La izquierda hizo noticia en las últimas semanas con el anuncio de un
Frente amplio en las elecciones próximas (municipales y nacionales) y el
maltrato que del presidente Humala recibieron los políticos e intelectuales de izquierda,
a quienes les encargó la preparación del programa, gran parte de la campaña
electoral y algunos puestos en el gobierno. Los echó de muy mala manera.
Muchas de las caras del Frente
amplio son las mismas de los grandes fracasos del pasado, al lado -felizmente-
de algún@s jóvenes cuya presencia es un alivio y una pequeña fuente de
esperanza. Una declaración de intención de ir juntos es un primer paso. Faltan
otros más para precisar el futuro de esa, por el momento, aparente sana
intención.
Para los miles de peruanos y peruanas
con un sentimiento de izquierda a pesar de todas las divisiones y fracasos, la
formación de un Frente Amplio es una buena señal. La noticia que podría ser
útil para borrar el tristísimo recuerdo de los dirigentes de izquierda como
compañeros de ruta de sus aliados fujimoristas, toledistas y humalistas,
consolándose con unas cuantas curules, algún ministerio o viceministerio, unas
pocas direcciones importantes, y un par de embajadas.
Lo ideal sería que la izquierda tuviese una casa propia, sus candidatos y su campaña con un horizonte mínimo de 20 años para ocupar la casa de Pizarro. La temprana desaparición de Javier Diez Canseco parece haber servido como un elemento de unión y es saludable que el grito de unidad haya sido oído.
Lo ocurrido con Izquierda Unida es un recuerdo inevitable. El germen de la división que existe desde su nacimiento vive, crece, se debilita y vuelve a crecer. Ya ha sido advertido con razón que el llamado para un Frente amplio proviene de las cúpulas de los pequeños partidos y grupos de amigos con ciertas afinidades políticas.
Los pueblos indígenas y los movimientos de base no fueron tomados en cuenta. Como siempre, la llamada elite política solo convoca a las bases para ir a votar. Esta es una primera mala y pésima señal.
Muchas de las caras del Frente amplio son las mismas de los grandes fracasos del pasado, al lado -felizmente- de algún@s jóvenes cuya presencia es un alivio y una pequeña fuente de esperanza. Una declaración de intención de ir juntos, es un primer paso. Faltan otros más para precisar el futuro de esa, por el momento, aparente sana intención.
Con su inscripción aceptada, el partido Tierra y Libertad tiene ya su casa electoral propia, segura hasta 2014, que sería la misma para Patria Roja, y el grupo formado por el Partido Socialista, el Partido Comunista, Ciudadanos para el Cambio y la agrupación formada por Susana Villarán, si no llegasen a reunir las firmas suficientes que estaban buscando o renuncian a tal tarea. En vez de uno, habría tres bloques disputando una mejor posición en la línea electoral de partida. Esta es la segunda mala señal.
Queda pendiente la discusión sobre la duración de la intención del contrato de unidad, los criterios para escoger candidatos y el programa. La frase consuelo “Eso se verá en el camino, paso a paso” no es suficiente. No es lo mismo tener un acuerdo electoral para un recorrido de 20 años que otro para las próximas elecciones y punto.
La tercera mala señal es que se trataría de una alianza de corto plazo, lo que pone en el tapete la cuestión de los candidatos ya, desde ahora. Este recorrido de cercanías lo conocemos muy bien: grandes y pequeñas guerras para tener compañeros con posibilidades de ganar.
Como siempre, habrá muchos candidatos para un número pequeño de curules. Por estos pequeños riachuelos se llega a una conclusión casi inevitable: todo lleva al Congreso y lo esencial de la política es tener representantes allí. “Fuera del Congreso todo es ilusión”. Esta consigna es visible por todas partes, aunque no haya compañer@ alguno que la plantee con limpieza y transparencia. Solo basta mirar debajo de las apariencias para encontrarla.
En su entrevista con el director de El país, diario de España, el presidente Humala trapeó el piso con sus compañeros de ruta reclutados por él en las canteras de la izquierda. Mostró su ingratitud, su falta de respeto y su pequeñez.
Mal tratados, los compañeros echados por Humala reaccionaron mostrando su enfado, diciéndole al examigo presidente que ellos hicieron gran parte del trabajo político necesario para ganar las elecciones, y que en los cinco años que duró su alianza, nunca el candidato Humala les dijo lo que como presidente les dijo después.
Al oír las versiones de ambas partes, el panorama es desolador. Ya sabemos que el comandante Humala quería ser presidente y para eso escogió la gente que le sería útil. No se equivocó porque aquel grupo de Ciudadanos para el Cambio fue capaz de hacerle un programa y una buena campaña.
Quienes cometieron un gravísimo error político fueron los compañeros de izquierda que vivieron la fantasía de creer que con el presidente Humala sería posible la “Gran Transformación” del país. Humala quería ser presidente, nada más. No adoptó como suyo, en los hechos, el cuento de la “Gran Transformación”. La patente de esa propuesta la tiene el grupo de Ciudadanos para el Cambio y podría presentarla como contribución para el programa del Frente amplio.
Hemos oído hasta la saciedad que en política los errores se pagan. Por el bien del grupo de exhumalistas de la Gran Transformación, convendría que hagan una autocrítica severa ante el pueblo, que mantiene su sentimiento de izquierda por haber escogido un pésimo aliado, capaz de maltratar a la izquierda.
Sería una buenísima señal si los responsables de ese grave error no se presenten como candidatos a nada, del mismo modo que los responsables de la debacle electoral de la izquierda en los últimos 30 años, que siguen buscando curules, como si no tuvieran un pasado que los condena, salgan de la primera fila y pasen a la última, solo como personas de apoyo.
Lo ideal sería que la izquierda tuviese una casa propia, sus candidatos y su campaña con un horizonte mínimo de 20 años para ocupar la casa de Pizarro. La temprana desaparición de Javier Diez Canseco parece haber servido como un elemento de unión y es saludable que el grito de unidad haya sido oído.
Lo ocurrido con Izquierda Unida es un recuerdo inevitable. El germen de la división que existe desde su nacimiento vive, crece, se debilita y vuelve a crecer. Ya ha sido advertido con razón que el llamado para un Frente amplio proviene de las cúpulas de los pequeños partidos y grupos de amigos con ciertas afinidades políticas.
Los pueblos indígenas y los movimientos de base no fueron tomados en cuenta. Como siempre, la llamada elite política solo convoca a las bases para ir a votar. Esta es una primera mala y pésima señal.
Muchas de las caras del Frente amplio son las mismas de los grandes fracasos del pasado, al lado -felizmente- de algún@s jóvenes cuya presencia es un alivio y una pequeña fuente de esperanza. Una declaración de intención de ir juntos, es un primer paso. Faltan otros más para precisar el futuro de esa, por el momento, aparente sana intención.
Con su inscripción aceptada, el partido Tierra y Libertad tiene ya su casa electoral propia, segura hasta 2014, que sería la misma para Patria Roja, y el grupo formado por el Partido Socialista, el Partido Comunista, Ciudadanos para el Cambio y la agrupación formada por Susana Villarán, si no llegasen a reunir las firmas suficientes que estaban buscando o renuncian a tal tarea. En vez de uno, habría tres bloques disputando una mejor posición en la línea electoral de partida. Esta es la segunda mala señal.
Queda pendiente la discusión sobre la duración de la intención del contrato de unidad, los criterios para escoger candidatos y el programa. La frase consuelo “Eso se verá en el camino, paso a paso” no es suficiente. No es lo mismo tener un acuerdo electoral para un recorrido de 20 años que otro para las próximas elecciones y punto.
La tercera mala señal es que se trataría de una alianza de corto plazo, lo que pone en el tapete la cuestión de los candidatos ya, desde ahora. Este recorrido de cercanías lo conocemos muy bien: grandes y pequeñas guerras para tener compañeros con posibilidades de ganar.
Como siempre, habrá muchos candidatos para un número pequeño de curules. Por estos pequeños riachuelos se llega a una conclusión casi inevitable: todo lleva al Congreso y lo esencial de la política es tener representantes allí. “Fuera del Congreso todo es ilusión”. Esta consigna es visible por todas partes, aunque no haya compañer@ alguno que la plantee con limpieza y transparencia. Solo basta mirar debajo de las apariencias para encontrarla.
En su entrevista con el director de El país, diario de España, el presidente Humala trapeó el piso con sus compañeros de ruta reclutados por él en las canteras de la izquierda. Mostró su ingratitud, su falta de respeto y su pequeñez.
Mal tratados, los compañeros echados por Humala reaccionaron mostrando su enfado, diciéndole al examigo presidente que ellos hicieron gran parte del trabajo político necesario para ganar las elecciones, y que en los cinco años que duró su alianza, nunca el candidato Humala les dijo lo que como presidente les dijo después.
Al oír las versiones de ambas partes, el panorama es desolador. Ya sabemos que el comandante Humala quería ser presidente y para eso escogió la gente que le sería útil. No se equivocó porque aquel grupo de Ciudadanos para el Cambio fue capaz de hacerle un programa y una buena campaña.
Quienes cometieron un gravísimo error político fueron los compañeros de izquierda que vivieron la fantasía de creer que con el presidente Humala sería posible la “Gran Transformación” del país. Humala quería ser presidente, nada más. No adoptó como suyo, en los hechos, el cuento de la “Gran Transformación”. La patente de esa propuesta la tiene el grupo de Ciudadanos para el Cambio y podría presentarla como contribución para el programa del Frente amplio.
Hemos oído hasta la saciedad que en política los errores se pagan. Por el bien del grupo de exhumalistas de la Gran Transformación, convendría que hagan una autocrítica severa ante el pueblo, que mantiene su sentimiento de izquierda por haber escogido un pésimo aliado, capaz de maltratar a la izquierda.
Sería una buenísima señal si los responsables de ese grave error no se presenten como candidatos a nada, del mismo modo que los responsables de la debacle electoral de la izquierda en los últimos 30 años, que siguen buscando curules, como si no tuvieran un pasado que los condena, salgan de la primera fila y pasen a la última, solo como personas de apoyo.
Autor: Rodrigo Montoya Rojas
Fuente: http://www.laprimeraperu.pe/online/columnistas-y-colaboradores/buena-y-malas-senales_143394.html
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