Dr. Hugo SALINAS
¿Cuál
debería ser el rol de la Universidad en el siglo XXI? Para precisarlo es
indispensable subrayar la importancia de la nueva forma de trabajar que la
Humanidad está poniendo en el orden del día. Se trata de la economía inmaterial
que se basa en los conocimientos y competencias del trabajador; tema
directamente relacionado con la Universidad. Pero, ¿acaso la función del ser
humano es solamente preocuparse en la creación de nuevas riquezas, de nuevos
bienes económicos que satisfagan sus necesidades tanto materiales como
espirituales? ¿No está también la inquietud de que todos los seres
humanos disfruten, en igualdad de oportunidades, de todo lo que es capaz de
crear y desarrollar la Humanidad?
Pienso que
estas son las dos tareas más importantes que debe abordar la Universidad en el
siglo XXI. Y en los países del Tercer Mundo, como es el caso del Perú, la
Universidad debe tener como su sujeto de prioridad, la búsqueda de nuevos
modelos socio-económicos que faciliten la satisfacción de las necesidades de
todos sus pobladores, en igualdad de oportunidades. La Universidad no puede estar
de espaldas a los grandes males de nuestras sociedades modernas, tales como la
desocupación, la pobreza y el atraso en las formas de trabajar. No obstante,
este rol esencial de la Universidad en los países del Tercer Mundo siempre ha
estado, y sigue estándolo, fuera del interés de los que la dirigen.
En los
países llamados “desarrollados”, la Universidad ha cumplido el rol de formador
de profesionales de alto nivel. Pero en el caso de las universidades de los
países del Tercer Mundo, como sucede en el Perú, se ha dedicado solamente a
difundir ideas, doctrinas, creaciones y descubrimientos que han sido realizados
en los países “desarrollados”. Es decir, las universidades del Tercer Mundo
agravan la situación de dependencia ideológica, económica y social con relación
a los centros de poder ubicados en los países “desarrollados”. Y es por ello
que, la Universidad del siglo XXI en los países del Tercer Mundo debe no
solamente preocuparse en cómo generar riquezas, sino también en realizar lo
necesario para que esas creaciones y descubrimientos sirvan, en igualdad de
condiciones, a todos los habitantes del país.
Actualmente,
la Universidad se empecina en reafirmar el comportamiento individualista de
quienes forma. Y no confundamos desarrollo individual con desarrollo
individualista. El desarrollo individual es una de los logros más importantes
del ser humano en los últimos tiempos. La persona se libera de la opresión de
la “masa” para generar su propia individualidad y, con ello, desarrollar todas
sus potencialidades y habilidades. Esto es algo que la sociedad debe incentivar
para beneficio de la persona y de la misma sociedad.
En cambio,
el desarrollo individualista se caracteriza por el egoísmo que pareciera innato
en la persona, y la carencia de ligazón entre la persona y su sociedad. El
desarrollo individualista se nutre de los fundamentos del actual modelo de
desarrollo, en el cual quien tiene el dominio del acto económico se apropia la
totalidad del resultado neto de la actividad económica generada por todo un
pueblo. Y el comportamiento de la persona en una economía a desarrollo
individualista busca maximizar, a cada instante, no solamente la apropiación
del resultado neto de la actividad económica, sino también minimizar el precio
de la mano de obra y depredar sin piedad la Naturaleza que nos cobija y nos
nutre. El dinero es su Dios, con claro desprecio del ser humano y de su medio
ambiente.
La
Universidad del siglo XXI debe ser consciente de este desequilibrio que genera
el desarrollo individualista en perjuicio de la sociedad, de esta carencia de
relación estrecha entre el individuo y su sociedad. Debe ser misión de la
Universidad del siglo XXI de crear un modelo alternativo de desarrollo que
tienda el puente entre el individuo y su sociedad. Es decir, no solamente
convertirse en un centro de investigación orientado a incrementar los medios
que prodigan bienestar material y espiritual, sino también, y sobre todo,
asegurar que dichos bienes estén al alcance de todos los miembros de la
sociedad, en igualdad de condiciones.
Ya no se
trata solamente de incrementar las riquezas que, en las condiciones del modelo
actual de desarrollo, favorecen únicamente a una ínfima fracción de la
sociedad; sino investigar e implementar un modelo que permita a todas las
personas, el acceso a esas riquezas en igualdad de condiciones. Y no por
un sentimiento altruista, sino porque simplemente esas riquezas son el
resultado del esfuerzo de todo un pueblo, presente y pasado. Y esto no es otra
cosa que resolver el actual enfrentamiento entre el comportamiento
individualista de la persona y su sociedad en la cual se desenvuelve.
Lima, sjl, 5
de diciembre del 2014
1 comentario:
Felicitaciones por el Articulo Dr. Hugo Salinas.
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