Todos los que
admiramos la vida ejemplar de José Carlos Mariátegui y a su biógrafo, Guillermo
Rouillon Duharte (1917-1978), También
tenemos que admirar a ArmidaPicón; quien –tras el fallecimiento de su esposo- hizo
posible la publicación de La creación
heroica de José Carlos Mariátegui. II tomo: La edad revolucionaria (1920-1930). Armida contrarrestó con coraje los intentos
de sabotear la publicación y expropiarla de la posesión de los manuscritos
originales, valioso legado de su esposo.
Lo dicho no es
exagerado ni sensacionalista, simplemente, se trata de lucha de clases sociales.
Mariátegui combatió la voracidad
capitalista y a quienes monopolizan la riqueza
y pauperizan a los trabajadores.
Además, La edad revolucionaria cubre la época de definición y deslindes
ideológicos de Mariátegui. La odisea que
pasó Armida para publicar el legado inédito del biógrafo de Mariátegui fue la
manera como honró la memoria de su esposo.
◄Armida y Guillermo
La vivacidad de
los ojos de Armida, en perpetua admiración, debió haber gravitado fuertemente
en la sensibilidad del joven Guillermo Rouillon. El flechazo ocurrió en el recinto de la biblioteca
central de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ella, limeña, estudiaba farmacia y él, chalaco
y bibliotecario de la misma universidad. Se casaron en el año 1952 cuando ya Guillermo había empezado a acopiar material para la
elaboración de la biografía de José Carlos Mariátegui. Rouillon tuvo en su vida, no una; sino dos
sublimes obsesiones: Armida y José
Carlos.
Armida conserva
la “chispa” limeña de antigua data, pues nació y se crió en el centro urbano de
Lima. Es pintora, autora e intérprete de música de valses y marineras, escritora
de letra de canciones y obras de teatro; además, aficionada al baile. Su sensibilidad de artista se nota a flor de
piel. En cambio, Guillermo era un hombre
serio y disciplinado para el trabajo intelectual y consciente de que se
consagraba a la realización de una obra que sería imprescindible en la lucha de
clases.
En suma, Armida y
Guillermo, formaron una pareja que se complementaba armoniosamente.
◄Guillermo Rouillon o la sublime obsesión por Mariátegui
Tal vez, en
algún momento Armida lo celó a Guillermo con José Carlos. Pues, aparecía por
todos los rincones de la casa de la joven pareja aparecían referencias a Mariátegui, rumas de fichas, recortes
de periódicos, cartas, fotos, libros, revistas y documentos de las pesquisas
obtenidas sobre la vida de Mariátegui. Buena
parte de su tiempo “libre” de Rouillon estuvo dedicado a Mariátegui.
El hogar de los
Ruillon/Picón estuvo constituido, además, por dos hijos. Al nacer su hija, Rouillon le concedió a Armida
la decisión de ponerle nombre: Liliana. Pero, cuando nació su hijo varón, intentó llamarlo: José
Carlos. Armida, inmediatamente, se opuso con tenacidad. Ya era demasiado, José Carlos por todas
partes. Entonces, Guillermo cedió. Hizo
una contrapropuesta que Armida aceptó alborozada: Francisco Xavier. Sin embargo,
notó algo raro en el cambio tan rápido de Guillermo, pues, normalmente era un
hombre de decisiones firmes. Resulta que
Francisco Xavier era el abuelo paterno de Mariátegui.
De los ingresos
económicos mensuales obtenidos por Rouillon, una partida la asignaba para los
gastos del hogar y otra partida para los gastos
que demandaba su investigación.
Mariátegui figuraba como un hijo más en el hogar. Esta asignación,
algunas veces, no contaba con la aquiescencia de Armida; quien, en esas
condiciones, se volvió sumamente
organizada y logró equilibrar el presupuesto familiar.
Guillermo, tan
igual como Mariátegui, elaboró su obra con honradez intelectual, sin dedicación
exclusiva y sin financiamiento externo, con sus propios y limitados ingresos
económicos. Además, en el caso de
Rouillon, sin adscripción a un partido político.
El gran trabajo
de acopio de 3,462 fichas bibliográficas e iconografía fue puesto generosamente
a disposición de los investigadores cuando todavía no había aparecido el primer
tomo de la biografía. En 1963 la Universidad de San Marcos editó
la Bio-bibliografía
de José Carlos Mariátegui. Esta
fue una de las bases sobre la cual proyectó la futura biografía de José Carlos.
◄La creación heroica de José Carlos Mariátegui (1975)
(Tomo I La
edad de piedra 1894-1919).
El esperado
primer tomo de la biografía no aparecía por la dilación burocrática en la
universidad de San Marcos, entonces, Alberto Tauro del Pino, profesor de la
universidad, gestionó su publicación con Boris Acchinelli de la editorial
Arica. Así es como salió a luz La
creación heroica de José Carlos Mariátegui (Tomo I La edad de piedra 1894-1919)
en el año 1975. Está obra está dedicada a Anna Chiappe Vda. de
Mariátegui. Al mes de publicada, la
edición se agotó.
Como es natural
–y hasta esperado- en cualquier obra,
las críticas aparecieron. En conversación amical, fui receptor de dos
observaciones a dicha obra. Una de Javier Mariátegui Chiappe, psiquiatra y
último hijo de José Carlos: demasiado énfasis en la búsqueda del padre. Otra observación de Jorge Falcón Garfias: ha entrevistado hasta el viento. En
efecto, Rouillon aprovechó oportunamente
a los contemporáneos de Mariátegui para obtener información. Verdaderamente,
esta crítica de Falcón es una alabanza para un investigador. Tan igual como le respondió Vargas Llosa, nuestro
premio Nobel, a su mujer: hasta
cuando me criticas, me alabas. Pues,
ella le había dicho que para lo único que servía era para escribir.
◄Fallecimiento de Guillermo Rouillon: 1978
Rouillon, aun con la enfermedad que lo condujo a la muerte,
siguió investigando mientras el vigor físico se lo permitió. Primero tenía que concluir la biografía de
Mariátegui, después, recobrar la salud; había que ganarle la carrera a la
muerte y a todos los que estaban interesados en soslayar la figura emblemática
de Mariátegui. Así son todos los que
tienen conciencia de la trascendencia de la obra que están realizando. (Lo
mismo ocurrió con Mariátegui). El esperado segundo tomo fue su obra
póstuma. Rouillon falleció el 3 de
diciembre de 1978. Y es a partir de
esa fecha que se revela una grandiosa faceta de Armida.
Pero, antes de
continuar con Armida me permitiré contar brevemente un episodio que revela la
conducta de algunas viudas de intelectuales notables con valiosas bibliotecas y
archivos. Lo refirió Jorge Vega, erudito
y refinado librero sin librería, ligado a los estudiantes y profesores
sanmarquinos de la década del 60 del siglo pasado. Al leer el obituario del diario El Comercio
se enteró de que había fallecido un notable intelectual. Esperó un tiempo prudencial y fue al
domicilio del difunto para tentar suerte con la compra de su biblioteca. Lo recibió la viuda y le dijo que su llegada
era muy oportuna, pues los libros y papeles de su marido habían invadido toda
la casa y hacía tiempo que quería deshacerse de ellos. Sin embargo, le preguntó cuánto ofrecía por llevarse todo y así dejarle
espacio para renovar su casa. Jorge
Vega, o Veguita, como lo llamábamos cariñosamente, empezó a tasar el valor del
legado del difunto. La viuda observó que
estaba meditabundo y se demoraba en responder a su pregunta. Lo que pasaba era que Veguita se había
quedado muy corto con el dinero que tenía, por lo valioso de la biblioteca y de
los archivos. Pensó que era imposible que pudiera adquirirla. La viuda entendió la tribulación de Veguita y
en tono conmiserativo le dijo: ya, no se preocupe por comprar la
biblioteca; aquí tiene dinero para que pague el alquiler de un camión y llévese
todo, pero rápido. Veguita, comentó,
después, que con el dinero de la venta de esa biblioteca pasó un año en París confortablemente
instalado.
Así como hay mujeres que
al enviudar tratan de deshacerse de las obras e
instrumentos de trabajo de sus esposos; existen otras, como Armida Picón
Matos, que son celosas guardianas de la documentación de su difunto esposo y
promotoras de sus obras; sobreponiéndose a situaciones adversas.
◄Una mujer sola se enfrenta a una organización partidaria
Como es sabido
Rouillon se adscribió personalmente al ideal socialista; sin embargo, no militó
en un partido político. Esa condición le permitió libertad en su investigación
sin tener que obedecer, disciplinariamente, a ninguna consigna partidaria. También es sabido que a la muerte de
Mariátegui quienes asumieron la conducción del partido, que él fundara, no
tuvieron el carisma necesario ni continuaron su orientación y actitud. Tampoco hubo militante alguno del partido
comunista que confeccionara la biografía de Mariátegui.
¡Menudo enredo le
había deparado la viudez! Armida, en
posesión del texto original del segundo tomo intentó su publicación. Solicitó
una proforma a varias imprentas; pero el costo superaba sus posibilidades
económicas. No logró una cotización que hiciera posible la publicación.
Sumida en su tribulación
Armida pensó: ¿qué puertas tocar? No llegó
a tocar ninguna puerta fue a ella a quien le tocaron la puerta. Eso ocurrió en
al año 1980. Dejemos que la propia
Armida nos relate ampliamente este episodio:
Estaba por creer en un
“milagro”…, apareció ante mi vista sonriente… el “lobo vestido de cordero”… que
con sentido gesto de pesar al recordar a su “gran amigo Guillermo”, me
manifestó su deseo de ayudarme en la publicación del 2do. Tomo de la biografía. Me prometió que la edición sería de lujo,
tratada con el mayor de los esmeros.
Agradecida y
conmovida le facilité los manuscritos…, por cierto, me dio todos los datos
concernientes de la imprenta Cosmos, y la referencia del Sr. Guerra, encargado
de la Gerencia quien directamente me informaría del avance de la publicación.
Conversé con mi
familia y consideraron “una gran suerte” este insólito acontecimiento, pero aun
así, yo, tenía una inquietud, una desazón que no sabía explicar… Pasados unos
días llamé al gerente encargado de la publicación, me dijo que estaban en pleno
proceso de digitación y que en fecha próxima me avisaría del avance. Asimismo,
cumplió con entregarme un documento en el que se hablaba de la publicación y un
tiraje de 5,000 libros, nuevamente quedé impresionada…, mas pasado unos días me
avisó que sólo imprimirían 2,000 libros.
Un amigo de
Guillermo al enterarse de esta situación -para él, anómala- me dijo que
exigiera a la Gerencia corregir las pruebas. Fui a entrevistarme con el
susodicho Gerente y se molestó por pedirle la corrección de las pruebas, me
dijo que “ellos se encargaban de todo”.
Mi desazón fue
en aumento. Decidí protestar ante el personaje que había asumido la
responsabilidad de la publicación, pero no respondía a mis llamadas
telefónicas, era muy difícil ubicarlo hasta que lo encontré en una reunión
rodeado de partidarios.
No tuvo más
remedio que acercarse a saludarme. Sin mayores preámbulos le expresé mi
extrañeza por las respuestas del Gerente de la imprenta. Quiso convencerme de
que “ellos” se encargaban de todo a fin de lograr una edición impecable.
No
acepté tal condición y en voz alta lo conminé a que me devolviera de forma
inmediata los manuscritos que le había entregado. En horas de la tarde, me
entregaron completa la documentación. En ese entonces, el sociólogo Alfredo
Hernández Urbina me comentó que había leído un artículo de este personaje con
datos sorprendentes, que luego comprobó pertenecían al 2do. tomo, aún inédito.
En medio de su desilusión a Armida la
reconfortó estar nuevamente en posesión de los originales de su esposo. Sin embargo, no se dio reposo. Ante Armida desfilaron
una serie de personas. Ella nos dice: Mi mente
estaba obnubilada, parecía una conspiración, sentía un resquemor que me afectaba
físicamente. Además, seguía
atribulada porque no encontraba alternativa para publicar la obra de su esposo. En esas circunstancias, se le presentó
providencialmente un aliado para sobrellevar la soledad de su lucha.
Una gentil llamada telefónica de Francisco
Izquierdo a Armida fue aprovecha para que le contara las tribulaciones que
estaba pasando. Inmediatamente Izquierdo
ofreció su colaboración y acudió a su casa.
Así como también cuando acudió al hospital de neoplásicas cuando se
enteró que Rouillon se hallaba internado; en todo momento fue un amigo leal.
(Decir amigo leal, no es una hipérbole ni un pleonasmo; porque hay otra clase
de “amigos”).
◄El
amigo leal: Francisco Izquierdo Ríos
Armida, en
posesión del texto original conformó un dúo bien afiatado con el pedagogo y
literato Francisco Izquierdo Ríos para revisar y hacer algunas
correcciones. Juntos cotejaron página
por página. Hallaron algunos errores en
la numeración de las citas. En palabras
de Armida:
Recuerdo
que pacientemente todos los días en la tarde venía a mi domicilio desde La
Perla Baja, Callao, a Miraflores en bus y, se reía de sus dolencias.
Habíamos quedado en revisar 10 páginas diariamente
y lo hacía con entusiasmo, matizaba con anécdotas el momento en que disfrutaba
de un café de Chanchamayo que mi hermana Perla le enviaba (pasado gota a gota)
y que degustaba con verdadero placer.
Mis hijos, mi familia y yo, le estamos
profundamente agradecidos por su ayuda pródiga cuando la "nave parecía
zozobrar"; con su espíritu
generoso y leal amistad volvió la calma y
la seguridad de haber despejado las sombras que acechaban.
◄Armida
frente a una empresa,
el segundo intento fallido:
Sin embargo, permanecía la incertidumbre de
la publicación del segundo tomo de la biografía de Mariátegui. En esas circunstancias…
¡Zás!
se presentó otro “amigo” de Guillermo, periodista, a quien conocía por
referencias, me ofreció sus servicios por una módica suma, para trabajar la
publicación, me dijo tener en su haber la publicación de varios libros, citando
títulos etc. etc. -tenía gran experiencia- así, me explicó su “modus
operandis”: 1) llevar y traer de la imprenta a mi casa (él personalmente) lo
avanzado en el tipeado o sea las pruebas para mi corrección y V° B°; pagar en
cómodas cuotas los gastos de tipeo, micas, y las planchas de metal (que en esa
época se usaban) para la impresión; 3) ver la compra del papel en resmas; 4)
fotolitos, etc. y claro está, un adelanto de dinero.
Me
pareció magnífico el ofrecimiento y acepté el trato con previo compromiso
escrito en que se señalaba el costo, la corrección de las pruebas, la entrega
de dinero en partes de acuerdo a las entregas y fechas respectivas.
Cumplida
la entrega del adelanto y pasado un buen número de días, mutis, no aparecía ni
llamaba por teléfono “este fulano de tal…” Fui a su casa, me dio “explicaciones”,
de buscar otra digitadora, pues la anterior había fallado y con esta nueva todo
iba a salir bien…etc. etc. etc.… me reiteró su buena voluntad e interés por
sacar la obra. A la semana me llevó un puñado de hojas de prueba para corregir,
a la semana siguiente de igual forma, pero a la tercera semana: mutis, la siguiente
semana: mutis… ¡no cumplía con el trato! Nuevamente fui a su casa y de nuevo las
“explicaciones”… pero… pecó en comentarme que estaba postulando a un cargo en
una empresa y que las diligencias que había realizado le habían tomado mucho
tiempo ¡qué tal raza!
Me
aseguró que llevaría en pocos días nuevas pruebas. Nada, ni asomos de él. Ya
había pasado el mes y días. Fue a mi casa llevando más pruebas para corregir.
Me pidió más dinero, para la compra de micas, pago de la operadora y también
que le adelantara otro 50% más de su trabajo quedando un mínimo por cancelar,
pues –según él- estaba en una situación difícil.
Le
hice saber mi disgusto por su comportamiento, mas por sus ruegos y seguridades
de la próxima aparición del 2do. Tomo, en un incomprensible “lapsus”…, le di un
adelanto, aunque de menor cuantía.
Los
días se sucedían, parecía una novela por entregas.
La
paciencia se me agotó. Un premonitorio pensamiento maquiavélico se apoderó de
mí.
Le
envié una carta Notarial abierta a la Mesa de Partes de la empresa donde había
conseguido una importante colocación; en la carta le reclamaba por su
“incumplimiento en el trabajo que había contraído, con la consabida pérdida de
tiempo; la devolución del último adelanto, en un plazo de 24 horas por
constituir una estafa sus servicios; la entrega inmediata de toda la
documentación suministrada y dar por cancelada su contratación, advirtiéndole
que en caso contrario, haría la denuncia legal correspondiente en defensa de
mis derechos ciudadanos”.
Al
día siguiente lo tuve en mi casa indignadísimo, me increpó que malévolamente lo
había indispuesto ante sus superiores creándole una mala imagen. En fin:
devolvió todo.
¡Otra vez a fojas cero!
◄Confiar en
las propias fuerzas, 1984:
Apareció el tomo II, La
creación heroica de J.C. Mariátegui.
La edad revolucionaria
(1920/1930).
Armida estaba en un momento crucial, pero no
cayó en un estado depresivo. Se planteó
la misma pregunta de Lenin ¿Qué hacer? cuando también Lenin
estuvo en un momento crucial y que dio título a uno de sus libros. Dicha pregunta fue respondida por la misma
Armida con un principio de Mao Tse Tung:
Confiar en las propias fuerzas.
Es decir, sacar la publicación a como diera lugar, aportar trabajo
personal y el limitado dinero que disponía.
De tanto ir i venir a las imprentas adquirió conocimientos del proceso
de impresión para abaratar costos.
Armida, cual Odiseo, arribó a Itaca después
de sus aventuras desventuradas el año 1984.
Salió de las prensas de la editorial Alfa LA CRECIÓN HERÓICA DE JOSE CARLOS
MARIÁTEGUI. La edad revolucionaria (1920/1930) Tomo II de Guillermo Rouillon
Duharte. El tiraje fue de 1,000
ejemplares. La inusitada expectativa por
informarse de la edad revolucionaria de J.C. Mariátegui agotó la edición en
pocos días. Este fue el premio que reconfortó sus desvelos y tribulaciones. Así quedó registrado, imperecederamente, el
heroico esfuerzo de Guillermo Rouillon. Pues, en esa obra mi esposo dejó parte de su vida; como lo certifica Armida.
La magna obra de Rouillon se ha tornado clásica en el tiempo y es
sumamente consultada; pero, muchas veces, escritores, militantes de partidos
políticos de izquierda y cineastas no citan la fuente de donde han obtenido la
información e ignoran a Guillermo rouillon y, de paso, a Armida, la propietaria
del legado de su esposo. Tampoco reconocen que contrarrestó los escollos que
impedían la publicación de La Edad Revolucionaria.
Obra que es una ofrenda a la clase trabajadora del Perú y del mundo.
◄Epílogo
Sin
embargo, Armida es una mujer emprendedora –entre otras cualidades que orlan su
personalidad-, se preparó para la segunda edición de la Biografía y la
Biobibliografia de José Carlos Mariátegui La Chira. (Los tres tomos aparecieron
en 1993). Luego, se consagró al ordenamiento y
preservación del valioso archivo y biblioteca Rouillon para que estuviera a
buen recaudo y próximamente a disposición de los estudiantes y estudiosos..
La odisea que volvió a pasar Armida para esa
segunda edición es otra historia… ¡Qué tal paradoja! En un país en donde todos los grupos de
izquierda se reclama mariateguístas;
promociones universitarias, colegios e instituciones ostentan su nombre.
Ese mismo país –nuestro país-, gestó una
mujer, como Armida, que brinda un generoso tributo a la memoria de su esposo y,
por ende, a nuestro pueblo con la publicación de la biografía completa de
Mariátegui.
Ante
Armida,
¡nuestra
reverencial genuflexión
y
un eterno reconocimiento!
Antonio Rengifo
Balarezo
Lima, diciembre del 2012
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