La observación del cielo es
una constante en todas las culturas del mundo, a través de ella se puede predecir el clima, y así saber, por
ejemplo, cuándo preparar la tierra para
sembrar. La observación astronómica siempre ha sido de interés en el mundo
prehispánico, prueba de ello lo podemos observar en el arte rupestre, trátese
de pintura o petroglifos, abundantes en el territorio peruano.
La predicción del clima se
hace a través del movimiento lunar. Las constelaciones fueron bien
estudiadas y recordadas en todo el
proceso del sembrío y cosecha. Solsticios y equinoccios fueron respetados, así
como también el Sol.
En los diseños artesanales
que hacen los shipibos hasta ahora está presente la constelación de la Cruz del
Sur, en su idioma es Sapuen Notapa. Al respecto
cuentan que el dios Bari, el dios Sol, cogió el esqueleto de un enorme
manatí (sapuen) y lo tiró al cielo para que le sirva al hombre de guía, y
también para que fuera tan buen pescador como él. Es sabido que un momento
propicio para pescar es con el cielo despejado, pues el titilar de las
estrellas atrae a la superficie algunas especies de peces.
Volviendo a la Cruz del Sur,
su representación es diferente si la observamos mirando desde el Polo Norte,
pues mirando desde el Polo Sur, entre los Huitotos de la selva es una
mujer con las piernas abiertas dando a
luz un nuevo ser.
La Constelación de las Siete
Cabrillas o Pléyades, que para los shipibos es Whisma, en quechua es Choque
Chinchay. En el templo principal de la cultura Chavín está representado en una gran piedra con siete oquedades, las
cuales servían par visualizar el reflejo de las estrellas que lo forman en un
momento preciso del año que es cuando la constelación estaba en posición
cenital.
Es importante resaltar que
esta piedra está horadada en una forma de peldaño vacío de 70 x 20 centímetros,
la misma medida de la Estela Raimondi, o sea es el espacio donde debería de
estar para celebrar a las 5 de la mañana del 24 de junio, que es cuando se
celebraba la ceremonia de Onkoy Mita (Enfermedad del trabajo), ante la
aparición de la constelación..
Volviendo a la Cruz del Sur,
la vestimenta tradicional del hombre y la mujer. El hombre representaba el árbol, por eso su vestimenta
estaba representada con telas verticales enterizas, unidas en la parte media y
en los costados, y la mujer representaba la tierra, con telas unidad en forma
horizontal. Entre ambos vestidos se representaba la cruz.
La representación más
espectacular de las constelaciones fue la de la Nasca, estudiadas profundamente
por María Reiche, matemática alemana que se asombró ante la representación den
la Pampa de Nasca, ninguna línea escapaba a las constelaciones.
Nosotros los que vivimos en
el Hemisferio Sur celebramos las fechas del Hemisferio Norte. Creo que es
necesario que nos fijemos en nuestro
cielo y les ofrezcamos nuestra atención. Porque nuestro horizonte no es el
Norte, nuestro horizonte es el Sur,
respetémoslo y enseñemos a nuestros estudiantes nuestro mundo celestial.
Estas observaciones no tienen sentido religioso sino
astronómico.
Roberto Villegas Robles
Pintor, Crítico de Arte y
Investigador Cultural.
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