Escribe: Milcíades Ruiz
Diversos analistas han comentado la explosión
magisterial desde diversos ángulos y concepciones políticas. Casi todos parten
del final del problema, es decir del efecto y no de las causas, mientras que
las fuerzas conservadoras buscan identificar el problema maniobrando a la
antigua, echándole a culpa a infiltrados políticos. No faltan los oportunistas
que quieren sacar su parte del río revuelto y muchos izquierdistas que en
diciembre pasado marcharon por las calles conjuntamente con gobiernistas
defendiendo una supuesta reforma educativa, hoy se rasgan las vestiduras
condenando el desastre que no advirtieron ni reclamaron oportunamente.
Los fenómenos sociales como todo en la naturaleza
no ocurren de la noche a la mañana. Si las aguas se embalsan sin tener
desfogue, entonces llegará el momento en que el desborde puede ser desastroso.
Si el embalse social es de gran magnitud arrasará con el sistema estatal
imperante como ya ha sucedido con ocasión de la marcha de los cuatro suyos y la
destrucción política de los gobiernos en diversos países. Pero al igual que los
fenómenos naturales lo que se recomienda es la prevención ante la formación de
condiciones que generan cataclismos.
Pero no es una prevención de combatir a la fuerza
(a lo bruto) los primeros brotes con trabajo de inteligencia policial y
represión, como se estila tradicionalmente, sin cortar el proceso en
desarrollo. Es una prevención de desarrollo nacional porque si los males se
acumulan hasta volverse crónicos la responsabilidad no es policial ni del
ministerio de un sector en conflicto, sino es de toda la sociedad y sus representantes
que permiten las improvisaciones, la mala conducción del país y los
desequilibrios que lo afectan. Si los alumnos son los damnificados no se le
puede culpar únicamente a los profesores.
Como ya he anotado, los países se gobiernan
mediante leyes y el que emite leyes es el Parlamento nacional. Por lo tanto, es
el mayor responsable de las crisis sociales como la huelga magisterial. Ellos
aprueban el presupuesto nacional en el que se establece la política
remunerativa de los trabajadores públicos y la estrategia de facto para el
desarrollo nacional. En las actuales circunstancias es el fujimorismo el que
gobierna. Pero todos los enfoques del desborde magisterial dejan impunes a los
responsables mayores y se centran en los que son solo ejecutores de las leyes.
El sistema que nos rige, ocasiona desequilibrios
por todos lados con desajustes pendientes de solución. Uno de estos es el
concerniente a las escalas remunerativas del sector público con desigualdades e
incoherencias entre los sectores y en estas condiciones, si se ajusta por un
lado se ocasiona desajuste por otros lados en un desequilibrio permanente. Pero
así como un sector reclama con medidas radicales porque no aguanta más, con la
misma razón lo pueden hacer otros sectores descontentos.
En el caso del magisterio donde la mayoría lo
constituyen las mujeres (género dice la moda), se trata de personas que han
seguido una carrera profesional de estudios especializados. Trabajan con seres
vivos con toda la complejidad socioeconómica y mental de los seres que forma y
modela. Son nuestros hijos y generaciones futuras de peruanos. Bueno pues, la
patronal estatal les dice que ahora tendrán un magro sueldo mínimo de 2 mil
soles, con lo cual sigue siendo una carrera poco atractiva.
Pero miren: Los que construimos nuestras viviendas
por esfuerzo propio sabemos que los albañiles, algunos de los cuales no tienen
primaria completa, cobran s/. 80.00 por jornal. Échenle pluma lo que gana al
mes. Pero también podemos ver a los obreros agremiados de construcción civil que
gracias a su lucha por lo menos han conseguido remuneraciones pactadas por
negociación colectiva para ayudantes, oficiales y operarios que tienen un
promedio de S/. 700.00 semanales como básico.
A lo logrado se suma una serie de bonificaciones
como trabajo fuera del radio urbano, incremento por altitud, por desarraigo
familiar si el trabajo es en otra localidad, escolaridad por cada hijo, gastos
de movilidad, aguinaldo por fiestas patrias y por navidad, seguros contra
accidentes de trabajo (60 mil soles por fallecimiento accidental), seguro
social, sepelio, horas extras, uniformes y mucho más. Lo cual es ya una mejora
importante en las condiciones de trabajo.
Entonces comparando la remuneración que recibe un
trabajador de construcción civil, que trabaja con materiales inertes, que no ha
seguido una carrera profesional, que no educa y que no es evaluado
periódicamente, y lo confrontamos con la remuneración que recibe un docente que
educa a seres vivos, formando los futuros hombres de la patria tendríamos que
concluir que los profesores están todavía en muy malas condiciones laborales.
Pero esta mirada en las condiciones de trabajo del
profesorado es una temática muy precisa que merece un tratamiento adecuado
específico. No deberíamos entonces darle un enfoque entremezclándolo con otros
aspectos que si bien tienen relación con el todo, no tienen sin embargo, la
urgencia de una emergencia. Si al enfoque de las condiciones laborales le
sumamos la tecnología educativa, la política educativa, el diseño presupuestal,
el macartismo político, la politización de la huelga como argumento falaz
y otras implicancias rebuscadas, entonces ocurren entreveros de enfoques que
distorsionan el problema, complican el tratamiento y entrampan soluciones.
Tampoco se puede frotar las manos diciendo que el
problema de la huelga ya está solucionado y dar por terminado un asunto que
sigue pendiente. La emergencia ha sido atendida pero el paciente sigue enfermo.
No se trata de salir del problema y olvidarse del asunto hasta la próxima
crisis. Salvado el momento, es necesario continuar el tratamiento para corregir
los males estructurales de manera definitiva y sostenida.
Hay quienes creen que la solución está en aumentar
el presupuesto pero esto es una falacia porque lo que está mal no se arregla
con plata sino restructurando como cuando sometemos a mantenimiento nuestros
vehículos hasta dejarlo en buenas condiciones. Se pide el 6% del PBI porque
otros países tienen mucho más que Perú que solo llega al 3.8%. Pero esto
también es otra falacia pues aunque Bolivia gaste el 5% de su PBI (que es
pequeño) no quiere decir que no tenga problemas en el sector educativo.
Hay que ver todo el panorama y las particularidades
de cada país. Lo que se destine a cada sector depende de la ponderación que se
le otorgue en el diseño estratégico. A eso hay que apuntar si queremos un
desarrollo ordenado y racional. Nuestro sistema es una fábrica que funciona mal
y la huelga magisterial como otros conflictos sociales son productos de
fabricación social. Un mejor producto se obtiene cambiando los insumos. Esa es
la razón por la que los socialistas buscamos el cambio de sistema por uno de
justicia social y equidad.
Por tanto, es un deber formular planteamientos acordes
con nuestra ideología y se pueda advertir con claridad la diferencia con los
planteamientos de la derecha. Salvo mejor parecer
Septiembre 2017
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
Mayores detalles en http://www.gestionesrurales.apiaperu.com/
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