martes, 1 de octubre de 2024

ORGANIZACIÓN Y PLANEACIÓN (3): MAQUIAVELO, EL PRÍNCIPE

 


No quiero sea reputada presunción que un hombre de abajo e ínfimo estado ose discurrir y regular los gobiernos de los príncipes; porque así como los que trazan diseños de las comarcas se sitúan bajos en la llanura para considerar la naturaleza de los montes y lugares altos, y para considerar la de los bajos se ponen altos, en los montes, semejantemente para conocer bien la naturaleza de los pueblos se requiere ser príncipe, y para conocer la de los príncipes conviene pertenecer al pueblo. P18 (Otra traducción del párrafo: Desearía yo, sin embargo, que no se mirara como una reprensible presunción en un hombre de condición inferior, y aun baja si se quiere, el atrevimiento que él tiene de discurrir sobre los gobiernos de los príncipes, y de aspirar a darles reglas. Los pintores encargados de dibujar un paisaje, deben estar, a la verdad, en las montañas, cuando tienen necesidad de que los valles se descubran bien a sus miradas; pero también únicamente desde el fondo de los valles pueden ver bien en toda su extensión las montañas y elevados sitios2. Sucede lo propio en la política: si para conocer la naturaleza de los pueblos es preciso ser príncipe, para conocer la de los principados, conviene estar entre el pueblo. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Espaza – Calpe, S.A.)

En la antigüedad y continuidad de un dominio se extinguen la memoria y motivo de las innovaciones: que siempre una mutación deja preparado el camino a otra nueva.  P.24

 

Toda la monarquía turca es gobernada por un señor. Los demás son sus siervos, y él, dividiendo su reino en provincias, manda allí diversos administradores, a quienes muda y cambia según le parece. P.42

Así, quien piense atacar el reino del Gran Turco, debe esperar encontrarlo todo unido, y más le conviene confiar en sus propias fuerzas que en los desórdenes ajenos.  P.43

Siguiendo los hombres casi siempre los caminos trillados por otros, y procediendo en sus actos con imitación (a la vez que tampoco cabe seguir del todo ajenas vías ni llegar a la virtud de aquel que se imita), debe el hombre prudente seguir siempre los caminos abiertos por los grandes hombres e imitar a aquellos que fueron excelentísimos.  P.50

Si examinamos las vías y acciones de esos hombres, no se verá que recibiesen de la fortuna otra cosa que la ocasión, la cual les dio materia para poder emprender lo que deseaban, y sin cuya ocasión la virtud de su ánimo se habría perdido, así como sin su virtud la ocasión les hubiera llegado en vano. Era necesario a Moisés encontrar al pueblo de Israel en Egipto, oprimido y esclavo de los egipcios, para que, por salir de la esclavitud, se dispusiese a seguirle. Precisábase que Rómulo no pudiese venir al mundo en Alba y fuese expuesto al nacer para que llegase a rey de Roma y fundador de tal patria. Menester era que Ciro encontrase a los persas descontentos del imperio de los medos, y a los medos, muelles y afeminados por la larga paz. No pudiera tampoco Teseo demostrar su virtud de no hallar a los atenienses dispersos. Aquellas ocasiones, pues, hicieron venturosos a estos hombres, y la excelsa virtud de los tales hizo a semejantes ocasiones ser conocidas.  P.52

Ha de considerarse que no hay cosa más difícil de emprender, ni de resultado más dudoso, ni de más arriesgado manejo, que ser el primero en introducir nuevas disposiciones. Porque el introductor tiene por enemigos a todos los que se benefician de las instituciones viejas, y por tibios defensores a todos aquellos que se beneficiarán de las nuevas, tibieza que procede, en parte, de la incredulidad de los hombres, quienes no creen de verdad en cosa alguna nueva hasta que la ratifica una experiencia firme.  P.53

Es necesario, pues, si se quiere aclarar bien esta cuestión, examinar si aquellos innovadores se mantienen por sí mismos o dependiendo de otros; esto es, si para conducir su obra necesitan rogar o si pueden forzar. En el primer caso, rigen siempre mal y no pueden conducir cosa alguna; pero cuando dependen de sí propios y pueden forzar, entonces rara vez declinan.  P.54

Merece, pues, notarse que, al usurpar un Estado, debe su ocupador discurrir y hacer todas las crueldades de un golpe, para no tener que insistir en ellas todos los días y para poder, no repitiéndolas, tranquilizar a los ciudadanos y ganárselos haciéndoles beneficios. (...)En cambio, los beneficios deben hacerse poco a poco, para que se saboreen mejor. P.78

Y siempre fue de opinión y sentencia de los hombres doctos que nada es tan incierto e inestable como la fama de la potencia no fundada en las propias fuerzas. Fuerzas propias son aquellas que se componen de súbditos, o de ciudadanos, u otras creados por ti. Todas las demás son mercenarias o auxiliares.  P.113

En efecto, el hombre que quiera en todo hacer profesión de bueno ha de arruinarse entre tantos que no lo son. De aquí que sea menester a un príncipe, si quiere mantenerse, aprender a saber no ser bueno, y usar esto o no usarlo según la necesidad.  P.120

Y no hay otra cosa que tanto se consuma a sí misma como la liberalidad, ya que mientras la usas pierdes la facultad de usarla, y te tornas, o pobre o despreciado, o, por rehuir la pobreza, rapaz y odioso.  P.125

De esto nace una controversia: Si es mejor ser amado que temido, o mejor temido que amado. La respuesta es que se quisiera ser ambas cosas; mas, como es difícil que vayan juntas, resulta mucho más seguro ser temido que amado cuando haya de faltar una de las dos.  P.128

Uno de los más poderosos remedios que tiene el príncipe contra las conjuras es no ser despreciado u odiado de la generalidad, porque siempre el que conspira cree satisfacer al pueblo con la muerte del príncipe; pero cuando con ella juzga ofenderlo, no encuentra ánimo para tomar semejante partido, ya que las dificultades que encuentran los conjurados son infinitas. P.141

Y para reducir la cosa a breves palabras, digo que por parte del conspirador no hay sino temor, celos y miedo de la pena que lo amenaza, en tanto que de parte del príncipe están la majestad del principado, las leyes y la defensa de los amigos y del Estado que le protege.  P.142

Sin duda, los príncipes se hacen grandes cuando superan las dificultades y oposiciones que se les presentan, y por eso la fortuna, sobre todo cuando quiere engrandecer a un príncipe nuevo, quien necesita adquirir mayor reputación que uno hereditario, hace que le sobrevengan enemigos y empresas contrarias, para que halle motivo de superarlo todo y ascender más arriba por la escala que le ofrecen sus enemigos. P.162

No es de poca importancia para un príncipe la elección de ministros, los cuales son buenos o no según la prudencia del príncipe. Como primero se conjetura acerca de un señor y de su cerebro es viendo los hombres que tiene en torno.  P.174

Tres géneros de cerebros hay: el uno entiende por sí; el otro entiende cuanto por otros le es mostrado, y el tercero no entiende por sí mismo ni por demostración de otros. El primero es excelentísimo, el segundo excelente, el tercero inútil.  P.175

No quiero olvidar un extremo importante y un error del que los príncipes con dificultad se defienden, salvo si son muy prudentes y tienen buena elección. Y esto es lo que atañe a los aduladores, de los cuales están las cortes llenas, porque los hombres se complacen tanto en las cosas propias y de tal modo sobre ellas se los engaña, que con dificultad se defienden de esa peste, y, a querer defenderse, corren el peligro de terminar menospreciados.  P.177

Un príncipe, pues, debe aconsejarse siempre, pero cuando él quiere y no cuando quieran los demás, debiendo quitar a todos el ánimo de darle consejos si no los pide. Mas, por otra parte, debe pedirlos con prodigalidad, ser pacienzudo oyente de las verdades preguntadas, e incluso si entiende que alguno, por miramiento, no se las dice, ha de enojarse con él.  P.179

Creo, además, que es venturoso aquel cuyo modo de proceder se ajusta a la calidad de los tiempos, y semejantemente desventurado aquel con cuyo proceder los tiempos no se ajustan. Porque se ve a los hombres en las cosas que los conducen al fin que cada uno tiene ante la vista: es decir, las glorias y las riquezas, proceder diversamente, el uno con miramientos, el otro con ímpetu; uno con violencia, otro con astucia; uno con paciencia, otro con lo contrario. Y es el caso que todos, con estos diversos medios, pueden conseguir lo que se proponen. También se ve a veces cómo de dos, el uno alcanza su fin y el otro no, e igualmente ser afortunados dos con diversos manejos, siendo el uno mirado y el otro impetuoso, todo lo cual no se debe sino a la calidad de los tiempos, que se acomodan o no a los procedimientos respectivos.  P.186

Y esto no os será muy dificultoso si os proponéis imitar los actos y vida de los supradichos, pues aun cuando esos hombres hayan sido excepcionales y maravillosos, hombres fueron al fin y al cabo, y cada uno de ellos tuvo menos ocasión que la presente, porque su empresa no fue más justa que ésta, ni más fácil. (...)Aquí hay justicia grande, porque la guerra es justa cuando es necesaria, y las armas son piadosas allí donde no hay otra esperanza más que en ellas. P.193

He oído decir que la Historia es maestra de nuestras acciones, sobre todo de las de los príncipes, porque el mundo ha sido siempre habitado por hombres que tienen las mismas pasiones, y siempre hubo quien sirve y quien manda, y quien sirve mal de su grado, y quien bien de su grado, y quien se rebela y es reprimido.  P.205

No las digo como verdaderas y razonables, sino como cosas oídas, pareciéndome que el oficio de un servidor es declarar al señor cuanto oye, a fin de que el último pueda discernir lo que de bueno haya y recordarlo.  P.230

A más, hombre alguno ha sido tan exaltado en ninguno de sus actos como lo son aquellos que con leyes e instituciones han reformado las repúblicas y los reinos. (...)Y porque ha habido pocos que tuvieron ocasión de hacerlo, y poquísimos que lo hayan sabido hacer, es pequeño el número de los que lo han hecho; y tan estimada ha sido esta gloria por los hombres que no han buscado otra cosa que la gloria, que, no habiendo podido crear una república de hecho, la han formado en sus escritos, como Aristóteles, Platón y muchos otros, los cuales han querido mostrar al mundo que, si no pudieron, como Solón y Licurgo, fundar un orden civil, no se debió a su ignorancia, sino a su imposibilidad de efectuarlo.        P.374

      Nicolás Maquiavelo El Príncipe  y Escritos Políticos, 1513

      Aguilar Editor, 1976, 381 págs. 9 x 14 cms.

      (Antonio Gramsci, en sus estudios acerca del Partido proletario utiliza El Príncipe como analogía; así se puede comprender mejor el porqué de la presente recopilación).

 

05.12.07

Ragarro

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