Eduardo
Tamayo G.
ALAI
AMLATINA, 16/05/2017.- Los grandes medios privados están construyendo un relato perverso de la
violencia en Venezuela que ha penetrado en amplios sectores incluso en algunos
intelectuales progresistas. Según este relato, todas las muertes (42 desde el 3
de abril de este año) y los heridos (que alcanzan a 700) son atribuidos al
gobierno de Maduro, que es presentado “como una dictadura o régimen que reprime
salvajemente al pueblo”.
Víctimas
inocentes
Un primer
recuento realizado por las autoridades venezolanas de las circunstancias en que
murieron desde comienzos de abril 39 personas (1) indica que 18 de ellas no
participaban en las protestas, 7 si lo hacían y 9 murieron electrocutadas en un
local comercial durante los disturbios nocturnos en el sector del Valle,
Caracas, en los que grupos de ultraderecha acosaron a una maternidad y se
produjeron saqueos. Cinco casos aún permanecen en investigación. De estos datos
llama la atención que la mayoría (el 46%) eran personas inocentes que se
encontraban cerca de los lugares de las protestas, como es el caso de Almelina
Carrillo, quien fue impactada por una botella de agua congelada lanzada desde
un edificio, en La Candelaria (Caracas) a un grupo de simpatizantes chavistas.
Cuatro
personas (Jairo Ortiz Bustamante, Daniel Queliz Araca, Christian H. Ochoa
Soriano y Gruseny Antonio Canelón) fueron muertos presuntamente por agentes
policiales. También perdieron la vida el sargento de la Guardia Nacional
Bolivariana, Neumar Sanclemente Barrios, y el policía Gerardo Barrera. De estos
casos, por lo menos dos corresponden a “falsos positivos”, es decir ejecutados
por los mismos grupos violentos para atribuírselos al gobierno de Nicolás
Maduro.
Doble
discurso
Frecuentemente
en la televisión se presentan una y otra vez noticias e imágenes (sobre todo
cuando actúa la Guardia Nacional Bolivariana contra los manifestantes), se
ocultan otras (por ejemplo el ataque de grupos de derecha a hospitales,
escuelas y edificios públicos) y se manipulan unas terceras. Ya no importa
investigar, detenerse a indagar quiénes son las víctimas, en qué circunstancias
perdieron la vida, quiénes son los presuntos responsables, qué armas
utilizaron, quien financia la violencia, ni mucho menos cuáles son sus
objetivos y qué métodos se están utilizando.
El
periodismo de investigación está en deuda en el caso de Venezuela y por
supuesto esto jamás será practicado por muchos medios corporativos que desde
hace muchos años forman parte de una campaña internacional en la que no solo
han satanizado a Hugo Chávez (prácticamente desde que asumió el poder en 1999)
y ahora con más fuerza a Maduro, sino que han difundido una imagen distorsionada
de Venezuela. Ahora apoyan abiertamente a la oposición derechista en sus
intentos de desestabilizar y derrocar a la revolución bolivariana.
Los
líderes derechistas más visibles de la oposición (Henry Ramos Allup, Julio
Borges) manejan un doble discurso en relación al conflicto venezolano, dicen
que las manifestaciones son pacíficas, que se deben al descontento de la
población frente a la difícil situación que vive Venezuela. Sin embargo, miran
a otro lado y nunca condenan los actos violentos de sus partidarios.
Otros, en
cambio son más frontales: Freddy Guevara, dirigente de Voluntad Popular y
vicepresidente de la Asamblea Nacional, dice: “Me eligieron para derrocar a
este maldito Gobierno”, y en este propósito, se lo ve en YouTube felicitar a los
encapuchados que siembran el terror en Caracas y el resto del país. (2)
Por su lado, Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López, quien está
encarcelado tras los hechos violentos ocurridos en 2014 en el que murieron 43
personas 700 fueron heridas, dice: “Los muertos no pueden ser en vano”. Desde
comienzos de abril van 42, ¿serán ya suficientes?
Volver
ingobernable a Venezuela
El
objetivo de la violencia es claro: crear el caos y volver ingobernable el país
con el fin de derrocar a Maduro. Luego de que ganaron la Asamblea Nacional en
diciembre de 2015, el presidente de la misma, Henry Ramos Allup, declaró sin
inmutarse que su objetivo era derrocar al gobierno en 6 meses. Luego, sin tener
atribuciones, destituyeron tres veces al Presidente Maduro. También han
descartado el diálogo propuesto por Maduro y apoyado por el Papa Francisco y la
UNASUR para encontrar salidas pacíficas al conflicto. Ahora reclaman la
convocatoria inmediata a elecciones, la “liberación de los presos políticos” y
la apertura de “un canal humanitario para abastecer de medicinas y alimentos al
país”.
Pero la
estrategia violenta se complementa con otras como la desestabilización
económica (manipulación de la tasa de fijación del dólar, desabastecimiento de
productos vitales y de medicinas), el llamado a la intervención extranjera en
el país, los intentos de aislar a Venezuela del concierto internacional, la
ofensiva de la OEA dirigida por Luis Almagro y la intervención y hostilidad de
Estados Unidos, entre otros.
Luz verde
para el terror
Desde que
la OEA adoptó, el 3 de abril, la resolución de aplicar la Carta Democrática a
Venezuela, se le dio luz verde a la oposición para concretar sus propósitos
desestabilizadores, señala la canciller venezolana Delcy Rodríguez. La ofensiva
de la extrema derecha, aupada internacionalmente por políticos como Luis
Almagro, Pedro Pablo Kuczynski, Trump, Temer, Macri, Peña Nieto, Rajoy, Santos
y Uribe, y por la cúpula de la Iglesia de Venezuela, entró en una nueva fase:
más violenta, más agresiva, continuada en el tiempo y recurriendo a
métodos hasta ahora desconocidos, como el asedio a las embajadas de Venezuela
en el mundo, el empleo de armas de fuego, el colocar a niños al frente de las
manifestaciones. El guion ya conocido en Ucrania, Siria y otros países
pretende ser reeditado en Venezuela.
Lo que
aspiran, según autoridades venezolanas, es derrocar a Maduro para tomar
el poder de forma inmediata, y ser proclamados como los salvadores del pueblo
de una supuesta dictadura.
La deriva
violenta de la extrema derecha venezolana no mide costos (vidas humanas),
recursos (está muy bien financiada), ni consecuencias: el nulo compromiso con
las reglas del juego democrático (por ejemplo, el respeto del período para el
que fue electo Maduro y que termina en 2018) puede llevar a un callejón sin
salida, a un enfrentamiento fratricida del que se sabe cómo comienza pero nunca
como termina. El pequeño –y a la vez gran detalle- es el apoyo de un sector
duro de la población (la alianza cívico militar chavista), al gobierno de
Maduro y su determinación, pese a la dificultades económicas que vive el país,
de mantener la revolución, profundizarla a través de la convocatoria de una
Asamblea Nacional Constituyente y evitar que se repita un golpe como los que
ocurrieron en Honduras, Paraguay y Brasil. De hecho, el pueblo chavista se ha
mantenido permanentemente movilizado para defender la revolución, destacándose
las multitudinarias manifestaciones del 19 de abril y del 1ro de Mayo. En esta
última, el Presidente Maduro anunció la convocatoria a una Asamblea Nacional
Constituyente para profundizar el proceso y tratar de superar por medio del
diálogo la difícil situación económica, política y social por la que atraviesa
el país.
Métodos
más sofisticados
Como
señalamos, la extrema derecha, en los últimos cuarenta días ha recurrido a
nuevos métodos como la desestabilización permanente: actúa todos los días,
durante todo el día y la noche, no descansa los fines de semana ni los días
festivos (Semana Santa, Día de la Madre). Las protestas, generalmente
pacíficas, comienzan en la mañana y duran hasta las doce o una de la tarde.
Luego por la tarde (15h00-16h00) entran los grupos violentos que actúan
hasta altas horas de la noche.
Entre las
acciones más comunes de la oposición violenta está la interrupción de calles y
avenidas, el hostigamiento a funcionarios y simpatizantes del chavismo, ataque
a edificios públicos, centros de salud, cuarteles y planteles educativos,
incendio de unidades de transporte público, saqueo de comercios privados,
asesinatos selectivos de chavistas , entre otros.
El
objetivo es desmoralizar, desgastar a las fuerzas militares y policiales,
obstaculizar la movilidad de la gente, interrumpir las actividades laborales,
comerciales y educativas, no permitir, en suma, que los y las venezolanos
lleven una vida normal. Pretenden obtener réditos políticos con las
acciones violentas, pero la mayoría de la población (incluyendo al chavismo y a
la propia base social de la MUD), según varias encuestas, está cansada y las
rechaza frontalmente.
La
Guardia Nacional Bolivariana encargada de controlar el orden público y otros
cuerpos de seguridad han sido el blanco de ataques de los grupos violentos.
Como ya señalamos, dos guardias han sido asesinados, al mediodía del 15 de
abril tres funcionarios (Jorge Escandón, Reinaldo Alvarado y Andrés Ospina)
resultaron heridos durante una protesta opositora en la autopista del Este,
municipio Naguanagua, estado de Carabobo (3). Frecuentemente reciben insultos y
son atacados con bombas molotov, fuegos artificiales, pintura y piedras. En los
últimos días, los manifestantes opositores lanzaron frascos con heces fecales y
orina –bautizados como puputov– contra efectivos de seguridad
bolivarianos (4), algo que retrata muy bien a quienes promueven estos actos.
Según
Antonio González Plessmann, activista en defensa de los derechos humanos, estas
acciones “tienen un sentido muy claro: provocar la reacción violenta de los
cuerpos de seguridad para generar indignación y removilización en la población
opositora y sostener el discurso de la existencia de un Estado represivo, que
solo se sostiene por la fuerza que ejerce contra un sector pacífico de la
sociedad”. (5)
La
oposición y algunas ONGs manifiestan que la GNB y los agentes estatales han
cometido violaciones de los derechos humanos como malos tratos en el momento de
la detención, uso de balines, etc. El presidente Maduro señala que las fuerzas
de seguridad, respetando el derecho constitucional a la manifestación pacífica,
salen a contener las protestas sin amas, utilizando gases lacrimógenos y
vehículos antimotines y haciendo el uso progresivo de la fuerza. Agrega que los
agentes de los cuerpos involucrados en acciones represivas han sido puestos a
disposición de la justicia, pero asegura que tampoco quedarán en la impunidad
los autores de las llamadas “guarimbas” que están enlutando Venezuela.
Más que
el manejo de la gestión gubernamental en Venezuela, lo que está en juego en
este momento es la paz ya no solo de este país sino de todo el continente, una
paz que se quebraría con una intervención extranjera ejecutada a nombre de la
“crisis humanitaria”, como ya ha sucedido en otros rincones del globo.
Notas
1)
Datos presentados en las Jornadas de Discusión sobre la Asamblea Nacional
Constituyente, realizado en Caracas, el 12 de mayo de 2017 organizado por el
Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores de Venezuela.
3)
Telesur, MP venezolano investiga heridas a tres policías en protestashttp://www.telesurtv.net/news/MP-venezolano-investiga-heridas-a-tres-policias-en-protestas--20170515-0049.html
4)
Álvaro Verzi Rangel, La batalla de las ideas, según la pupucracia venezolana, http://www.alainet.org/es/articulo/185439
5)
Douglas Bolívar, “Es muy evidente que hay una orientación de no matar”,
entrevista con Antonio González Plessmann http://www.alainet.org/es/articulo/185443
URL de
este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/185506
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