martes, 12 de diciembre de 2017
Se
ha hablado largo y tendido de la enorme transformación que vivirá el trabajo en
las décadas venideras. La aparición de nuevas tecnologías siempre ha tenido un impacto en el mercado laboral,
pero los expertos coinciden en señalar que lo que está por venir ni siquiera es
comparable con lo que ocurrió en la Revolución Industrial.
Hablamos de cocheas autónomos, robots y
máquinas de todo tipo que harán desaparecer el trabajo manual antes de lo que
esperamos. Y hay visiones para todos los gustos: desde la llegada de una suerte
deapocalipsis laboral que
condenará al 90% de la población a la pobreza a un escenario en que las nuevas
tecnologías crearán más trabajos de los que van a destruir.
Pero, como casi todo en esta vida, quizás
la realidad se sitúe en un punto intermedio: no vamos a morir todos, pero la
transición no estará exenta de dificultades. Y algo parece evidente, y es que
el mundo del trabajo será completamente distinto a como lo hemos conocido.
“Vemos que a medida que la fuerza de
trabajo evoluciona, finalmente debemos liberarnos de los hábitos de la era industrial para
garantizar un futuro más productivo y equitativo”, asegura Stephane Kasriel, CEO del portal de
trabajo freelance Upwork
y copresidente del Consejo sobre el futuro del trabajo, el género y la
educación del Foro
Económico Mundial–más conocido como el “Foro de Davos”, por su
reunión anual que se celebra en la ciudad suiza–.
En un artículo publicado
en el portal de la fundación, Kariel realiza cuatro predicciones sobre el
futuro del trabajo, basadas en sus experiencias durante 2017 y los libros que
se han publicado al respecto. Son las siguientes:
1. La IA y los robots no crearán un
desempleo masivo
Para algunos gurús de la tecnología como Elon Musk, CEO de
Tesla, la inteligencia artificial es “nuestra mayor amenaza existencial”.
Numerosos autores auguran que la automatización del trabajo creará un
gigantesco problema de desempleo, pero es una cuestión sobre la que existe una
grandísima diferencia de opiniones: un informe de Pew Research sobre
el asunto, en el que participaron 1.800 académicos y expertos, concluyó que los
especialistas están divididos casi en un 50% sobre la cuestión.
Pero Kasriel cree que este escenario
apocalíptico es del todo exagerado. “Al fin y al cabo, las máquinas no se crean
solas”, explica el especialista. “Más bien, depende de nosotros guiar la
innovación de manera responsable. Esto significa abrir nuevas ventanas de oportunidad,
no eliminarlas”.
Lo cierto es que, si analizamos la
historia, la llegada de nuevas tecnologías siempre ha despertado miedo entre
los trabajadores, que veían cómo peligraba su oficio. Es el caso de uno de los
primeros movimientos obreros de la era contemporánea, el ludismo, cuyo principal objetivo
era acabar con las máquinas que, pensaban, eran responsables de los despidos y
los bajos salarios. Pero el problema, como se encargó de apuntar Marx, era otro.
La tecnología no es buena o mala, todo
depende de cómo se use. Según Kasriel, hasta el momento la automatización está
creando más trabajo de los que está destruyendo, y no hay razones para pensar
que esto vaya a cambiar en un futuro
cercano.
“Dicho esto”, prosigue Kasriel, “es verdad
que algunos trabajos desaparecerán, y es fácil saber cuáles van a ser”. Lo que
no está tan claro, apunta, es qué oficios se demandarán en treinta años:
“Predigo que no habrá escasez de empleos en el futuro, sino escasez de habilidades para cubrir los puestos
de trabajo. En 2018, finalmente debemos darnos cuenta de que ya no
hablamos de humanos contra máquinas, sino más bien de humanos y máquinas
trabajando en conjunto para resolver los problemas del mundo. Son los humanos
quienes finalmente deciden el próximo curso de acción”.
2. Los países no competirán entre sí, el
foco estará en las ciudades
Otro tema del que se ha hablado largo y
tendido es el de la desaparición del estado-nación tal como lo conocemos. Y es que la unidad
política y económica básica desde el siglo XIX ya no es lo que era. Y, en
opinión de Kasriel, su sustituto no serán las multinacionales: serán las ciudades.
“A medida que la tecnología une a la
sociedad, y el trabajo a distancia se convierte en la norma, las personas
vivirán en las ciudades que elijan, en lugar de las que están más cerca de
donde trabajan”, explica el experto. “Las ciudades que elijan tendrán cierto
'ambiente' al ofrecer opciones de vida atractivas en entornos amigables con la tecnología”.
Y serán las compañías a las que les interese acercarse a ellas.
Kasriel pone como ejemplo la ciudad de San
José, en California. Su alcalde, Sam Liccardo, apuntó en un artículo de opinión en The Wall Street Journal que no iba a pujar por
albergar las nuevas oficinas centrales de Amazon –por las que están peleando
más de 200 ciudades estadounidenses– pues cree que su futuro como ciudad pasa
por atraer al talento, no por ofrecer ventajas fiscales a las
compañías para que se instalen allí.
“Atraer nuevas oficinas corporativas como
las de Amazon a las ciudades solo perpetuaría un ciclo insostenible”, apunta Kasriel.
“La guerra del talento del futuro no será entre empresas, sino entre ciudades”.
3. La mayoría de la fuerza de trabajo será
autónoma en 2027
En España hay en torno a 3,1 millones de trabajadores
autónomos. Se trata de cifras similares a las que se registraban
antes de la crisis, pero teniendo en cuenta la tasa de paro, su porcentaje
sobre el total de la población activa es significativamente mayor. Y es
previsible que siga creciendo. Nuestro país ya es el tercero del continente con mayor peso de los autoempleados en
el mercado laboral, que representan ya casi uno de cada cinco ocupados.
En EEUU el porcentaje de autónomos es mucho
mayor: representan ya el 36%
de la fuerza de trabajo. Y, como explica Kasriel, su presencia
seguirá creciendo en todas las economías. “Habrá una adopción a gran escala de freelances por parte de las
empresas que buscan llenar vacíos
de talento”, apunta el especialista.
Que el crecimiento de los trabajadores
autónomos sea sinónimo deprecarización es
otro cantar. En España, el 58% de los trabajadoresfreelance reconoce que lo hace por un
escaso salario y porque no le queda más remedio.
4. La formación reglada perderá importancia
Se trata de un problema del que se lleva
hablando décadas, pero que nadie parece dispuesto a solucionar: la formación
que reciben los alumnos no está adaptada (ni por asomo) a su futuro laboral.
“Nos cuesta encontrar en España a gente que
estudie y trabaje, que tenga idiomas, perfiles digitales y experiencia
laboral”, apuntaba Sylvia Taudien, directora general y fundadora de Advantage
Consultores, en un reciente reportaje en La Información.“Las
carencias de los universitarios españoles son evidentes. La universidad
española vive muy lejos de la realidad. Generalizar nunca es bueno, pero la
frase de 'es una fábrica de parados' no está tan lejos del día a día”.
Puede que el sistema educativo español esté
especialmente atrofiado en algunas áreas, pero se trata de un problema global. “La
forma en que educamos a las generaciones futuras ya no los prepara
adecuadamente para las habilidades y los trabajos de hoy”, apunta Kasriel. “La
idea de que estudies matemáticas, ciencia y arte en tu juventud como
disciplinas separadas, y luego trabajes para resolver problemas del mundo real en la
economía actual no cuadra”.
El futuro de la educación pasa, al igual
que el del trabajo, por ser más flexible: adaptándose a las nuevas realidades a
medida que surjan. De lo que no cabe duda es de que el viejo sueño de estudiar
duro para sacar una carrera que te permita encontrar un buen trabajo se ha
terminado.Las cosas ya no
funcionan así, y cuanto antes nos demos cuenta, mejor.
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