeridad. Los "chalecos amarillos"
perecen ser mayoritariamente no sindicados y de una militancia nueva.
Esta constatación se impone, por otra parte, cuando
se observa la forma en que se organiza el movimiento, y en particular la rareza
de las asambleas generales o de marcos amplios y regulares en su seno de
elaboración democrática. En efecto, no existe marco de centralización y de
elaboración de una política nacional. A veces ni siquiera existe coordinación a
las escalas locales o regionales.
No sindicatos, no huelgas
La ausencia de sindicatos y de partidos determina
evidentemente en gran medida los medios de acción de los que se ha dotado el
movimiento. Sin ellos, no hay huelgas, pero tampoco manifestaciones convocadas
de la forma tradicional, no hay organización centralizada de las jornadas de movilización.
Los primeros llamamientos (Acto I y II) no hablaban, o casi, de
manifestaciones. Se mencionaban en ellos puntos de concentración que, de hecho,
evolucionaron rápidamente en enfrentamientos con la policía, luego por la
fuerza de las cosas a menudo en manifestaciones salvajes, a veces masivas pero
igualmente constituidas de una multitud de grupos no coordinados. Este modo de
acción se ha convertido en la norma a lo largo de las semanas.
Entonces, ciertamente, estos medios de acción nos
son extraños o poco familiares, pero a pesar de todo representan potencialmente
puntos de convergencia esenciales para nosotros y nosotras.
El problema de la ocupación de un lugar, es que si
se hace al margen de un centro de trabajo y particularmente sin la huelga, no
permite participar a todos y todas. Para tener tiempo, hay que "parar la
máquina" y sin la huelga, es imposible para la mayoría de la clase obrera.
Pero la ocupación tiene la ventaja de ser un punto de reagrupamiento, un
espacio de intercambio de opiniones, de debate político y el lugar de
reconstrucción de una experiencia de colectivo. Para todas las personas que no
tienen empresas que ocupar, estos bloqueos son los espacios en los que las y
los proletarios aislados pueden encontrarse, verse y de una cierta forma tomar
las cosas en sus manos.
La radicalización: las manifestaciones salvajes y
los enfrentamientos
En este estadio, es importante evocar el paralelo
con el movimiento de las jubilaciones y las experiencias de los "cortejos
de cabeza" (parte delantera de las manifestaciones, particularmente
aguerrida y preparada para enfrentamiento con la policía). Ya entonces (2017),
hacíamos la constatación de que una parte de quienes se movilizaban entonces
por primera vez lo hacían fuera de los marcos tradicionales del movimiento
obrero y, concretamente, al margen del marco de los cortejos sindicales y
políticos.
Igual pasa en los "chalecos amarillos":
la respuesta totalmente desmesurada del gobierno en términos de represión
policial y judicial ha prendido la mecha. Al comienzo de la movilización,
algunos "chalecos amarillos" venidos por primera vez a París para lo
que pensaban iban a ser simples concentraciones se vieron rápidamente
confrontados a la violencia de las fuerzas policiales. Luego ha ocurrido lo
mismo en las rotondas y los diferentes puntos de bloqueo que han sido disueltos
con una gran brutalidad en todo el territorio.
Esta represión ha sido acompañada del desprecio del
gobierno y de una campaña de denigración llevada a paso de carga. Todo esto ha
acabado por desviar a una amplia franja de los "chalecos amarillos"
de las soluciones legales y "republicanas". Hacer la experiencia de
la naturaleza de clase del Estado, en su defensa de la gente más rica, y de la
ilegitimidad de su política y de su brazo armado no es poca cosa para las y los
militantes del movimiento. El episodio de del derribo de las puertas del
ministerio de Benjamin Griveaux es un ejemplo...¡estrepitoso!
Entonces, ¿qué hacer?
El gobierno no está tranquilo, incluso ha comenzado
a retroceder en varios puntos.
Pero para ir más lejos y aguantar, este movimiento
tiene necesidad de la movilización del movimiento obrero tradicional. Tiene
necesidad de "bloquear el país" realmente y no podrá ahorrarse la
huelga. Desde este punto de vista, la responsabilidad de la CGT y de las
organizaciones sindicales es enorme y, aunque no podamos, solitariamente,
invertir la tendencia es importante que intentemos influir en ello. Debemos
proponer a nuestra escala los medios de ligar los "chalecos
amarillos" a los demás movimientos del mundo del trabajo y a sus
militantes. Proponer, participar y organizar, incluso físicamente, la
celebración de manifestaciones solicitadas o no, de cortejos organizados en
movilizaciones nacionales es una tarea importante en esta perspectiva. Influir
en las estructuras sindicales en las que intervenimos para favorecer su
participación en las citas del movimiento forma igualmente parte de nuestra
responsabilidad.
Todo lo que está en juego y el desafío para
nosotros y nosotras es aliar la espontaneidad y la abundancia de estos medios
de acción de los que el movimiento de los "chalecos amarillos" se ha
dotado, al carácter masivo y coordinado que podría aportar una amplia movilización
del movimiento obrero a través de la construcción de numerosas huelgas
sectoriales, hacia la construcción de una o varias jornadas de huelga general.
Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur
Fuente original: https://npa2009.org/
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