A NUESTRA MADRE
(4
de noviembre 1924 - 23 de junio 2019)
Nuestra
querida madre nació en el departamento de Ica, cerca del turístico oasis de la
Huacachina. De padre chino y madre peruana, tuvo una hermana más a los pocos
años de nacer. Nuestro abuelo al ver que no tuvo un hijo varón, un día, sin
decir nada, vende la bodega que tenía y de pronto desaparece, sin dejar rastro.
Nuestra
abuela tuvo tiempos muy difíciles, trabajando de todo para mantenerse y en el
camino tuvo dos hijas más.
Un día,
cuando nuestra madre tenía como siete años, nuestra abuela decidió llevarla a
visitar a su madrina, una señora de recursos. La madrina la recibió en la
entrada de la casa, después que nuestra abuela la saludara y presentara a su
ahijada, ella sin ningún cariño de por medio y sabiendo la mala situación
económica que atravesaba nuestra abuela, y sin ningún sentimiento, ni muestra
de afecto, saco unas monedas del bolsillo, y se los ofreció a nuestra abuela
para que le comprase unas golosinas, y dijo,
-Porque
no llevas a tu hija a un orfanato?
Nuestra
madre a pesar de sus pocos años de edad sintió el desprecio que le habían
hecho, jaló del brazo a nuestra abuela en dirección de la salida, para
indicarle que quería irse, y saliendo le dice a nuestra abuela,
-Nunca
más me traigas a esta casa.
Ese acto
formó y le dio carácter a nuestra madre, y desde ese entonces quería ser
profesora para educar a las personas.
Pero
lamentablemente la mala situación económica que atravesaba nuestra abuela y la
falta del abuelo no pudieron hacer que el sueño de nuestra madre se cumpliera.
Pasaron
los años.
Un día,
un paisano que conocía a mi abuela, le da el dato, que el padre de
nuestra madre estaba en Pacanga - Trujillo, y esa noticia había salido en el
periódico chino, resulta que nuestro abuelo era dirigente del partido
nacionalista Chino y cada cierto tiempo publicaban sus actividades en el
periódico chino.
Nuestra
abuela al enterarse, sin pérdida de tiempo llevó a nuestra madre para que la acompañe
a buscar al abuelo.
Para ese
entonces nuestra madre bordeaba los veinte años.
Resulta
que el abuelo después de vender la bodega, volvió a china y se casó con una
cantonesa con la esperanza de tener un hijo varón , para no perder el apellido,
pero había pasado varios años de convivencia con la nueva señora y no pudieron
tener hijos alguno.
El
encuentro fue una sorpresa para nuestra abuela, dado el nuevo compromiso que
tenía nuestro abuelo.
Pero mi
abuelo al ver a su hija grande, bella y con mucho carácter pidió a la abuela
cuidar de ella, desde el primer momento hubo empatía entre nuestra madre y la
nueva señora de nuestro abuelo.
Para ese
entonces, nuestro padre trabajaba en la hacienda Cultambo y el abuelo tenía su
tienda de abarrotes abasteciéndose de arroz y Chancaca de la hacienda Cultambo,
y de tanto ir y venir se hicieron amigos con nuestro padre. Nuestro abuelo
sabiendo que nuestro padre estaba solo, era un trabajador empedernido,
sobretodo ahorrador y sin vicios alguno, no vio inconveniente en presentar su
hija a nuestro padre, a pesar de los 25 años de diferencia.
Mientras
andaban de enamorados.
Un día
después de la cena, nuestro abuelo le dice a nuestra madre con los ojos lleno
de lágrimas,
-Hija,
siempre he deseado tener al menos un hijo para que me acompañe y mantener mi
apellido.
Nuestra
madre toda emocionada le contesta,
-Padre,
yo siempre te acompañare y te voy a dar los hijos que te hacen falta.
A los
pocos años de vivir con nuestro padre, nuestra madre le dio cinco hijos
varones, para alegría de nuestro padre y sobre todo del abuelo, descansó unos
años y tuvo dos hijas más para que le hagan compañía.
Nuestra
madre con mucha devoción se dedicó a nuestro padre y con dedicación a nosotros.
Pasaron
los años, tuve que ir a China a estudiar, ahí estuve nueve años, cuando volví
al Perú, nuestro padre quiso que vaya a trabajar a la hacienda, y nuestra madre
a escondidas me decía,
-El
conocimiento es lo único que te acompaña hasta la muerte, hijo no dejes de
estudiar.
Y es así
es como he terminado mi carrera de Arquitectura.
Nuestra
madre tenía la facilidad de la palabra y de la enseñanza, a todos nosotros nos
enseñó a cocinar, manejar con prudencia, de principios y de moral, tener buenos
amigos y también nos daba muchos consejos de vida. Muestra de ello fue cuando
la llevábamos a las actividades del adulto mayor del Centro Cultural Peruano
Chino, a pesar de su edad, hablaba sin parar de su vida y de sus experiencias,
bailaba como un trompo que era el único ejercicio que hacía y cantaba con tanta
pasión como si estuviera en un concurso.
Estos
días hemos visto la fortaleza que has tenido, el esfuerzo que hacías para
seguir acompañando a tu seres queridos.
Pero hoy,
nos estas dejando, para encontrarte con el compañero de tu vida y con tu hija
Geraldina que te está esperando.
Agradecemos
todo ese legado de enseñanzas, de valores, de principios, de tradiciones que
nos has dejado, el ayudar al prójimo en especial a tus sobrinos que hoy están
tan agradecidos, esa canción que siempre te cantábamos en tus cumpleaños, esos
pallares que nos cocinabas que eran una exquisitez al paladar, las charlas con
tus recuerdos. Sobre todo los abrazos lleno de ternura que nos dabas en cada
momento y el cariño y el amor que le has dejado a tus nietos y biznietos
Agradecemos
a nuestros sobrinos Yulieng y Manuel, que han estado cerca de nuestras madre,
atenta a cualquiera necesidad que se presente, y te han llevado a Ica que tanto
extrañabas. A nuestra cuñada Lídia que ha estado amaneciéndose a tu lado. A las
enfermeras que la han acompañado las 24 horas del día, y a todos los que están
presentes y a los que no han podido llegar en estos momentos tan penoso para
nosotros.
Víctor
Tay Loo
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