“¡Ah de los trenes de tropas,
fríos al amanecer,
en duros rieles de sangre
corriendo a todo correr,
para aplastar una huelga
o estrangular un batey!
Soldado así no he de ser.
¡Ah de los ojos con vendas,
porque vendados no ven!
¡Ah de las manos atadas
y la cadena en los pies!
¡Ah de los tristes soldados
esclavos del coronel!
Soldado así no he de ser”.
Nicolás Guillén “Soldado así no
he de ser”
¡UN POCO DE COMPRENSIÓN PARA LOS EX COMANDOS DE LA
OPERACIÓN “CHAVIN DE HUANTAR”!
Ha levantado revuelo y causado la indignación de
unos y de otros la Celebración de los 25 años de la operación militar
denominada “Chavin de Huantar” por la cual un grupo de élite de intervención,
integrado por infantes de Marina y comandos del Ejército del Perú, intervino
para rescatar a los rehenes de la Casa del Embajador de Japón.
La Celebración, convocada por el alto mando de las
Fuerzas Armadas, tenía como finalidad recordar los 25 años de esta operación
militar y homenajear a los ex Comandos participantes de ésta.
No obstante, la propia realización de esta
“Celebración”, por un Gobierno constitucionalmente electo, sin vinculación con
la extinta Dictadura Fujimontesinista, resulta discutible, porque se trata de
una operación militar de las Fuerzas Armadas ordenada por un Gobierno
inconstitucional, y por tanto ilegítimo, producto por un autogolpe de Estado
perpetrado por él, antes Presidente, Alberto Fujimori. Operación militar sobre
cuya realización pesa un proceso legal por la “ejecución extrajudicial”, y en
el propio teatro de operaciones, de los “emerretistas” rendidos, en su mayoría
jóvenes sin mayor formación militar (el propio Embajador de Japón, entre otros,
testimonió que vio a los rendidos arrodillados y con las manos en la nuca, y la
autopsia reveló disparos en la cabeza realizados a corta distancia, de arriba
hacia abajo).
En ese marco la participación del Presidente y
representantes de un gobierno constitucionalmente electo, era un acto que
comprometía a éste, con la convalidación de una acción tan inconstitucional y
cuestionable como sería la celebración, por el actual de Gobierno de Goric, de
la ejecución de miles de ciudadanos chilenos por la Dictadura de Pinochet.
Como es de conocimiento público, el Presidente
Castillo y su Ministro de Defensa, entre otros, acudieron a esta Celebración, y
fueron expresamente desairados por los ex comandos participantes de la
operación Chavin de Huantar, allí presentes, los cuales no se pararon para
recibirlos y abandonaron el acto, realizando declaraciones públicas contra el
Gobierno de Castillo, calificándolo de “usurpador y terrorista” y llamándolo a
renunciar o deponerlo, encabezando luego una marcha de protesta con sus
familiares y vecinos de los distritos económicamente más acomodados de Lima,
acto que ha sido calificado por el Primer Ministro, como pro golpista.
No obstante, ni la opinión pública ni el ciudadano
de “a pie”, se han preocupado de analizar el lado personal y humano de los ex
comandos participantes en la Operación “Chavin de Huantar”.
Muchos de ellos no se sienten recompensados y por
el contrario cuestionados por su participación en esta acción en la que incluso
pudieron perder la vida, y ello es un drama digno de analizar.
Imaginémonos por un momento el lado personal y
humano de los militares peruanos, principalmente oficiales y tropa de élite,
que participaron en defensa del Rey y de su Virreynato en el Perú. Que se
batieron en cruentos combates a sable y lanza como en Junín, y que luego de la
batalla de Ayacucho, que selló nuestra independencia de España, no fueron
reconocidos por su sacrificio “heroico”, por parte del nuevo Gobierno de la
República peruana.
¡Qué trauma el de sus almas viéndose despreciados y
condenados por defender los intereses de un Rey y sus autoridades, sus tierras
y posesiones, que no eran las de ellos ni los representaban!
Piensen que, por suerte para la historia, oficiales
como el propio Pío Tristan (que participó en la batalla de Ayacucho por el lado
“realista” y fue nombrado el último Virrey), la Mar y Castilla, de seguro se
preguntaron: ¿Si mueres en nombre de quién morirás? y pasaron al lado de la
Patria.
Pero esto es un largo y difícil proceso mental y
del alma humanos, que debemos comprender, en que muchos militares tendrán que
auto preguntarse por la validez legal y moral, de la desaparición,
descuartizamiento, tortura e incineración, en lugares como el tenebroso Cuartel
“Los Cabitos” o por la masacre de los periodistas de Uchurajay o el secuestro e
incineración de los estudiantes de La Cantuta o aún la masacre de los presos
encerrados en los penales (más humano hubiese sido soltarlos y dejarlos que
corran por su vida); y finalmente tendrán que pedir perdón al pueblo peruano
como lo han hecho actualmente las Fuerzas Armadas chilenas.
Es difícil para ellos comprenderlo, y ¿acaso no lo
es también para nosotros ver que calles y monumentos llevan el nombre de
traidores, primeros Padres de la Patria, que como Torre Tagle y Riva Agüero,
pasaron finalmente al lado de los realistas?
En fin, como dice Vallejo: “Otro poco de muchísima calma, camaradas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario