Publicado
por Francisco
Umpiérrez Sánchez
sábado, 20 de mayo de 2017
Henry
González Ortiz, docente en Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma del
Caribe, formula la siguiente serie de ideas: “Tengo una inquietud. En la
literatura marxista existe el concepto de dictadura del proletariado. Marx en
El Manifiesto afirma que el proletariado con su vanguardia política debe tomar
el poder por la fuerza e instaurar una dictadura que destruya la maquinaria
política de la burguesía, entiéndase el Estado burgués, y comenzar la nueva
sociedad, la socialista, como primera etapa del modo de producción comunista.
Mi pregunta es: ¿no será que Marx propuso algo que va en contra de la Ley de la
Dialéctica “transición de cambios cuantitativos a cualitativos”, entendiendo
que el movimiento es objetivo, no se puede cambiar su ritmo a voluntad?
Entonces, al instaurar una dictadura del proletariado y así “adelantar” la
Historia, ¿no estaríamos entrando en voluntarismo y violando dicha ley? ¿No
será por eso que los así llamados países socialistas fracasaron en su intento y
esto lo entendió Lenin con su NEP y continuado con Deng Xiaoping con su famosa
frase “no importa si el ratón es negro o blanco, lo importante es que case
ratones”?
Para
reflexionar sobre estos asuntos son necesarias dos cosas: una, definir
conceptos claros, y dos, tener en cuenta la experiencia. Hablemos primero
del Estado. Hay que distinguir entre Sistema de Estado y Sistema de Gobierno.
Pensemos en la extinta URSS. Era un sistema de Estado socialista, puesto
que la propiedad pública era la predominante y, en consecuencia, podemos
afirmar que allí existía la dictadura del proletario o de los trabajadores.
Pensemos ahora en EEUU. Es un sistema de Estado capitalista, puesto que la
propiedad privada es la predominante y, en consecuencia, podemos afirmar que
allí existe la dictadura de la burguesía. El concepto de dictadura en este caso
se refiere al sistema de Estado y no al sistema de gobierno. Cuando hablamos de
la dictadura de la burguesía en el ámbito del sistema de Estado se indica con
ello que el Estado capitalista sanciona en su constitución y protege con sus
poderes institucionales las condiciones básicas de la sociedad capitalista: la
propiedad privada sobre los medios de producción y el libre mercado
capitalista. Lo mismo ocurre con el concepto de dictadura del proletariado: nos
referimos con ello a que el Estado socialista sanciona en su constitución y
protege con sus poderes institucionales las condiciones básicas de la sociedad
socialista: la propiedad pública sobre los medios de producción y un mercado
intervenido y regulado por el Estado. Otra cosa es el sistema de
gobierno. En la URSS existía una dictadura: un sistema de gobierno basado en un
parlamento donde existía un único partido político. Mientras que EEUU tiene un
sistema de gobierno democrático. No hablamos aquí de las deficiencias del
sistema de gobierno democrático de EEUU. Solo nos interesa aclarar que todas
las sociedades bajo el punto de vista del sistema de Estado son la dictadura de
la clase dominante, mientras que bajo el punto de vista de sistema de gobierno
pueden ser democráticas o dictaduras.
He
repasado el Manifiesto del Partido Comunista y no he encontrado ahí el
concepto de dictadura del proletariado. Si he encontrado fragmentos como los
que sigue: “…y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesía,
implanta su dominación”. “El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo
que el de todos los demás partidos proletarios: constitución de los proletarios
en clase, derrocamiento de la dominación burguesa, conquista del Poder político
por el proletariado”. Y por último: “…el primer paso de la revolución obrera es
la elevación del proletariado a clase dominante, la conquista de la
democracia”. Por lo tanto, lo único que podemos extraer del Manifiesto del
Partido Comunista, en el ámbito de lo que estamos hablando, es la
necesidad de que el proletariado se convierta en clase dominante. Y esta tarea,
mucho más compleja de lo que en enero de 1848 imaginaron Marx y Engels,
todavía hoy día no se ha realizado. No obstante, hay hacer un pequeño o gran
matiz respecto a todo lo que llevamos dicho hasta aquí. Hoy día todas las
economías del mundo son mixtas: el 48 por cien de las economías capitalistas es
pública o estatal. Luego la dictadura de la burguesía en el ámbito del sistema
de estado no es tan pura como lo era en el siglo XIX. Ni las condiciones bajo
las cuales la burguesía es la clase dominante son iguales que las de hace 130
años. Las constituciones burguesas modernas, como puede ser la española,
reconocen el derecho de todas las personas a un trabajo y a una vivienda digna.
Tal vez también deberían reconocer la protección de la propiedad pública. Lo
que debemos tener claro es que si bien en la esfera de la política el
socialismo parece no ir bien, a nivel económico su realidad es innegable: casi
la mitad de la economía es pública. Este aspecto nunca debe perderse de vista,
puesto que pone de manifiesto que el socialismo es una realidad imparable e
innegable y que el llamado liberalismo en sentido puro no existe.
Sigamos
con lo nuestro. El único lugar donde Marx habla de la dictadura del proletario
es en una carta suya dirigida a J. Weydemeyer y fechada en Londres el 5 de
marzo de 1852. En ella entre otras cosas dice lo siguiente: “Lo que yo he
aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases solo va
unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la
lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3)
que esta dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de
todas las clases y hacia una sociedad sin clases…”. Si nos preguntáramos, a
tenor de lo dicho aquí por Marx, ¿qué es la dictadura del proletariado?,
tendríamos que responder: no es más que el tránsito hacia la abolición de todas
las clases y hacia una sociedad sin clases. Es evidente que este contenido del
concepto de dictadura del proletariado nada tiene que ver con el contenido
histórico que adquirió de la mano de la experiencia del socialismo soviético.
De acuerdo con esta experiencia el concepto de dictadura del proletariado
significó dictadura del Partido Comunista, significó el imperio del partido
único sobre el Estado, significó un sistema de gobierno fascista. Luego es
importante distinguir entre el nombre del objeto de un concepto, en este caso
el de dictadura del proletario, del contenido del concepto, donde en este mismo
caso podemos observar que el contenido dado por Marx nada tiene que ver con el
contenido histórico que adquirió. Y los conceptos, este deber ser un
principio epistemológico clave, deben distinguirse por su contenido y no por su
nombre.
Demos un
paso más. Prestemos atención solo a una idea de Engels contenida en la
Introducción de 1895 a Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 de
K. Marx. Primera idea. “Pero la historia nos dio también a nosotros un mentís y
reveló como una ilusión nuestro punto de vista de entonces. Y fue todavía más
allá: no solo destruyó el error en que nos encontrábamos, sino que además
transformó de arriba abajo las condiciones bajo las cuales tiene que luchar el
proletariado. El método de lucha de 1848 está hoy anticuado en todos los
aspectos,…”. Las lecciones que los marxistas debemos extraer de esta idea de
Engels son las siguientes: una, los marxistas deben abandonar el dogmatismo e idealismo
al que son muy tendentes, deben comprender que las ideas están determinadas
históricamente y aunque hayan sido elaboradas por Marx o Engels no tienen
validez absoluta. Y esto es lo que deben grabarse a fuego en la frente los
dogmáticos e idealistas, que por desgracia colman las filas de la izquierda
radical: la historia les dio un mentís a Marx y Engels y reveló como una
ilusión su punto de vista anterior. Se trata de grabarse eso: es la historia la
que manda, la que dice hasta qué punto es cierto o falso lo que afirmamos,
pensamos o representamos. Y otro aspecto aún más importante bajo el punto de
vista práctico: la historia, que no cesa de avanzar, cambia las condiciones
bajo las cuales se desenvuelve la lucha de clases. Y quien no cambie con los cambios
históricos, se quedará en los márgenes de la historia, como muy a menudo le
sucede a la izquierda radical.
Pensemos
en el último aspecto del que habla Henry: el subjetivismo como el ir más allá
de lo que la historia permite. De los hechos históricos no se pueden
culpar a las ideas de las personas que no existen, de los hechos hay que
responsabilizar a las personas que los realizan. Y hay que responsabilizarlos
por sus acciones y no por sus ideas. Marx y Engels hablaron para Europa y
cuando pensaron en un mundo socialista pensaron en Francia, Alemania,
Inglaterra y EEUU, esto es, pensaron en los países capitalistas más avanzados
en aquel entonces, que siguen siendo los más avanzados en la actualidad. De lo
que haya sucedido en la historia socialista de Rusia y China ellos no tienen
nada que ver. Sigamos entonces: ¿Fueron el PCUS y el PCCH mucho más allá de lo
que la historia nacional de esos países permitía? Sin duda que sí. La NEP
de Lenin y la reforma económica de China en 1978 liderada por Deng Xiaoping han
sido las pruebas que demostraban dos cosas: una, que todavía no había
llegado el momento de liquidar la forma mercantil de la riqueza, y dos, que
todavía el socialismo necesitaba y necesita del capital para existir. Hay que
reconocer que las condiciones económicas, sociológicas, políticas y culturas
que concurrían en la Rusia de 1917 o en la China de 1949 estaban más cerca del
feudalismo que de un capitalismo avanzado. Luego, el querer instaurar en esas
naciones y en ese entonces una sociedad socialista avanzada, donde se quería
acabar no solo con la producción capitalista sino además con la producción
mercantil, era puro subjetivismo y puro voluntarismo. Pero nada de eso tiene
que ver con lo que pensaron Marx y Engels y mucho menos con el concepto de
dictadura del proletariado tal y como fue elaborado por Marx, según consta en
su carta a Weydemeyer. Lo que sí es cierto es que tanto los comunistas
soviéticos como los comunistas chinos fueron mucho más allá de lo que
históricamente era posible. Y la historia demostró con creces ese error. El
derrumbe de la URSS y la reforma económica china han sido los dos golpes más
grandes que han recibido los movimientos de la izquierda radical en su
relativa corta historia política. Pero a la realidad nunca hay que temerla y
mucho menos negarla o camuflarla, como sí hacen aquellos radicales de izquierda
que todavía ven progreso o socialismo en la penosa y desastrosa experiencia de
Venezuela.
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