05-05-2017
Rosa
Luxemburgo escribía en 1899 que las instituciones representativas, formalmente
democráticas, son en esencia los instrumentos de los intereses de la clase
dominante. Hoy, 118 años después, no parece que esta afirmación haya cambiado
de manera sustancial, al menos en la mayoría de los países. Tenemos una
democracia limitada en muchos aspectos, y uno de ellos es el régimen electoral
de estados que pretenden ser un ejemplo de libertad y de pluralismo. Lo podemos
ver haciendo una breve comparación de los sistemas existentes en los Estados
Unidos, el Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, España, Suecia y los Países
Bajos. Algunos expertos pueden cuestionar si es más justo aplicar el reparto de
votos en función de la Ley de Hondt, del cociente Hare / Niemeyer o del método
Sainte-Laguë, pero la verdad es que la mayoría de los países supuestamente
democráticos están a años luz de cualquiera de estos tres métodos.
En Estados Unidos, el menos plural de los ocho
países a los que hacemos referencia en este artículo, podemos ver una casi
absoluta privatización y mercantilización del sistema electoral. Los candidatos
financian sus multimillonarias campañas primordialmente con fondos provenientes
de las grandes corporaciones, especialmente desde que el tribunal Supremo
dictaminó que el gobierno no podía limitar las aportaciones económicas de
particulares ni de empresas. Esta financiación, unida a la falta de
proporcionalidad de un sistema 100% mayoritario, con un único escaño por
circunscripción, hace que sea casi imposible la existencia de ningún otro
partido en la Cámara de Representantes (House of Representatives), más allá del
partido Republicano (conservador) o del P. Demócrata (que con los parámetros
europeos podemos definir como social-liberal).
Aún más difícil es que un tercer partido obtenga
representación en el Senado, donde solo se eligen dos representantes por cada
estado, tengan 37 millones de habitantes como California o poco más de medio
millón como Wyoming. De hecho, como ha afirmado en alguna ocasión el activista
e intelectual Noam Chomsky sobre las limitaciones de la democracia en su
país, "los Estados Unidos tienen un sistema de un solo partido, el partido
de los negocios, con dos facciones, republicanos y demócratas". Esto no es
obstáculo para que, a falta de un partido de izquierdas que pueda obtener
representación parlamentaria, mucha gente progresista, como es el caso del
senador Bernie Sanders, acaben apoyando o siendo candidatos, como mal
menor, por el Partido Demócrata.
En las elecciones presidenciales estadounidenses,
el candidato que recibe la mayoría de votos recoge la totalidad de los llamados
"votos electorales" del estado, por lo tanto el segundo partido,
aunque consiga un 49% de los votos, y no digamos una hipotética tercera o
cuarta fuerza política, no cuenta con ningún voto electoral en ese territorio,
lo cual puede suponer la paradoja de que el presidente electo no haya sido el
candidato o candidata más votado a nivel a nivel federal, como ha ocurrido
recientemente con Donald Trump.
En el Reino Unido, a pesar de compartir un sistema
mayoritario con pequeñas circunscripciones, el panorama es claramente más
democrático, aunque bastante lejos de los regímenes electorales más
proporcionales. Se elige igualmente un único miembro del Parlamento en cada
distrito electoral, si bien el hecho de que la financiación privada esté mucho más
limitada que en Estados Unidos, junto con la concentración de voto de
determinadas fuerzas minoritarias en algunas demarcaciones, hace que puedan
obtener representación cerca de una docena de partidos. Sin embargo, también
podemos considerar que es una "democracia distorsionada", como
podemos constatar observando los resultados de las últimas elecciones
legislativas de 2015 en el Parlamento Británico, en concreto en las
circunscripciones de Escocia. Allí, el Partido Nacional Escocés de Nicola
Sturgeon (SNP) obtuvo 56 de los 59 escaños del total de las demarcaciones
de este territorio, con tan sólo el 50,0% votos, mientras el Partido Laborista
(Labour), liderado entonces por Ed Miliband sacaba un único escaño con
el 24,3% votos, el Partido Conservador (Conservative) de David Cameron
también un solo diputado con el 14,9% votos y, finalmente, el Partido Liberal
Demócrata, otro diputado con el 7,5 % de votos. En general, la representación
del resto de partidos en la Cámara de los Comunes (House of Commons) es muy
minoritaria, a menudo con una clara desproporción entre votos y escaños. Tienen
presencia, entre otros, la extrema derecha del Partido por la Independencia
(UKIP), los Verdes (Green), los dos partidos unionistas de Irlanda del Norte
(DUP y UUP), los republicanos de izquierdas del Ulster (Sinn Féin) y los
nacionalistas galeses (Plaid Cymru). Caso aparte y absolutamente
anti-democrático es la Cámara de los Lores, donde sus miembros son nombrados
por la reina, con el asesoramiento del primer ministro, o incluso designados
por la iglesia anglicana entre sus propios obispos.
También Francia tiene un sistema electoral
mayoritario, con pequeñas circunscripciones, si bien el hecho de que sea a dos
vueltas, supone que no se fomente tan claramente el bipartidismo y sea más
democrático que los mayoritarios a una única vuelta, pues algunos partidos
menores pueden llegar a la segunda votación y terminar ganando el escaño en
determinadas circunscripciones, aliándose con fuerzas políticas afines. En la
Asamblea Nacional (Assemblée Nationale) cuentan actualmente con representación
cerca de una docena de grupos, entre ellos los socialistas de François
Hollande, presidente saliente, los republicanos de François Fillon
(antes MDP, conservadores), el Frente Nacional de Marine Le Pen (extrema
derecha), el Frente de Izquierdas de Jean-Luc Mélenchon (recientemente
candidato de La France Insoumise) y los verdes (Europe Écologie), siendo
previsible que el nuevo movimiento liberal de Emmanuel Macron (En
Marche), probable nuevo presidente de la República, entre con fuerza en el
nuevo parlamento que se elegirá el próximo mes de junio.
En Italia, el actual sistema proporcional, si bien
en principio más democrático que los anteriores, establece un mínimo del 4% de
votos a nivel estatal para a sacar representación en la Cámara de los Diputados
(Camera dei diputados), mínimo que sube hasta el 10% en el caso de las
coaliciones. Así, en las últimas elecciones de 2013, sólo cuatro coaliciones
consiguieron representación en esta cámara. Fueron las encabezadas por los
demócratas, liderados entonces por Pier Luigi Bersani (Partito
Democratico, que se mueve entre la socialdemocracia, el socialiberalisme y el
cristianismo social), los conservadores de Sílvio Berlusconi (Il Popolo
della Libertà), con sus socios de la Liga Norte, los populistas de Beppe
Grillo (Movimento 5 Stelle), y los centristas de Mario Monti (Scelta
Cívica). Ninguna coalición de la izquierda propiamente dicha consiguió superar
el antidemocrático 10%, si bien los ecosocialistas de Nichi Vendola
(SEL) obtuvieron escaños formando parte de la coalición con Bersani, mientras
la coalición formada por Refundación Comunista y otros grupos afines
(Rivoluzione Civile) quedó fuera de la Cámara, a pesar de que el histórico PCI
ha sido uno de los actores más importantes de la política italiana a lo largo
del siglo XX.
En Alemania encontramos un sistema mixto, más
democrático que la mayoría de los anteriores, en el cual la mitad de los
diputados son elegidos por el sistema mayoritario y la otra mitad por listas
cerradas a nivel federal. Hay que obtener un mínimo del 5% o ser la fuerza más
votada al menos en tres distritos electorales para obtener allí escaños. En el
Parlamento Federal (Bundestag) tienen representación la Unión Demócrata Cristiana
(CDU) de Angela Merkel y sus socios social-cristianos (CSU), los
socialdemócratas de Martin Schulz (SPD), La Izquierda (Die Linke) y los
verdes (Grüne), mientras los liberales (FDP) quedaron fuera del Parlamento, a
pesar de obtener más de dos millones de votos.
En España, el sistema proporcional y la
inexistencia de una barrera mínima de votos a nivel estatal (tan solo el 3% a
nivel de demarcación), podría suponer que fuera más democrático que los
anteriores, pero las relativamente pequeñas circunscripciones provinciales,
hacen que esto quede considerablemente desvirtuado, ya que en muchas provincias
es materialmente imposible sacar representación con menos del 15 o 20% de
votos, lo que favorece especialmente a las dos principales fuerzas políticas. En
el Congreso tienen representación, como es bien conocido, desde los
conservadores del Partido Popular a los socialistas del PSOE, la izquierda más
radical de Unidos Podemos (Podemos, Izquierda Unida y sus confluencias), los
liberales de Ciudadanos, o los diversos nacionalistas de ERC, el actual PDeCat,
PNV, EH Bildu y Coalición Canaria. Sin embargo, también es posible obtener un
millón de votos y quedarse sólo con uno o dos diputados a nivel estatal. Y en
el Senado, a pesar de que ya hace unos años que se corrigió parcialmente el
despropósito de que demarcaciones como Madrid, Barcelona o Valencia tuvieran
los mismos representantes que Soria, Teruel o Segovia, añadiendo para ello un
representante más por cada comunidad autónoma y uno más por cada millón de habitantes
de las respectivas autonomías, sigue habiendo una considerable desproporción
entre habitantes y senadores de cada territorio.
Por su parte, el sistema electoral sueco es
prácticamente proporcional puro, y uno de los más democráticos de Europa, a pesar
de que hay que superar el 4% de los votos a nivel nacional para conseguir
representación en su Parlamento unicameral (Riksdag). Tienen representación
ocho partidos, entre ellos los socialdemócratas del actual primer ministro Stefan
Löfven (Socialdemokraterna), los conservadores (Moderata), la extrema
derecha de los Demócratas de Suecia (Sverigedemokraterna), los Verdes
(Miljöpartiet de Gröna), los centristas liberales (Centerpartiet), el Partido
de la Izquierda (Vänsterpartiet) y la Democracia Cristiana (Kristdemokraterna).
También
los Países Bajos, tienen un sistema prácticamente proporcional puro y sin un
mínimo de votos a nivel estatal, sin duda entre los más democráticos del mundo.
En la cámara baja del Parlamento (Tweede Kamer), tienen representación
parlamentaria hasta trece partidos, entre ellos el partido liberal del primer
ministro Mark Rutte (VVD), la extrema-derecha del Partido para la
Libertad (PVV), los liberales progresistas de Democraten 66 (D66), la
Democracia Cristiana (CDA), los Verdes (GroenLinks), los socialistas de
izquierda (SP) y los laboristas (PvdA), materialmente hundidos en los recientes
comicios.
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