John Bellamy Foster
Sábado 26 de marzo de 2016
La renta
nacional se puede comparar con una tarta. Si entre un año y el siguiente la
tarta crece, todo el mundo puede obtener una tajada mayor. Por el contrario, si
el tamaño de la tarta continúa siendo el mismo, una mayor parte para algunos
solo puede significar una menor parte para otros.
Esto nos ayuda a
comprender el actual pésimo estado de la economía de EE UU y el ímpetu
adquirido por la campaña electoral de Bernie Sanders, que hace mención a las
necesidades de la gente trabajadora y de sus familias. Durante décadas, el
crecimiento de la economía de EE UU está estancado y, década tras década,
conoce una ratio de crecimiento menor. En estas circunstancias, el rápido
incremento de los ingresos de los de arriba -a los que Sanders le gusta llamar
la "clase millonaria"- se da a expensas de los ingresos (la parte de
la tarta) de los de abajo.
Los 400
multimillonarios del país acumulan más riqueza que la mitad de las rentas
salariales de los de abajo; es decir, cerca de 150 millones de personas. La
parte de los salarios en la renta nacional ha ido cayendo al mismo tiempo que las
rentas de los propietarios han ido subiendo. Los trabajos son más precarios.
Mucha gente ha sido expulsada del mercado laboral. Aunque el desempleo oficial
haya decrecido en los últimos cinco años, resulta difícil conseguir buenos
trabajos con salarios dignos. Cada vez hay más gente en la pobreza. La mayoría
de los estudiantes en el sector público está clasificada como pobre o casi
pobre.
El establishment
político, basado en el bipartidismo de los partidos Demócrata y Republicano, se
ha desentendido ampliamente del deterioro de las condiciones de la mayoría de
la gente. Puesto que los pobres, incluyendo a los trabajadores pobres, son
menos propensos a votar e influyen poco financieramente, se les descarta
fácilmente. El dinero domina la política en EE UU a todos los niveles. La
resolución Citizens United del Tribunal Supremo de 2010, que abría las
puertas a las donaciones sin limites por parte de los ricos, ha mancillado
enormemente la imagen de la democracia americana. Ahora resulta habitual oír
que Estados Unidos es, para citar la memorable frase de los economistas Paul
Baran y Paul Sweezy de 1966, "demócrata en las formas y plutócrata en el
contenido".
Es en estas
penosas condiciones de la situación política estadounidense como se explica el
extraordinario fenómeno de la campaña de Berni Sanders para las presidenciales.
Sanders se presenta a sí mismo como un socialista democrático en la estela de
la fase más radical de la administración de Franklin D. Roosevetl, que propuso
una Carta de derechos económicos para garantizar pleno empleo y seguridad
económica para todos los americanos.
Al abogar por un
socialismo democrático, Sanders ha promovido una política pragmática para la
izquierda. Sus propuestas incluyen un fuerte incremento de los impuestos para
los millonarios, gratuidad para la matrícula universitaria y un seguro
sanitario de pago único, garantizando seguro médico a toda la población al
margen de que tenga trabajo o no y de sus ingresos. Promueve un programa de
empleo en línea con el New Deal. Todas sus propuestas representan cosas
que se ha conseguido en otros países, en particular en la Escandinavia
socialdemócrata, donde la gente está en mejores condiciones en lo que respecta
a los indicadores sociales. Presentándolo como posible para aquí, Sanders ha
llevado la idea del socialismo -aunque sea en una versión moderada- desde la
marginalidad al centro de la cultura política en EE UU.
Lo que resulta más
remarcable en torno al fenómeno Sanders es que a pesar de la implacable
hostilidad de los guardianes mediáticos del status quo (por ejemplo, Adam
Johnson en fair.org informaba que Washington Post publicó el 8 de
marzo 16 historias negativas acerca de Bernie Sanders en el intervalo de 16
horas) ha seguido marcando récords de masas. También ha obtenido más votos
entre las personas de menos de 30 años que Clinton y Trump juntos, lo que
apunta a un debilitamiento de la influencia de los grandes medios de
comunicación en la sociedad estadounidense y el aumento de la influencia de los
medios de comunicación social, al menos entre la gente joven. Como informaba
David Auerbach: "Las redes sociales han permitido a los partidarios de
Sanders reforzar otra idea, la de que la exclusión general de Sanders por parte
de los grandes media -e incluso en gran medida de los media de izquierda- ha
permitido a Sanders sobrevivir incluso donde había sido hundido en 2008."
Si de todo esto se
puede sacar una lección importante, ésa es la de la resiliencia (capacidad de
sobreponerse a accidentes, derrotas…) y el atractivo del socialismo con sus
valores básicos de igualdad. El socialismo siempre ha formado parte de la
cultura americana. Sin duda, hoy en día sería perturbador para el Partido
Republicano enterarse que uno de los escritores políticos favoritos de Lincoln
fue Karl Marx, el corresponsal europeo para el periódico de Horace Greeley, el New
York Tribune.
En la visión de
Sanders del socialismo democrático, una sociedad que carece de igualdad básica
y justicia para todo el mundo no puede considerarse como una sociedad democrática
en ningún sentido. Una democracia real, viva, conduce al socialismo. Para
millones de estadounidenses de hoy en día, lo que Sanders expresa con esta idea
de socialismo democrático es nada menos que el sueño americano.
23/03/2016
John Bellamy
Foster es director de la Monthly Review,
una revista socialista independiente, y coautor con Robert W. McChesney de
“The
Endless Crisis: How Monopoly-Finance Capital Produces Stagnation and Upheaval
from the USA to China.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario