La trampa
electoral
16-04-2016
Pilar Roca, prolija historiadora y cineasta peruana de
calidad, tuvo la feliz idea de sumergirse en el análisis de las cifras formales
que proporcionó la Oficina Nacional de Procesos Electorales en torno al
resultado de los comicios del pasado 10 de abril. Así encontró lo que bien
podría considerarse el hilo de la trama tramposa elaborada en el Perú, para
eludir realmente la voluntad ciudadana. El diario “La República” en su
edición del 14 de abril añade otras cifras, pero coincide en las apreciaciones
globales.
Veamos qué nos dice Pilar:
La cantidad de votantes aptos para los comicios
presidenciales y parlamentarios del 2016 es de 22 millones 901 mil 954
ciudadanos.
Se atribuye a keiko Fujimori el haber obtenido el
40% de los votos. Más precisamente, el 39.7 de los mismos. Pues bien. El 40% de
los 22 millones anotados, sería 9,160.781 votos
La votación de Keiko, al 97.58 de los cómputos
votos escrutados, es de 5 millones 853 mil 284. Esta cifra representa no el 40%
de los votos, sino el 25.5 de los mismos.
Por otra parte, la suma de todos los votos
contabilizados y obtenidos por los 9 candidatos que arribaron finalmente a la
meta, es de 14 millones, 525.098 electores. Esta cifra representa el 63% del
total de votantes originalmente previstos, es decir, de ciudadanos con derecho
a sufragar
El 37.7% restante de los electores, no cumplió con
su deber cívico. No fue a las urnas o, finalmente, optó por el vota viciado, o
en blanco. 8 millones 376 mil 856 habrían actuado de ese modo
El organismo electoral no ha precisado el origen de
estas abstenciones, y tampoco las ha tomado en cuenta. Pero sí las ha validado
para distribuirla porcentualmente entre los candidatos legalizados. De ese
modo, se habrían incrementado el sufrago en provecho de cada quien.
A Keiko, esa “distribución” le habría permitido
subir de 25 a 39% su porcentaje. PPK, vio incrementado el suyo de 13.9, a 21.1
y Verónica Mendoza de 12.4 a 18.7. Los que más tienen, más ganan, como en los
negocios.
Complementando la idea, otros han acotado el hecho
que el 100% de los votos emitidos, Keiko Fujimori realmente habría alcanzado el
26.3%. Pedro Pablo Kuczynski el 13.9% y Verónica Mendoza el 12.4%.
Hasta aquí, todo está claro. Lo que resulta más
complicado, es comprender cómo una fuerza política que obtiene 5 millones de
votos de un total de 22 –o si se quiere, de 14-, puede, al mismo tiempo,
obtener 68 o 70 ubicaciones parlamentarias. Debiera haberle correspondido
el 25 o el 26% del Congreso. Y no, el 51% ¿De dónde sale, amigo lector la
diferencia entre el porcentaje alcanzado, y el obtenido?
De hecho se han denunciado asuntos que no han sido
ni respondidos, ni aclarados por el JNE y que la “prensa grande”
simplemente ha callado. Saben de qué se trata.
En Chiclayo se encontraron células con votos
marcados con la “K” de Keiko antes de ser introducidas en la urna. Y se mostró
un video en el que se ve cómo un numeroso grupo de mujeres hace cola para
recibir cédulas de sufragio con la “K” marcada para depositarlas luego a cambio
de algo que alguien les deposita en la mano. Hechos similares ocurrieron en
Lima, en San Martin de Porras, y en Piura, sin que se expresara nada por parte
de las autoridades electorales.
Más grave aún: una mujer electora que concurrió a
sufragar en el Consulado del Perú en Roma, enfrentó el mismo fenómeno: boletas
electorales marcadas con la “K” ante de ser depositadas.
Podría decirse que se trata de hechos aislados. Sí,
claro. Fueron hechos asilados que se descubrieron y se denunciaron ¿Pero
cuántos más hubo que no se descubrieron, ni se denunciaron? ¿Alguien lo sabe?
Viene a recuerdo la anécdota del amigo de Ramón
Castilla, a quien éste nombró Vista de Aduana con un sueldo bajísimo.
Cuando el beneficiado se quejó por su magro estipendio, el mandatario le dijo: “eso
ganarás tú, por ver. Imagínate lo que ganarás, por no ver”. Pues, sí,
las autoridades encargadas del proceso electoral, no vieron estas
anormalidades.
Y es que simplemente se hicieran de la vista gorda
ante tales denuncias. “Como quien oye llover”, se suele decir cuando se
ignora algo grave en una circunstancia. Ante la queja de los electores,
pusieron “oídos de mostrador”.
No debiera, sin embargo, llamarnos mucho la
atención. Después de todo, sancionaron con la exclusión del proceso a dos
candidatos que tuvieron faltas que no eran consideradas tales por la ley que
regía cuando los hechos ocurrieron. El argumento fue que “en la nueva
norma”, esas faltas, si estaban contempladas.
A la inversa, cuando se debió establecer el “tope”
electoral para alcanzar curules, o conservar la inscripción del Partido o
Alianza; se resolvió modificar la norma que lo precisaba en un 7%; arguyendo
que la anterior -la vigente cuando se convocaron los comicios-
establecía un 5%.
¿Y cuántos y quiénes se beneficiaron con la
disposición? Sólo Alan García y su alianza política que alcanzaron el 5.6%.
Conservarán su inscripción como Partidos -APRA y PPC- y acreditarán tres
congresistas. ¡Qué lecheros!
Entretanto, se manejó el escrutinio cuidadosamente
para asegurar que en ningún caso Gregorio Santos llegue al 5%. Hasta el 4.1% se
le permitió pero no más. Así, Democracia Directa perderá su inscripción,
y Cajamarca no tendrá parlamentarios legítimos.
Porque aquí asomo una variante del fraude. En Cajamarca,
Gregorio Santos y Democracia Directa ganaron a todos. Alcanzaron la más alta
votación: el 38% de los votos, pero como el Partido a nivel nacional “no
pasó la valla ” esos congresistas perdieron el derecho a ser reconocidos.
Su lugar, será ocupado por los fujimoristas, que llegaron “placé” ¡Ya pues!.
Aún así, hubo quienes, desde la izquierda, se alegraron de ello. “¡Bienhecho
!”, dijeron
La otra gran variante es el dinero. Ya Keiko dijo
que los otros candidatos “recorrían el país en los últimos tres meses”.
Ella, en cambio, aseguró que lo hacía durante cinco años . ¿Con qué
recursos? ¿De dónde sacó el dinero para financiar una campaña unánimemente
considerada como la más costosa de la historia electoral del Perú?
Nadie duda que ella, tiene muchísimo dinero. Las
sumas que se robaron durante el gobierno de su padre, fueron simplemente
fabulosas. Ella recorrió el país con el dinero de todos los peruanos. Pero
seguramente también estuvo alimentada por otros apetitos: empresas en el
exterior –como quedó en evidencia con los Pánama Papers-; a más de otras, de
origen desconocido.
Mientras la Marcha del 5 de abril contra la
Impunidad y la Corrupción concentró a centenares de miles de personas en todo
el Perú -el país pudo ver las imágenes de ello-; la manifestación de Keiko en
Mayorazgo congregó centenares de unidades de transporte y -pagadas, por cierto-
que trasladaron, como mitimaes, manifestantes de uno a otro confín de la
ciudad.
El poder del dinero brilló en todo su esplendor en
la campaña. Pero también la convergencia con otras estructuras del Estado. La
Corte Suprema resolvió mantener en prisión a Gregorio Santos para que no
pudiera hacer la más mínima campaña electoral, sin que –siquiera- otras
corrientes de la izquierda protestaran por ello.
Con todos esos recursos ¿cómo no ganar elecciones?
La trampa del 10 de abril funcionó a la perfección.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera
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