Hilda Tisoc Lindley
(Lima, 1947-México DF 2017)
Recuerdo de
una Noche Buena
Conocí
a Hilda Tisoc Lindley en Lima a través de Ricardo, su esposo, y luego conocí a
Dahil y Emiliano, sus hijos adolescentes cuando ya vivían desde hace años en México. Gracias a Dahil retomé el contacto con mi
amigo Alfredo Torero, exilado en Ámsterdam.
Su hermano, Emiliano me obsequió su tesis de Arqueología. Por afinidad
de estudios, le presenté a Ann Marie Hocquehem, investigadora del Instituto
Francés de Estudios Andinos (IFEA).
Ricardo
periódicamente regresaba de México a nuestro país solo o acompañado de su familia
motivado por sus parientes y amigos que residían en Lima y por visitar
bibliotecas y archivos para sus investigaciones.
Una
de las veces que Hilda vino a Lima, la invité a pasar la Nochebuena en la casa
de Roberto Reyes Tarazona, literato y sociólogo, director de la revista Arquitextos de la Universidad Particular
Ricardo Palma. La casa de Roberto está
ubicada en el piso 12 de un edificio de la Av. Sucre, a la espalda de la
iglesia María Magdalena de Pueblo Libre.
Invité
a Hilda no solo por lo grato de su compañía; sino porque a Roberto lo conocía
desde la época en que fue alumno de un curso de sociología que dicté en la
universidad de San Marcos. Y porque
Hilda es una mujer excepcional; iba a armonizar con quienes acudían a dicha
reunión a recibir el Año Nuevo. Hilda es
autora, entre otras publicaciones, de Juan
Pablo Chang Navarro (1930-1967), una
biografía de nuestro tiempo. (Juan
Pablo es el peruano que integró la guerrilla comandada por el Ché Guevara en
Bolivia).
Roberto
Reyes había convocado a la reunión por la Nochebuena al núcleo de la legendaria
revista Narración: Miguel Gutiérrez y Oswaldo Reynoso y el poeta
Julio Nelson. El mismo Roberto
perteneció al grupo en torno a Narración
en su segunda etapa; era el más joven de todos.
A
Oswaldo le gustaba cocinar y esa noche había preparado comida china con el
refinamiento oriental recientemente adquirido. Tanto Miguel como Oswaldo había
regresado después de una estadía en China.
A
Oswaldo, en China lo habían operado de un cáncer al estómago. Y contó de manera
desopilante tal suceso. Dijo que para la
historia clínica le preguntaron en qué valle de su pueblo se había criado y de
que se alimentaba en esa época. En el hospital luego de la operación lo
condujeron a una sala de recuperación.
Ahí, cuando se le pasó la anestesia no soportaba el dolor y daba
alaridos; sin embargo, notó que en la
cama contigua había un venerable anciano que permanecía inmutable. Al trabar amistad con su vecino, halló una
explicación. El anciano había
participado en la Gran Marcha conducido por Mao. ¡Así cualquiera soporta el dolor!
En
la Nochebuena que estábamos disfrutando, Oswaldo comió y bebió como el más sano
de todos. Miguel nos provocó hilaridad
cuando parodió a la Opera china, maullando como un gato techero en una noche de
plenilunio.
Además
de hablar de temas de música popular, se habló de literatura y de
literatos. Ahí intervino Hilda para
ilustrarnos haciendo referencia a Elena Poniatowska. Nos dijo que había nacido en París y llegó a
México a los 10 años. Cultivó variados
géneros: novela, ensayo, testimonio, crónica, entrevista y poesía. Se adhirió a la causa feminista y a la
izquierda política. Para la pequeña
audiencia fue una novedad. En esa época
Elena Poniatowska no era conocida en el Perú.
Al
llegar la media noche acudimos al balcón de la casa de Roberto, ahí teníamos
una vista panorámica de la ciudad y contemplamos el cielo iluminado por los
fuegos artificiales de las bombardas.
Pasado
el tiempo, Miguel Gutiérrez me preguntaba por Hilda, de quien no se acordaba su
nombre; sino por mi amiga que nos había hablado de Elena Poniatowska.
Antonio Rengifo Balarezo
Lima, Unidad Vecinal N°3,
Marzo, 11 del 2017
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