Sally Burch
ALAI AMLATINA,
20/09/2016.- Justo cuando el modelo neoliberal parece estar sumido en una
crisis global de estancamiento económico y ha perdido cualquier semblanza de
legitimidad, ha aparecido un nuevo sector de la
economía globalizada que no sólo registra robustos márgenes de ganancia, sino
que está reavivando la propia ideología neoliberal, bajo una nueva envoltura.
Se trata de un puñado de corporaciones transnacionales de Internet que, a
través de un proceso de rápida concentración oligopólica, ahora dominan la
nueva economía digital.
La materia prima que
estas empresas codician son los datos que extraen de casi todas las
transacciones y comunicaciones en línea, en todo el mundo. Google, Apple,
Facebook, Amazon y Microsoft (el llamado GAFAM), se encuentran entre los
principales explotadores de estos bienes simbólicos, que los usuarios y transacciones de Internet les
proporcionan y que luego se concentran en EE.UU., constituyendo una nueva
fuente de riqueza y poder. Por lo tanto, esta actividad de “minería de datos”
representa una nueva forma de extractivismo que responde a una lógica
neocolonizadora, cuyas implicaciones la mayoría de gobiernos, especialmente en
los países del Sur, desconocen o se sienten impotentes para prevenirlas.
La problemática va mucho más allá de la
simple recolección y procesamiento de datos para su venta a anunciantes. Estos
datos también son la materia prima de la inteligencia artificial (IA) y de los
algoritmos que organizan y regulan cada vez más aspectos de nuestras vidas y sociedades. Estos procesos por lo
general se definen en secreto, de acuerdo con los criterios de la empresa, lo
que puede generar problemas cuando afectan el interés público o cuando implica
obviar los mecanismos democráticos.
Entre los ejemplos más
visibles, podemos
mencionar los conflictos que algunas ciudades han tenido con empresas como
Uber, cuyo software conecta conductores informales con pasajeros privados, pero
bajo los términos dictados por Uber, lo que a menudo crea un serio
conflicto con los taxistas registrados y el sistema que regula su servicio; también implica evadir derechos laborales, ya que Uber no reconoce una relación laboral.
El problema puede llegar
a ser mucho más complejo cuando, por ejemplo, los anteriores servicios públicos
de las denominadas "ciudades inteligentes", como la gestión del
tráfico vial o de la red eléctrica, comienzan a ser administrados por empresas
tecnológicas privadas de
acuerdo con sus propios criterios, cuyas
decisiones potencialmente pueden imponerse por sobre la voluntad de
los consejos locales. Los algoritmos que crean y los datos que generan suelen
ser reservados como propiedad de la empresa; ello significa que, una vez que un
contrato esté en funcionamiento, se vuelve casi imposible para la autoridad
municipal tomar la decisión de dejarlo sin efecto, aunque haya insatisfacción
con el servicio, ya que la ciudad entera
podría verse
hundida en el caos, hasta que un nuevo sistema se pueda instalar.
De hecho, apenas unos
pocos actores globales tienen actualmente la capacidad suficiente para recoger
y gestionar tales cantidades de recursos de datos, y
el hecho de que sean principalmente empresas transnacionales basadas en Estados
Unidos –además del propio gobierno estadounidense– se debe en gran medida al
control que ese país ejerce sobre la Internet global. Incluso las grandes potencias
enfrentan dificultades para contrarrestar la monopolización que esto implica; y para los países en desarrollo, está
prácticamente fuera de alcance.
Tras las revelaciones de
Edward Snowden, los gobiernos de los países del Sur por lo menos fueron
alertados de los peligros del espionaje electrónico por parte de la Agencia de
Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés). En América del Sur, en 2012, los
presidentes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) respondieron con el
encargo al Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN) de
instalar un anillo de fibra óptica a través de la región, con el fin de
mantener un cierto nivel de soberanía sobre las comunicaciones
intrarregionales, que actualmente pasan mayoritariamente por EE.UU. También
mandataron al Consejo de Defensa regional para que desarrolle un plan de
ciberdefensa y ciberseguridad1. Sin
embargo, estas son respuestas muy parciales y los peligros de las nuevas
amenazas relacionadas con la extracción de datos, los algoritmos y la IA
todavía no constan en la agenda regional; mucho menos cómo responder
adecuadamente.
Los datos: la clave de
la inteligencia artificial
Para conocer su análisis
respecto a estos retos, conversamos con el periodista y escritor de origen bielorruso,
Evgeny Morozov, conocido principalmente por su crítica polémica de Silicon
Valley como una extensión del poder de Estados Unidos. Morozov caracteriza la
situación actual en estos términos: "el proyecto de la mayoría de empresas
tecnológicas estadounidenses
en esta coyuntura es seguir creciendo a nivel internacional y expandirse lo más que puedan; y lo hacen con fines de extraer la mayor cantidad posible
de datos,
sobre los comportamientos, las ansiedades y deseos de la población en cada
lugar; los que posteriormente pueden ser empaquetados y vendidos a los
anunciantes; pero también, a la postre, estos datos les permiten alimentar y
ayudar a construir con mayor precisión sus proyectos de inteligencia
artificial".
Esto, explica Morozov,
es un aspecto que muchas personas no comprenden: "piensan que el problema
aquí es la mercantilización de las audiencias y nada más. Pero creo que eso es
una visión muy equivocada,
porque, además, les permiten construir plataformas de inteligencia artificial
inmensamente poderosas, que a posteriori les pueden ayudar a automatizar, no
sólo una gran cantidad de servicios comerciales, sino también buena parte de
las funciones previamente asociadas con el Estado; y eso, no sólo en términos
de seguridad, en el combate a la delincuencia, el
crimen y la lucha contra el terrorismo, sino también cada vez más en el plano
de la educación, la salud y otras cosas". A modo de ejemplo, el analista
(quien en los últimos años ha estado residiendo en EE.UU. y Europa), citó la
noticia de que al parecer Microsoft podría estimar las probabilidades de que
una persona tenga cáncer pancreático, incluso antes de que tenga un
diagnóstico, con sólo mirar sus consultas de búsqueda de Internet; esto, dice,
"da una idea de lo que esta agregación masiva de datos, combinada con todo
tipo de servicios de diagnóstico de salud altamente individualizados, realmente
puede lograr".
Una condición previa
para el proyecto de IA de estas corporaciones, precisa Morozov, es que todo el
mundo debe estar en línea e intercambiando (lo que en la actualidad es el caso
de sólo la mitad de la población mundial). Por lo tanto, muchas de estas
empresas ofrecen ahora conectividad subvencionada a través de programas como el
Free Basics de Facebook (recientemente derrotado, al menos parcialmente, en
países como la India2) o el
proyecto Loon de Google (de conectividad con aviones no tripulados y globos).
"Hay una visión
también de desbloquear el 'potencial empresarial interior’ de la gente",
prosigue nuestro entrevistado. En tal sentido, se argumenta que "ahora que
están en línea, y tienen las herramientas y las aplicaciones, todos ellos
pueden convertirse en
esta especie de tipos ideales, que
personas como Hernando de Soto soñaban para las poblaciones locales. Una vez
que se les dé las herramientas, se piensa poder realizar este sueño utópico,
basado en una visión extremadamente neoliberal, donde todo el mundo saldría de
la pobreza únicamente por convertirse en empresario”. Por lo tanto -concluye- Silicon
Valley estaría integrando la visión histórica promovida durante mucho tiempo
por el Banco Mundial y el FMI, entre otros.
América Latina: el
desafío de la soberanía tecnológica
Con respecto a qué pasos
los gobiernos latinoamericanos podrían dar para empezar a abordar estas
cuestiones, Morozov hizo hincapié en la soberanía tecnológica. "Por lo
menos una soberanía tecnológica inicial solía estar en la agenda de aquellos
políticos en esta región que ya están preocupados con otros tipos de soberanía:
la soberanía alimentaria, la soberanía energética, algún tipo de soberanía en
infraestructura, y creo que todo eso es muy bueno y constructivo. El problema
es que, si
no se entiende las implicaciones para la soberanía que plantean las redes de
datos y los sensores, es posible que se pierda terreno en las otras peleas. El
hecho de que una empresa como Monsanto está ahora comprando todos los start-ups
del big data que trabajan en la agricultura, o que una empresa como IBM
esté comprando el Weather Channel, que es la empresa que básicamente tiene la
mejor capacidad de predecir el tiempo, con toda clase de implicaciones para la
agricultura y otros ámbitos, eso, para mí, implica que incluso un tema como la
soberanía tecnológica no es una cuestión aislada hoy en día. Es algo que se
fusiona con otras luchas por la soberanía; y si el proyecto para restaurar y
preservar la soberanía sigue viva en esta región y en otras partes, no se lo
puede realizar sin traer a la mesa los aspectos tecnológicos".
Entre otras cosas, esto
significaría cuestionar las soluciones para la propiedad de datos presentadas
por las empresas de tecnología, que, de acuerdo con Morozov, se pueden resumir
como: 1) "olvídense de los datos, ya que si los datos se quedan con
nosotros, Google y Facebook, les ofreceremos todos estos servicios
subvencionados, entonces ni siquiera piensen en ello como un asunto
político"; y 2) "los datos son, por defecto, propiedad privada y hay
que tener un régimen robusto de propiedad privada en torno a ellos, y así
facilitar los mercados".
Esto -prosigue-
significaría renovar el debate en curso sobre los regímenes de propiedad,
entendiendo que "hay más unidades políticas en el mundo que sólo los
individuos que interactúan a través del mercado" cuyos problemas tendrían
solución, “siempre y cuando estén dispuestos a aceptar que el mercado va a
intervenir y ayudarles a resolverlos, ya sea mediante la compra de una
aplicación o mediante la entrega de todos los datos a Google o Facebook".
También significaría pensar en "las formas en que las comunidades,
ciudades, estados-nación, y
así sucesivamente,
todavía pueden encontrar maneras de acumular estos datos con el fin de
planificar mejor...". Pero, se pregunta Morozov, ¿quién todavía habla de
planificación?... Aparte de algunos países de América Latina, "los únicos
actores que hacen la planificación organizada a esta altura son empresas
gigantes".
Evgeny Morozov, quien considera
que las firmas tecnológicas ya prácticamente manejan la política occidental,
hace hincapié en que "la capacidad de los gobiernos de América Latina para
resistirse a Silicon Valley es, en última instancia, en función de su capacidad
y voluntad de resistir al neoliberalismo como tal".
Los gobiernos
antineoliberales que han predominado en América del Sur durante la última
década, y las renovadas iniciativas de integración regional, con autonomía de
las potencias mundiales, tales como UNASUR y ALBA, potencialmente podrían
constituir una de las pocas áreas del mundo con la capacidad política para
asumir estos asuntos de forma colectiva. Sin embargo, el impacto de la crisis
económica, a lo que se suman los recientes cambios políticos en países como Argentina,
Brasil y Venezuela, hacen que esta posibilidad sea mucho menos probable.
En esta compleja
situación política y económica de la región, Morozov reconoce que las
condiciones no son favorables para tratar estas problemáticas y que falta voluntad política. Por otra parte,
como es comprensible, incluso en los países con gobiernos progresistas, la
lucha por la supervivencia básica de su proyecto tiene ahora primacía sobre este tipo de consideraciones.
"Políticamente, entiendo lo difícil que es esta situación para cualquier
gobierno izquierdista en América Latina que todavía quiere resistir la camisa
de fuerza neoliberal", añade. (Continuará).
(Traducción ALAI)
- Sally Burch es
periodista de ALAI
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/180386
1 De
acuerdo con el Secretario General de Unasur, Ernesto Samper, ambos proyectos
están progresando; además, se está construyendo un cable submarino para
conectar América Latina a Europa a través de Lisboa como alternativa al ruteo
del tráfico a través de los EE.UU.; proyectos que, sin embargo, se han
retrasado con relación a la programación original.
2 Ver
http://www.thehindu.com/opinion/op-ed/parminder-jeet-singh-india-and-facebook-free-basics-now-through-the-backdoor/article8807948.ece
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