Silvia Ribeiro
ALAI
AMLATINA, 07/09/2016.- Si se pudiera extinguir
totalmente especies que una empresa o institución considere dañinas ¿estaría
justificado hacerlo? ¿Quién lo decide? ¿Cómo afectará las cadenas alimentarias
y los ecosistemas? El arma ya existe y aunque está en prototipo, su desarrollo
ocurre a un ritmo vertiginoso, dejando muy atrás cualquier regulación de
bioseguridad y consideraciones ecológicas, éticas, sociales o económicas de la
gran mayoría.
Para
poder avanzar con este enorme riesgo tecnológico, la industria biotecnológica
ha cambiado de táctica. Unas pocas ONG internacionales promueven esta nueva
biotecnología como medio de “conservación de la naturaleza”, que proponen usar
para extinguir especies invasoras: ratones, insectos, malezas. Presentaron
también una moción al Congreso mundial de la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (IUCN) que se reúne del 1 al 10 de septiembre en
Hawái, para adoptar la biología sintética como herramienta de conservación.
Frente
a esto, 30 personalidades del ámbito científico, ambientalistas, abogados,
líderes indígenas y otros, publicaron un llamado a poner un alto a estas
propuestas y a la tecnología de “impulsores genéticos”. Entre los firmantes –que
incluyen a Jane Goodall, David Suzuki, Vandana Shiva, Víctor Toledo, Alejandro
Nadal- están las presidentes de la Unión de Científicos Comprometidos con la
Sociedad, Elena Álvarez-Buylla, México y Angelika Hilbeck, Alemania, de la Red
Europea de Científicos por la Responsabilidad Social y Ambiental (ENSSER).
La
Dra. Hilbeck, entomóloga, señaló que “los impulsores genéticos son una
tecnología que se propone exterminar especies. Aunque le pueda parecer a algún
conservacionista profesional una “buena solución” para situaciones complejas,
hay altos riesgos de consecuencias no intencionales, que podrían ser peores que
el problema que tratan de resolver” (www.synbiowatch.org/gene-drives-iucn-pr).
Los
“impulsores genéticos” o gene drives en inglés, se basan en una
tecnología tan nueva que aún no existe traducción acordada. Es una construcción
transgénica que “engaña” a la naturaleza para que las especies de reproducción
sexual (plantas, insectos, animales, humanos), pasen forzosamente un gen
foráneo a todas las generaciones posteriores.
Es
una vía biotecnológica para destruir la ventaja desarrollada en la co-evolución
de las especies en millones de años con la reproducción sexual. Normalmente, la
progenie hereda 50 por ciento de la información genética de cada progenitor, lo
que en generaciones posteriores facilita a los organismos eliminar genes que no
son útiles o le son extraños. Con los impulsores genéticos, el constructo
artificial diseñado con tecnología CRISPR-Cas9, corta/inserta nuevas
secuencias y elimina el gen correspondiente que aporta el otro progenitor,
garantizando así que finalmente el gen introducido esté en toda la especie.
(Más información en http://tinyurl.com/hp2gph5)
En
caso de que sea una modificación para que la progenie sea de un sólo sexo, se
extinguiría la especie. Esto es justamente lo que se propone el proyecto GBIRd (Genetic Biocontrol on Invasive Rodents), liderado por el grupo Island Conservation, que desarrollan roedores
manipulados con impulsores genéticos para que sólo puedan procrear ratones
machos. Pretenden liberarlos en 2020 en islas para eliminar a ratones que dañan
a las aves. Otro proyecto que se quiere liberar en Hawai (del grupo Revive and
Restore) son mosquitos con impulsores genéticos para extinguirlos por la misma
vía, argumentando que trasmiten malaria aviar que afecta aves nativas. Esto a
pesar de que las aves han comenzado a desarrollar resistencia natural a esa
enfermedad.
El
enfoque es estrecho y erróneo, porque no toca las causas, condiciones e
interacciones en que desarrollan las supuestas especies “dañinas” y por tanto,
seguirán surgiendo o serán reemplazadas por otras con la misma función. En el
caso de GBIRd, se trata de manipular ratones comunes, por lo que la cascada de
riesgos sobre la especie, sobre otros roedores emparentados y el papel que
juegan en diferentes ecosistemas, es de una amplitud enorme e imposible de
controlar. Esto no es muy distinto en el caso de los mosquitos; la eliminación
de un tipo de mosquito –si fuera posible- abrirá paso a otros que se volverán
vectores de enfermedad, quizá mucho más difíciles de controlar.
Por
esta y otras razones, 71 gobiernos y 355 ONG que pertenecen a la IUCN, en lugar
de apoyar el uso de biología sintética, votaron una enmienda a dicha moción,
estableciendo una moratoria “de facto” dentro de IUCN al apoyo o respaldo a la
investigación, experimentos de campo y uso de impulsores genéticos, hasta que
se analicen en profundidad y evalúen sus impactos en la biodiversidad y otros
aspectos. (http://tinyurl.com/hht8byo).
El uso de impulsores genéticos no sólo se piensa para conservación, las
trasnacionales de agronegocios lo desarrollan como una vía para eliminar
malezas, revertir resistencias de hierbas invasoras a los agrotóxicos de los
cultivos transgénicos, para aumentar su uso. Que se dé más importancia
mediática como instrumento para conservación o prevenir enfermedades, es
también una manipulación para evitar que se asocien con el extendido rechazo
global a los cultivos transgénicos.
Urge ampliar el debate sobre los usos, riesgos e impactos de la biología
sintética y especialmente de los impulsores genéticos, sobre los que se debe
establecer una estricta moratoria internacional que prevenga cualquier
liberación. Para empezar, aquí puede agregar su firma a la carta mencionada http://tinyurl.com/jm4t6bg
.
- Silvia Ribeiro, Investigadora del Grupo ETC
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/180073
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